Alba

Alba


1 “El comienzo”

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-Pues todo bien, ya tenemos prácticamente todo, el sitio de la ceremonia, el catering, la música, la decoración…- Alba sonrió tristemente y siguió mirando al suelo mientras hacía girar su anillo de compromiso sobre el dedo

-Eso es genial ¿no?- Alba asintió y su amiga la tomó de la mano- ¿Estas segura de esto Alba?- Alba negó con la cabeza y apretó los labios conteniendo las lágrimas- nadie te está obligando Alba, un matrimonio es una cosa seria…

-Estoy bien, supongo que son las dudas típicas de toda novia antes de la boda…

-¿Me ves cara de gilipollas?- dijo Sonia levantando las cejas

-No puedo echarme para atrás ahora Sonia, tengo que seguir para adelante con lo que elegí en su día…

-Alba- Sonia volvió a tomar su mano entre las de ella- las personas tomamos decisiones que no siempre son las correctas, si piensas que te equivocaste en elegir a Borja todavía estas a tiempo de cambiarlo…- “Que filosófica se ponía Sonia cuando quería” Alba aún recordaba aquel día en el que decidieron irse a vivir juntas, había pasado ya casi un año y Sonia se había convertido para ella en la hermana que nunca había tenido.

-Gracias por todo Sonia, si no fuera por ti tendría que pagarme un psicólogo- las dos se echaron a reír

-¿Y el vestido?

-¿Qué?

-El vestido de novia ¿Ya lo tienes?

-No

-¿No?

-No- Alba entrecerró los ojos- he ido a todas las tiendas habidas y por haber en Madrid y no hay nada que me convenza, no me queda otra que ir a un par de tiendas por aquí y elegir algo

-Bueno iré contigo- Alba asintió

-Me tengo que ir, te traeré la invitación la semana que viene- se dieron dos sonoros besos y Alba salió por la puerta.

En el pasillo se paró frente al ascensor mirando hacia la puerta de Austin, desechó de inmediato la idea de hacerle una visita, “¿Qué iba a decirle? Eh ¿Qué tal todo, me echabas de menos? No”

Cuando llegó a casa empezó a ordenar algunas cosas suyas que había dejado en casa de Sonia y que esta se había encargado de meter en una caja, algunos libros, Cd’s y papeles, al fondo de la caja apareció aquella fotografía de las tortugas que compró a Austin en aquella exposición, miles de recuerdos bombardearon su mente, como Austin la agarraba la cintura, como se besaron en la puerta antes de entrar, su primer beso, recordó los celos que sintió de la tal Violetta y sonrió, parecía que habían pasado décadas de todo eso y sin saber exactamente por qué decidió que esa fotografía la colocaría en el salón.

Cuando Borja llegó de trabajar se fijó en ella

-¿De dónde has sacado esa foto?

-La compré hace un tiempo a un viejo amigo y la tenía guardada en casa de Sonia, pensé que quedaría bien el salón

-No le veo mucho sentido, pero si a ti te gusta…

-Son tortugas bebes, recién nacidas, acompañadas de su madre hacia el mar…

-Umm- “¡Señoras y señores con todos vosotros Míster Simpatía!”- Vamos a cenar anda y ponte a pensar en cosas más importantes, que aún queda mucho por hacer.

Cenaron sentados en la mesa del salón, en silencio, y esa noche hicieron el amor, como lo hacían todo últimamente, por compromiso.

 

 

 

 

40 “Me destrocé el alma una vez más”

No sabía cuántos días habían pasado desde que Alba se había ido, había salido por aquella puerta y sabía que posiblemente no la volvería a ver, debía hacer algo, debía dejar de pensar en el color de sus mejillas cuando se desayunaban a besos, de su pelo alborotado enredado entre las sabanas, de sus ojos verdes que se le clavaban en las entrañas.

“Alba y yo” Siempre se encontraban en algún punto de sus vidas, “En mi caída y en su ascenso, daba igual que subiéramos o bajáramos, lo importante era que en algún punto del camino, aunque fuera breve, nos volveríamos a encontrar”.

Habían pasado por muchos momentos, por altibajos, Austin era de los que quería en silencio, de los que se va sin despedirse “Supongo que como Alba…” ¿Debía dejarla ir? ¿Debía pasar página, empezar de cero, dejar de chocarse contra el muro?

