Alex

Alex


CAPÍTULO 10

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CAPÍTULO 10

 

 

Un mes.

 

Se rió, sin poderlo evitar. Y Lilian rodó los ojos, cruzándose de brazos.

-Me parece una falta de respeto –espetó y Jem alborotó su cabello, haciendo que ella se enfadara aún más-. No molestes, James.

Emily volvió a reírse. James Carpenter. Era un chico alto, de cabello castaño claro y ojos verdes. Estaba en el mismo año que ellas y recientemente se habían hecho buenos amigos. Ahora, andaba siempre que podía con ellas.

-Ya. Dejen de discutir y vayamos por ese helado –dijo, rodando los ojos.

Jem y Lilian finalmente dejaron de discutir y asintieron. Entonces, Emily envolvió su brazo alrededor del de Jem. Y Lilian alrededor del otro. Y los tres, juntos, continuaron con su camino hacia el centro comercial, no muy lejos de la escuela.

Acababan de salir de clases y cada vez que podían, solían salir después de ello. Aunque Emily muchas veces tenía que negarse, viéndose que su madre odiaba cuando llegaba tarde a casa. Sólo la dejaba tranquila los fines de semana, cuando se iba a dormir a la casa de Lilian. Entonces sí que obtenía su descanso.

No tardaron en llegar y rápidamente se dispusieron entrar a la heladería y pedir sus helados. Emily pidió en helado de chocolate y cuando se lo entregaron, comenzó a caminar por el lugar, esperando a sus dos amigos.

El día de ayer se le vio saliendo a altas horas de la noche de su oficina. Alexander Black, conocido como uno de los empresarios más guapos, jóvenes y ricos del país. Ahora, viéndose los hechos, es claro que su gran imperio, ‘Las Empresas Black’, lo siguen formando con mucho esfuerzo y dedicación. Desde el día en que su padre le dejó todas las acciones de la empresa, él las llevó al máximo y no sólo duplicó los ingresos, sino que los triplicó. Hoy en día, está cerca de convertirse en el empresario más joven y rico de la historia del país.

Emily giró el rostro casi de inmediato, sus ojos buscando el televisor del que salían aquellas palabras. Su corazón se aceleró de inmediato, ante el nombre de Alex. No había sabido absolutamente nada sobre él desde aquel día en que le dijo que quería besarla.

Y ahora, un mes después, finalmente volvía a escuchar sobre él. No iba a dejar pasar la oportunidad de tener un pequeño vistazo de cómo había seguido su vida.

Se dio cuenta, con algo de decepción, que recién entonces se enteraba de que su apellido era Black.

Su corazón aún se aceleraba con solo pensar en él, pero eso se lo guardaba para ella misma. Ni a Lilian se lo había contado. Y mucho menos a Jem, que ni siquiera sabía que ella conocía al gran Alexander Black.

Había pasado un mes. Ya debía haberlo superado. Pero con frecuencia se encontraba a sí misma pensando en él y preguntándose qué habría sido de su vida. Si ya tenía una nueva mujer en sus pensamientos. Si ya había conquistado a otras chicas. Pero intentaba detener sus pensamientos antes de que fueran demasiado lejos. Porque Alex ya no estaba en su vida y probablemente nunca más lo iba a estar.

Apartó sus pensamientos cuando sus ojos encontraron el televisor, en una esquina del lugar. Sus pies la comenzaron a llevar más cerca, casi de inmediato. Y escuchó con atención lo que la reportera estaba diciendo.

Los medios con frecuencia se preguntan si en algún punto veremos a este guapo soltero con una mujer que haya podido conquistarlo. Pero, aparentemente está lejos de suceder. En sus veintiséis años, nunca se le ha conocido pareja. Algunos sugieren que es gay…

Emily bufó. ¿Gay? Si solo supieran… Sacudió la cabeza y prestó atención de nuevo.

Otros, simplemente se niegan a creer que eso sea cierto. Después de todo, es posible que el famoso empresario sepa mantener su vida privada muy bien ocultada. ¿Por qué? Porque recientemente llegaron rumores de que, efectivamente, se le había visto con una mujer, un sábado, a altas horas de la noche, comiendo en un restaurante cualquiera.

Emily sintió su corazón acelerándose. ¿Entonces sí había encontrado a una nueva mujer? Frunció el ceño. ¿O es que se trataba de ella? De aquella noche en que él había ido a sacarla de la discoteca. Si era así, no eran buenas noticias. Significaba que los habían visto y aquello no sería bueno para él, si llegaban a averiguar que era ella.

Sacudió la cabeza. Mentira. Probablemente si se tratara de otra mujer, después de todo. Suspiró y se forzó a prestar atención de nuevo.

