Alba

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1 “El comienzo”

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1 “El comienzo”

Alba se despertó aquella mañana, mientras las gotas de lluvia resbalaban por el pequeño ventanal de su nueva habitación. Hacía tres semanas que  estaba el Londres y a ella le parecía que habían pasado años. Para colmo, se levantó pensando en él, en Alex.

Había ido a Londres “A perfeccionar el idioma, a encontrar un buen trabajo, ya sabéis como está la cosa en España” al menos eso había dicho a sus padres, aunque la realidad había sido otra.

Se levantó de la cama con paso tembloroso y aturdida por el sueño y el recuerdo del perfume de Alex en su cabeza, oyó el grifo de la ducha, “¡Mierda!” Sonia se había adelantado, “es lo malo de compartir piso”, pensó.

La situación que vivía ahora ciertamente nunca había estado en sus planes, tenía 22 años pero siempre había aparentado 10 años más. Su vida estaba planificada desde el detalle más insignificante como tomar un café por la mañana, hasta los detalles más importantes como encontrar un buen trabajo, casarse a los 25, tener un hijo a los 27 y otro a los 30, así era ella, todos la tachaban de cuadriculada y perfeccionista. Cuando Alba aviso de que se iba a Londres fue una sorpresa para todos, ella tenía unas ideas sobre dejar el país donde nació y sobre todo de dejar a su familia, pero la vieron tan decidida…

Sonia era amiga de su prima María, nunca habían hablado mucho y se conocían casi de vista, pero Alba salió esa mañana a por un café al Starbucks que estaba justo debajo de su casa, era costumbre, más bien obligación, perfectamente programado a las 8:45. Allí se encontró a Sonia y se acercó a saludarla, ella la invitó a sentarse y aunque a las 9:00 debía estar en casa frente al portátil echando curriculums en portales de internet, algo le dijo que debía quedarse allí. Charlaron un rato sobre temas mundanos, política, el tiempo (tema salvavidas) y las fiestas de semana santa, que estaban a la vuelta de la esquina.

-¿Aún no has encontrado trabajo Alba?

-No hay nada hija, no será por buscar, la cosa esta fatal.

Alba hacia un año que se había graduado en derecho, en la Universidad Complutense de Madrid, sus padres siempre quisieron que estudiara allí porque sería lo mejor para su futuro “Tendrás más oportunidades de encontrar trabajo si estudias allí” pues se equivocaban, allí estaba un año después buscando trabajo todos los días, gracias a Dios tenia a sus padres, que estaban bastante bien económicamente, siempre lo habían estado y ella no tenía que preocuparse de nada. Excepto de que quería independizarse y según sus rigurosos planes, ya debería llevar al menos 8 meses trabajando y vivir sola en un bonito ático de lujo en Madrid. Así era Alba.

-A mí me paso igual, estuve trabajando en la Agencia de David unos meses y finalmente me echó el muy capullo, ni indemnización ni leches, me dijo que no me necesitaba y a la calle, nunca te fíes de un hombre guapo- y casi sonó una amenaza, no supo porque pero Alba decidió tener muy en cuenta ese consejo- estuve un año buscando trabajo y finalmente me fui a la aventura, cogí un vuelo a Londres y en cuatro días ya tenía trabajo en la agencia Travel House, ya llevo tres meses y estoy contentísima, no sabes la de inglés que estoy aprendiendo.

Parece que a Alba se le encendió la bombilla “¿Era esa la solución? ¿Huir del país como una fugitiva?” La idea sonaba bastante tentadora y la verdad era la ocasión para estar alejada de Alex y poder olvidarlo para siempre. Tampoco tenía nada que la amarrara aquí, bueno si, sus sobreprotectores padres. Aunque le asusto bastante la idea de irse fuera a vivir, también supo que era una gran oportunidad para pasar página y empezar a vivir su vida.

-¿Necesitas compañera de piso?

Así fue como Alba llego a Londres, ya se había presentado a tres entrevistas de trabajo, de esas de “Ya te llamaremos”. Aunque sus padres le habían reembolsado una importante suma de dinero en su cuenta bancaria, sabía que tendría que encontrar trabajo pronto o tendría que volver a España.

Alba tenía un inglés bastante bueno, de hecho muy bueno, había sido bilingüe desde pequeña, desde la guardería su madre la había preparado de martes a jueves con un profesor nativo y aunque parezca horrible hacer eso con un niño de un año, ahora Alba se lo agradecía soberanamente.

Sonia salió del baño y la saludo refregándose los ojos con una mano, llevaba su pelo negro despeinado en una coleta baja, era , muy bajita, pero delgada y lo cierto es que cualquier cosa le sentaba bien, Sonia se encaminó a la cocina.

Alba entró en el baño y empezó a ducharse, le gustaba hacerlo por la mañana, así se sentía limpia para todo el día. Cuando salió de la ducha se miró al espejo, su largo pelo castaño caía hacia un lado, sobre su pecho, y sus ojos verdes, aun contenían rímel de la noche anterior. Nunca había presumido de ser muy guapa, pero lo cierto es que siempre había tenido muchos chicos detrás, desde el instituto, aunque a ella esos amores juveniles nunca le interesaron, no entraban en sus planes.

Alex quizá si entraba en sus planes, se conocieron en la fiesta de Navidad de la empresa del padre de Alba, Alex trabajaba allí, fue su propio padre quien los presento, a ella le pareció el chico perfecto desde el primer momento, alto, moreno y con unos impresionantes ojos verdes, solo hablaron un par de veces aquel día.

