Alex

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CAPÍTULO 21

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CAPÍTULO 21

 

 

Había creído que aquella sensación se terminaría, luego de haber pasado las mejores tres semanas de su vida, al lado de Alex. Pero no fue así. Aquello seguía abriéndose paso por su pecho, a cada oportunidad.

Quizás era porque no veía a Alex lo suficiente. Pues sólo lo veía un par de horas, cada dos o tres días.

O quizás era por todos los problemas por los que tenían que pasar, para poder encontrarse o verse o simplemente hablar.

No lo sabía. Pero quería deshacerse de aquella sensación cuanto antes.

-Necesitas relajarte –escuchó a Lilian decir, a su lado.

Emily hizo una mueca, metiendo sus cuadernos en su casillero, para sacar los que utilizaría en las siguientes tres horas.

-Estoy relajada –murmuró.

Lilian sacudió la cabeza y suspiró, apoyándose en los casilleros y cruzándose de brazos.

-Estás volviéndote loca –dijo y, muy de pronto, tomó a Emily por los hombros, la obligó a mirarla y la sacudió suavemente, como si aquello pudiera hacer que todo sentimiento de nervios se esfumara de su cuerpo-. Ya llevas casi un mes con Alex –susurró, para que nadie más pudiera escucharla-. Nada malo va a suceder –le aseguró, dándole un suave apretón a sus hombros-. Tranquilízate –le pidió.

Emily suspiró, pero asintió, de todas formas.

Era difícil tranquilizarse, cuando lentamente se había comenzado a enamorar de Alex y temía que algo, lo que sea, se metiera en su camino, en cualquier momento.

Es decir, ella solo tenía diecisiete años. Alex tenía toda su vida arreglada frente a él, antes de conocerla. Y ahora, todo eso se veía puesto en riesgo, por su culpa. Y es que, incluso cuando ninguno de los dos había hablado al respecto, era claro que el que saldría perjudicado, si llegaban a ser descubiertos, sería él.

Ella no tenía nada que perder.

Él, en cambio, podía perderlo absolutamente todo.

-Solo tengo miedo de que algo suceda y lo haga darse cuenta de lo peligroso que es para él, estar conmigo –confesó, cerrando finalmente su casillero.

-Es peligroso, pero… -comenzó a replicar Lilian, pero se quedó callada, de pronto.

Y Emily frunció el ceño, apretando sus cuadernos fuertemente sobre su pecho. ¿Qué había sucedido? Fue a preguntarle aquello, pero otra voz habló antes de que ella lo lograra.

-¿Qué es peligroso? –la voz de Jem se abrió paso por sus oídos, haciendo que su cuerpo se tensara, de inmediato.

Y es que, siempre parecía estar ahí. Siempre parecía intentar llegar a ella. Pero ella no lo dejaba entrar. Era como su mejor amigo. Nada más. Solo que él no lo veía de aquel modo, claro está. Aunque, no se lo había dicho, realmente.

Sus acciones prácticamente bastaban para saberlo.

-Tomar pastillas cuando vas a tomar alcohol –soltó Lilian, haciendo que Emily frunciera el ceño, ante sus palabras. ¿Qué diablos?-. ¿Sabías que puedes entrar en coma? –preguntó, entonces.

Y Emily sintió la necesidad de reírse, porque vamos, aquel intento de ocultar lo que habían estado hablando era simplemente gracioso.

-Sí, lo sabía –replicó Jem, posicionándose al lado de Emily y dejando su brazo caer suavemente sobre sus hombros-. ¿Qué tal, Em? –preguntó, su atención ahora completamente fija en ella.

Y Emily alzó su vista hacia Jem. Y sabía de sobra que él no se creía ni un poquito de lo que Lilian había dicho. Pero hizo como si no se hubiera dado cuenta de que su mirada le decía a gritos aquello y le mostró una sonrisa.

-Bien –contestó, lo más tranquilamente que pudo-. ¿Y tú? –preguntó, intentando actuar lo más normal que podía.

-Perfectamente, ahora –contestó.

Emily se mordió el labio, intentando no reaccionar ante sus palabras. Y es que, claramente, él ahora no tenía problema con hacerla conocer, con pequeñas palabras o detalles, que la veía como más que una simple amiga.

-Lamento informarte, Jem, que necesito un momento a solas con mi mejor amiga –dijo Lilian, de pronto.

