Alba

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1 “El comienzo”

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-Estabas enfadada- Borja se acercó sigilosamente y se sentó al filo de la cama- e incómoda, solo querías volver a casa decentemente, estás cansada, no tomare esto más allá de lo que ha sido.

-Me parece adecuado- “Adecuado pero no lo que me gustaría ¿Y qué te gustaría Alba? ¿Qué después de esta noche Borja te jurara amor eterno?”

-Vístete, tenemos que estar en el aeropuerto en media hora, ahí tienes el desayuno- dijo señalando una bandeja con tostadas con mantequilla y un café

Alba no dijo nada, se levantó y se dirigió al baño, se lavó la cara, se cepilló el pelo y se puso la ropa que había llevado el día anterior, meditó sobre si quitarse los calzoncillos pero decidió dejárselos puesto y devolvérselos limpios otro día “Si Alba, llévaselos al trabajo”

Salió del baño y Borja ya no estaba en la habitación, se puso a desayunar rápidamente y tras recoger sus “cuatro cosas contadas” se dirigió a la puerta, Borja hablaba por teléfono en el pasillo del hotel. Cuando colgó se dirigieron a la salida.

Una hora más tarde, los dos en silencio, volaban sobre los cielos ingleses. Tan solo una hora y estarían en Londres, Alba cerró los ojos e intento no pensar en nada, lo que resulto una tarea más difícil de lo que había imaginado, el recuerdo de lo que iba a ser un perfecto fin de semana junto a Austin y en lo que había derivado le produjo un dolor punzante en el estómago, tuvo ganas de llorar, se sintió perdida y sintió miedo, “La antigua Alba no habría cruzado el país en moto, la antigua Alba no se habría enamorado de un hombre que no le convenía, la antigua Alba no se habría acostado con un tío sin antes dejar clara su relación, la antigua Alba no se sentiría atraída por su jefe, la antigua Alba no habría pasado la noche con su jefe ¿Dónde estaba la antigua Alba?” la mano de Borja se posó suavemente sobre la de ella

-¿Estás bien?

-Sí, me duele un poco la cabeza

-En media hora habremos llegado

-Gracias por todo señor Gómez.- Borja frunció el ceño

-¿Has dejado de tutearme?

-Debemos hablarnos con propiedad, cuando lleguemos a Londres tu seguirás siendo mi jefe y yo tu empleada.

Borja retiró la mano de la de Alba y apartó la vista. Alba giró la cabeza clavando la vista en la ventana y así transcurrió el viaje.

Alba necesitaba encontrarse a sí misma, Alba necesitaba volver a ser Alba y lo que haría la antigua Alba era alejarse de esos dos hombres que no se merecían un hueco en su vida. La idea de volver a España rondó la cabeza de Alba y no le pareció una idea demasiado disparatada, pero volver con sus padres…

Borja agitó el brazo de Alba despertándola, esta abrió los ojos sobresaltada, habían llegado, salieron del aeropuerto con paso enérgico y Alba hizo señas a un taxi, Borja le agarró la mano al vuelo

-Te dejo en casa

No se dijo nada más, Alba y Borja se sentaron en la parte trasera del coche, Alba explico al chofer como llegar a su casa y media hora más tarde, tras un silencio sepulcral llegaron a la puerta del modesto bloque de pisos.

-Gracias por todo señor Gómez

Borja movió la cabeza en sentido afirmativo. Y Alba se dirigió a su casa con un paso decidido, sin mirar atrás, subió las pequeñas escaleras de la entrada y cuando entró en el ascensor, recuerdos cual espejismo acudieron a su mente en forma de cuchillos desgarradores, lloró, lloró como nunca lo había hecho, lloró por no reconocerse, lloró por estar enamorada, lloró por no poder amar a Borja, lloró por los desprecios de Austin, lloró por no poder decidir sobre su vida, lloró por ver todos sus sueños guardados en un viejo cajón, cuando llegó a su planta, Alba se dirigió a la puerta y miró, sin poder evitarlo, hacia la puerta de Austin, levantó el felpudo donde siempre dejaban una llave de repuesto. Entró en casa y se dirigió a la ducha con ímpetu, se desnudó casi al vuelo, no sin antes mirar los bóxer de Borja que aun llevaba, apretó los ojos con rabia y dejó que las lágrimas brotaran libremente por primera vez en su vida. Se duchó intentado borrar todo aquello que la nueva Alba había hecho en ella y cuando salió de la ducha, se miró al espejo, seria, solemne cual estatua, como si la antigua Alba hubiera vuelto, ni rastro de lágrimas, ni rastro de dolor, solo una estricta fachada, fría e imperturbable.

Se recogió el pelo en una coleta y se vistió con un pantalón pitillo negro y una blusa gris con escote de corazón, se dirigió la cocina y preparo un café, al que le añadió leche desnatada y un poco de canela, se fue a su habitación y frente al ordenador se puso a trabajar en los juicios de la próxima semana.

Ni siquiera se dio cuenta de que había transcurrido gran parte de la mañana, eran las dos cuando escuchó girar la llave dentro de la cerradura.- ¡Alba!- la voz de Sonia retumbó en sus oídos, no quería ver a nadie

Sonia caminó por toda la casa hasta que se paró frente a la habitación de Alba, al verla sonrió y se apoyó en el marco de la puerta. Alba no retiró la vista de su portátil, escribiendo animadamente con sus agiles dedos.

-Hola- la voz de Sonia sonó dulce, más de lo que Alba necesitaba. Sin decir nada se acercó sigilosamente a la cama y se sentó junto a ella- necesito saber que ha pasado- y lo dijo en un tono de reprimenda

-No ha pasado nada si te refieres a sexo- Sonia abrió los ojos, quizá sorprendida por la fría expresión de su amiga.- ¿Qué es lo que quieres saber?- dijo Alba mirándola por primera vez, con unos ojos que como Medusa, podrían convertirte en piedra.