En casa su padre, no paró de repetirle el buen partido que era y le convenció de que tomaran un café y hablaran.

Alex fue un encanto, siempre fue amable con ella y desde el primer día, se quisieron como locos. Ella tenía 20 y el 25, pero a ella esa diferencia de edad no le asustaba, el problema más bien era otro, o bueno, uno de los problemas, Alex trabajaba en Barcelona y ella vivía en Madrid, solo se veían algunos fines de semana o cuando él quería verla.

Alba habló muchas veces con su padre para que trasladaran a Alex a Madrid, pero él le decía que hacía falta allí en Barcelona. Discutir con él era hablar con la pared.

A pesar de la distancia cuando se veían no faltaba pasión entre ellos y ella lo quería con absoluta devoción, ¿y él? Bueno, él era diferente, muy diferente a lo que Alba recordaba de esos primeros meses juntos.

En realidad no sabe si algún día de verdad la quiso.

Interrumpiendo sus pensamientos Sonia agarro su mano.

-Me tengo que ir ya, esta noche vendré acompañada, ¿te importaría salir por ahí? – esa era Sonia una ligona empedernida.

-No te preocupes, saldré a tomar algo- y esa era Alba, políticamente correcta.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

2 “Trabajo nuevo vida nueva”

Bajó las escaleras a toda prisa “¿Tenía que estropearse el ascensor precisamente hoy?” Tenía una entrevista en un bufete de abogados en el centro de la ciudad quizá esa fuera la oportunidad que buscaba y la que estaba esperando, las cosas siempre suceden por algo, eso creía ella.

Cogió el metro hasta el edificio donde le concedían la entrevista, quedaba cerca, solo tenía que andar un par de metros. Estaba ante un edificio, no muy alto, era moderno, entró con paso decidido subiendo las grandes escaleras de entrada.

Una chica en recepción lamo su atención.

-¿Tiene cita?

-Vengo para una entrevista.

-Oh, si… Alba Ramírez ¿no?

-Sí.

-¿Española?- Eaa, ahí venia, algo que Alba detestaba horriblemente de los ingleses.

-Oleee

“Se habrá quedado tranquila” pensó.

La chica la miró seria, Alba no había notado la cara de pocos amigos que acababa de poner, pero ella era así, no podía esconder nada, su expresión siempre lo decía todo.

-Tercer pasillo a la derecha, la recibirá el señor Gómez.

“¿Gómez?” caminó por la el largo pasillo hasta que se topó de frente con una bonita puerta de madera, enorme, llamó tocando la puerta tres veces.

-Adelante- una voz sexy y masculina acaricio sus entrañas

Alba entró torpemente en el luminoso despacho. Un hombre moreno, con una barba corta perfectamente recortada, los ojos oscuros pero que enmarcaban perfectamente su rostro, era atractivo, uno de esos hombres que hacen suspirar a su paso, pero que a Alba no le llamó la más mínima atención, sexualmente hablando.

-Siéntese señorita Ramírez- su voz la intimidaba y también su manera de mirarla, como un lince en celo- He estado mirando su curriculum y para su suerte es el perfil que estamos buscando.

Tras varias preguntas protocolarias, Alba se sonrojó al ver la mirada del señor Gómez clavada en sus desnudas rodillas.

Una hora después salió del edificio mucho más que contenta, el Señor Gómez era el jefe del bufete y había quedado muy contento con ella, le dijo que pocos habían dado el perfil que buscaban en ella, quizá el ser española ayudo un  poquito a que se familiarizara con ella “O que al jefe le pones” Le sugirió su conciencia. Empezaba el lunes a las 7:00 “¡Sí, tenía trabajo!”

No sabía si llorar o reír, quiso salir corriendo por toda la avenida gritando como una loca, pero se contuvo. En vez de eso se dirigió a Bond Street, “¡Madre mía que lujazo se respiraba allí!” Entro en Channel sin pensárselo dos veces, y tras un bolso, unos zapatos, varias blusas y un café, decidió volver a casa.

Sonia todavía no había llegado, ya era la hora de comer, así que se preparó unos tallarines con verduras y comió sola. Le gustaba la cocina, le enseño su abuela y desde pequeña siempre supo cocinar todo tipo de platos.

Después de comer se aburría soberanamente y se puso a pensar en que salió mal entre Alex y ella “¿De verdad fue la distancia? No, no lo fue”.

El fin de semana en el que todo se acabó, Alba decidió ir a visitar a Alex a Barcelona y darle una sorpresa, hacia un mes que no se veían y ella no aguantaba más, lloraba cada noche, ¡Cuánto lo echaba de menos! “Nena te he dicho que tengo mucho trabajo, quizá en abril podamos vernos” ¿En Abril? ¿De verdad tenía mucho trabajo? A Alba eso nunca le sonó raro, lo cierto es que su padre trabajaba muchas horas, casi no pisaba su casa y viajaba a menudo, pero su padre era el jefe y Alex un simple empleado.

No es que algo le oliera mal, Alba simplemente quiso hacerle una visita.

Le había comprado un jersey rojo de Ralph Laurent, el rojo era su color favorito y llevaba una botella de vino, el más caro que encontró, no entendía de vinos pero el chico de la tienda dijo que era bueno.