Y Emily le agradeció internamente, cuando tiró de ella lejos del alcance de Jem. Incluso cuando lo quería mucho y valoraba increíblemente su amistad, no se sentía del todo cómoda cuando actuaba de aquella forma con ella.

-De acuerdo –dijo él, aun teniendo una sonrisa en sus labios, aunque ahora lucía ligeramente forzada-. Nos vemos luego –se despidió, de pronto dando un paso más cerca, inclinándose más rápido de lo que ninguna de las dos esperaba y dejando un beso en la mejilla de Emily.

Entonces, hizo lo mismo con Lilian.

Y finalmente, retomó con su camino por el pasillo.

-Juro que le dije que estabas feliz, tranquila y con otra persona –susurró Lilian, mientras envolvía un brazo alrededor del de Emily y comenzaba a dirigirse con ella hasta su siguiente clase.

Emily suspiró.

-Sólo espero que esto no se meta entre nuestra amistad –admitió, encogiéndose de hombros-. Probablemente nunca voy a amar a alguien como amo a Alex –explicó, finalmente.

Y el mundo entero pareció detenerse, de pronto.

Porque las palabras habían salido de entre sus labios, sin que ella lo hubiera podido evitar.

-¿Lo amas? –la preguntó dejó los labios de Lilian, un segundo después de que detuvo su caminata por el pasillo-. ¿Cuándo sucedió eso? –exigió saber, entonces.

Emily sintió sus mejillas comenzar a sonrojarse.

¿Cuándo había sucedido?

No estaba del todo segura. Sólo sabía que lentamente, había comenzado a caer por el hombre de traje. Y ahora, claramente, no había vuelta atrás.

Quizás por eso, aquella extraña sensación la fastidiaba tanto.

-No lo sé –confesó, volviendo a envolver un brazo alrededor del de Lilian y forzándola a caminar de nuevo-. Sólo sé que sucedió –agregó.

Lilian comenzó a dar saltitos de emoción a su lado, sin detener su caminar.

-Emily Stone, finalmente enamorada –susurró, sonriendo ampliamente-. Ya iba siendo hora –dijo, empujándola suavemente con su cadera.

Emily rodó los ojos, pero le devolvió el gesto, continuando con el camino, hasta que llegaron al salón y tomaron asiento cada una en sus lugares.

-Ya va siendo hora para ti también –replicó, alzando una ceja.

Lilian se encogió de hombros.

-Hace dos años descubrí que el chico para mi va a demorar mucho en llegar –contestó, tranquilamente-. Así que tengo para rato –agregó.

Emily no forzó más el tema, simplemente asintió y decidió prestar atención a la clase, viéndose que el profesor acababa de ingresar al salón.

Lilian había tenido un novio un par de años atrás. Cuando ambas estaban en tercero de secundaria. Había sido algo que, para cualquier chica de quince años, significaba mucho. Pero para el chico, de diecisiete, claramente no había sido lo mismo.

Una cosa guió a la otra y Lilian tomó la decisión a esperar el tiempo que fuera necesario, para que su príncipe azul llegara.

Así que sí, seguía esperando.

Justo al tiempo que el profesor iniciaba con la clase, el celular de Emily comenzó a vibrar en su bolsillo.

Rápidamente lo sacó y vio que un mensaje de Alex había entrado. Sonrió inevitablemente y trató de mantener el aparato bajo su carpeta, para que le profesor no lo viera.

Entonces, abrió el mensaje para poder leer.

 

Necesito hablar contigo.

 

Así. Nada más

Frunció el ceño. Pero sacudió la cabeza. Vamos, por mensaje cualquier cosa podía malinterpretarse. Rodó los ojos y rápidamente le contestó, sintiendo su corazón acelerarse en su pecho ante la perspectiva de verlo antes de lo previsto. Y es que, apenas se habían visto el día anterior. Aún no había planeado verlo hasta el día siguiente o quizás el día después de ese.

Pero no importaba.

Quería verlo. Y si podía verlo ya, mejor.

 

¿Vienes a recogerme?

 

La respuesta de Alex no tardó ni un segundo en llegar.

 

Te esperaré en el estacionamiento

 

Emily sonrió y dejó que sus dedos se deslizaran por la pantalla, en busca de los mensajes más antiguos. Y es que, desde que Alex le había dado aquel celular, había hablado por horas y horas con él, a través de mensajes y mensajes.

Te extraño.