-Quiero saberlo todo- el tono de Sonia cada vez sonó más ofuscado- Quiero saber porque te fuiste, porque no intentas arreglar las cosas con Austin, porque acabaste la noche con tu jefe y porque has decidido volver sola.

Alba meditó las preguntas durante un rato y sin más, recogió la taza de café y se dirigió a la cocina, Sonia sorprendida se levantó de la cama cada vez más enfadada y siguió su paso

-¡¿Es que no piensas hablarme?! ¡Dime que te he hecho yo!

Las manos de Alba temblaron bajo la taza y la tiró al suelo haciéndola mil pedazos, Sonia dio un grito del susto y se agarró el pecho, Alba con una furia indescriptible en la mirada se giró.

-¡¿Por qué tienes que presionarme?! ¡Me fui porque mi novio no me habla, porque de un día para otro todo lo nuestro le parece absurdo y no me ha dado ni una sola explicación! ¡Me esfuerzo, cada día, por intentar ser mejor persona, por intentar que funcione algo que no tiene pies ni cabeza porque él nunca me dará lo que necesito!- Alba comenzó a hiperventilar y se le escaparon lagrimas que limpió con el dorso de su mano- estaba borracha, había bebido y apareció Borja, mi jefe, solo….- tragó saliva- me deje llevar por un impulso, por el enfado y me aproveché de lo que Borja siente por mi…quizá con el todo sería diferente- los ojos de Alba se entrecerraron llenos de dolor y las lágrimas discurrieron por su rostro a borbotones.

Sonia sin decir nada la abrazó, la abrazó como no lo había hecho nadie nunca antes, un abrazo de esos que te dicen que todo estará bien, la estaba apoyando. La miró a la cara y le limpió las lágrimas.

-Deberías hablar con Austin, se ha equivocado y lo sabe, lo ha pasado mal, desde que te fuiste lo paso mal

-¿Y por qué no se preocupó por mi antes, cuando me tenía al lado?- y la pregunta sin respuesta se quedó suspendida en el aire- Es él el que debería venir si quiere hablar.

Y hasta entonces no se habían dado cuenta de que la puerta estaba abierta, apoyado en su marco, ese chico rubio que le removía las entrañas con un solo aleteo de sus espesas pestañas, los ojos de Austin estaban enmarcados en unas oscuras ojeras, su espesa barba lo hacía aún más varonil, estaba guapo, con el pelo alborotado, llevaba una camiseta blanca con escote en pico y unos jeans desgastados que Alba adoraba, y ahí estaba Alba, la nueva Alba que intentaba ser la vieja, pero que ese chico de ojos azules removía por dentro como si de una batidora se tratase.

-Hola- un escaso y seco hola que Alba tradujo como “He escuchado toda la conversación”

Sonia se levantó y con una sonrisa de cortesía cruzó el salón en dirección a la puerta

-Me voy para que habléis tranquilos

Austin agarró a Sonia del brazo con firmeza, sin apartar los ojos de Alba con una oscuridad total.

-No te preocupes, hablaremos en mi casa

Alba se colocó con los brazos en jarras en señal de indignación, Austin soltó la mano de Sonia, que entró de nuevo en el salón, y este se removió el pelo girándose hacia su casa, sin decir nada más, Alba dudo, dudo, dudo y finalmente cedió ¿Por qué lo hizo? Pues porque la nueva Alba ya no controlaba sus impulsos ni sus emociones, la nueva Alba necesitaba soltar todo lo que llevaba dentro, necesitaba decirle a la cara todo lo que pensaba y todo lo que sentía.

Austin había dejado la puerta abierta, Alba se dirigió al salón pero no lo vio allí y supuso que estaría en la habitación “Mal lugar para hablar ¿no?” recuerdos, olor a sexo, Austin desnudo…. La mente de Alba se nublo cortándole el aliento, Austin se encontraba tumbado en la cama con las manos tras la cabeza y Alba  se colocó frente a él con los brazos bajo el pecho.

-¿Dónde cojones has estado Alba?

-No tienes derecho a preguntarme eso- la firmeza de ambos y la sequedad con la que se miraban puso en duda si entre esas dos personas alguna vez había habido amor- El primero que tiene que dar explicaciones eres tú.

Austin agachó la cabeza y clavó la mirada en el suelo, sus dedos se movieron rápidamente para recoger dos pequeñas lagrimas que brotaban del inicio de sus ojos “¿Está llorando?”

Alba tragó saliva, intentando que ese nudo que sentía en la garganta se diluyera, pero no lo hacía. Los dos con tantas cosas que decir y tan pocas a la vez, las palabras parecían haberse atascado en sus gargantas.

Austin se recompuso al instante volviendo a ese tono serio con  el que había empezado la conversación.

-Me equivoque- “¿Eso es todo?”, silencio, Alba se pasó la mano por la cara y apretó los ojos- Alba, me has metido de lleno en una relación que yo no sé si quiero, no estoy preparado para algo tan serio y tan formal como lo que tu buscas.

-¡¿Y qué quieres, que seamos follamigos?!

-No, joder no te estoy pidiendo eso, pero es que parece que tu esperas más de mi de lo que te puedo dar, tienes planes, planes desde que eras una niña y en los que yo no encajaría ni aunque quisiera…

-Dijiste que lo estabas intentando

-Y lo hago- Austin cerró los ojos con dolor- sé que mi comportamiento en la playa no tuvo sentido, te dejé de lado y entiendo perfectamente que quisieras marcharte

-¿Por qué lo hiciste? ¿Por qué me hiciste sentir como una mierda?- y Alba no pudo evitar llorar, sus lágrimas se escaparon salvajemente de sus ojos y ya sería imposible pararlas.

-Me asusta todo esto, me asusta que no puedas acostumbrarte a lo que yo te doy, que encuentres a ese príncipe azul con el que sueñas y que yo no pueda hacer que te quedes a mi lado.

