Alba

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1 “El comienzo”

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1 “El comienzo”

Alba se despertó aquella mañana, mientras las gotas de lluvia resbalaban por el pequeño ventanal de su nueva habitación. Hacía tres semanas que  estaba el Londres y a ella le parecía que habían pasado años. Para colmo, se levantó pensando en él, en Alex.

Había ido a Londres “A perfeccionar el idioma, a encontrar un buen trabajo, ya sabéis como está la cosa en España” al menos eso había dicho a sus padres, aunque la realidad había sido otra.

Se levantó de la cama con paso tembloroso y aturdida por el sueño y el recuerdo del perfume de Alex en su cabeza, oyó el grifo de la ducha, “¡Mierda!” Sonia se había adelantado, “es lo malo de compartir piso”, pensó.

La situación que vivía ahora ciertamente nunca había estado en sus planes, tenía 22 años pero siempre había aparentado 10 años más. Su vida estaba planificada desde el detalle más insignificante como tomar un café por la mañana, hasta los detalles más importantes como encontrar un buen trabajo, casarse a los 25, tener un hijo a los 27 y otro a los 30, así era ella, todos la tachaban de cuadriculada y perfeccionista. Cuando Alba aviso de que se iba a Londres fue una sorpresa para todos, ella tenía unas ideas sobre dejar el país donde nació y sobre todo de dejar a su familia, pero la vieron tan decidida…

Sonia era amiga de su prima María, nunca habían hablado mucho y se conocían casi de vista, pero Alba salió esa mañana a por un café al Starbucks que estaba justo debajo de su casa, era costumbre, más bien obligación, perfectamente programado a las 8:45. Allí se encontró a Sonia y se acercó a saludarla, ella la invitó a sentarse y aunque a las 9:00 debía estar en casa frente al portátil echando curriculums en portales de internet, algo le dijo que debía quedarse allí. Charlaron un rato sobre temas mundanos, política, el tiempo (tema salvavidas) y las fiestas de semana santa, que estaban a la vuelta de la esquina.

-¿Aún no has encontrado trabajo Alba?

-No hay nada hija, no será por buscar, la cosa esta fatal.

Alba hacia un año que se había graduado en derecho, en la Universidad Complutense de Madrid, sus padres siempre quisieron que estudiara allí porque sería lo mejor para su futuro “Tendrás más oportunidades de encontrar trabajo si estudias allí” pues se equivocaban, allí estaba un año después buscando trabajo todos los días, gracias a Dios tenia a sus padres, que estaban bastante bien económicamente, siempre lo habían estado y ella no tenía que preocuparse de nada. Excepto de que quería independizarse y según sus rigurosos planes, ya debería llevar al menos 8 meses trabajando y vivir sola en un bonito ático de lujo en Madrid. Así era Alba.

-A mí me paso igual, estuve trabajando en la Agencia de David unos meses y finalmente me echó el muy capullo, ni indemnización ni leches, me dijo que no me necesitaba y a la calle, nunca te fíes de un hombre guapo- y casi sonó una amenaza, no supo porque pero Alba decidió tener muy en cuenta ese consejo- estuve un año buscando trabajo y finalmente me fui a la aventura, cogí un vuelo a Londres y en cuatro días ya tenía trabajo en la agencia Travel House, ya llevo tres meses y estoy contentísima, no sabes la de inglés que estoy aprendiendo.

Parece que a Alba se le encendió la bombilla “¿Era esa la solución? ¿Huir del país como una fugitiva?” La idea sonaba bastante tentadora y la verdad era la ocasión para estar alejada de Alex y poder olvidarlo para siempre. Tampoco tenía nada que la amarrara aquí, bueno si, sus sobreprotectores padres. Aunque le asusto bastante la idea de irse fuera a vivir, también supo que era una gran oportunidad para pasar página y empezar a vivir su vida.

-¿Necesitas compañera de piso?