Cuando llegó a casa de Alex el corazón se le iba a desbordar, solo había estado en su casa una vez, fueron a pasar un fin de semana.

Cuando llegó al piso llamó al timbre decidida, oyó voces desde dentro y cuando abrió encontró a un Alex que no esperaba, los ojos se le iban a salir de las orbitas, estaba despeinado, sin camiseta y “muy, muy sexy, ¿Qué le pasaba? ¿No se alegraba de verme?” Claro que no.

-¿Qué haces aquí?

-Quería darte una sorpresa ¿Puedo pasar?

-No…deberías- su rostro estaba desencajado por completo

-Estás ocupado- no fue una pregunta.

-Si, esto, tengo que ir a una reunión está a punto de llegar…eh mi compañera

“¿Tu compañera?” a Alba el corazón le latía como nunca, parecía que iba a desmayarse.

-Si quieres me vuelvo para Madrid, si tanto te molesta que esté aquí- dijo casi sin aliento.

-No, no, verás….

Desde el salón salió una chica rubia de unos 25 años, muy muy atractiva y en ropa interior.

Alba casi se desmaya en ese momento, la fuerte de Alba, la que soportaba todo y más, no podía creer lo que estaba viendo.

Entonces la puerta del ascensor se abrió y otra chica rubia un poco más joven que la anterior entró en el piso con paso firme, subida en unos impresionantes taconazos.

-¡Vaya alguien más se une a la fiesta!

Alba no podía creer lo que estaba viviendo, su chico, el amor de su vida, el único hombre que había amado y que para ella era el hombre perfecto, el marido perfecto, el amante perfecto, la estaba engañando, y no con una chica, no, con 2 y además a la vez, esto debía ser un sueño, una horrible pesadilla.

Dejó la botella de vino y la bolsa de Ralph en el suelo y decidió bajar por la escalera, le faltaba el aire y sentía que se moría, las lágrimas caían por su rostro como las cataratas del Niágara, quizá esperaba que Alex corriera detrás de ella, pero eso no ocurrió, y una punzada de decepción se clavó en su estómago. Se había acabado, para siempre, él nunca la quiso.

Meses después un amigo de la empresa le contó que Alex nunca había dejado de salir con otras chicas mientras estaba con ella, se tendría que desahogar en Barcelona ¿no?

Alex nunca volvió a llamarla, lo que significa que nunca le importo lo más mínimo.

El sonido de la puerta la devolvió al presente y se encontró con la cama empapada por sus lágrimas, se secó como pudo y entró corriendo al baño, necesitaba lavarse la cara.

-¿Estás bien?- gritó Sonia desde el salón

-Si, tranquila- se quitó de la mente todos esos pensamientos y salió.

-Me habías asustado.

Alba no contesto.

-Me he quedado a comer en el trabajo, ¿Qué tal ha ido?

-Tengo el trabajo.

-Oh dios mío es estupendo Alba- Sonia la abrazo como si fueran amigas de toda la vida, de verdad se alegraba por ella.- Veo que lo has celebrado- dijo señalando el montón de bolsas en el suelo junto a la mullida alfombra.

Alba sonrió.

-He quedado esta noche con un inglés buenorrisimo, nos hemos visto ya en varias ocasiones, esta noche cae fijo, así que…

-Te dije que esta noche no estaré aquí, estate tranquila, saldré a cenar, a celebrar mi soltería y mi nuevo trabajo.

-Espera, espera- Sonia salió disparada a la cocina y vertió champagne en unas bonitas copas de cristal- no sé si estará bueno, venía con la casa- las dos empezaron a reír como adolescentes.

-Por la nueva vida

-Por la nueva vida- y chocaron las copas con ánimo.

A las ocho Sonia ya se marchaba, como odiaba Alba el horario guiri “¿Pero esto es hora de cenar?”

Cuando se quedó sola, se metió en la ducha, se arregló el pelo en un moño bien peinado, perfecto, se colocó unos pitillos negros una blusa blanca y unos stiletto negros, preciosos, eran sus zapatos preferidos. Se maquilló con ganas y parecía sacada de una revista del corazón, se veía deslumbrante, si,  iba a cenar sola, patético ¿eh?

Salió a las nueve de casa y estaba lloviendo, para variar, así que cogió un taxi, se lo iba a poder permitir.

Se dirigió a Camdem, al Hi sushi salsa, su restaurante favorito, desde que llegó a Londres no había ido a otro sitio.

Escogió una mesa cerca de la ventana, el local estaba elegantemente decorado, las paredes negras y unas lámparas doradas colgaban del techo, le encantaba sentarse en el suelo, le parecía estar verdaderamente en Japón.

-¿Señorita espera a alguien?- dijo el camarero.

-Vengo sola.- “¿una mujer no puede ser independiente y salir sola a cenar? asco de sociedad”.

Se puso a comer y tranquila se puso a pensar en la de planes que le esperaban en el futuro, ahora que tenía trabajo, no había trabajado en la vida y estaba nerviosa, solo esperaba dar la talla.

Un ruido estruendoso la despertó de sus pensamientos, unos jóvenes de su edad, unos 20 años, entraron en el local a gritos, estaban asombrados con el lujo que desprendía.

Alba no pudo evitar fijarse en uno de ellos, alto, ojos azules y muy rubio, el típico guiri, ya; pero no supo porque, le pareció el chico más guapo que había visto en su vida. Alba allí sentada, así arreglada, parecía que tenía 10 años más que ellos y ellos parecían unos adolescentes, se sentaron en una mesa cercana a ella.