La imagen de Austin cantando “Stay With me ” le vino a la mente, ahora esa canción tenía más sentido que nunca, sus temores, sus miedos, solo eran el no estar a la altura de sus expectativas.

-Yo también estoy asustada, me da miedo querer a alguien como tú, me da miedo que te canses de mí, que encuentres a otra chica, hippy como tú, que le guste el surf, acampar, salir de fiesta…yo no soy así Austin, a mí me gusta tomar un buen vino en una terraza, salir a pasear por un bonito parque, ir a un restaurante caro a cenar, ir de vacaciones a un hotel de lujo…es a lo que estoy acostumbrada, es a lo que aspiro Austin y contigo no puedo, cortas las alas a todos los sueños que algún día he tenido.

-¿Qué es lo que quieres? ¿que sea así, que cambie todo por ser el hombre elegante y refinado que tu buscas? ¡No puedo Alba, nadie me ha dado la oportunidad de ser así! No soy el hombre que tu buscas, no puedo serlo…- Austin agachó la cabeza con el corazón encogido

-¿Crees que yo no estoy haciendo nada en esta relación? ¡Lo estoy dejando todo por ti! ¡TODO! Mis sueños, mis metas, estoy cambiando mi forma de ser, estoy entrando en tu mundo, solo me gustaría que tú pudieras entrar un poco en el mío, no puedo dar sin recibir, no me parece justo.

Austin se levantó de la cama y se puso de pie junto a ella, sin dejar de mirarla a los ojos, sus corazones bombeaban tan fuerte que incluso podían oírlos, Austin siguió dando pasos hacia delante mientras Alba los daba hacia atrás hasta chocar con el armario de madera que tenía justo detrás, sus respiraciones agitadas se entremezclaron en una sacudida de emociones, Austin levanto los brazos colocándolos con agresividad a ambos lados de la cabeza de Alba, y la beso, la beso con urgencia, con deseo, con desdén, la beso con fuerza y Alba, Alba la fría, Alba la dura, paso a ser en un instante, Alba la blanda, Alba la apasionada, sucumbió a los brazos de ese hombre que amaba, sucumbió a la fuerza de sus músculos agarrándola firmemente la cabeza, Austin la atrajo hacia  él para besarla más, más profundo, enredando sus lenguas con desasosiego, su mano izquierda resbaló hasta su trasero y la apretó con firmeza contra su paquete, Alba se encendió de golpe al notar su firme y fuerte erección contra ella, Austin la hizo girar como si de una muñeca se tratase y la tiró con fuerza contra la cama, mientras se desabrochaba el pantalón, los dedos de Alba resbalaron en busca de su placer, se sorprendió al notar su incipiente humedad, acarició su clítoris con delicadeza y cerró los ojos echando la cabeza hacia atrás, Austin le quito los pantalones de un solo tirón y él, ya desnudo, se colocó un preservativo “¿Por qué?” a Alba le pareció extraño, ya habían dado el paso, ella le había cedido esa intimidad “¿Por qué estaba dando un paso atrás?” sus pensamientos se interrumpieron al notar el cuerpo firme de Austin sobre ella, cálido, vigoroso, sus manos deslizaron  su blusa por encima de su cabeza y se la quitó para besarla, besarla con verdadera adoración, enredó las manos en su pelo, frotándose, sudando y la mano de Austin resbaló hasta su clítoris

-Que húmeda estas cariño- dijo a media voz

Alba se estremeció y entrecerró los ojos para recibir su miembro, entró sin dificultad, con una fuerte penetración que la llevó al extremo. Comenzaron a moverse lentamente pero con firmeza, Alba apretó los muslos para rodearlo, contrajo su pelvis buscando un ritmo ondulante que los llevaba al más oscuro placer, placer, placer en cada estocada, sus manos se acariciaban, los labios de Austin absorbían y lamian los pezones de Alba con fervor, se entregaron al deseo, se entregaron a lo que tenían, al sexo libre y desenfrenado, se entregaron el uno al otro con desesperación intentando borrar las equivocaciones, intentando hacer lo único en lo que estaban de acuerdo y se movieron, y se amaron durante más de una hora, hasta que un devastador orgasmo recorrió la espina dorsal de Alba y la sumergió en un profundo éxtasis, con los dedos hundidos en la espalada de Austin, un grito ahogado salió del fondo de su garganta y se sintió liberada, se sintió plena, segundos después Austin se dejó ir entre gruñidos, mordiendo la oreja de Alba con fuerza, para terminar con un suave beso en el lóbulo que estremeció su cuerpo. Él cayó sobre su pecho, agitados sudorosos, Alba se agarró a su cuerpo con ternura y de repente desde lo más profundo de su alma un sentimiento de angustia lo destrozó todo, era eso lo que tenían, era solo sexo.

 

 

 

 

 

 

18 “Aprovechando el tiempo que nos queda”

Alba se levantó de la cama y fue directa a darse una ducha, Austin no le siguió, dejó que el agua resbalara por su cuerpo, como si pudiera purificar su alma, deseó desde lo más profundo que eso no hubiera ocurrido, no otra vez, ¿eso quería decir que seguirían así? “Dando tumbos en una relación sin sentido, en la que las discusiones no tenían  un final, bueno si lo tenían, la cama, pero eso no arreglaba nada” la puerta del baño se entreabrió y Austin entró en la habitación, sin camiseta, se había puesto sus calzoncillos y se miró al espejo arreglándose un poco el pelo con agua, Alba terminó de ducharse tan rápido como pudo y abriendo un poco la cortina de la ducha alargó su mano para alcanzar la toalla, Austin  que la miraba, cogió la toalla y se la acercó, no intentó nada, no hubo ni un gesto, no hubo palabras, solo tensión y silencio.

