Alba

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1 “El comienzo”

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Se dieron un abrazo y las dos se fueron a la cama. Alba no podía dormir, pensaba en él, en lo cerca que estaba y lo lejos que lo sentía, necesita dormir abrazada a él, sintió miedo de que todo fuera un sueño, una ilusión y que cuando volviera a España todo hubiera quedado como “esos meses en Londres”, no sabía si quería que fuera de verdad, pero sabía que su vida no estaba ahí, todavía tenía que encontrar su sitio y encontrarse a ella misma.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

9 “Arrebatos de pasión”

Alba había llegado cinco minutos tarde al trabajo ¿Se le habían pegado las sabanas? No. El metro se había retrasado. Si su jefe ya era quisquilloso de por si no hacía falta nada más que metieras la pata una vez para que te llovieran acusaciones de todo tipo.

-Alba esto es un trabajo serio joder, no sé qué te crees que es esto ¿un pasatiempo?

-Te he dicho que el metro se ha retrasado, han sido tan solo cinco minutos

-Tan solo cinco minutos en los que has faltado al trabajo

-¿Tanto me has echado de menos?- la expresión del señor Gómez cambio, se volvió tensa y un tanto dubitativa “¿En serio he dicho eso?” Alba espero que no hubiera sonado como “coqueteo”

-Hoy te quedarás hasta tarde

“No puedo” quiso decir, pero se calló. Cada día lo aguantaba menos.

-Tráeme un cortado.

-Sí señor.

Alba salió hacia la máquina de café donde encontró a Elizabeth, la única compañera con la que había tenido un poco más de relación.

-¿Qué pasa? ¿otra vez ese mamón?

-La tiene tomada conmigo

-No te agobies….yo creo que le gustas

-¿Qué dices? El a mí no me interesa

-No es que dude de tu capacidad para este trabajo pero Borja tiene fama de…ya sabes… creo que te escogió a ti porque le gustaste y no solo lo pienso yo…

-Pues vaya manera de demostrarme que le gusto, haciéndome la vida imposible…

Las dos terminaron su café y Alba fue a llevarle el suyo al señor Gómez.

-Aquí tiene señor- Alba se encamino a la puerta

-Alba, espera

Ella se giró de manera elegante, con la cabeza alta y su pelo recogido en una grácil coleta se movió sugerentemente, como la que “no quiere la cosa”.

-Siento haberme comportado así, pero es que a veces…. Me desesperas

-¿Te desespero?- “Pues contrata a otra, así de fácil tontolavas”

-Nunca he conocido una mujer como tú, no sé cómo comportarme contigo….

“Ui, ui ui” Alba se ruborizó casi sin darse cuenta y su jefe dejo traslucir una sonrisa malévola. Alba sintió el corazón en la cabeza, palpitando, casi se le nubla la vista “¿Qué quería decir? ¿Estaba ligando conmigo? ¿Que debía hacer yo ahora?”

Alba dio un paso atrás casi instintivo cuando Borja se levantó de su asiento agarrándose la corbata, quizá Alba nunca se había fijado, pero en ese momento le pareció extremadamente sexy, era joven, unos 30 años, el pelo negro, peinado discretamente, unos ojos verdes preciosos, alto y sus brazos fornidos se marcaban bajo el traje de chaqueta. El odio que sentía por él no le había dejado fijarse en ese detalle, era extremadamente guapo.

-Tengo que seguir con el trabajo señor

Él movió la cabeza con gesto afirmativo y ella casi sin aire se dirigió a la puerta “¿Qué había pasado?” Alba se dirigió a su despacho y el resto de la mañana transcurrió sin novedad, no lo vio salir del despecho tan solo hasta la hora de comer, cuando al pasar por el despacho de Alba la miró con un gesto indescriptiblemente serio, a Alba se le encogió el corazón.

Decidió no salir del despacho ni para comer, cuando antes terminara el trabajo antes se podría ir, había preparado un tuper con un poco de ensalada cesar así que se lo comió rápidamente, el teléfono de Alba sonó y hasta su nombre en la pantalla le pareció sumamente perfecto “Austin”

-¿Sí?

-¿Cómo estás muñeca?- Alba dudó

-Eh…lo de siempre

-¿Ha pasado algo?

-No, nada- respondió nerviosa- llegué tarde al trabajo y mi jefe quiere que me quede hasta tarde, no podrás venir a recogerme

-Menudo cabrón- Alba se mantuvo en silencio mientras Austin resumía lo que había sido su mañana, se levantó a las diez y preparo café, salió a correr un rato y a las doce estuvo haciendo algunas fotografías por el barrio, ahora se fumaba un cigarrillo tirado en la alfombra- Pues avísame cuando termines y pasare a recogerte en la moto.

Alba sonrió de oreja a oreja al recordar, la primera vez que montaron en moto.

-Claro, te avisaré.

A las seis de la tarde Alba había terminado todo el pápelo que el señor Gómez le había dejado. Se encaminó a su despacho y toco la puerta con los nudillos.

-Adelante

-Señor aquí le dejo todo lo que me mandó ¿Quiere que se lo archive?

-No, así está bien- dijo mientras entrelazaba las manos sobre la mesa- puedes empezar a tutearme

-No creo que eso sea lo correcto

-Hay tantas cosas que no son correctas en esta vida…-dijo mientras se levantaba de su asiento y se colocaba apoyado sobre la mesa delante de ella, con los brazos cruzados.