Los cuatro chicos reían, charlaban y comían sushi, divertidos y juveniles.

“Inmaduros” pensó ella.

Iban vestidos “muy de calle” vaqueros ajustaditos, camisetas estampadas, chicos normales de esa edad.

¿Acaso ella no era normal? La verdad es que nunca se había sentido normal, había vivido, quizá demasiado deprisa, quizá demasiado centrada y organizada, ahora se había ido a la aventura y por ahora las cosas no iban tan mal, quizá debía haberlo hecho antes.

El chico rubio la miraba con cara de preocupación, quizá le sorprendía ver una chica como Alba cenar sola, quizá la imaginaba junto a un atractivo chico trajeado.

Alba termino de comer y salió del local, no llovía, así que decidió ir andando a un pub cercano.

Se sentó y pidió un Martini, que sofisticada.

Los hombres del local la miraban y se sintió intimidad así que salió de allí tan rápido como pudo, era temprano para volver a casa “¿Pero que quería Sonia que hiciera? No conocía a nadie, no tenía nadie con quien salir, no tenía donde ir”, ahora que empezara a trabajar debía buscar casa propia. “¿Entonces era definitivo, se quedaba en Londres?”

Se puso a andar por el barrio de Candem, eran las 24:00 y no sabía si era pronto o no para volver, así que decidió pasear, pero ya le dolían los pies con esos “malditos y preciosos stiletto”. Entonces sonó su móvil, tenía una llamada, de él, “Alex” “¿Debía cogerlo?”

Dicen que la curiosidad mató al gato y Alba no se pudo resistir, descolgó el teléfono

-¿Qué?

-Alba ¿Qué tal?-“¿Como que qué tal? Pues nada intentando hacer mi vida decente después de tu puñalada trapera”- ¿No pensabas decirme que te ibas a Londres?- “¿Era eso un reproche?”

-Creo que hace ya unos meses que no te interesa nada de mi vida ¿no te parece Alex?

-Cariño yo… no me armé de valor para hablar contigo, el día que viniste a verme…. Veras tenía planes ¿sabes? No tenías que haberte ido….yo- estaba nervioso. Alba se dio cuenta de lo ingenua que había sido y de repente sin saber cómo, notó una sensación de alivio como si fuera todo eso lo que esperaba escuchar.

-Alex me engañaste durante meses, lo nuestro se ha acabado, mi vida ahora está aquí y…estoy con alguien, he rehecho mi vida aquí y te pediría que no volvieras a llamarme. Nunca, jamás. – colgó. No le gustaba mentir pero tuvo que hacerlo.

Se sintió liberada y por fin Alba se dio cuenta de que ya había terminado, ya no lo amaba.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

3 “Austin”

Cuando llego a casa oyó gemidos desde la puerta “ui ui ui, mal momento”

Decidió quedarse en el rellano un rato, entonces escuchó pasos por la escalera y apareció el, otra vez ese chico del Hi sushi salsa, “¡Madre que tío más guapo! ¿Me ha seguido?” a Alba le entro pánico “un psicópata, ay dios”. El chico se quedó mirándola sorprendido.

-Hola ¿vives aquí? Te vi en el Sushi salsa- le sonrió con una de esas sonrisas perfectas que quitan el hipo. - ¿Tienes algún problema con tus llaves?

-Eh…-Alba se había quedado sin palabras, perdida en esos preciosos ojos azules- Esto, no, eh… Mi amiga, tiene compañía y bueno… estoy esperando a que… ya sabes,- empezó a reír- acaben sus…cosas

Entonces el chico empezó a reír a carcajadas “¿Qué coño te pasa loco? Guiris maleducados”

-Lo siento es que la situación me parece curiosa ¿Quieres pasar?- dijo mientras señalaba la puerta justo al lado de su casa. “¿Desde cuándo tengo vecinos tan sexis y yo ni me entero?”

-No sé si es buena idea

-¿Por qué no?¿Vas a quedarte ahí?, venga que no muerdo- dijo sonriendo

El piso estaba escasamente decorado y con un gusto muy diferente al de Alba, para ella pésimo, posters de Bob Marley y la bandera de Jamaica, “Vaya hippy” le entraron ganas de reír. Una preciosa tabla de surf decoraba la pared principal del salón.

-¿Qué quieres tomar, cerveza?

-Si, está bien.

El chico trajo las cervezas y las puso sobre una mesita en el centro del salón, se sentaron en el suelo en unos cojines que tenía a modo de sofá, parecía que no tenía mucho dinero, y se acababa de mudar.

-Dios soy un maleducado, me llamo Austin

-Yo soy Alba

-¿De dónde eres Alba?

-Española

-Olee

“Madre mía ¿El también?” Alba rio.

-¿Y qué haces en Londres? ¿vacaciones?

-Ojala- sonrió- vine a buscar trabajo

-¿Y ha habido suerte?

-Si, empiezo el lunes en un bufete de abogados del centro- a Austin se le cambio la cara.

-¿Abogada? Ya, si se te ve estiradilla

“¿Hola? Pero este tío es tonto” Alba puso una de esas caras que nunca podía esconder, los ojos le llameaban, hizo amago de irse, pero Austin le agarro la mano, ella le lanzo una mirada de “Suéltame o te mato”

-Perdona, solo era una broma, no quería molestarte- Austin pensó que si se molestaba con esas bromas sí que era tan estirada como parecía.