Alba salió de la ducha rodeada por la toalla y sus ojos miraron a Austin tan solo por un segundo, bajó la mirada y quiso salir de la habitación, pero Austin la alcanzó al vuelo, la agarró de la mano y la atrajo hacia él, colocó ambas manos en su cabeza y poso sus labios cálidos sobre los de ella, sopló suavemente como a Alba le gustaba y un tierno beso se escapó de sus entrañas, Alba despegó los labios para darle cavidad a su lengua cálida, que invadió su boca de un enorme placer, la toalla se deslizó por su cuerpo hasta acabar en el suelo y Austin bajó sus manos hacia sus pechos, los agarró con ambas manos y entrecerrando los dedos pellizcó suavemente los pezones, Alba gimió suavemente, la boca de Austin se deslizó por su cuello, dejando besos distraídos en su camino, al besar justo en su nuez Alba se estremeció de arriba abajo, Austin bajó sus manos hasta su trasero y lo apretó contra su dura erección, la levantó al vuelo y Alba enredó sus piernas a su cuerpo, Austin la hizo chocar contra los azulejos de la pared y ella dejó un grito ahogado, Austin sacó su miembro y lo acarició suavemente, sin dejar de besar la boca de la mujer por la que perdía la cabeza, el calor se apoderó del ambiente, sudados y excitados Austin la agarró por las caderas hincando sus dedos en ellas, exigiendo

-¿Sigues tomando la píldora?

Alba extrañada por la pregunta frunció el ceño y movió la cabeza en sentido afirmativo, Austin agarró su miembro y sin pensarlo dos veces la penetró con firmeza, Alba que no esperaba esa penetración arqueó su cuerpo en una mezcla entre dolor y placer tremendamente exquisito. Se abrió para recibirlo y él se introdujo en su humedad, haciéndola chocar contra los azulejos del baño, sus cuerpos sonaban al chocar, bajo ese ritmo incesante de penetraciones, el vello de Alba se erizó desde las piernas, subiendo por sus muslos, hasta sus brazos, los pezones se irguieron mientras chocaban con la calidez del cuerpo de su hombre, con los ojos cerrados, apoyó la cabeza sobre la pared, gimiendo, Austin aceleró el ritmo, haciéndolo cada vez más profundo, más rápido, mordió su cuello exigiendo más, más, Austin se iba a correr, agarró sus nalgas para apretarlo más contra él, Alba se agarró a su cuello gimiendo de placer, su cuerpo no aguantaba más, lo necesitaba, necesitaba estallar, más humedad, más calor, más placer, ambos se dejaron ir en un excitante orgasmo, Austin apoyó la cabeza sobre el pecho de Alba agitado y jadeante, la hizo bajar de el sin decirle una palabra y se metió en la ducha sin  nada más, Alba decidió dejarlo solo, se dirigió a la habitación y buscó su ropa desperdigada por el suelo, se vistió y se hizo una cola tal y como había hecho unas horas antes, se calzó las bailarinas y pensó durante unos minutos si debía irse sin decir nada, se sintió sucia, sintió perder la dignidad que le quedaba, en ese momento Austin salió de la ducha, con la toalla anudada a la cintura, que caía suavemente dejando ver parte de su vello íntimo, por su cuerpo unas gotitas de agua esparcidas simétricamente como si de una obra de arte se tratara, sus músculos empapados, y su pelo que goteaba sobre su rostro, “la viva imagen de Adonis”

-Austin yo, me voy- y no dijo nada, hizo como si no existiera, cogió la ropa del armario y comenzó a vestirse- ¿Es esto lo que quieres darme? ¿Crees que es esto lo que merezco?

-No puedo darte nada mas

Alba salió de la casa como pudo, rápido, pero a trompicones y es que un nudo se había alojado en su garganta para no salir.

Y se propuso, más bien se exigió, que debía dominar la situación, la antigua Alba tenía que volver.

Entró en su casa donde Sonia degustaba una cerveza frente a la tele

-¿Cómo ha ido?

-No me apetece hablar del tema

-Está bien

Le pareció tan extraño que Sonia desistiera en sacarle información…quizá había entendido que en ese momento ella necesitaba intimidad, se metió en su cuarto y con los ojos cerrados respiro profundamente sentada al borde de su cama. Tenía que decidir sobre su vida, tenía que ser ella la que diera los pasos, había luchado mucho por estar donde estaba, había venido a Londres, dejando toda su vida atrás, había conseguido un buen trabajo que le permitiría en unos años vivir de una manera acomodada, ¿Por qué no podía seguir haciéndolo todo como lo estaba haciendo? ¿Por qué tuvo que conocer a Austin? ¿Por qué tuvo que enamorarse de él?  Sus manos se deslizaron por su rostro con desesperación, había quedado claro, con Austin nunca tendría un futuro, tenía que mirar por su vida.

Sin pensarlo demasiado, alargó su mano en busca de su móvil y escribió un rápido pero conciso mensaje, luego se fue a la ducha y eliminó todo rastro de lo que había pasado y que “jamás volvería a ocurrir”, se puso ropa interior limpia y un vestido negro con escote en corazón y la parte superior transparente con lunares también en negro. Unos zapatos de salón negros, no muy altos y se maquillo de manera natural, para resaltar los labios con el Russian Red de Mac. El sonido de los tacones hacia la puerta desvió la atención de Sonia que contemplaba atenta la televisión 

-¿Vas a salir? Estas deslumbrante

-He quedado para comer

-Me alegro de que hayas arreglado las cosas con Austin

Alba sonrió con tristeza y se dirigió a la puerta, bajó en el ascensor mientras su corazón latía desbocado, su móvil vibró en el interior de su bolso de Channel “Nos vemos en el Fera at Claridge's. Borja”

El taxi ya esperaba a Alba en la puerta y tras indicarle la dirección clavó la vista en la ventana, intentó no pensar en lo que iba a pasar, tenía claro de que no estaría ahí para cuando a Austin le apeteciera un polvo, haría su vida y la haría sin más.