Estar con Alba era una oportunidad que no quería dejar escapar, una oportunidad que ya no le pertenecía pero que no quería que nadie más aprovechara.

Después de horas tumbado en la cama mirando el techo, sonó el despertador, las siete de la mañana, se dirigía al trabajo cámara en mano. No recordaba la última vez que se había llevado algo de comida a la boca, no recordaba la última vez que se había mirado al espejo sin odiar su reflejo, no recordaba la última vez que alguien se le había metido tan adentro, tanto como para perderlo todo, como para vivir sin vida, Austin había pulsado el “pause”, andaba por la vida sin andar, se había convertido en una de esas personas que viven sin motivaciones, sin aspiraciones, había dejado de tener sentido incluso su existencia.

Se había permitido estar triste, estar roto, dejar de ser la persona alegre que todos querían, no hablar con nadie, dejar que su corazón llorara hasta secarse, ser terriblemente humano.

Y sentado en silencio, pensándola a gritos, en las ganas de buscarla y la falta de motivos para hacerlo, porque la herida no cerraba y es que la sutura estaba hecha de puntos suspensivos…

Salió de casa a trompicones para ir a trabajar y dobló la esquina en una de las calles cuando se encontró frente por frente con la persona que más odiaba y envidiaba a la vez. Este le lanzó una mirada desafiante y se acercó a él.

-Austin…

-Borja…- ambos se habían visto alguna vez de refilón.

-¿Qué tal? No sabía que habíais vuelto… - la tensión tenía nombres y apellidos

-Sí, estamos terminando de planear la boda

-No tuve la ocasión de darte la enhorabuena- Borja asintió y Austin lo esquivó para continuar andando

-¡¿Me ves cara de idiota?!- le gritó desde varios metros de distancia cuando este le dio la espalda. Austin se giró y lo miró lleno de rabia “¿Me está desafiando?”- Sé que piensa en ti, sé que ella te ama…- Borja tragó saliva, conteniendo su rabia- te pido que te mantengas al margen, haré que se olvide de ti…- Austin levantó las dos manos y dio un paso para atrás

-No puedes obligar a alguien a amarte, dime una cosa ¿Piensas que la has visto desnuda porque le has quitado la ropa? Cuéntame acerca de sus sueños, cuéntame que le rompe el corazón, que la apasiona, que la hace llorar, cuéntame acerca de su niñez… No sabes nada de ella y firmar un papel y llevar un anillo en el dedo jamás hará que te llegue a amar como me ama a mí- Borja le propinó un puñetazo en la mandíbula que lo tiró al suelo del impacto, varias personas se acercaron a separarlos y a atender a Austin, luego Borja desapareció entre la multitud.

 

-¿Cómo se te ocurre Austin?- Sonia siguió limpiándole la herida con un algodón húmedo

-Me estaba tocando los cojones

-Y mira que eres cabezón… ¿Quieres meterte en un lio o qué?- Sonia agitó la cabeza sacando su lado maternal que le salía a veces

-¡Que me la suda! No voy a permitir que Alba la cague de esta manera y tu deberías hacer algo, eres su amiga

-Yo no puedo hacer nada Austin, es su decisión

-No puede casarse con  alguien que no ama

-¿Cómo estas tan seguro de eso?- Austin almacenó las respuestas en su cabeza y lo cerro con llave “Pues porque me hizo el amor a mí, porque volvió a buscarme cuando lo necesitaba… ¿Alba me había utilizado?”

-No está feliz

-Bueno ahí tienes razón… pero nosotros no podemos a hacer nada, te lo vuelvo a repetir- Sonia respiró profundamente- es su decisión y tenemos que respetarla por mucho que nos duela- Austin puso los ojos en blanco- Dime una cosa, la sigues amando ¿verdad?- el silencio invadió la habitación, no quería pensarlo, no quería pensar que todavía la amaba, que todavía pensaba en ella, que se removía por dentro de rabia al saber que era de otro, que nunca más sería suya

-Tengo que irme

-Cuídate- Sonia le dio un abrazo fraternal- y no hagas ninguna tontería- Austin la atravesó con la mirada y desapareció tras la puerta.

 

-¿Has ordenado los papeles que te pedí?

-Si aquí los tienes- dieron tres toquecitos educados en la puerta

-¿Señorita Ramírez?