-Da igual, me voy, es tarde

-Bueno, nos veremos a menudo, somos vecinos- y sonrió de nuevo con esa boca perfecta.

-Adiós.

Alba se encaminó a la puerta, muy seria y salió al rellano sin mirar atrás “¿Pero qué había pasado? Yo seré una estirada pero él es un chulo y un macarra” por un momento se sintió ridícula “Ya no sabía ligar, me estaba volviendo una carca”

Entró en casa al tiempo que el amigo de Sonia se dirigía a la puerta, rubio, alto, con un cuerpo bien tonificado “Pues sí que estaba buenorrisimo, vaya con Sonia, como te lo montas maja”

El chico le sonrió y salió de la casa.

Alba entró sin más y cerró la puerta, Sonia estaba dormida plácidamente en el sofá “Madre, se había ido sin decir nada, menudo cretino”

En su habitación, ya preparada para dormir con su pijama de Adolfo Domínguez, Alba se tumbó mirando al techo y pensando en lo sola, triste y desgraciada que estaba, se durmió.

El lunes Alba comenzaba su jornada laboral, estaba muy nerviosa, pero entusiasmada, se calzo sus stiletto, (sus salvavidas) una falda de lápiz y una blusa gris, con un blazer negro, se ató una cola baja, y ahí estaba ella, ahora sí que aparentaba 10 años más.

Salió con el café en la mano, dedicándole una sonrisa a Sonia que desayunaba a toda prisa.

Cogió el metro hasta el edificio del bufete y allí, la chica de recepción le entrego el cartelito con su nombre, el señor Gómez la acompañó a su despacho y le explico una serie de casos que estaban en marcha.

Ese día transcurrió entre el papeleo inicial y una ensalada a medio día. A las 19:00 de la tarde el trabajo había terminado, en Londres parecía que eran las 23:00 “¡Que depresión!”

Salió despidiéndose de la recepcionista y cogió el metro hasta casa, estaba agotada pero su aspecto seguía impecable. Aunque el trabajo no estaba muy lejos, el metro hacía 8 paradas, que a Alba le parecían 300. En una de ellas apareció Austin, guitarra en mano, llevaba el pelo despeinado, con el flequillo largo, que casi tapaba sus bonitos ojos, llevaba una camiseta de los Rolling Stones “Otra vez este niñato”.

Austin la vio y se acercó a ella, le sonrió.

-Hola Alba, que elegante ¿Cómo ha ido el primer día?

-Bien, mucho papeleo- Alba vislumbro bajo sus espesas pestañas como se le marcaba el torso bajo la camiseta, su brazo bien torneado se agarraba a la baranda del metro.

-Pareces cansada- dijo sonriendo y se dio cuenta que ella no lo hacía- Alba siento lo de ayer, no quise ser un maleducado.

-Lo fuiste- le interrumpió ella con su perfecta sinceridad.

-Lo sé, permíteme compensártelo… ¿Haces algo el viernes?

“Contigo no” pensó pero no quería ser brusca

-Tengo planes

-Ok- Austin agachó la cabeza, se sentía un idiota.

Alba miró para otro lado intentando omitir que él estaba allí, pero su cuerpo lo llamaba a contemplarlo “Joder que bueno esta”

Pasaron 20 minutos sin hablar y cuando bajaron Austin quiso ser divertido:

-Te acompaño a casa- ella aunque no quiso, no pudo evitar reír.

Subieron por el ascensor “¡Por fin arreglado!” La tensión se notaba en el ambiente y el silencio se hacía insoportable, los segundos parecieron horas.

Cuando las puertas se abrieron cada uno se dirigió a su puerta.

-Hasta mañana Alba, descansa

-Gracias, hasta mañana.

“Parece que el chico puede ser educado cuando quiere. Si educación para pillar cacho, seguro que es un experto”

Alba entró en casa y Sonia aún no había llegado “Esta chica trabaja más…” bueno quizá estaba tomando algo por ahí.

Se desnudó y se metió en la ducha, mientras se enjabonaba el pelo, le vino la imagen de Austin, su cuerpo, sus manos agarrándose a la baranda, sus brazos bien torneados y esos ojos esa sonrisa, imagino la boca de Austin rozando la suya, imagino su aliento pegado a su cuello, su lengua recorriendo todos y cada uno de los pliegues de su piel, se sorprendió a ella misma tocándose un pecho con delicadeza “¿Pero qué hago?”

Paró rápidamente. Cuando tenía todo el pelo enjabonado no pudo volver a abrir el grifo “¿Se ha atascado?” comenzó a tirar con fuerza, hasta que se quedó con el grifo en la mano, le entraron ganas de llorar.

Completamente llena de espuma se dirigió al lavabo y se dio cuenta de que tampoco había agua “Nos han cortado el agua” casi se desmaya, el cuerpo le flaqueaba, para Alba aquello era el fin del mundo, este tipo de cosas no cabían en su mundo perfecto. Entonces se le ocurrió la solución, era su única opción “Austin”.

 

 

4 “La cita”

 Austin abrió la puerta tras escuchar sonar el timbre y se sorprendió al ver a Alba, solo con una toalla que dejaba ver sus bonitas y largas piernas, llevaba el pelo mojado y a Austin le pareció preciosa, juvenil, como nunca antes la había visto, sonrió con ternura.