Ojala estuvieras aquí conmigo. Esta reunión me está matando.

Si estuviera a tu lado en este instante, probablemente tendría mis labios pegados a tu oído, susurrándote una y otra vez lo mucho que te quiero.

Sonrió ampliamente, pero se forzó a calmarse, cuando recordó que estaba en el salón, en plena clase.

Y es que, Alex era demasiado tierno para su propio bien. Y cada pequeño mensaje había tenido la capacidad de hacerla sonreír como tonta, sentir que su corazón estallaba en su pecho. O hacer que un extraño aleteo se estableciera en su abdomen.

Y cuando estaban juntos, era incluso mejor. Todo siempre era mucho mejor.

Guardó el celular en su maleta, para no volver a distraerse con él y prestó atención a la clase, rogando a todos los cielos que las siguientes horas se pasaran volando, para poder estar en los brazos de Alex, nuevamente.

Y así fue.

Las horas que restaban se pasaron tan rápido, que por un momento, Emily creyó que estaba en alguna clase de sueño.

Pero no se atrevió a cuestionar las cosas del destino, porque vamos, sólo podía pensar en estar con Alex, tan pronto como le fuera posible.

-Alex ha venido –le dejó saber a Lilian, mientras guardaba todas sus cosas en su maleta, apresuradamente.

Lilian alzó una ceja, observándola, extrañamente divertida.

-¿No lo viste ayer, acaso? –preguntó, cruzándose de brazos.

Emily sonrió ampliamente, pero sus mejillas se sonrojaron, al mismo tiempo. Rodeó a Lilian con sus brazos y dejó un beso en su mejilla.

-Déjame ser –replicó, sacándole la lengua.

Lilian rodó los ojos, pero le mandó un beso volado, mientras Emily comenzaba a apresurarse hacia la puerta de entrada de la escuela.

Se abrió paso hasta ahí y salió al estacionamiento, sus ojos buscando la camioneta inconfundible de Alex. Y no tardó en encontrarla, completamente apartada de los demás autos.

Sonrió ampliamente y prácticamente corrió el resto del camino, hasta llegar ahí.

Abrió la puerta y se subió, rápidamente cerrando tras ella, esperando que nadie la hubiera visto, porque no necesitaba que más rumores llegaran a su madre.

Entonces, se giró y sin pensarlo dos veces, se inclinó hacia el asiento de Alex, para estrellar sus labios contra los suyos. Y es que él, apenas ella se había subido, había girado su rostro para mirarla.

Emily esperó, a que Alex la besara de regreso, pero aquel momento nunca llegó.

Podía sentir la respiración irregular de Alex. Y la forma en que mantenía sus labios firmemente presionados, negándose a besarla.

¿Por qué?

Se apartó, sólo ligeramente, para buscar sus ojos. Y cuando encontró los celestes de Alex, sintió el alma caerle a los pies. Y es que, en vez de poder ver todas las emociones que él albergaba, se encontró con una enorme pared. Una enorme pared que solo había estado ahí una vez. Cuando le había dicho que no podía besarla.

¿Qué sucedía?

¿Por qué estaba bloqueando sus emociones?

Entonces, pudo percatarse de que lucía tenso. Incluso, enfadado. Aunque, había una pequeña tristeza en sus facciones, que él parecía no querer dejar ver, pues apartó sus ojos de ella, mirando al frente y apretando el volante con ambas manos.

Emily frunció el ceño, sintiendo el pánico comenzar a abrirse paso por su pecho.

Aquella sensación que había tenido desde hacía varios días, comenzando a aumentar, precipitadamente.

-¿Algo va mal? –preguntó, a pesar de que no estaba segura de querer la respuesta.

Alex pareció ligeramente perdido en sus pensamientos, por un momento, antes de dejar salir lentamente el aire que, al parecer, había estado reteniendo.

-Aún no –murmuró, antes de encender el auto y comenzar a manejar hacia algún destino que Emily no conocía.

-¿Aún no? –preguntó Emily, a pesar de que sabía de sobra que se refería a que aún no quería hablar al respecto.

¿Pero, qué diablos?

¿Cuál era el problema?

¿Por qué estaba actuando así?

¿Por qué, de pronto, ya no parecía quererla tanto como había dicho?

Alex simplemente asintió, sin mirarla, aún. Y Emily sintió el enfado crecer en su interior. Aun así, se mantuvo callada y aguardó a que Alex detuviera el auto, algunos minutos después.