-Si, dígame

-Esto es para usted- dijo la chica rubia entregándole una pequeña carta doblada minuciosamente; con el corazón desbocado,  Alba salió del despacho sin dirigirle una mirada más a Borja, se sentó en el sillón junto a su mesa y comenzó a leer.

El timbre sonó despertándole de una pesadilla, se levantó sobresaltado y aturdido, miro el reloj, eran las 12 de la noche, Austin se había vuelto a dormir con una botella en la mano y eso empezaba a preocuparle, abrió la puerta sigilosamente “Alba” con sus mejillas sonrosadas y su pelo alborotado, Alba antes y después de hacer el amor, Alba bailando descontrolada, Alba riendo, Alba soñando y la Alba fría, distante, enfadada, la Alba que ahora se paraba frente a él con una carta en la mano, con los ojos desbordados, con el corazón en un puño, Alba con sus peros, sus inconvenientes, sus “No puedo”, Alba, “Simplemente Alba”.

-¿A qué cojones viene esto?

-¿Quieres pasar?

-No

-¿Entonces qué haces aquí?

-No quiero que vuelvas a meterte en mi vida, y menos así…

-Pasa y hablamos

-No

-Albaa…- puso los ojos en blanco. Alba se cruzó de brazos enfurruñada- Esta bien, si no quieres pasar- Austin hizo el amago de cerrar la puerta y Alba le paró con la mano

-Vale, entraré, pero solo para que me expliques que significa esto- dijo alzando la carta en su mano- Austin asintió y los dos se adentraron en el piso.

-¿Quieres tomar algo?

-Esto no es una charla en plan amigos Austin- se sentaron en la alfombra, aquella alfombra en la que tantas veces habían retozado juntos y que ahora les tentaba a sobremanera

-¿No te espera tu marido en casa?

-No tengo por qué contestarte a eso- Austin soltó una risa irónica y bebió de su lata de cerveza- ¿Qué significa esto?

-¿No te ha quedado claro? Te recordaba más inteligente- La estaba desafiando y Alba estaba a punto de saltar por las nubes- Léela en voz alta

-¿Qué? No voy a hacer eso- dijo frunciendo el ceño

-Está bien, lo haré yo- y le arrebató la carta de las manos- “Alba, No pretendo que con esto que te voy a decir cambies lo que piensas, ni lo que tienes decidido, hoy quiero aborte mi corazón, quizá por primera vez, por primera vez de verdad y sin tapujos. Fuimos una historia, quizá larga o quizás no, nuestra historia se resume en distancia, distancia no física, sino emocional. No se será hoy o mañana pero pronto tendremos que decirnos adiós, aunque duela y el mundo se nos venga encima, aunque me extrañes en las madrugadas, aunque en nuestros corazones nos acompañemos siempre. Éramos tan distintos, tan opuestos, tan ajenos, y ahí estaba la conexión, en nuestra multitud de no coincidencias. Sé que no soy una persona normal, que vivo acariciando la locura, que tengo innumerables defectos, pero no quiero a otra persona, te quiero a ti, con tus errores o como sea, pero te quiero a ti”- el silencio se apoderó de sus corazones y Alba con la cara entre las manos comenzó a llorar, como si le estuvieran desgarrando el alma.

-Lo único que lograremos- agregó con voz lastimada- es lastimarnos cruelmente una vez más.

Austin le acarició la cara con la yema de los dedos, y con suavidad recogió cada lágrima que derramaban sus ojos con los labios, por sus mejillas, por su barbilla, en la punta de su nariz… Alba cerró los ojos y echó la cabeza hacia atrás, Austin siguió su camino, besándole el cuello y subiendo de nuevo hasta su barbilla para rozar sus labios suavemente.

-¿Qué te ha pasado?- dijo Alba acariciando la herida que llevaba en su barbilla

-Hoy me he ganado un buen puñetazo- se le escapó una sonrisa entre dientes y se besaron dulcemente, con cuidado, Austin le acariciaba el pelo con la mano, mientras se entregaba a su boca una vez más.- ¿Cuándo te vas?

-Dentro de tres semanas

-Déjame aprovechar el tiempo que nos quedé, te prometo que haré que cambies de opinión

-No Austin, no podemos hacer esto…

-¿Por qué?