-¿Puedo marcharme ya?

-Creo que alguien ha sido mala esta mañana…-dijo con un tono tremendamente seductor- en realidad llevas siendo mala desde el primer día que llegaste aquí…provocándome, meneando ese culito y esas piernecitas tan sexys.

A Alba casi le estalla la cabeza, se quedó paralizada, deseando que ocurriera algo que pudiera hacerla salir corriendo de allí, pero la verdad es que estaba tremendamente excitada.

-No sé de qué me habla, yo solo vengo a trabajar

-Ya sé que eres muy… responsable con tu trabajo

-Pues nunca me has demostrado que lo sepas

-Sé que eres de ese tipo de chicas de fachada dura pero que en realidad sois extremadamente débiles

-¿De qué coño me estás hablando Borja?

-Al menos me tuteas

-Tengo que irme a casa

-No te he dado permiso- Alba que ya estaba de espaldas a él, se volvió para mirarlo

-Tengo que irme

-Bueno, por esta vez te perdonaré, si me dejas invitarte el Viernes a una copa

-El viernes no puedo

-¿El sábado?

-No estaré aquí el fin de semana

-Pues mañana y es una orden.

A Alba se le desbordó el corazón, no sabía lo que tenía que hacer, se sentía presionada, tenía miedo de perder el trabajo, pero siempre había tenido las ideas claras y siempre había sido una persona honrada, no podía hacer esto. Borja se acercó a ella acariciándole la mejilla y dejó un beso suave sobre su pómulo derecho.

-Eres tan joven, tan delicada….

Alba dio un paso atrás y salió disparada del despacho, miles de ideas le rondaban la cabeza, sentía miedo y no sabía qué hacer. Mandó un rápido mensaje a Austin “He salido, te espero en la puerta” recogió sus cosas y se encamino rápidamente hacia la salida.

Esperó fuera viendo cómo iba cayendo el sol, estaba nerviosa, confundida y a la vez extremadamente excitada y acalorada, Borja era el tipo de hombre que a ella le convenía, lo sabía, era el hombre que sus padres adorarían, le daría hijos y vivirían en una preciosa casa de campo, era el tipo de hombre que ella necesitaba, era tan guapo y le provocaba tantas cosas….el ruido de la moto la devolvió a la realidad.

-Sube nena- dijo Austin

Alba sin pensarlo se arremango la falda y se sentó en la moto tras él, se colocó el casco y condujeron hasta casa, cuando llegaron Austin aparco y se quitó el casco, mostrando su pelo rubio sudoroso y muy sexy. Alba con su mirada distraída se encamino hacia la entrada del bloque de pisos, Austin le dio una palmadita en el trasero y abrazándola fuertemente contra su pecho, la beso con pasión, enredando sus lenguas, buscando profundidad, Alba no podía más, estaba acalorada, lo deseaba, entraron al ascensor casi empujándose el uno al otro. Austin la aprisionó contra la pared y la besó salvajemente, mordiéndole el labio inferior con urgencia, las manos de Austin le subieron un poquito más la falda y ella comenzó a notar la incipiente erección que se erguía contra sus piernas, Alba lamió sus labios y los chupó con deseo. Al llegar el ascensor a su planta, Austin la cogió en brazos y abrió la puerta todavía con ella encima, estaba tan desenvuelto en la tarea de abrir la puerta casi sin mirar y con una chica encima que a Alba le pareció que no era la primera vez que lo hacía, pero en ese momento eso no le importaba. No pararon de besarse y una vez en el salón Austin la dejo caer delicadamente sobre la alfombra, ella se soltó el pelo dejándolo libre y tremendamente sexy, Austin se quitó la camiseta y siguió besándola en la boca. El calor que sentía parecía que los iba a hacer combustionar de un momento a otro, Alba estaba excitada, muy excitada y sin previo aviso se giró, dejando a Austin bajo ella, tumbado contra la alfombra, Alba se sentó sobre él y le agarro de las muñecas, colocándole los brazos a ambos lados de la cabeza, estaba muy mojada, podía notarlo, se desabrochó la camisa y la dejo así, abierta, se subió la falda sin dejar de mirar a Austin a los ojos, agarró el miembro de Austin y ella misma lo introdujo en su interior con urgencia, Austin dejo escapar un sonoro gemido.

-¿Sin condón Alba?

-Eres mío

A Austin no le hizo falta nada más, ella comenzó a cabalgar sobre él, exigiendo cada vez una penetración más profunda que la anterior, una, dos, tres…siguieron ese ritmo incesante que los llevaba a la locura. Alba comenzó a dar pequeños gritos de placer, que hacían la situación todavía más morbosa, Austin agarró el trasero de ella buscando su propio placer.

-Alba me voy a correr- dijo casi sin aliento

-Tranquilo, tomo la píldora

Austin se acercó a ella, la besó, la besó con urgencia, con deseo contenido, con una pasión única y arrebatada que solo ella le había hecho sentir y dio un pequeño gruñido que puso a Alba a cien.

-No puedo más, me voy Austin…me voy…

-Si nena, córrete para mi

Subieron la intensidad y con una última y acertada penetración llegaron a un intenso clímax.

Ambos se tumbaron boca arriba, en la alfombra, sudorosos y exhaustos, Austin agarro la mano de Alba y la besó suavemente.

-Que arrebato de pasión ¿no?- Austin se giró para mirarla y Alba con el pecho moviéndose agitadamente por el esfuerzo, asintió.