No esperaríamos encontrarlo en un lugar cualquiera, pero, quizás por ese motivo nunca antes lo habíamos descubierto con una mujer. Siempre será un misterio para nosotros de quien se trataba esta misteriosa dama, visto que no hay pruebas ni fotografías. Sin embargo, nuestras cámaras lograron sacar algunas fotografías de Alexander durante una sesión de fotos que realizó para la recientemente publicada revista ‘Amor, Amor, Amor’.

Entonces, una imagen de Alex apareció en pantalla. Y Emily perdió la respiración por un momento. Seguía luciendo tan guapo como lo recordaba. Su cabello negro estaba perfectamente arreglado y llevado hacia atrás. No estaba usando su usual traje de trabajo. Estaba usando un pantalón caqui, una chompa ploma, debajo de la cual claramente tenía una camisa celeste. Sus zapatos marrones resaltaban ligeramente y tenía las manos hundidas en su pantalón, mirando fijamente a la cámara, completamente serio.

Emily no pudo evitar sonreír. Siempre tan serio e imponente.

Era hermoso. No podía negarlo. Sus ojos celestes parecían estar clavados en los de ella, pero era simplemente una foto. Y no tardó en aparecer otra, donde salía mirando hacia otro lado, la esquina de su labio ligeramente alzada, pero no lo suficiente para pasar como el comienzo de una sonrisa.

-¿Por qué vemos el reportaje de un empresario? –escuchó la voz de Jem susurrar en su oído y casi se le cae su helado por la sorpresa.

Giró su rostro hacia él, completamente sorprendida. Y luego a su otro lado, donde Lilian la miraba, con los ojos entrecerrados.

Aparentemente ambos ya habían pedido sus helados y se habían parado uno a cada lado de ella, para ver qué era lo que la tenía tan concentrada.

Sintió sus mejillas calentándose y se encogió de hombros, dándose media vuelta, sin más. Intentó tranquilizar su aún acelerado corazón y continuó comiendo su helado, que ya había comenzado a derretirse.

Salió de la heladería y dejó que sus pies la guiaran hacia su lugar favorito del centro comercial.

Sonrió cuando la tienda entró a su campo de visión y rápidamente aceleró el paso, para ingresar a la librería. Escuchó a Jem y a Lilian siguiéndola de cerca y se permitió a sí misma observar los libros que había por doquier. Amaba estar ahí. Amaba el olor a libros.

Y aquello le recordaba a Alex, inevitablemente.

Su mente seguía retornando a aquel cuarto ambientado como biblioteca. Prácticamente se lo había regalado. Y frecuentemente se encontraba a sí misma pensando en qué diría él si ella llegara a aparecerse realmente por su casa, exigiendo que la deje pasar para ir a la mini biblioteca que él le había regalado.

Se encontró a sí misma sonriendo. Sería de locos. Y estúpido. Se giró para ver a Lilian y a Jem ocupados mirando los libros de la sección de ciencia ficción. Entonces, rápidamente se escabulló hacia la sección de revistas.

Se sintió tonta por estar buscando aquello, pero no podía realmente evitarlo. No saber de Alex había resultado ser peor de lo que ella había creído.

La revista que estaba buscando entró en su campo de visión casi de inmediato, después de todo, había un montón de copias esparcidas por todas las estanterías. Claramente, era la más importante que vendían en la tienda. Y Emily no lo dudaba. La revista ‘Amor, Amor, Amor’ siempre había sido famosa. Sólo que ahora realmente le interesaba porque sabía que Alex estaba dentro de ella, en algún lado. Después de todo, la fotografía de Alex que estaba en la portada prometía mucho.

Se acercó y observó el precio, pegado encima del plástico que cubría la revista para protegerla. Se mordió el labio. Quince soles. Suspiró. Tenía veinte soles en su bolsillo y no creía que su madre le fuera a dar más nada pronto. ¿Realmente estaba dispuesta a gastarse el único dinero que tenía para lo que quedaba de la semana?

Sip. Realmente estaba dispuesta.

Tomó la revista y de inmediato se dirigió a la caja. Sus ojos buscaron a sus amigos, pero ellos seguían observando libros. Lilian en la zona de romance y Jem en la zona de comics.

Logró pagar sin que ninguno de los dos la vieran rápidamente metió la bolsa dentro de su maleta, intentando lucir menos nerviosa de lo que estaba.

Se sentía ligeramente emocionada al saber que por la noche podría leer un tanto sobre Alex. El hombre que estaba segura de que no volvería a ver.

Se acercó a donde Jem y Lilian ahora conversaban y sonrió.

-No sé porque sigo entrando aquí, sabiendo que no tengo dinero para libros –comentó.

Lilian se rió.

-Dime cual quieres y te lo compro –dijo, tranquilamente.