El taxi se dirigió hacia Brook Street y Alba se impacientó a sobremanera, incluso le entraron ganas de gritar al taxista que acelerara. En la puerta del restaurante, Borja con un impecable traje negro se erguía con las manos en los bolsillos, guapo, sexi, sus músculos se intuían bajo el oscuro traje y los muslos de Alba se contrajeron nada más verlo, la mano de Borja se colocó suavemente tras la espalda de Alba provocándole un escalofrió y le dio un suave beso en la mejilla

-Estás espectacular- dijo muy cerca de su oído

Alba aleteó las pestañas con dulzura y entraron de la mano en el restaurante, el metre los condujo a una mesa junto a la ventana, todo el local en tonos neutros y tierras, un precioso árbol sin hojas se encontraba en el centro del salón, la arquitectura interior estaba decorada con escayolas y columnas, las paredes eran grises, sin desentonar con el entorno, se respiraba lujo.

-Es precioso este sitio

-Lo se

-¿Cómo reservaste tan de repente?

-Lo cierto es que tenía otra cita aquí, con un cliente, pero la cancelé

-¿Por qué hiciste eso? No era necesario…yo- Alba se sintió avergonzada- sintió haberte avisado tan a la ligera

-Ojalá todas las noticias de última hora que recibo fueran tan satisfactorias como esta.

El camarero les sirvió el vino y pidieron la comida. Borja movió la copa haciendo girar su contenido y posó sus labios suavemente para absorber un poco de vino. Los músculos de Alba se contrajeron y se maldijo a si misma por el poder que ese hombre tenía en ella.

-¿Puedo saber a qué ha venido esta cita? ¿Ya me echabas de menos?

-Necesitaba despejarme eso es todo- Alba sorbió un poco de vino y entrecerró los ojos- también me apetecía verte- “Alaa, donde las dan las toman” Borja abrió los ojos realmente sorprendido y se echó a reír educadamente.

-No esperaba eso señorita Ramírez.

Alba sonrió y se sintió intimidada, el camarero trajo el primer plato “Salvada por la campana”. Se pusieron a comer en silencio y Alba se sintió relajada, “¿Podrían mantener una relación en la que no necesitaran dar explicaciones, en la que se amaran, se respetaran y se comportaran de manera adecuada en los momentos adecuados?” Borja rompió el silencio.

-Alba quería proponerte algo- el corazón de Alba bombeo más sangre que en toda su vida

-Tú dirás

-Dentro de unas semanas hay una convención de abogados en Múnich, iremos varias personas del equipo, necesito a alguien que colabore conmigo en las reuniones, que me acompañe en los discursos y que tome nota de todo ¿Te gustaría ser mi ayudante?

-Claro ¿Por qué no?

-Se incrementara esa semana al doble de tu sueldo, podrás coger las vacaciones a la semana siguiente- “Madre de Dios”

-No hay problema por eso, iré encantada

Ambos sonrieron encantados, “Alba y Borja, una semana, en Múnich, en un hotel…Joder” apretó los ojos “Viaje de negocios solo será un viaje de negocios” se lo repitió diez veces y no termino de creerlo. Terminaron de comer sobre las dos y decidieron pedir café, café latte para Alba, café cortado para Borja. La conversación se animó, hablaron sobre los proyectos que Borja pretendía presentar en la convención y Alba no se sintió forzada, se sintió cómoda. Borja pagó integra la comida y salieron del restaurante ambos satisfechos

-¿Quieres que te lleve a casa?

-Tranquilo, pediré un taxi

-Como desees

Y además Borja le daba su espacio, se sintió cómoda, muy cómoda “¿Era eso lo que buscaba en un hombre, comodidad?”

El taxi llego en menos de dos minutos y Alba se despidió de Borja con dos educados besos, en el segundo se recreó, quizá más de lo que le hubiera gustado, aspiró su perfume, varonil, sexy, potente y con ese recuerdo anduvo hasta el taxi, casi extasiada.

Alba llegó a casa en cuestión de diez minutos, subió al ascensor y cuando llegó a su planta se detuvo buscando las llaves en su bolso “¿Por qué las mujeres siempre llevamos de todo pero nunca encontramos nada?”, encontró las llaves en un pequeño bolsillito del lateral “Os pillé”, cuando levanto la vista del bolso, un cuerpo fuerte, abigarrado, unos vaqueros desgastados que le sonaban, una camiseta negra que se pegaba a su cuerpo, esa barba incipiente, ese pelo alborotado, Austin. Como en un azote de sentimientos, Alba  dio un paso atrás dejando claras las distancias.

-Fui a tu casa, Sonia me ha dicho que habías salido

-¿Qué quieres?

-Tenemos que hablar y ahora en serio, hablar de verdad- Austin le pareció sincero

-No quiero hablar contigo

-Creo que nos hace falta a los dos, ambos deberíamos ser sinceros.

Y Alba sin saber cómo, acabó sentada en el salón de Austin con un café en la mano y la mirada clavada en el suelo.

-Alba- ella levantó la vista de su café y lo miró directamente a los ojos- siento haber sido tan gilipollas- se revolvió el pelo con desdén- ¿Qué estamos haciendo?

Alba soltó una risotada irónica.

-Lo que estamos haciendo es terminar una relación que no lleva a ninguna parte

-Odio que digas eso

-Eres el primero que no lo desmiente

El silencio se hizo abrumador, las manecillas del reloj corrieron sin correr, “¿Cuánto tiempo estuvimos así? ¿10 minutos?”

-Alba yo…siento no poder darte todo lo que pides, siento no estar a tu altura

-No soy una reina ni una marquesa Austin, soy una simple chica

-Todo el que te vea como una simple chica miente

-¿Qué quieres decir?

-Que no eres una simple chica Alba- la conversación subió de tono no intencionadamente- eres la CHICA con mayúsculas, eres la mujer por la que todo hombre perdería la cabeza, eres preciosa, eres increíble, divertida cuando quieres y lista, muy inteligente, eres extrovertida, seria y educada- una sonrisa se dibujó en su cara al tiempo que enumeraba las virtudes de Alba.