Austin acaricio su mejilla y ella cerró los ojos, de repente la imagen de su jefe le vino a la mente, sudoroso, sobre ella, serio, mandón y estricto, hasta ahora no había visto la actitud de Borja con esos ojos, pero ahora…. Agitó la cabeza intentando que los pensamientos desaparecieran de su mente y se levantó, quitándose la ropa que todavía colgaba de cualquier manera sobre su cuerpo, Austin se puso de pie y se acercó a ella por detrás, le dio un beso en la nuca y siguió bajando hasta su cuello

-¿Y si repetimos en la ducha?

 

 

10 “Solo una copa de negocios”

El agua corría por sus cuerpos y lo inundaba todo de una atmosfera de placer. Alba con las manos apoyadas en los azulejos de la ducha, echaba la cabeza hacia atrás, mientras Austin la penetraba fuertemente desde atrás, jadeando, besando su espalda, empujones profundos que le producían a Alba un incesante calambre en la columna vertebral, el placer le aturdía la cabeza, le nublaba la vista, era la primera vez que lo hacía en una ducha y todo se tornaba demasiado morboso, dos embestidas más y ambos se abandonaron al placer.

Después se enjabonaron el uno al otro, se besaron, se amaron.

Austin salió primero de la ducha, se anudó una toalla a la cintura y cogió una toalla para envolver a Alba en ella, la sacó de la ducha en brazos, la secó y le dio un beso suave en la nariz.

-Austin no tengo ropa aquí y la mía está….- ambos miraron la ropa tirada en el suelo

-Si, está sucia- Alba sonrió arrugando la nariz, un gesto que a Austin le encantaba-  Ve a casa, trae un pijama y ropa para mañana.

-¿Quieres que me quede a dormir?

Austin asintió. Alba se anudó la toalla sobre el pecho y descalza se dirigió a su casa, cogió las llaves del bolso y cuando estuvo enfrente introdujo la llave en la cerradura y la hizo girar, tal fue la sorpresa al abrir la puerta que al taparse la boca con la mano derecha, la toalla se deslizó cayendo hasta sus pies. Sonia no estaba precisamente sola ese día, estaba sentada en el sofá blanco del salón, con las piernas abiertas, mientras un chico introducía la cabeza entre sus piernas. Sonia abrió los ojos y agarró la cabeza de él más fuerte contra ella

-¡¿Alba que haces aquí?! ¿No sabes llamar?

-Te recuerdo que también es mi casa- dijo mientras recogía la toalla y se tapaba como podía.

El chico ni se inmuto, siguió en la labor. Alba pasó corriendo hacia la habitación y se tapó la cara de la vergüenza, rápidamente metió en la mochila lo básico para una noche y la ropa para el día siguiente y salió de allí tan rápido como pudo. Al llegar a casa de Austin empezó a tocar fuerte la puerta.

-¡Ya voy!- Austin abrió la puerta- ¿Qué pasa? Tranquilízate.

Alba estaba roja como un tomate y tenía los ojos como platos, tras relatarle la historia, Austin empezó a reír a carcajadas, sentado en la alfombra, limpiándose las lágrimas que le provocaban la risa. Alba enfadada se metió en la habitación y se puso el pijama.

Cuando Austin dejo de reír ella se sentó a su lado en la alfombra.

-Siento haberme reído tanto pero tienes que reconocer que ha sido una situación cuanto menos pintoresca.

Alba se echó las manos a la cabeza y comenzó a reír.

-Creo que me quedo a dormir contigo.

Esta vez Alba preparó la cena, para variar ensalada, con lo poco que encontró en el frigorífico

-¿Tú nunca haces la compra?

-Cuando me acuerdo- dijo agarrándola por la cintura desde atrás.

-Esto es lo que he podido hacer- dijo mostrando una ensalada con rúcula, zanahoria, jamón cocido y un poco de maíz.

Se sentaron en la mesa y comieron escuchando un poco de música regee “Esto es demasiado hippy para mi” pensó, pero lo cierto es que nunca se había sentido tan en casa.

-¿De qué te ríes?

-Eres un hippy

-¿Yo?- comenzó a reír

-Un hippy muy guapo- a Alba se le cerró el estómago al venirle a la mente la imagen de su jefe, se sintió culpable, muy culpable y sintió la necesidad de contarle a Austin lo sucedido, pero no lo hizo.

-Alba te ha cambiado la cara

-No

-Si

-Que no, estaba acordándome de mis padres

-Pronto iremos a verlos- dijo Austin acariciando su mano

“¿Iremos?” a Alba le tembló la barbilla y miro hacia su planto, dejándole a Austin una sonrisa distraída. Alba sabía perfectamente que sus padres preferirían verla mil veces con alguien como Borja, si llevaba a Austin a casa podían cortarle la cabeza.

Esa noche durmieron juntos por primera vez y ella sintió que era donde realmente quería estar aunque temía que lo que ellos tenían fuera solo sexo. Se besaron durante más de una hora sin nada más que eso, besos…

-Eres tan especial… ¿Te das cuenta de lo que estás cambiando estos últimos días?

-¿a qué te refieres?

-Eres menos estirada- los dos rieron- en serio, te veo mucho más feliz y más natural, relajada, eso me encanta ¿Tengo que pensar que yo soy el motivo?

-No te creas el centro del mundo guaperas- dijo mientras se daba la vuelta en la cama.