Emily rodó los ojos.

-Ya te he dicho que no –replicó y salió del lugar.

Y los tres continuaron caminando por el centro, terminando de comer sus helados. No mucho después, se vieron interrumpidos por el sonido del celular de Lilian.

-¿Hola? –preguntó, en cuanto contestó. Emily la observó, mientras lanzaba su servilleta a un bote de basura-. ¡Cierto! Lo siento. Lo juro, se me pasó –dijo, de pronto, llevándose su mano libre a la boca-. De acuerdo, lo esperaré en el centro comercial –continuó-. Adiós, mamá –se despidió y cortó.

Emily frunció el ceño.

-¿Qué sucedió? -preguntó

-Chicos, me olvidé completamente que mi madre necesita mi ayuda para el baile benéfico del próximo mes –comenzó a explicar-. Tengo que irme. Les juro que si pudiera, los llevaría a su casa, pero mi madre me necesita ahorita. Yo…

-Está bien –la interrumpió Jem, tomándola por los hombros-. Ve. Yo acompañaré a Emily a su casa –agregó, sonriendo.

Emily asintió.

-Está bien, Lil –le aseguró, encogiéndose de hombros-. Es importante. Mañana nos veremos en la escuela.

Lilian asintió, aun luciendo preocupada. Pero finalmente se despidió de ellos y salió corriendo hacia la puerta de entrada al centro.

Entonces Jem se giró hacia ella y le mostró una enorme sonrisa.

-Y quedaron dos –dijo, hundiendo sus manos en sus bolsillos.

Emily sonrió.

-Parece que sí –replicó-. Pero ya debo irme a casa –agregó.

Jem asintió, la sonrisa permaneciendo en sus labios.

-Andando, entonces –dijo, caminando al lado de Emily, hacia la salida. De un momento a otro, tomó su maleta de su hombro y se la colgó en el suyo-. Deja. Te ayudo –dijo, tranquilamente.

Emily sintió sus mejillas sonrojándose.

-No tienes que llevar mi maleta, Jem –indicó, pero él se encogió de hombros.

-No me molesta –dijo y caminó así, con su maleta colgada en un hombro y la de Emily colgada en el otro-. ¿Cómo estás? –le preguntó, de pronto.

Emily dejó que sus ojos observaran el rostro de Jem. Siempre tan sonriente. Siempre tan guapo. Siempre tan…

-Bien –contestó, intentando concentrarse en la realidad y no en sus pensamientos-. ¿Y tú, Jem?

-Perfectamente –contestó, alegremente.

Continuaron caminando uno al lado del otro, hacia la casa de Emily. Y ella intentó no pensar demasiado en el hecho de que él se estaba desviando una inmensidad para poder acompañarla a su casa. Después de todo, él vivía hacia el otro lado. Literalmente estaba yendo en dirección contraria a su casa.

Aun así, no dijo nada, porque sabía que él de todas formas hubieras seguido caminando junto a ella. Porque Jem era así. Era bueno, pensaba en los demás antes que en él mismo, siempre hacía sonreír a todo el mundo.

No tardaron en encontrarse en el porche de la casa de Emily y ella se giró hacia él, para despedirse.

Era gracioso. No la asustaba que él la dejara en la puerta de su casa, porque sabía que no le ganaría problemas con su madre, dado a que Jem era de su edad y justamente era hijo de una de sus amigas. No parecía molestarle que se juntara con él.

Pero casi podía imaginar el enfado en su madre si llegaba a enterarse de que había salido con un hombre tan mayor como Alex. Su madre quería perfección, quería las cosas hechas a su modo. Y Emily estaba segura de que salir con alguien tan mayor como Alex no habría sido exactamente algo que a su madre le hubiera parecido bueno.

-¿Emily? –la voz de Jem la regresó a la realidad.

-¿Sí? –preguntó, maldiciendo para sus adentros cuando se dio cuenta de que seguía pensando en Alex.

-Te decía que te veo mañana en la escuela –repitió él, tranquilamente.

La sonrisa seguía en su rostro, tan amplia como siempre. Emily sonrió también, porque no podía evitarlo, cuando estaba cerca de él. Jem tenía la capacidad de pasar su felicidad a cualquier persona.

-De acuerdo –aceptó, tomando su maleta, que él le tendió.

-Genial –replicó y hundió sus manos en sus bolsillos, sus mejillas tiñéndose suavemente de rojo, de pronto-. Adiós.

Emily se despidió con la mano y se giró para abrir su puerta, preguntándose el porqué de las mejillas sonrojadas de Jem. Había sucedido de un momento a otro, después de todo.

Apartó el pensamiento de su mente e ingresó a su casa, repentinamente desesperada por estar en su cuarto, para poder leer la revista en la que aparecía Alex.