-Para, no necesito esto- “Necesito que me jures que lo nuestro es real, necesito estabilidad, necesito que estés conmigo para siempre y que me ames para toda la vida”

Austin como si hubiera leído sus pensamientos le contestó:

-No puedo prometerte que esto va a funcionar, estoy asustado, muy asustado, eres un tren que ha pasado por mi vida y se ha llevado todo por delante- Austin agarró la mano de Alba entre las suyas, pero esta la retiró de mala gana, Austin resopló- no sé lo que podré darte, solo sé que lo que quiero ahora es esto, estar contigo el tiempo que nos quede.

“El tiempo que nos quede” y esa frase hizo mucho más daño del que en un principio parecía, “Austin me estaba proponiendo seguir con lo nuestro hasta que decidiéramos que hacer, no me parecía justo ¿Pero que iba a hacer si no? Intentaría alejarme de él, llevar una vida feliz y plena, con Borja, quizás algún día llegaría a amarlo, nos casaríamos, tendrían hijos y un día el recuerdo de Austin no sería más que aquel chico guapo y sexi con el que tuve una sórdida aventura pero que nunca me convino”. Las manos de Austin se deslizaron por las mejillas de Alba hasta llegar a sus labios, su dedo corazón acarició dulcemente sus labios humedecidos y sin pensar, sin nada más que ellos dos, se besaron, sus labios se buscaron deseosos de ellos, de lo que podían tener, de lo que les podía unir, se besaron con compasión, se besaron como un pacto, como si después de aquel beso separase fuera algo imposible, las manos de Alba resbalaron por el cuello de Austin que cogiéndola en brazos la llevó hasta la cama y esa noche eso lo que hicieron, “Aprovechar el tiempo que nos queda” 

 

 

 

 

19 “Hoy no”

Cuando Alba abrió los ojos ya la luz se filtraba sutilmente en la habitación, Austin dormía boca abajo a su lado, desnudo y enredado entre las sabanas, con la boca entre abierta, “Verlo dormir es un privilegio” su Adonis particular “¿Cómo un hombre así podía ser tan complicado? Ni que yo fuera fácil” se levantó despacio para no despertarlo y se dirigió al baño, tras realizar una concisa rutina mañanera, decidió ir a por un café, después de lo de anoche, Alba se apostaba una mano a que Austin no se despertaría hasta las doce. Alba se tomó el café solo, no encontró nada de azúcar “Que desastre” aún con la ropa del día anterior salió de su casa, cerrando la puerta despacio. Una vez en su casa, se colocó unos vaqueros oscuros y una camiseta blanca básica de Zara, lo combinó con unas bailarinas acabadas en punta negras, con joyitas en tono dorado en la parte delantera, cogió su bolso negro a juego y decidió maquillarse en el metro, un poco de bb cream, corrector, un colorete en crema de Dior que adoraba y en los labios un gloss de Channel, no olvidó maquillar sus pestañas y oscurecer un poco las cejas con sombra, natural pero elegante, sin saber muy bien porqué, Alba se miró al espejo ese día viéndose radiante.

En el camino tuvo tiempo de pensar, de pensar en positivo “El tiempo que nos quede…Si eso es lo que quiere es lo que va a tener” Alba se dio cuenta de que si querían hacerlo bien el primer paso es que fueran sinceros, y para ello debía hablarle de Borja “¿Y qué iba a decirle? Austin he salido un par de veces con el superbuenorro de mi jefe, no me lo tomes a mal, esta como un tren y se dé buena tinta que quiere empotrarme contra su escritorio, pero tranquilo yo te amo a ti” Alba se pasó la mano por la frente y se rio de sí misma, le parecía todo tan surrealista “¿Pero es que era tan raro amar a un hombre y desear a otro? ¿Era tan raro tener que decidir entre sexo y amor? ¿Era tan raro tener que admitir que ese amor suponía tirarse cuesta abajo y sin frenos? ¿Era tan raro pensar en un amor idílico al puro estilo Pretty Woman?” quería intentarlo con Austin, quería hacerlo de verdad y para ello quería dejar las cosas claras.

Al llegar al bufete, varios compañeros la saludaron y ella los correspondió con una sonrisa esplendida, muy poco común en la correcta de Alba “una buena sonrisa nunca está de más ¿no?” fue directa al despacho de Borja, en una hora debía estar en los juzgados con su clienta, Borja hablaba por teléfono sentado en su escritorio, se había quitado la chaqueta y llevaba una camisa azul clara con una corbata a juego de un tono un poco más oscura, sus gruesos labios dibujaron una pérfida sonrisa al verla aparecer “Luego te llamo” creyó oír.

-Buenos días señorita Ramírez, ¿sería muy atrevido preguntarle porque se ha levantado hoy tan preciosa?- “Pues porque llevo toda la noche haciendo el amor de la manera más soez que te puedas imaginar”

-No sé, supongo…gracias- tartamudeó sin querer y se sintió imbécil.

Borja movió la cabeza queriendo decir “de nada”

-¿A qué hora tenemos el juicio?

-¿Me acompañas?

-Por supuesto, no te dejaré sola en tu primera vez- Alba sonrió como s se hubiera abierto el cielo para ella

-Es a las 10:00

-Perfecto, ve ordenando estos papeles, llamaré al taxi- Borja salió del despacho con gran profesionalidad, dejándola sola.

Al fin y al cabo después de todas las diferencias que habían tenido Alba y Borja se compenetraban bien, en el trabajo. Ambos eran astutos e inteligentes, sabían elaborar soluciones rápidas y eso es lo que en un principio quizá chocó tanto entre ellos.

El juicio transcurrió rápidamente y Alba no estuvo nerviosa para el asombro de su jefe, defendió a su clienta de 10 y para celebrar su victoria fueron a tomar unas copas a un bar de la esquina Alba, Borja y Sara (la clienta).