El la agarro fuertemente, abrazándola y aspiró el aroma de su pelo, así ambos se durmieron.

Alba se despertó cuando aún no había amanecido y le pesaron los ojos tremendamente y más sabiendo lo que le esperaba ese día y lo que había dicho a su jefe, irían a tomar una copa “una copa rápida, de negocios” aunque sabía que los tiros no iban por ahí, le vino a la mente esas palabras “es una orden” “¿podía intentarlo con él?¿estaba aún a tiempo de dejar a Austin y centrarse en algo real, en algo que le conviniera?” cerro los ojos casi con dolor “¿lo amaba? No, no era amor, era solo sexo”. Se levantó de la cama y se aseó un poco en el baño, se arregló y se puso un clásico vestido negro hasta las rodillas y sus amados stilettos Louboutin, hoy no podían faltar, serían lo único que le daría valor, se preparó un café solo con azúcar y salió de casa de Austin sin siquiera dejarle una nota, se sintió como aquellas típicas chicas de una noche, sexo y por la mañana nada. Pero en el fondo sabía que no era así.

En el metro se dio cuenta de la situación, Austin no tenía un trabajo estable, lo había dejado en casa dormido y ella se marchaba a trabajar “¿Ese sería su día a día? ¿Pensaba mantenerlo?” la idea le padecía un enorme escalofrió y le vino a la mente la voz de su padre “¿Te hemos educado para esto? Vas a echar tu vida por la borda si sigues manteniendo a ese don nadie” al fin y al cabo Alba sabía que esa voz llevaba la razón.

 Cuando llegó al trabajo se le encogió el estómago al ver al señor Gómez parado en la puerta hablando con un señor mayor, al escuchar el ruido de los tacones Borja se giró y le sonrió pícaramente, ella agachó la cabeza.

-Buenos días

Se dirigió a su despacho casi volando y recibió la llamada de varios clientes, durante la mañana trabajó en unos papeles para entregar y en varios casos que estaban pendientes, la semana que viene iría a su primer juicio y eso llevaba mucho papeleo de por medio.

A la hora de comer Borja apareció en el despacho de Alba con las manos apoyadas en los bolsillos, apoyado en el quicio d la puerta.

-Te invito a comer.

-¿No dijiste una copa?

-Pues una copa después de comer

-No bebo tan temprano

Borja se dirigió a su mesa y apoyó los brazos en ella, la miró fijamente, mientras Alba sentada en su silla se sintió realmente intimidada.

-Creo que ayer me diste un si

-Yo no te di nada, insistes demasiado

-Venga Alba somos mayores para jugar al gato y al ratón, será una copa de negocios

-Está bien, pero a la salida del trabajo

-De acuerdo

-Y ahora discúlpame que debo seguir con mi trabajo

Alba se levantó con una carpeta bajo el brazo y se dirigió a la fotocopiadora.

Borja se quedó mirándola pasar con cara de embobado y se embriago de su perfume, realmente esa chica le volvía loco, esperaba no cansarse de ella tan pronto como de las demás, lo cierto es que Alba era diferente “¡Que mujer!”

Alba alargó el trabajo todo lo que pudo, estaba tan nerviosa que no sabía si aguantaría una situación así, tenerlo en frente le ponía las carnes flojas, a las ocho recibió una llamada de Austin

-¿Oye no crees que ese cabrón se pasa un poco? ¿Cómo que te tienes que quedar hasta tarde? No se cómo soportas vivir así Alba de verdad

-Austin déjame, es mi vida ¿vale? No te entrometas

-No te pongas así, no he dicho nada

-No creo que me pase por tu casa después, estoy muy cansada

-No me parece bien que vayas en metro sola tan tarde, iré yo a buscarte

-No, no te preocupes Austin

Borja apareció por la puerta y se quedó mirándola fijamente, entrecerrando los ojos.

-Bueno pero…

-Lo siento tengo que colgar, te llamo luego- no le dejo terminar- un amigo- dijo mirando a Borja “¿pero por qué coño tengo que dar explicaciones?”

-¿un amigo del que me tenga que preocupar?

-No lo creo

Borja agarró su mano y los dos anduvieron hacia el ascensor, varios empleados bajaban, habían terminado su jornada laboral, Alba se dedicó a mirarse los pies, intentando no pensar demasiado. Salieron del edificio y Alba se dio cuenta de que fuera hacia frio “Mierda no traigo chaqueta”.

-Iremos a un local cercano he reservado mesa

-¿reservas mesa para tomar solo una copa?

-No es un local cualquiera.

Llegaron a un edificio típico de la época victoriana, un señor trajeado les recibió en la puerta y tras repetir el nombre “G-o-m-e-z” los dejo pasar.

Todo estaba exquisitamente decorado, luz tenue, paredes rojas de terciopelo y suelo de moqueta negro, una barra rodeaba la sala principal y mesas redondas con sillones azules se colocaban en las esquinas, el camarero los condujo a una mesa que solo se iluminaba por unas velas centrales con olor a canela.

-¿Qué van a tomar?

-Yo un whisky solo- dijo Borja

-Yo un Martini- dijo Alba- Pues sí que es un sitio con clase

-Te dije que era especial

-¿Traes aquí a tus ligues?

-Solo a los que se lo merecen- “Maldito arrogante, creído”

Alba sonrió con desgana.

-No pongas esa cara, me haces pensar que te obligo a estar aquí.