Así fue como Alba llego a Londres, ya se había presentado a tres entrevistas de trabajo, de esas de “Ya te llamaremos”. Aunque sus padres le habían reembolsado una importante suma de dinero en su cuenta bancaria, sabía que tendría que encontrar trabajo pronto o tendría que volver a España.

Alba tenía un inglés bastante bueno, de hecho muy bueno, había sido bilingüe desde pequeña, desde la guardería su madre la había preparado de martes a jueves con un profesor nativo y aunque parezca horrible hacer eso con un niño de un año, ahora Alba se lo agradecía soberanamente.

Sonia salió del baño y la saludo refregándose los ojos con una mano, llevaba su pelo negro despeinado en una coleta baja, era , muy bajita, pero delgada y lo cierto es que cualquier cosa le sentaba bien, Sonia se encaminó a la cocina.

Alba entró en el baño y empezó a ducharse, le gustaba hacerlo por la mañana, así se sentía limpia para todo el día. Cuando salió de la ducha se miró al espejo, su largo pelo castaño caía hacia un lado, sobre su pecho, y sus ojos verdes, aun contenían rímel de la noche anterior. Nunca había presumido de ser muy guapa, pero lo cierto es que siempre había tenido muchos chicos detrás, desde el instituto, aunque a ella esos amores juveniles nunca le interesaron, no entraban en sus planes.

Alex quizá si entraba en sus planes, se conocieron en la fiesta de Navidad de la empresa del padre de Alba, Alex trabajaba allí, fue su propio padre quien los presento, a ella le pareció el chico perfecto desde el primer momento, alto, moreno y con unos impresionantes ojos verdes, solo hablaron un par de veces aquel día.

En casa su padre, no paró de repetirle el buen partido que era y le convenció de que tomaran un café y hablaran.

Alex fue un encanto, siempre fue amable con ella y desde el primer día, se quisieron como locos. Ella tenía 20 y el 25, pero a ella esa diferencia de edad no le asustaba, el problema más bien era otro, o bueno, uno de los problemas, Alex trabajaba en Barcelona y ella vivía en Madrid, solo se veían algunos fines de semana o cuando él quería verla.

Alba habló muchas veces con su padre para que trasladaran a Alex a Madrid, pero él le decía que hacía falta allí en Barcelona. Discutir con él era hablar con la pared.

A pesar de la distancia cuando se veían no faltaba pasión entre ellos y ella lo quería con absoluta devoción, ¿y él? Bueno, él era diferente, muy diferente a lo que Alba recordaba de esos primeros meses juntos.

En realidad no sabe si algún día de verdad la quiso.

Interrumpiendo sus pensamientos Sonia agarro su mano.

-Me tengo que ir ya, esta noche vendré acompañada, ¿te importaría salir por ahí? – esa era Sonia una ligona empedernida.

-No te preocupes, saldré a tomar algo- y esa era Alba, políticamente correcta.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

2 “Trabajo nuevo vida nueva”

Bajó las escaleras a toda prisa “¿Tenía que estropearse el ascensor precisamente hoy?” Tenía una entrevista en un bufete de abogados en el centro de la ciudad quizá esa fuera la oportunidad que buscaba y la que estaba esperando, las cosas siempre suceden por algo, eso creía ella.

Cogió el metro hasta el edificio donde le concedían la entrevista, quedaba cerca, solo tenía que andar un par de metros. Estaba ante un edificio, no muy alto, era moderno, entró con paso decidido subiendo las grandes escaleras de entrada.

Una chica en recepción lamo su atención.

-¿Tiene cita?

-Vengo para una entrevista.

-Oh, si… Alba Ramírez ¿no?

-Sí.

-¿Española?- Eaa, ahí venia, algo que Alba detestaba horriblemente de los ingleses.

-Oleee

“Se habrá quedado tranquila” pensó.

La chica la miró seria, Alba no había notado la cara de pocos amigos que acababa de poner, pero ella era así, no podía esconder nada, su expresión siempre lo decía todo.

-Tercer pasillo a la derecha, la recibirá el señor Gómez.