Borja se propuso no apartar la mirada de Alba, ni de sus labios, ni de su escote y el calor fue subiendo de abajo a arriba, hasta dejarle las mejillas encendidas. Tomaron unos Martinis sentados en una distinguida terraza de una calle cualquiera de Londres, hacía una temperatura agradable, ya casi en pleno verano, Londres no era Madrid y podías permitirte el lujo de pasear a las dos de la tarde sin morir en el intento.

La chica, Sara, era alta, rubia, llevaba el pelo recogido en un elegante moño y hablaba como en una de esas películas ambientadas en el siglo XIX, era una chica “con clase”, Borja no aparto la mirada de ella y Alba se sintió tremendamente molesta “¿celos?”. Los tres estaban alegres, sonreían y la recién divorciada contaba anécdotas truculentas de su exmarido, había ganado el juicio, así que se quedaba el coche y la casa en la costa, “normal que estuviera contenta”, ya casi era la hora de comer y Alba se sonrojó al darse cuenta de que le sonaban las tripas, Sara se despidió y se dirigió a su casa, la mirada de Borja bajó hasta las piernas de la chica, largas y estilizadas “Hasta yo me he quedado embobada” cuando la vista volvió hacia Alba, Borja sonrió con esa seña de identidad provocadora que le caracterizaba “¡Anda! Te has dado cuenta de que existo”.

Borja miro su brillante reloj de pulsera, que debía pesar “más que yo”

-Vaya, casi es la hora de comer ¿Puedo invitarte?- Alba contrajo los muslos y trago saliva “Una comida con Borja” salir con Borja era siempre algo reconfortarte y solían sentirse cómodos juntos, pero…

-Lo siento estoy cansada, iré a casa directamente- Borja asintió frunciendo un poco el ceño.

Sin decir nada más le agarró la mano y la atrajo hacia su cuerpo, haciéndola chocar contra su cuidado torso, Alba se derritió en cuestión de segundos y cerró los ojos pidiendo clemencia “No más pruebas de fuego por Dios”, Borja le agarró la cabeza con la mano derecha y acariciándole el pelo de la manera más grácil que Alba había conocido, la beso en la mejilla con dulzura y ella entornó los ojos.

De los labios de Alba se escapó un dulce “Adiós” un adiós que sonó a “Adiós para siempre, adiós a una oportunidad con él” y Borja se fue sin dejar de mirarla.

Alba alargó su mano derecha hasta alcanzar su teléfono móvil y buscó en los contactos con sus largos dedos ese nombre que sabía de memoria.

-¿Austin?

-Hola nena

-Ya he salido, me preguntaba si en esta nueva relación que tenemos cabe la posibilidad de que te invite a comer.- escuchó a Austin reír al otro lado del teléfono.

-¿Nos vemos en el Sushi Salsa?

El Sushi Salsa es el restaurante donde se vieron por primera vez, un Austin desenfadado, infantil, que no le quitaba ojo de encima, aunque solo habían pasado unos meses de aquello parecía más de una eternidad, Alba pensó en lo diferente que era ella entonces y solo había que fijarse en el aspecto juvenil y natural que llevaba ahora.

Media hora más tarde ambos anduvieron hasta su mesa, Alba pidió lo mismo que aquel día, tataki de verduras y el sushi de salmón, su favorito. Comieron tranquilos y Austin se dedicó a explicarle algo sobre una cámara que Alba no entendió muy bien.

-Y ese objetivo es el más caro del mercado, de hecho lo venden solo en lugares especializados- a Austin se le escapó una de esas sonrisas que derretía los casquetes polares- ¿No te enteras de nada verdad?

Alba arrugó la nariz y movió la cabeza en negación, Austin alargó su mano para acariciar su mejilla “¿Cómo podía hacer esos gestos y luego decir que no podía dar más? Sí que podía, lo estaba haciendo ahora”

-Somos tan diferentes…

-¿No dicen que los polos opuestos se atraen?

-Eso dicen…- Alba se quedó pensativa  mirando a la ventana- ¿Por qué has querido venir aquí?

-Aquí es donde te vi por primera vez, desde entonces adoro este sitio

-Ya no sueles salir con tus amigos como lo hacías antes, cuando nos vimos, por primera vez- Alba sintió que había resultado incomoda

-Bueno, lo cierto es que eso fue un caso esporádico, no suelo verlos mucho, pero cuando nos vemos lo montamos bien- ambos rieron- Alba- Austin acarició su mano- siento haberme portado como un gilipollas, se mezclaron mis mierdas con lo nuestro y…volví a quedar fuera de la competición internacional… estaba enfadado.

Alba asintió sin mirarlo a la cara “¿Podía admitir esa excusa?”

-Lo hiciste bien, para mi fuiste el mejor, si sigues practicando entrarás seguro el año que viene

-Eso llevo diciéndome cinco años- silencio

-Austin- el levantó la mirada de su plato para entornar los ojos en dirección a ella- creo que si queremos que lo nuestro funcione tenemos que ser sinceros y yo…- “Dilo, joder Alba”- no lo he sido, desde hace mucho- Austin pareció no sorprendido

-Yo tampoco he sido sincero, pero prefiero que hablemos esto en casa

“¿Qué? ¿Qué quería decir?”

-Deberíamos dejar claro lo que es esto, poner unas reglas…

-¿Por ejemplo?

-Por ejemplo no llevarnos todo el día en tu casa, quiero que tengamos citas, que me enseñes Londres, no quiero que lo nuestro sea solo sexo

-¿Tendremos que hacer eso todos los días?

-No es necesario, solo algunos días, como amigos- “Como amigos, bien Alba, marcando territorio, ironía On” Alba se dio una palmadita en la espalda mentalmente

-Bueno me parece bien

“Bien” al menos así Alba aseguraría tenerlo a su lado “¿Pero por cuánto tiempo? El tiempo que nos quede ¿Y cuánto tiempo era eso?” estarían juntos hasta que Austin se cansara de intentarlo, de las ataduras y de todo lo que el compromiso conllevaba.