-Es que me obligas a estar aquí- Borja se echó a reír

-Eres única-El camarero depositó las copas sobre la mesa y se marchó- Que yo sepa no te he traído amarrada, esposada, ni amordazada, tampoco te he traído arrastrando- “Por mucho que me apetezca” dio un largo sorbo de su copa.

-Te ha faltado amenazarme con despedirme- Alba junto las piernas “¿amarrarme? ¿esposarme? ¿amordazarme? Como me excita este hombre”

-No te despediría por no salir conmigo

-Permíteme dudarlo

Borja sonrió y se tocó la barba de tres días, perfectamente recortada y extremadamente sexy. Alba no sabía porque se sentía así, ni siquiera sabía lo que estaba haciendo, un sentimiento de culpabilidad le azotó de golpe, fue como un jarro de agua fría, dio un largo sorbo a su Martini, tenía que acabar cuanto antes.

-¿Cuáles son tus intenciones Borja?- “Alaa , más clara el agua”

-Mis intenciones….- colocó los codos sobre la mesa y unió las manos frente a su cara- mis intenciones son llevarte a mi casa, quitarte la ropa y hacerte el amor hasta que nos quedemos exhaustos.

Alba trago la bilis que se le había subido a la garganta “Dios mío”

-¿Y después qué?

-Después…- dudo unos instantes- seguiremos con nuestras vidas, no está bien que una empleada se lie con su jefe

A Alba se le desplomó el techo sobre la cabeza, le entraron ganas de tirarle el Martini a la cara, pero en vez de eso, intento tranquilizarse y asimilar un poco la situación.

-¿Qué gano yo acostándome contigo? Creo que supondrás que puedo tener al hombre que quiera- bebió seductoramente de su copa, Alba había entrado de lleno en su juego y eso le excitaba.

-Ganas el mejor polvo de tu vida

Alba se echó a reír y el gesto de Borja se volvió tremendamente serio.

-¿Te hace gracia?

-Me parece muy graciosa la seguridad que tienes en ti mismo

-Tú también deberías tenerla

-¿Yo? Soy una simple chica

-No eres una simple chica, eres una increíble mujer

Silencio, tensión, la mano de Borja se alargó hasta rozar sus dedos, el móvil de Alba vibró y ella se apartó para cogerlo, era un mensaje de Austin.

“Nena no sé si la he cagado en algo, si estas enfadada, o si tan solo tienes un día de esos que tenéis las mujeres. Creo que podemos hablarlo, estoy en la puerta del trabajo. A.”

“¿Qué?” le temblaron las piernas y empezó a sudar.

-Borja tengo que irme

-¿tu amigo?

-Si, eh…tengo que ayudarlo con una cosa

Borja asintió y la acompañó a la puerta, le dio un suave beso en la mejilla y ella se fue sin despedirse.

Corrió cuanto pudo con sus altos tacones hasta el trabajo y entonces vio todas las luces apagadas, habían cerrado “Mierda ¿Qué voy a decirle ahora?” Austin estaba sentado en las escaleras exteriores del edificio, miraba el móvil nervioso, esperando una llamada. Alba que lo observaba de lejos comenzó a acercarse y empezó a inventar una excusa sobre la marcha, al encontrarse cara a cara Austin no la beso.

-¿Dónde estabas?

-Fui  a tomar una copa con unos compañeros de trabajo

-Deberías haberme avisado

-Tu no deberías presentarte sin avisar, como si tuvieras derecho a manejar mi vida Austin

-No intento manejar nada Alba, creí que querrías verme

-Si te he dicho que quería pasar la noche sola ¿Por qué no lo respetas?

-Porque no puedo Alba, no quiero que vayas de noche sola en el metro, no conoces Londres a estas horas, me preocupo por ti, no hagas como si esto no fuera importante para ti

-Quizá eres tú el que le está dando demasiada importancia a una relación que no va a ninguna parte

-¿crees que lo nuestro no va a ninguna parte?

-No es eso Austin, yo…- Alba no sabía que decir, se había arrepentido de sus palabras nada más pronunciarlas- todavía no tenemos nada serio, nos estamos conociendo

-Alba nunca he sentido esto por nadie, eres la primera mujer que me hace sentir así, entiende que no sé qué hacer contigo, me siento continuamente como si no estuviera a la altura de tus expectativas

-Necesito un poco más de espacio, vamos muy deprisa

Austin metió las manos en los bolsillos de su chupa.

-Vamos a casa

Alba se montó sin rechistar, la verdad es que hacía mucho frio y en la moto aún más, Austin se quitó la chaqueta y la colocó sobre sus hombros.

-Póntela

Alba se la abrocho y condujeron hacia su casa, Alba se apoyó en la espalda de él, agarrándolo por la cintura y pegada a él comenzó a llorar “¿Por qué el amor duele tanto?”             

 

 

 

 

 

 

 

11 “Atracción”

No habían abierto la boca durante el trayecto,  una vez en su planta se quedaron parados junto al ascensor, Austin agarró a Alba de la mano, atrayéndola hacia a él, apoyó sus labios suavemente sobre los de ella y entreabrió la boca para besarla dulcemente, Alba se dejó hacer, se perdió en eso beso que le supo a lo más real que había sentido en su vida. Después la miro a los ojos y sonriendo la condujo hasta su casa de la mano, ella no dijo nada. Entraron en su piso y Alba se quitó los zapatos casi instintivamente.

-Voy a ponerme el pijama.