No sabía a ciencia cierta en donde se encontraban, pero parecía ser un callejón sin salida, no muy lejos de su escuela.

El auto se apagó y eso hizo que Emily saltara a la realidad, de nuevo.

Tragó saliva, sintiendo los nervios crecer en su interior.

¿Qué estaba ocurriendo?

¿Es que sus peores miedos se estaban volviendo realidad?

Algo andaba mal. Muy mal. Y ahora, podía sentir su corazón comenzar a asustarse, rápidamente.

Dejó que sus ojos se deslizaran hacia Alex, a pesar de que tenía miedo de verlo y darse cuenta de que seguía habiendo una enorme pared separándolos.

Y él hundió sus dedos en su cabello, ya no tanto con nerviosismo, sino con desesperación.

Y Emily no pudo evitar estirar el brazo hacia él.

-¿Alex? –susurró, sus dedos rozando suavemente su brazo, pero solo bastó un segundo para que él se apartara, bruscamente.

Y sus ojos finalmente se clavaron en los de ella. Completamente desprovistos de sentimientos. Completamente en blanco.

-Se acabó –dijo, así sin más. Y sus palabras parecieron clavarse en el pecho de Emily, una y otra vez.

Aun así, estaba demasiado confundida y sorprendida como para formular algo que no fueran sus siguientes palabras.

-¿Cómo? –susurró, sintiendo su corazón comenzando a acelerarse, rápidamente.

Alex apartó sus ojos de ella, entonces, como si le doliera mirarla. Como si no pudiera decir las palabras, cuando la tenía de frente.

-Se ha acabado, Emily –dijo, tan rápido que parecía que lo tenía todo programado–. No puedo seguir con esto –agregó, pero siguió sintiéndose igual. Lo había dicho robóticamente. Lo había dicho, nuevamente, sin sentimientos.

¿Pero, qué?

Tomó su barbilla entre sus dedos y lo forzó a mirarla, a pesar de que él claramente no quería hacerlo. Y cuando sus ojos volvieron a encontrarse con los de Alex, pareció haber vulnerabilidad en ellos. Pareció que iba a romperse, por un momento. Y luego, volvió a sellar la pared, antes de que ella tuviera tiempo suficiente para pensar en lo que había presenciado.

Lo dejó ir, como si de pronto, su piel se hubiera encendido en llamas. El corazón de Emily se detuvo, repentinamente. ¿Realmente se estaba acabando? ¿Cómo? ¿Por qué?

No.

-No entiendo –dijo, a duras penas y en un susurro. Ahora era ella la que no quería mirarlo. Dirigió su vista al frente-. ¿Por qué? –exigió saber, entonces.

Sintió los ojos de Alex perforándole el rostro, prácticamente. Pero no podía. No podía voltear y darse con la dura pared que él había alzado entre ellos. Nunca había conocido a aquel Alex. Y deseaba nunca haberlo conocido.

Entonces, sus siguientes palabras, hicieron de todo, mucho peor.

-Eres una niña –las palabras dejaron sus labios, pero por todos los cielos, no sonaban como suyas. No había creído que Alex fuera capaz de herirla de aquella manera. Pero, claramente, había estado muy equivocada–. Y yo no puedo estar contigo –continuó, cada palabra clavándose en su pecho, con un increíblemente intenso dolor-. Esto afecta mi trabajo, mi vida, todo lo que me rodea –explicó, como si todo aquel tiempo hubiera sido obvio. Y lo había sido, diablos. Emily lo sabía. Él tenía todas las de perder. Pero había creído que la quería lo suficiente como para arriesgarlo por ella-. No puedo seguir fingiendo que todo esto está bien, porque no es así –no se detenía. El dolor. Sus palabras. La herida que se estaba formando en su corazón-. Y ya he arriesgado suficiente por un pequeño juego –finalizó, sin más.

Entonces Emily sí que perdió el juicio. ¿Un juego?

-¿Juego? –preguntó, su voz alzándose sin que ella pudiera evitarlo-. ¿Esto era un simple juego para ti? –exigió saber, entonces.

La ira se había comenzado a abrir paso por su pecho. El dolor, sumándose a aquella emoción, de inmediato.

Y luego, lágrimas.

Lágrimas que no había podido seguir reteniendo. Lágrimas que sin darse cuenta, se habían acumulado en sus ojos.