-Porque si lo hacemos cambiaré de opinión- dijo mirándole a los ojos, llenos de brillo y de dolor.

 Alba se levantó temblorosa y se dirigió a la puerta, Austin se levantó rápidamente para alcanzarla.

-No te vayas- dijo agarrándola de la muñeca

-No lo hagas más difícil

Y sin más atravesó la puerta para no volver jamás. Salió a la calle, llovía y no llevaba paraguas, recordó que se lo había dejado en la oficina. Fue corriendo hasta un taxi y llegó a casa de Borja rápidamente, estaba empapada, Borja dormía plácidamente, tal y como lo había dejado.

Se metió en el baño y mientras el agua se derramaba por su cuerpo y por su alma comenzó a llorar. Quería gritar y destrozarlo todo, pero en vez de eso, se quedó callada “Y me destrocé el alma una vez más”.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

41 “El vestido”

El teléfono sonó mientras desayunaba un croissant y un té verde con miel

-Hola mamá

-Hola cariño ¿Qué tal? ¿Estás nerviosa?

-No mucho la verdad

-Te noto apagada ¿Estás bien?

-Si, preocupada

-Eso es normal, pero verás que todo va sobre ruedas, Borja es un buen hombre

-Si, lo es…

-Estoy segura de que pronto me daréis muchos nietos

-Mamaa… relaja

-Vale, vale- su madre se echó a reír- solo queda un mes para la boda ¡Necesitas un vestido!

-Si mama, esta tarde iré con mi amiga Sonia a algunas boutiques, ya hemos cogido cita

-Perfecto

-Bueno mamá, te dejo que tengo trabajo

-Un momento

-Dime

-¿Estás segura que te quieres casar?

-Sí, claro mama ¿Cómo no voy a estar segura?- “Mec, detector de mentiras activado”

-Un matrimonio es una cosa muy seria Alba

-Si mamá, lo sé, te dejo que tengo trabajo, adiós

-Adiós…

“¿Por qué todo el mundo tenía que preguntar eso?” Estaba segura, segura de que cuando la boda pasara todo iría a mejor, olvidaría a Austin y se acostumbraría a una vida tranquila y monótona junto a Borja, todo iría bien “¿o no?”.

A las 18:00 Sonia la esperaba en la puerta de una de las boutiques de novias más famosas de Londres, se saludaron con dos besos y se adentraron en la tienda como si las estuvieran levando al matadero. “Demasiado simple, demasiado recargado, demasiado liso, demasiado…DEMASIADO” Ninguno era el suyo…

-Creo que me llevo este- el vestido era sencillo, en color blanco roto, escote palabra de honor y una larga cola, en la cintura llevaba un broche de pedrería plateada- es el que más me ha gustado

-Estas muy guapa

Alba se miró de arriba abajo reflejada en el gran espejo que tenía frente a ella, la dependienta sonreía falsamente observando desde detrás.

-Te queda fenomenal y es de los últimos modelos que nos han llegado, si te lo llevas ahora tendrás un descuento del 10% en…

-Me lo llevo- llenó sus pulmones de todo el aire que pudo y se miró reflejada por última vez, así sería como iría hasta el altar. Echó la cortina para desvestirse tras ella.

-¿Estás segura Alba? No te veo del todo convencida

-No es el vestido de mis sueños ¿Qué quieres que te diga? Pero tengo que decidirme por algo ya.

-Podrá recogerlo la semana que viene cuando esté arreglado

-Gracias por todo- se dieron la mano educadamente y salieron a la calle

-¿Otra vez lloviendo?- dijo Sonia mientras intentaba abrir su pequeño paraguas de mano- Me voy corriendo que no llego al trabajo, nos vemos- Y Sonia desapareció entre la lluvia

Alba caminó con paso tranquilo hasta su casa, una vez allí se sentó frente al ordenador para terminar de enviar algunas invitaciones, hizo algunas llamadas telefónicas para concretar los últimos preparativos y se estiró sentada en el sillón del escritorio, no sabía cuántas horas llevaba ahí sentada, se había tomado la boda casi como una obligación y eso le había hecho concentrarse “sin distracciones”.