Austin asintió y se dirigió a la cocina, hizo unos fideos chinos de los que se calientan en el microondas, cuando se dirigió al salón Alba ya estaba allí. Ambos se sentaron en la alfombra y se pusieron a comer.

-Sabes que esta dieta que llevas no es nada sana ¿no? Tendré que enseñarte a cocinar.

Austin sonrió, ambos comieron en silencio y cuando acabaron se miraron el uno al otro hasta que Austin se dispuso a hablar.

-¿De verdad crees que lo nuestro no va a ningún lado? Alba estoy poniendo mucho de mi parte, de verdad, todo esto es nuevo para mí, pero sé que es lo que quiero ¿tú no?

-Creo que vamos demasiado deprisa y las cosas así no pueden salir bien

-¿Cuándo vas a empezar a confiar en nosotros? Si no lo haces es como no saldrá bien

-Austin yo….-Alba no sabía que decir, sus sentimientos eran una cosa y su cabeza otra- nada de esto es lo que tenía planeado, tú no eres nada de lo que había planeado, desde pequeña siempre tuve las ideas claras, siempre supe cómo sería mi vida y ahora llegas tú, inesperadamente y haces que todo cambie.

-Las cosas inesperadas siempre salen mejor que lo que planeas- Austin agarro las manos de ella entre las suyas- si necesitas espacio podemos vernos menos, si quieres irte a casa adelante, respetaré lo que decidas pero lo único que te pido es que hagas lo que te diga tu corazón y que seas sincera conmigo. La vida es corta Alba, es algo que he aprendido desde muy joven, no pienses, actúa, haz lo que te apetezca ahora.

Austin se acercó a ella y le dio un apasionado beso en los labios, introdujo su lengua en la boca de ella hasta hacerla gemir, la cogió en brazos y ella lo rodeo con las piernas, adoraba hacer eso. Fueron hasta la cama y allí se abandonaron al placer de amarse el uno al otro.

A la mañana siguiente cuando Alba despertó, Austin ya estaba levantado y le extrañó, se sentó en la cama y escuchó algo de ruido en la cocina, a los diez minutos lo vio aparecer con una bandeja de madera, sobre la que había colocado una taza de café, un plato con huevos revueltos y bacon, un poco de pan tostado y un zumo de naranja.

A Alba se le iluminó la cara.

-¿Y esto?

-Quiero darte lo mejor- dijo mientras acariciaba su rostro con gesto cariñoso- quiero que te des cuenta de que esto es mucho mejor que todo lo que habías planeado.

Le dio un beso dulce en los labios y Alba se puso a desayunar mientras él la observaba sentado en la cama.

-Está muy bueno

-No seas aduladora por favor- los dos rieron- es la primera vez que hago esto así que…

Alba acarició su mano.

-Es perfecto- dijo con una sonrisa dulce

Ya no había dudas, no había temores, debía intentarlo, debía hacerlo porque lo amaba, si, lo amaba, y era imposible de negar, amaba su sonrisa, su precioso pelo rubio siempre alborotado, su nariz recta, su barbita incipiente, amaba el sonido de su risa, amaba cuando la llamaba “nena”, amaba su pasión por todo, amaba su energía, su vitalidad, amaba su ilusión y su fuerza, lo amaba, amaba a ese hombre de la cabeza a los pies. Alba sabía que debía dejar de lado los prejuicios, tenía que empezar a ser ella misma, a vivir su vida, era la hora de ser feliz. Sin darse cuenta Alba llevaba un rato mirándolo, sonriendo, perdida en sus pensamientos, lo besó dulcemente en los labios y miro su reloj de muñeca de Michael Kors que nunca se quitaba.

-¡Voy a llegar tarde al trabajo!

Se levantó rápidamente de la cama y se condujo al baño, ducha rápida, coleta alta, un poco de rimmel y el mismo vestido que el día anterior “¿El mismo vestido?”

-Tengo que ir a casa a cambiarme

-Hasta luego preciosa, que tengas un buen día

Alba le sonrió y fue rápidamente a su casa, Sonia la vio entrar como una bala

-No hay quien te vea el pelo nena, Austin te ha dado duro ¿eh?

-Me tengo que ir a trabajar, no tengo tiempo de hablar- Alba se acercó y le dio un rápido beso en la mejilla.

Se puso unos pitillos, una blazer negra y una camisa blanca de gasa, salió corriendo hacia el trabajo, ya llegaba diez minutos tarde.

El metro estaba a rebosar, la gente charlaba, hablaba por el móvil, leía y algunos como Alba solo miraban el reloj. Se bajó del metro y anduvo rápidamente hasta el trabajo, 20 minutos tarde “Ole por ti Alba”.

Fue derecha a su despacho sin saludar a nadie, su jefe no apareció, después de media hora ni siquiera la había llamado y eso le extrañó demasiado, se sintió extraña “¿decepción quizá?” Alba rechazó esa idea tan pronto como había aparecido en su cabeza y se puso a trabajar.

A las 11:00 la llamó Sonia.

-Alba ¿te apetece que quedemos para comer? Creo que tienes muchas cosas para contarme.

-Si me parece buena idea, pero tendrás que venir aquí, no me da tiempo de ir a casa y volver de nuevo al trabajo.

-Vale, nos vemos allí a la una.

Un correo apareció en su bandeja de entrada:

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25 de Junio

11:10 a.m

Para: albaramirez@gmail.com

Buenos días señorita Ramírez, ¿tengo que pensar que se le han pegado las sabanas con su amigo? Después de haberme dejado tirado y llegar tarde a trabajar debería como mínimo haber aparecido por aquí ¿no le parece?