-¿Qué ha pasado, pretendes seducirme?

“Menudo arrogante” pensó Alba

-Nos han cortado el agua o no funcionan las tuberías o no sé qué coño pasa.

-Tranquila dúchate aquí, mirare las tuberías en tu casa.

-¿tú tienes agua?

-Si, acabo de lavar los platos, pasa- dijo mientras con una mano señalaba al interior del piso. La condujo hasta el baño y Alba andaba detrás con sigilo, se estaba helando. – Aquí tienes las toallas… oh que tonterías digo si ya llevas toalla…- el silencio se hizo sepulcral, Austin condujo sus ojos por el cuerpo de Alba con temor, era preciosa, más de lo que él podía imaginar. Alba se quedó sin aliento, el corazón latía a toda prisa ¿Qué le pasaba? Solo le estaba pidiendo un favor a su vecino “Si a tu vecino sexy que no para de mirarte con deseo” dijo la voz de su conciencia- solo tengo gel de baño, no uso nada más.

-Tranquilo solo necesito enjabonarte…digo enjabonarme, digo…enjuagarme- “Metedura de pata en toda regla, claro que deseaba enjabonarte…y más cosas”

-Voy a….tu casa, mirare las tuberías- salió del baño

Alba entró corriendo la ducha, estaba helada, se dio una ducha caliente y salió rápidamente, volvió a colocarse la toalla y salió hacia su piso. Allí estaba Austin, en la cocina, sin camiseta, su espalda perfecta brillaba con las gotas de sudor que caían por él, Alba casi se desmaya, quiso lanzarse hacia el como un león se lanza sobre su presa. Austin se giró y al verla sonrió de esa forma tan sexy.

Alba corrió a su habitación y se vistió con ropa cómoda, pantalones de pijama y una camiseta de tirantas lencera y que no faltaran las zapatillas de conejito. Se acomodó el pelo en un moño alto y se dirigió a la cocina, allí seguía Austin toqueteando aparatitos en la cocina.

-Las tuberías son viejas y están atascadas, será mejor que llaméis mañana al fontanero.

-¿Sabes de fontanería?

-No, solo lo justo para sobrevivir

-Gracias Austin, no sé cómo agradecértelo.

-Invítame a salir- dijo con una amplia sonrisa

Alba se quedó sin palabras y lo miro con la boca abierta.

-No vas a desistir ¿no?

-No suelo rendirme- dijo mirándola a los ojos

-Está bien, te invitare a comer mañana ¿te parece?

-Me encantaría

-Tengo jornada partida, termino a la una, solo tengo una hora así que más vale que engullas- Alba se rio

-E-n-g-u-ll-a-s

Alba empezó a reír como loca

-Déjalo, palabras españolas

Austin sonrió

-Paso a por ti a la una, supongo que no conoces mucho de Londres.

-No, no mucho

-Te llevaré a un sitio que te encantará, aunque pagas tú

-Si, si pago yo…hasta mañana

-Hasta mañana Alba

Austin salió y Alba cerró la puerta “Que momento más intenso ¿Era siempre así?” Alba casi sin respiración se sentó en el sofá, cuando Sonia abrió la puerta y entro en el piso.

-¿Qué pasa?

-Se han atascado las tuberías, he intentado darme una ducha y no salía agua, he acabado en casa de Austin.

-¿Quién es Austin?

-El vecino

-¿Desde cuándo conoces al vecino?- la miró Sonia con una sonrisa picara

-Eh…-no sabía que contestar-  me lo encontré en otro día en el rellano.

-¿Está bueno?

-Sonia para.

-Puedo ir a ducharme yo también

-¡Sonia!- “No tiene remedio”

-¿Te lo has tirado?

-No.

-Vale, vale Santa Teresa de Jesús- rieron- mañana llamare al fontanero.

Tras cenar un poco de pizza y ver un par de pelis de chicas, decidieron irse a la cama.

Alba no podía dejar de pensar en Austin “¿Qué estaba haciendo?” Austin no era el chico que ella buscaba, no era el chico que necesitaba, demasiado joven, demasiado inmaduro…no sabía nada de él excepto su nombre, que vivía en la casa de al lado y que le gustaban los Rolling y Bob Marley.

Se puso a pensar en lo que dirían sus padres “¿Has perdido la cabeza? ¿Qué futuro tienes con ese crio? No te hemos educado para que acabes así” “Pero ¿A dónde estoy llevando las cosas? ¿Es que esto va en serio?” ella sabía lo que Austin buscaba, un rollo, una noche, quizá dos y no volver a saber de él ¿Estaba Alba preparada para algo así? ¿Podía ser tan moderna? Y cavilando y cavilando, se durmió.

A las siete de la mañana sonó el despertador, pero ella levaba despierta ya diez minutos ¿Por qué estaba tan nerviosa? Recordó que no tenía ducha  “¡Genial! Tengo una cita y voy apestando”, pero “¿era eso una cita? No para nada, solo eran amigos” solo iban a ser amigos de eso Alba estaba convencida, pero ella nunca había tenido amigos así, no podía estar segura de lo que pasaría a continuación y eso la tenía intranquila, no controlaba la situación, no sabía que iba a pasar y para ella no tener las cosas bajo control le provocaban ansiedad.

Decidió estrenar una de las blusas que compro el día que le concedieron el trabajo, estaba guapa, se maquillo minuciosamente y lanzo un beso al espejo, segura de sí misma.