Alba pagó la cuenta y salieron del restaurante, la moto de Austin esperaba junto a la puerta, condujeron dirección a casa y Alba se centró en no pensar en nada, se dejó llevar por el frio aire que le rozaba la cara, el aroma húmedo y frio de Londres incluso en verano. Esa tarde llovería.

Austin aparcó la moto frente al bloque de pisos y cogidos de la mano anduvieron hacia sus casas, en el ascensor Austin le dirigió una mirada soez que ella rechazo con un carcajada, el ascensor paró en su planta en lo que pareció ser una eternidad.

“¿Qué hago? ¿Dejarme llevar hasta su casa? ¿Dominar la situación? ¿Poner las cosas claras?” Alba le dio un escueto beso en los labios y soltó su mano, se giró haciendo ondular su bonito pelo castaño, sintió la mirada de Austin clavada en la sien.

-¿No vienes a casa?

-Hoy no- dijo mirándolo casi de reojo y dirigiéndose a su casa abrió la puerta mientras Austin seguía con la mirada atenta, clavado en el pasillo, entró en su casa y se dispuso a cerrar la puerta, lanzó un sonoro beso soplando sobre la palma de su mano y con una sonrisa a lo más Marilyn Monroe que pudo, cerró la puerta “Eso ha sido regodearse”

 

 

 

 

 

 

 

 

 

20 “Besos de más, corazón de menos”

Lo que Austin tenía que decir zumbaba en la cabeza de Alba desde los últimos dos días, días en los que habían sobrado palabras, en los que enredarse entre las sabanas había pasado a un primer plano “¿Y ese tenemos que ser sinceros?”, estaba en su despacho hablando con una clienta, otra divorciada, era los casos que Alba le habían asignado, lo cierto es que se sentía cómoda con ello, pero no podía evitar sentirse un tanto reflejada en aquellas mujeres que habían creído encontrar el amor y no era así, que a pesar de tener un buen trabajo, una casa e hijos, no eran felices “¿Qué era lo que a esas mujeres les faltaba?” simple “Seguridad en sí mismas, creer en ellas, en que no necesitan un hombre para ser felices, la felicidad aparece cuando tu vida de verdad te llena”. Una punzada extraña se alojó en su estómago “¿Me pasará eso a mí?”. Temió que cuando consiguiera todo aquello que siempre había deseado, Alba hubiera cambiado tanto como para que eso no le llenara.

Borja había seguido como siempre, educado, agradable y correcto, ninguna proposición indecente “¿Había perdido el interés?” desde que volvieron de la playa Borja parecía completamente otro, Alba estaba nerviosa, nerviosa porque debía viajar con él, porque sería su ayudante y pasarían una semana juntos, cierto es que no estarían solos, pero aún así… “Borja era mucho Borja”. Aún no había comentado nada a Austin y se sentía demasiado culpable como para ignorarlo.

Hoy le tocaba jornada completa, a las seis de la tarde su móvil zumbó en el bolsillo de su chaqueta estilo Channel.

-¿Sí?

-Alba ¿podemos hablar?

-¿Qué pasa?

-Nada- silencio, un incómodo silencio que se arrastró hasta la garganta de Alba- te espero en mi casa, hablamos aquí.

Y colgó “¡Me ha colgado!” una mezcla entre rabia e indignación la llenaron por completo, sus rodillas comenzaron a temblar sin que pudiera evitarlo, las manos le sudaban y la cabeza gorgoteaba, tenía ansiedad, abrió la ventana del despacho en busca de un poco de aire y se desabrochó los tres primeros botones de su clásica camisa blanca, cogió unos papeles que tenía sobre la mesa y comenzó a abanicarse con los ojos cerrados, respirando a trompicones. El sonido de unos nudillos golpeando la puerta la sobresaltaron, Borja, rígido, imponente y sensual se encontraba al lado de la puerta, Alba cerró los ojos haciendo presión como intentando evitar un espejismo. Borja se dio cuenta casi de inmediato de que Alba no estaba bien, se acercó a ella, rápidamente y se quitó la chaqueta y la corbata casi en un único movimiento, los ojos de Alba permanecieron cerrados oyendo todo lejanamente, como si en realidad ella no estuviera allí, sino encerrada en una habitación sin ventanas ni puerta, una habitación oscura.

Borja agarró la cabeza de Alba con las dos manos

-¡Dios mío Alba! ¿estás bien?- ella asintió sin poder abrir los ojos- estás blanca- Borja se pasó la mano por el pelo preocupado- quédate aquí, vuelvo ahora mismo.

Borja no tardó ni dos minutos en aparecer con un vaso de agua y una pastilla, Alba abrió los ojos y lo miró asustada.

-No te preocupes, yo también sufro ansiedad muchas veces, esta pastilla es un relajante, te ayudará- Borja rodeó con sus brazos a Alba que apoyó la cabeza en su pecho, unos minutos después se encontraba mejor, su respiración se había normalizado y se sintió segura. Apartó la cabeza del pecho de Borja para encontrarse con él cara a cara, sin separarse de su cuerpo, cerca, demasiado cerca como para poder pensar, los ojos de Borja resbalaron por el inicio de sus pechos que dejaba entrever su desabrochada camisa y Alba notó una incipiente erección abriéndose paso entre sus muslos. Las manos de Borja rozaron su cara sin apartarle la mirada, le apartó el pelo sudoroso que caía sobre su frente

- ¿Tienes un goma?- Alba abrió los ojos como platos- para el pelo- “Alba contrólate”

Se retiró de él y alargo su mano dentro de su bolso, sacando una goma negra.

-Gírate

Alba lo hizo, sensual, demasiado sensual de lo que debería, los dedos ágiles de Borja caminaron a lo largo de su pelo hasta hacer una coleta alta.

-Así estarás mucho mejor

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