La espero en mi despacho.

Sr. Gómez.

…………………………………………………………………………………………………………………………………………………

El corazón de Alba se desbocó y su cabeza asimilo rápidamente todo lo que quería decir, releyó el e-mail y se limpió unas gotitas de sudor que corrían por su frente, se levantó y se dirigió a su despacho enfadada, realmente enfadada. Entró sin llamar y Borja se encontraba sentado, frente a él una chica rubia hablaba sin inmutarse de su presencia, Borja se levantó agarrándose la corbata:

-Señorita Prize déjenos solos.

La chica salió inmediatamente de allí, no sin antes dejar una mirada recelosa a Alba. Borja se sentó y le indicó con la mano que ella hiciera lo mismo, durante unos segundos se miraron en silencio.

-¿A que ha venido eso?

-¿El e-mail? ¿Te ha gustado?

-No, no tienes que entrometerte en mi vida y para tu información, si tanto te interesa, sí, he estado con mi amigo toda la noche y lo hemos pasado muy bien.

Borja se echó a reír y el enfado de Alba fue en aumento.

-Que graciosa estás cuando te enfadas.

-¿Qué pasa? ¿no lo crees?

-Sí que lo creo, de hecho me excita mucho imaginarlo.

-No quiero que vuelvas a meterte en mi vida.

-¿Vas en serio con ese chico?

-¿No me has oído lo que acabo de decir?- dijo Alba cada vez más alterada

-Contéstame- su seriedad le impuso mucho y sin saber porque, le contesto

-Lo amo

-Oh, si hay amor de por medio ya sí que no me puedo meter

-Me alegro de que lo hayas entendido

-¿Estás segura de eso?

-¿De qué?

-De qué lo amas- dijo Borja mientras se acercó sigilosamente a ella, se sentó sobre la mesa, y la miró desde arriba, sus manos se apoyaron sobre su rodilla, dejando ver un precioso reloj negro. “Es un hombre con clase, elegante…”- has cayado demasiado…

-Sé que lo amo

Borja se agachó y se acercó rozando su nariz con la de Alba, ella cerró los ojos  y entreabrió la boca suspirando, Borja le apartó el pelo y le acarició la nuca, atrayéndola hacia él.

-Entonces no tengo nada que hacer ¿no?-dijo muy cerca de su boca “demasiado”

-No- dijo Alba suspirando

Borja la soltó de golpe dejándole una sensación rara, abrió los ojos y vio como volvía a sentarse en su sitio.

-Has llegado bastante tarde hoy…-dijo mientras apuntaba algo en un cuaderno

-Lo siento, hare horas extras

-No es necesario señorita Ramírez, retírese- dijo sin mirarla a la cara mientras seguía escribiendo.

Alba se sintió indignada, “¿Dolida? ¿Había desistido? ¿Es que quería que siguiera insistiendo?”, sin decir nada salió del despacho dignamente sin mirar atrás.

Sonia la llamó a la una y ella bajó casi dando saltitos hasta la puerta, le dio dos besos en las mejillas y se dirigieron agarradas del brazo a un restaurante cercano.

-¿Cerveza?- Alba asintió

-Ahora dime… ¿Qué tal con Austin?

-Pues bueno supongo que bien

-¿Supongo que bien? Folláis como animales

-Eh… ¿gracias?- las dos se echaron a reír

-¿Te gusta?

-Mucho

-Ósea ¿Qué vais en serio?

-Creo que si

-Espero que os vaya genial, se os ve muy bien juntos

Alba sintió de repente la necesidad de contarle todo lo que había pasado con su jefe, pero temió lo que pudiera pensar, se sentía avergonzada de no haberle parado los pies cuando debía haberlo hecho “¿Pero lo había hecho no? Le había parado los pies pero él seguía insistiendo” lo que no podía negar era lo atraída que se sentía por él, eso quizá era lo que más le avergonzaba.

-¿Alba estas bien?

-Eh…si

-Te noto distraída

-Lo siento ¿Qué decías?

Sonia comenzó a criticar a todos sus compañeros de trabajo, sin excepción y sobre todo a aquellos con los que se había acostado, relató lo harta que estaba del trabajo y las ganas que tenia de salir por ahí.

-Podemos salir el viernes, necesito salir en busca y captura de un buen tío- esa era Sonia

-No puedo, Austin tiene una competición de surf y voy a acompañarlo, es todo el fin de semana

-Joo y encima te lleva por ahí- Sonia hizo puchero- es jodidamente perfecto

“¿Perfecto?” Alba rio entre dientes

-¿Y tú qué sabes?

-No hay que ser muy lista para verlo

-¿Quieres venir?

-¿Puedo ir?

-Claro ¿Por qué no?

Sonia dio palmaditas de alegría y comenzaron a comer.

Una hora más tarde Alba volvió al trabajo y quizá esperó una llamada, un mensaje, algo…

A las seis sin rastro de Borja, decidió irse a casa, lo encontró en la fotocopiadora “¿Coqueteando?”  Con la chica rubia con la que esta mañana estaba en su despacho, Borja le echó una mirada de indiferencia y siguió hablando animadamente con la chica, Alba ardiendo de rabia salió del edificio casi echando humo.