En ese momento sonó su teléfono, su madre le había enviado una foto, era un dibujo que había hecho cuando tenía unos quince años, era ella misma vestida de novia, era su vestido, las lágrimas empezaron a rodar por su rostro y se tapó la boca para no sollozar. Era un vestido único, siempre soñó con diseñarlo ella misma y poder llevarlo el día de su boda, ahora ese sueño parecía demasiado lejano, para nada se parecía al vestido que Alba iba a llevar.

“Mira lo que he encontrado ordenando tus cosas, ¡Que creativa eras ¿eh?!

Espero que haya ido bien la búsqueda del vestido.

Te quiere, Mamá.”

Alba apagó el móvil y fue a darse una ducha fría para no pensar.

Borja llegó a las diez de la noche y se dio una ducha mientras Alba terminaba de preparar la cena, pescado al horno con verduras, se sentaron alrededor de la mesa del salón con una copa de vino blanco.

-Ya tengo el vestido

-Eso es un gran paso- contestó Borja sin apartar los ojos de su Tablet

-También he terminado de cerrar lo del catering y he enviado las invitaciones que faltaban

-Me alegro

Alba se levantó y empezó a recoger la mesa

-¿Quieres algo de postres?

-No gracias

Alba volvió al salón y sacó su neceser del bolso para dejarlo en la habitación. Borja despertó de su embelesamiento electrónico al escuchar el ruidito de un papel cayendo sobre el suelo, un papel arrugado que parecía ser una carta, se lo metió rápidamente en el bolsillo del pantalón

-¿Vienes a la cama?- le dijo Alba sorprendiéndolo por detrás

-Si ahora voy

Y ese ahora voy se convirtió en horas sentado delante de una carta arrugada, firmada por Austin.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

42

Quedaba una semana para la boda, el trabajo, la rutina, habían mantenido la mente de Alba despejada, al menos a ratos, intentaba pensar en su futura vida de casada y en lo feliz que sería con Borja “Porque lo iba a ser”. Cogerían el avión al día siguiente, Sonia había ido a su casa para ayudarla a preparar las maletas, cosa en la que Alba no era muy experta, ya que siempre llevaba de más. Estaba nerviosa, corría de un lado para otro tirando cosas en la maleta y con el tercer café en la mano.

-¿Te quieres tranquilizar?

-Eso intento

-Pues suelta el café- le dijo Sonia quitándole la taza de un tirón. Alba se desplomó en la silla de la habitación con las manos en la cara- Necesitas tranquilizarte

-Tengo que despedirme de él

-¿Qué?

-Que tengo que despedirme de Austin- Sonia ni siquiera la miró

-Haz lo que tengas que hacer

-Quiero que le des esto- y le dio en la mano una carta doblada en un sofisticado sobre

-No puedo hacer eso

-Dáselo tu… por favor- Sonia miró la carta y se la guardó en la chaqueta

A las ocho de la tarde las maletas estaban listas, solo le quedaba intentar descansar, pero no podía parar de pensar que diría Austin al ver la carta, si la habría leído ya, si le habría vuelto a partir el alma…

El timbre sonó y le despertó de la penumbra en la que se sumía, se dirigió a abrir la puerta cigarro en mano.

-Sonia

-Vengo a traerte algo, es de parte de Alba- Sonia alargó su delgado bracito y le tendió la carta. Austin no dijo nada y simplemente la cogió

-Está decidida a irse- Sonia asintió y sin más se dio la vuelta y se fue.

Austin se sentó en el suelo con una botella de cerveza y un paquete de cigarrillos en la mano “Esto promete” se dijo a si mismo con sarcasmo, y comenzó a leer:

“Austin, no puedo cambiar de opinión, no ahora, llámame cobarde o lo que sea para sentirte bien, sé que me odiarás por esto el resto de nuestras vidas, pero de eso se trata ¿no? De dejar de hacernos daño, de darnos a ambos una oportunidad mejor que todo esto, hasta siempre. A”

Encendió el mechero y la carta empezó a perderse entre las llamas. Había llegado el momento, se había ido, “Ahora si muchacho, no te queda nada que hacer”, entre gritos de rabia y angustia se tumbó en el suelo a desahogar su alma quizás, a perderse o a encontrarse a hacerse a la idea de que todo había acabado “Por fin todo había acabado”.

El despertador sonó a las seis de la mañana, un taxi los esperaba en la puerta para llevarlos hasta el aeropuerto, agarrados de la mano, se montaron el taxi, dejando atrás el Alba y Borja, para ser el “nosotros”.