Aún le sobraron cinco minutos para tomarse un café mientras leía el periódico de la mañana.

Sonia no le quitaba ojo.

-¿Por qué te has arreglado tanto?

-Eh…por nada, me gusta ir presentable

-Am.

Fin de la conversación.

La mañana transcurrió sin novedades, su jefe ya le había asignado un caso ¡Su primer caso! Y estaba muy atenta en el trabajo, casi no se había dado cuenta de que era la hora de comer.

Salió pitando del edificio y vio a Austin parado en la acera, vestido con una camisa de cuadros roja y azul y unos pitillos que le quedaban de infarto, estaba guapísimo, más guapo que nunca.

Austin no aparto los ojos de Alba, le miraba con absoluta devoción, de arriba abajo, le faltaba que se le cayera la baba.

-Hola preciosa.

-Hola Austin

-¿Preparada para comer?

Cogieron el metro hasta el barrio de Tooting, al suroeste de la ciudad, famoso por los restaurantes de comida hindú bueno y barato o eso le había dicho Austin.

Pararon en un pequeño restaurante, sofisticado, exóticamente decorado, con lámparas preciosas y un olor muy rico a especias.

Se sentaron junto a la ventana.

-¿Te gusta?

-Me encanta- dijo Alba ilusionada

-¿Has probado la comida hindú?

-No, nunca.

-Cuando te conocí comías sushi, supuse que te gusta probar comidas de distintos países, suelo venir aquí con mis amigos, el sitio esta genial.

-¿Que querrán tomar?- dijo acercándose el camarero

-Las señoritas primero

-Elige tú, yo no tengo ni idea.

Comieron uttapam, una especie de  pizza india, pollo tandori y unas verduras salteadas riquísimas.

La conversación era amena, Austin le contó que él había nacido en un pequeño pueblo de Inglaterra y sus padres se separaron cuando él tenía seis años, con 16 se vino a vivir a Londres solo, al principio fue difícil pero fue acostumbrándose y se alegraba mucho de su independencia.

-¿Por qué te independizaste tan pronto?

-La situación con mi madre no era buena

-¿Cuántos años tienes Austin?

-22

-¿22?

-Si ¿y tú?

-22

-Joder hubiera jurado que tenías casi 30

-Gracias eh- dijo con sarcasmo

-No, no lo digo por eso, es que… pareces una chica muy madura y centrada, que sabe lo que quiere, no arriesgas si no lo crees necesario.

-Bueno, así soy.

-Además eres joven, y ya trabajas en un bufete de abogados, cuando tengas 40 años estarás hartísima de esto.

-Me gusta derecho y es lo que busco, una estabilidad de por vida.

-¿No piensas volver a España?

-No

-¿Por qué?

-Estoy haciendo mi vida aquí y no voy a volver atrás.

Siguieron comiendo en silencio, de vez en cuando se miraban a los ojos como dos adolescentes que salen por primera vez.

-¿Esto es una cita?

-No sé, dímelo tu Alba ¿Quieres que lo sea?

“Contigo lo quiero todo”

-No, que va, somos dos amigos que salen a comer.

-Perfecto, dos amigos que salen a comer.

Cuando salieron del restaurante había empezado a llover, Austin no llevaba paraguas y maldijo por lo bajo. Alba metió la mano en su bolso y sacó un paraguas plegado, se metieron bajo el paraguas y anduvieron hasta la estación de metro más cercana, la cercanía con Austin y su olor le nublaban la mente, quería llevarlo a su cama en ese mismo momento.

En el metro estuvieron de pie y en silencio hasta que llegaron al edificio donde trabajaba Alba. Austin debía seguir el camino hasta su casa.

-Bueno gracias por la comida, ha estado genial.

-Has invitado tú.- sonrió Austin volviéndola aún más loca.

Alba agachó la cabeza y entro en el edificio, cuando subía las escaleras se giró y vio a Austin todavía parado observándola.

-¿Repetiremos verdad? Ahora quien me debe una comida eres tú.

-¿Qué te parece una cena?- Alba sonrió

-El viernes- Austin sonrió y se perdió entre el gentío, llevando en su mente ese olor de Alba a perfume que debía ser sin ninguna duda sumamente caro.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

5 “El paso”

Austin se despertó al día siguiente sin ningún ánimo, alargo el brazo para coger el paquete de cigarrillos en el filo de lo que él consideraba su “mesita de noche”, más bien una montaña de cajas de zapatos, aún tumbado en la cama se encendió el cigarrillo y dio una calada profunda “Alba”, su mente volaba a mil por hora en busca de alguna explicación, alguna pista, que le dijera porque no podía quitarse a esa chica de la cabeza. Era guapa y atractiva, muy atractiva, adoraba su sonrisa, su pelo, su olor…la deseaba, como un niño que desea un juguete nuevo para navidad.

Austin no era el tipo de chico que había tenido relaciones serias, alguna que otra chica, algún que otro fin de semana, pero nada especial, nada que le hiciera vibrar por dentro como lo hacía Alba.

Alba era muy diferente a él, demasiado cuadriculada, demasiado cerrada, veía en ella el miedo a experiencias nuevas, estaba acomodada en una rutina, en lo correcto y eso a él le llamaba aún más la atención, quería descubrirle el mundo, quería abrirle los ojos a la vida, se lo planteó quizás como un reto. Tenían que guardar un poco las distancias, no quería que ella huyera, pero la verdad es que en su cabeza ya no había distancia que guardar.