“Coquetea conmigo, me hace creer que le gusto y ahora me trata como si no le importara, será creído” Alba supo en ese momento lo que él siempre había buscado y se entristeció “¿Pero por qué?” quizá porque el que podría haber sido el hombre de sus sueños acababa de darle esquinazo, quizá si se hubieran conocido en otro momento, quizá si Austin no hubiera aparecido, quizá antes de que se enamorara de él ellos hubieran tenido una oportunidad

“¿Pero por qué Borja le atraía tanto?”

 

 

 

 

 

 

12 “El fin de semana”

El viernes llegó pronto, Alba preparó una pequeña mochila en la que metió lo imprescindible, solo pensar en acampar en la naturaleza le daba nauseas.

Austin cogió su mochila prácticamente vacía y se la colgó al hombro.

-¿Dónde vas con ese mochilón?

- pero si llevo cuatro cosas…- dijo Alba excusándose

- Madre mía Alba- los dos se echaron a reír, señalando una mochila de medio metro, de la marca Channel, que además parecía estar a punto de estallar.

Austin se acercó a ella y la rodeó con sus brazos, besándole delicadamente la frente y Alba se sintió como una niña pequeña.

Sin dejar de sonreír los dos cogieron sus mochilas y se encaminaron a la puerta.

Alba había elegido un vestido playero en un tono rosa palo que combinó con unas sandalias blancas de Zara. Austin llevaba unos vaqueros desgastados y rotos por la rodilla, que Alba pensaba  que “Le quedaban como a un guante”, una camiseta verde militar con cuello en pico y unas gafas de aviador, el pelo alborotado como a Alba le gustaba y unas Converse blancas clásicas.

Salieron al pasillo y Alba llamo a la puerta de lo que solía ser “su piso” Sonia abrió la puerta como si hubiera estado esperando desde hace horas, llevaba una camiseta lencera negra “que solo ella podía llevar” unos shorts vaqueros y unas zapatillas Nike blancas.

Se abrazaron rápidamente y bajaron en el ascensor, al llegar abajo John los esperaba apoyado en su moto, era un chico realmente guapo, corpulento, tras sus oscuras gafas de sol se pudieron intuir sus bonitos ojos claros iluminarse al ver aparecer a Sonia.

Austin y él se dieron su saludo “especial” como ellos lo llamaban y consistía en hacer chocar ambas manos y vitorear con las manos en alto como el que celebra una victoria “hombres”. Alba le dio un beso tierno en la mejilla y se giró para mirar a Sonia:

-Ella es Sonia, mi compañera de piso, él es John uno de los mejores amigos de Austin.

Sonia sonrió, con esa sonrisa perfecta que hacía que los hombres tardaran decimas de segundos en caer a sus pies, se estrecharon la mano en un saludo cordial y John, sin apartar sus ojos de ella se colocó en la moto, tendiéndole el casco.

-Póntelo

Sonia se sentó tras él agarrándolo por su fuerte cintura, pero lo hizo de forma segura como si para ella fuera lo más natural del mundo ir en moto con un completo desconocido “Esa es Sonia”.

Una vez los cuatro estuvieron preparados condujeron hacia la costa, Alba estaba realmente entusiasmada, se había recogido el pelo en una coleta para que no se alborotara demasiado y llevaba el casco bien atado “Quizá excesivamente apretado” pero esa era ella “Seguridad ante todo”. Tenía muchas ganas de pasar ese fin de semana con amigos, poder relajarse, disfrutar y hacer todo lo que ella no se había permitido hacer en el pasado, vivir. Sobre todo tenía ganas de estar con Austin, estar con él le ayudaría a pensar menos en Borja, que se había pasado el resto de la semana sin dirigirle la palabra más de lo estrictamente necesario y ella sin saber exactamente porqué, no podía dejar de pensar en él, desvió sus pensamientos agitando la cabeza y Austin la miró por el espejo. Alba sonrió con un gesto indicando que todo estaba bien, pero en realidad nada estaba bien, su cabeza no estaba bien, ni su corazón, ni mucho menos su entrepierna que pedía a gritos a ese Borja mandón entre sus piernas “¿Pero qué digo?” su cara se puso roja como un tomate y agachó la mirada intentado poner fin a sus pensamientos, el viaje era largo, unas cuatro horas y en moto se hacía aún más largo. Pararon en Andover antes de llegar a la playa de Seaton.

Pararon tras dos horas en la carretera, en el típico bar de carretera, esos de las películas de miedo, a Alba se le erizó todo el vello del cuerpo, no solo por recordar aquellas películas de terror, si no por pensar como de aseada podría estar la cocina de uno de aquellos garitos, hizo de tripas corazón, como se suele decir y desvió sus pensamientos.

Se sentaron en una mesa junto a la ventana y comieron una hamburguesa con patatas fritas.

Alba cogió la hamburguesa con tantas ganas que los tres se le quedaron mirando y Sonia se echó a reír.

-Nunca me habría imaginado a una pija como tú comiendo así.

Alba le arrojó la servilleta a la cabeza y los cuatro rieron.

Alba se sorprendió al ver la animada conversación que Sonia y John mantenían y no es que quisiera hacer de pitonisa, pero se intuía que esa noche ninguno de los dos la pasarían a solas.

Austin acarició la mano de Alba.

-¿Estás cansada cariño? Ya falta poco

-No me hace gracia tener que ir en moto…un viaje tan largo- agachó la cabeza- estoy deseando llegar

-No te preocupes en nada estaremos ahí

-Deberías comprarte un coche

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