El despertador sonó a las seis de la mañana, no sabía si en realidad había dormido, metió en su mochila rápidamente lo que necesitaba, y con la guitarra a la espalda, empezó a conducir su moto, dejando de ser Alba y Austin para empezar a ser “Austin”.

Alba miraba por la ventanilla del avión, miraba como atravesaban las nubes, sobrevolaba los océanos, cerró los ojos y echó la cabeza hacia atrás, intentando disminuir la presión sobre su pecho.

Dicen que los amores imposibles son los más intensos, aunque a veces somos nosotros mismos los que los hacemos imposibles, “Me monté en ese avión dispuesta a olvidarte Austin”, con el corazón en la mano, decidida a vivir de realidades y no de mentiras “Iba a casarme con Borja” Dejando atrás todo, “Lo nuestro. Porque en el fondo sabemos que esto, no lo merecemos”.

“Que verdad es que quien juega con fuego se quema, yo me había quemado hasta las pestañas”.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Epilogo

Resbalo el blanco vestido sobre mi piel, vuelvo a mirarme en el espejo, parezco decente, la maquilladora ha sabido tapar mis ojeras, llevo el pelo recogido hacia atrás, no me favorece, pero es elegante, dos pendientes con pequeños diamantes azules cuelgan de mis orejas, son de mi madre y son preciosos.

Mi madre me abrocha el vestido

-Estas lista

Me vuelvo a mirar y trago saliva, suena mi móvil y pego un respingo, ¿Quién será?, en la pantalla aparece el nombre de John, dudo, pero finalmente lo cojo

-¿Sí?

-Alba…- Cuando me la noticia, se me para el mundo, el suelo deja de existir bajo mis pies, me derrumbo.

Me tapo la boca con la mano y el móvil cae al suelo partiendo la pantalla en mil pedazos.

…………………………………………………………………………………………………………………………………………………

Me adentro en el mar, no puedo pensar en otra cosa que en el sonido de las olas, el agua esta fría, pero mi piel casi no lo nota, no me importa nada, no hay nada que me ate a esta vida ni a la siguiente, no hay nada de lo que me tenga que preocupar.

El mar está picado, me adentro en el con dificultad, las olas me cubren en más de una ocasión, oigo voces, me llaman, pero los ignoro, me subo a la tabla esperando el momento perfecto, me deslizo con suavidad impulsándome con las manos, remando, intento estabilizarme, es complicado cuando el mar está así, consigo ponerme de pie, las olas me llevan a su propio ritmo, lo estoy consiguiendo, me dejo llevar en su agotador vaivén, recuerdo lo que todos me han dicho “No te metas en el mar, no hoy, el mar está complicado, es peligroso” sigue dándome igual, una ola me sorprende por la derecha pero la esquivo como yo sé hacerlo, levanto los pies de la tabla y doy una vuelta de 90º, me agacho, observo desde ahí el mar, su agitación.

Una ola me atrapa desde atrás, no veo nada, solo oscuridad, intento subir a la superficie, algo me atrapa, es el mar, me absorbe, me lleva, intento salir pero no puedo, llego a la superficie cogiendo una gran bocanada de aire para hundirme de nuevo, intento salir, necesito salir, me duele el pecho, el agua esta helada, siento mil cuchillos clavándose en mi cuerpo, se me hielan los huesos, quiero salir, mi respiración es lenta y dolorosa, oigo voces, gritos, alguien me llama.

Mi tabla ¿Dónde está mi tabla?, subo a la superficie y  eso me permite tomar unos segundos más de aire, se me llenan los pulmones de agua, lo noto, tengo la boca salada, ya no puedo abrir los ojos, escuece, dejo de sentir mi cuerpo, todo se hace blando, noto una especie de calambre que llega hasta mi cabeza, hasta la nuca, todo está oscuro, cada vez más, veo una luz, es ella, como una visión angelical, sonríe y me coge de la mano, corremos por un largo prado, sus ojos verdes, su melena castaña, lleva los labios pintados de rojo, me coge de la mano, ella, mi Alba, mi Alba, ella…

La oscuridad me está atrapando, ya no puedo pensar ¿Cuánto tiempo llevo así?, me agarran por el brazo y tiran de mí, justo cuando me sumerjo en la oscuridad total, oscuridad, oscuridad…

 

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