Se levantó de la cama y se encaminó a la cocina, nevera vacía para variar, se tomó un café cortado, sin azúcar y se encaminó al trabajo.

Alba se despertó con ganas de dormir un poco más, alargó el brazo, en busca de alguien a su lado, no, no había nadie, nunca lo había habido, solo Alex en contadas ocasiones. Le vino a la mente Austin y el día anterior, “Como me sorprende este chico” Austin tenía un toque de misterio que a ella le encantaba, quería preguntarle tantas cosas, quería conocerlo, conocerlo de verdad y lo deseaba, lo deseaba tanto. Alba nunca pensó que un chico así podría llamar su atención, pero lo hacía, y mucho.

Se levantó y fue a la ducha.

En el trabajo Alba se estaba empezando a hartar de la exigencias de su jefe, parecía que la observaba para regañarla a todas horas “No vayas por ahí” “Eso no es así” “Debes tener más cuidado” “Bla, bla, bla…Soy nueva pero no idiota”. Borja, su jefe era el típico “guapo-gilipollas del instituto”, le ponía realmente de los nervios solo tenerlo cerca y lo que más nerviosa le ponía era esa habilidad para ser el centro del mundo y además saberlo.

A la hora de comer quiso escapar, quiso ver a Austin, pero pensó que lo asustaría, no parecía de ese tipo de chicos que están pegados a su novia todo el día “¿novia?” A Alba le entró pánico no paraba de repetir en su cabeza “nos estamos conociendo, solo nos estamos conociendo ¿Pero había algo más?”

Austin llegó a casa y encendió el portátil, la empresa había aceptado sus fotografías, estaba emocionado, el sábado daría una exposición en casa de un amigo y aún no había dicho nada a Alba “¿debía hacerlo?” si, sin duda lo haría.

Mientras se encendía un cigarrillo cogió su guitarra “Rita” la llamaba, se la regaló su padre a los cuatro años y madre mía que maravilla de guitarra, ya había tenido algunos arreglos pero seguía sonando igual que el primer día, perdido en las notas musicales se dejó llevar.

Londres, el bullicio de gente, era viernes por la mañana pero eso para un británico no importaba, iban con prisa hasta los domingos.

Alba se despertó con una punzada de nerviosismo en el estómago “Volvería a verlo”

El día transcurrió sin novedades, papeleo, demandas y demás. Y su jefe para variar atosigándola “¿Cómo iba a aguantar así? ¿20,40 años? Ni de coña” a la una la llamo su madre

-Hija Ay que ver que nunca coges el teléfono.

-Mama estoy trabajando

-Si, si, bueno… ¿Cómo estás?

-Bien

-¿Te pasa algo?

-No nada mama, mucho trabajo, la situación es difícil…os echo de menos

-Oh cariño… ¿Cuándo vendrás a vernos?

-Cuando pueda….quizás en navidad

-¿En navidad? ¿No puede ser antes?

-Mama tengo trabajo, después te llamo

-Vale hija, cuídate.

Cuando  su madre colgó, Alba se sintió aliviada,  “Que pesada”  para variar su madre tenía que controlarlo todo. La verdad es que estaba a gusto en Londres, aunque el trabajo la estaba atosigando, también estaba ilusionada y quería tiempo para conocer a Austin, si les hablara a sus padres de él, fijo la desheredarían.

A las ocho Austin estaba en la puerta como un reloj, se había arreglado, incluso le había comprado unas flores, Alba se quedó sin palabras al verlo en el umbral con una camisa lisa azul marino, unos pantalones chinos negros y guapísimo, realmente guapo.

Alba había elegido el clásico “Little black dress” con escote en forma de corazón y sus stilletto salvavidas, se pintó los labios de rojo “Rusian Red de Mac” su favorito y con una sonrisa de oreja a oreja lo recibió en la puerta.

Austin se sonrojó al verla tan guapa y le entrego las flores que había comprado una hora antes en la floristería, no eran flores caras, margaritas violetas, pero a Alba le dio igual, nunca antes le habían regalado flores.

-Oh no tenías por qué.

-Estas preciosa- dijo sin apartar sus ojos de ella

-Gracias, tú también estás que te sales- sin poder controlarlo sus ojos resbalaron por el cuerpo de Austin lentamente- pasa, pondré las flores en un jarrón

Austin se fijó en el piso, muy minimalista, muebles blancos y escasos, “sin gracia” pensó él.

-¿Quieres una copa?

-Claro

Alba sacó una botella de vino que había comprado la tarde anterior, para variar todo estaba planeado.

-¿Cómo ha ido la semana?

-Pues bien, aceptaron mis fotografías, para una revista cultural y el sábado celebro una exposición en casa de mi amigo Jake, quería preguntarte….si te gustaría venir.

-¿eres fotógrafo?

-Si

-Vaya creí que te dedicarías no se…a tocar en el metro….algo así- los dos se echaron a reír.

-¡Alba por dios! Toco…pero no el metro- ella sonrió y bajó la vista hasta su copa- no me has contestado si quieres venir

-Claro, me encantaría- Alba dudo un momento y pregunto sin dejar de mirar la copa- ¿Cómo tu acompañante?

-Como lo que tú quieras

Tras unos segundos de silencio Alba se levantó

-¿Nos vamos?

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