Su madre estaba en la cocina, preparando la cena y apenas le dirigió la mirada, cuando la saludó.

Emily suspiró, pero aquella vez agradecía la indiferencia de su madre. Corrió a su habitación y rápidamente cerró su puerta, lo más silenciosamente que pudo.

Entonces, sacó la revista de su maleta y la abrió, apresuradamente. Una parte de ella se avergonzaba un tanto por seguir tan terriblemente enganchada de Alex. Pero la otra simplemente quería saber más de él.

Así que abrió la revista y rápidamente pasó las páginas, en busca de la entrevista que de seguro le habían hecho. Y no tardó en encontrarla, luego de una página en la que salía él, claramente durante su sesión de fotos.

Sus ojos observaron la fotografía por un largo momento. Él estaba sentado en una silla, con sus codos sobre sus rodillas y su vista fija en la cámara. Los ojos de Alex miraban a la cámara, pero la verdad era que parecían estar en otro lugar.

O quizás estaba loca.

Pero, de alguna forma, Emily sentía que lo había llegado a conocer más de lo que cualquier otra persona lo había logrado. Y Alex estaba en otro lado durante esa sesión de fotos.

Sacudió la cabeza y pasó de página, para finalmente llegar a la entrevista. Sonrió ampliamente cuando la encontró y comenzó a leer, lo más rápidamente posible, con el temor de que su madre ingresara en cualquier momento a la habitación y la atrapara leyendo una revista que claramente no debió haber comprado.

Alexander Black. Hijo único de Jonathan y Alessandra Black. El empresario más guapo, sexy e increíblemente joven de la historia del país. Con tan solo veintiséis años ha logrado hacer crecer increíblemente el imperio que su padre comenzó. Desde el momento en que heredó las acciones de la empresa, logró triplicar los ingresos. Es un multimillonario que cualquier mujer desearía tener a sus pies. Sin embargo, no se le conoce novia alguna. Y nunca se le ha visto saliendo con una mujer. Muchas estamos ligeramente asustadas de que sea porque simplemente no le gusten. Pero otras nos negamos a aceptar que es así.

No pudo evitar reírse. Otra vez con aquello de que había posibilidades de que fuera gay. Poco sabían lo que él le había demostrado en el mes que se habían conocido. De acuerdo, no un mes, exactamente, pero en aquel lapso de tiempo se habían visto varias veces.

Suspiró. ¿Cómo era posible que conociéndolo tan poco, se hubiera quedado tan enganchada con él?

Sacudió la cabeza y decidió seguir leyendo.

En la siguiente entrevista, esperamos haber logrado contestar algunas de las preguntas más importantes que tienen todos.

R: Alexander Black. O Alex, como prefieres que te llamen. Cuéntanos, ¿cómo fue continuar con el imperio que comenzó tu padre? ¿Difícil, fácil? ¿Habrías deseado empezar desde cero?

A: Hola. Muchas gracias por tenerme el día de hoy. Fue difícil continuar con su imperio. Mi padre ha logrado muchas cosas durante sus tantos años trabajando y lo único que quería era que él pudiera ver como seguía creciendo lo que él mismo había creado. Definitivamente poder continuar con su trabajo es lo mejor que pudo haberme pasado. No lo cambiaría por nada. La familia siempre es lo más importante para mí, para los tres (él y sus padres). Así que el hecho de que yo continuara con la empresa era algo que tenía que suceder.

R: Eres el empresario más joven y cito “el más deseado en toda la historia del país”. ¿Qué piensas al respecto?

A: La verdad es que no sé qué decir al respecto. Supongo que sí soy relativamente joven. Y agradezco a todas las personas que piensan así como tú lo has mencionado. Pero, no creo que la belleza o la edad sean realmente importantes para el crecimiento de las empresas Black.

Emily pasó sus dedos por la imagen que había al lado de aquella respuesta. Alex estaba apoyado en una pared, en su hombro izquierdo. Y tenía su mano izquierda hundida en su bolsillo. La otra estaba pasándola por su cabello. Y sus ojos estaban dirigidos al suelo.

Y Emily estaba segura de que era el hombre más hermoso que había visto en toda su vida. Y, quizás ya había decidido aquello, pero no podía evitar seguir pensándolo.

De pronto, quería volver a estar cerca de él. O estar frente a él, una última vez. Se dio cuenta, entonces, de que lo extrañaba. Realmente lo hacía.

Frunció el ceño y cerró la revista de golpe.

No.

Rápidamente guardó la revista debajo de todos sus cuadernos, en el cajón de su escritorio y se lanzó sobre su cama.

Alex ya no era parte de su vida. Y necesitaba olvidarlo de una vez por todas.

 

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