Y se sentía como una completa idiota, por llorar frente a él, cuando claramente no tenía ningún problema con hacerle daño.

-¿Qué más iba a ser? –preguntó Alex, entonces. Sus ojos seguían fijos al frente, sin atreverse a mirarla. Ni siquiera se había dado cuenta de que ella había comenzado a llorar, silenciosamente– No creías que en verdad sentía algo por ti –continuó-. ¿O sí? –agregó.

Y el corazón de Emily se rompió. En mil pedazos. Porque aquello había sido lo peor que había podido decirle. Fue  como si la hubiera golpeado físicamente. Entonces sí que dejó salir un sollozo. Y se arrepintió al instante, porque los ojos de Alex se dirigieron hacia ella.

Y no pudo evitar quedarse completamente paralizada ante estos, como siempre lo hacía. Y Alex, de pronto, como si hubiera salido de algún extraño sueño, suavizó las tensas facciones de su rostro y estiró la mano hacia ella.

Pero no.

Emily ya no iba a caer.

Se colgó la maleta al hombro y se apartó bruscamente, antes de que pudiera tocarla. Se bajó del auto precipitadamente, sin importarle que estuviera en medio de un callejón sin salida. Sin importarle que podría perderse. Sin importarle nada. Y es que, sin Alex, todo se habría terminado.

Solo llegó a dar unos pasos, antes de que Alex apareciera frente a ella, bloqueando su camino hacia la única salida. Y es que, detrás de ella, solo había un enorme muro. Y estaba atrapada entre la pared y la enorme camioneta. Su único camino era hacia adelante. Y Alex estaba ahí.

Él dio un paso hacia ella

-Em –comenzó, pero ella alzó una mano, deteniéndolo.

¿Cómo podía atreverse a llamarla de aquella manera? ¿Cómo podía siquiera mirarla?

-No te atrevas –escupió, limpiándose las lágrimas de su rostro, furiosamente.

No quería seguir llorando frente a él. Pero diablos, dolía tanto.

-Te llevaré a casa –dijo, sus ojos buscando los de ella.

Pero se había acabado. No dejaría que la siguiera mirando a los ojos. No dejaría que viera dentro de ella nunca más.

-¡No! –gritó, sin poderlo evitar–. No te me acerques, maldita sea –exclamó, sacudiendo su cabeza-. ¿Cómo puedes querer acercarte a mí después de todo lo que me has dicho? –exigió saber-. ¿Después de cómo me has herido? –susurró, entonces, sintiendo su fuerza de voluntad romperse.

-Espera… -intentó detenerla, Alex. De hecho, parecía que estaba rogándole que se detuviera. Pero Emily ya no podía caer en su trampa.

Todo había sido una mentira. Y ya nada podía ser igual

-Adiós, Alexander –lo interrumpió-. Ya no hay más que puedas decir. Me has herido suficiente –dejó salir, intentando reprimir cualquier sentimiento que quisiera salir de su corazón. Y es que, era inevitable. Después de todo, se había enamorado terriblemente de Alex-. Ahora déjame tranquila –finalizó, las palabras saliendo de su boca, sonando demasiado extrañas.

Y se acercó, a pasos decididos, hasta donde estaba él.

Lo miró una vez más. La última. Alzó el rostro hacia él y clavó sus ojos en los suyos. Y dejó que lo viera. Dejó que viera el dolor que le había hecho sentir.

Entonces, pasó por su lado, sin siquiera pensar en la cercanía con el cuerpo de Alex.

Sin siquiera pensar en lo mucho que lo iba a extrañar.

Pasó por su lado y sintió la mano de Alex curvarse alrededor de su muñeca. Pero, hizo acopio de toda la fuerza de voluntad que le quedaba y tiró de su brazo, forzando los dedos de Alex a soltarla.

¿Qué más podría querer?

Ya lo había dejado todo absolutamente claro.

Ni siquiera se volteó, mientras caminaba hacia donde esperaba que se encontrara la escuela.

Y dejó que las lágrimas se deslizaran silenciosamente por sus mejillas, mientras el colegio entraba en su punto de visión.

Sacó su celular y rápidamente le envió un mensaje a Lilian, dejándole saber que realmente la necesitaba en aquel instante.

Y aguardó a que ella fuera a recogerla. Aguardó sintiendo el dolor hacerse más fuerte.

Y es que, no había dolor más intenso que el de un corazón roto.

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