“¿Gómez?” caminó por la el largo pasillo hasta que se topó de frente con una bonita puerta de madera, enorme, llamó tocando la puerta tres veces.

-Adelante- una voz sexy y masculina acaricio sus entrañas

Alba entró torpemente en el luminoso despacho. Un hombre moreno, con una barba corta perfectamente recortada, los ojos oscuros pero que enmarcaban perfectamente su rostro, era atractivo, uno de esos hombres que hacen suspirar a su paso, pero que a Alba no le llamó la más mínima atención, sexualmente hablando.

-Siéntese señorita Ramírez- su voz la intimidaba y también su manera de mirarla, como un lince en celo- He estado mirando su curriculum y para su suerte es el perfil que estamos buscando.

Tras varias preguntas protocolarias, Alba se sonrojó al ver la mirada del señor Gómez clavada en sus desnudas rodillas.

Una hora después salió del edificio mucho más que contenta, el Señor Gómez era el jefe del bufete y había quedado muy contento con ella, le dijo que pocos habían dado el perfil que buscaban en ella, quizá el ser española ayudo un  poquito a que se familiarizara con ella “O que al jefe le pones” Le sugirió su conciencia. Empezaba el lunes a las 7:00 “¡Sí, tenía trabajo!”

No sabía si llorar o reír, quiso salir corriendo por toda la avenida gritando como una loca, pero se contuvo. En vez de eso se dirigió a Bond Street, “¡Madre mía que lujazo se respiraba allí!” Entro en Channel sin pensárselo dos veces, y tras un bolso, unos zapatos, varias blusas y un café, decidió volver a casa.

Sonia todavía no había llegado, ya era la hora de comer, así que se preparó unos tallarines con verduras y comió sola. Le gustaba la cocina, le enseño su abuela y desde pequeña siempre supo cocinar todo tipo de platos.

Después de comer se aburría soberanamente y se puso a pensar en que salió mal entre Alex y ella “¿De verdad fue la distancia? No, no lo fue”.

El fin de semana en el que todo se acabó, Alba decidió ir a visitar a Alex a Barcelona y darle una sorpresa, hacia un mes que no se veían y ella no aguantaba más, lloraba cada noche, ¡Cuánto lo echaba de menos! “Nena te he dicho que tengo mucho trabajo, quizá en abril podamos vernos” ¿En Abril? ¿De verdad tenía mucho trabajo? A Alba eso nunca le sonó raro, lo cierto es que su padre trabajaba muchas horas, casi no pisaba su casa y viajaba a menudo, pero su padre era el jefe y Alex un simple empleado.

No es que algo le oliera mal, Alba simplemente quiso hacerle una visita.

Le había comprado un jersey rojo de Ralph Laurent, el rojo era su color favorito y llevaba una botella de vino, el más caro que encontró, no entendía de vinos pero el chico de la tienda dijo que era bueno.

Cuando llegó a casa de Alex el corazón se le iba a desbordar, solo había estado en su casa una vez, fueron a pasar un fin de semana.

Cuando llegó al piso llamó al timbre decidida, oyó voces desde dentro y cuando abrió encontró a un Alex que no esperaba, los ojos se le iban a salir de las orbitas, estaba despeinado, sin camiseta y “muy, muy sexy, ¿Qué le pasaba? ¿No se alegraba de verme?” Claro que no.

-¿Qué haces aquí?

-Quería darte una sorpresa ¿Puedo pasar?

-No…deberías- su rostro estaba desencajado por completo

-Estás ocupado- no fue una pregunta.

-Si, esto, tengo que ir a una reunión está a punto de llegar…eh mi compañera

“¿Tu compañera?” a Alba el corazón le latía como nunca, parecía que iba a desmayarse.

-Si quieres me vuelvo para Madrid, si tanto te molesta que esté aquí- dijo casi sin aliento.

-No, no, verás….

Desde el salón salió una chica rubia de unos 25 años, muy muy atractiva y en ropa interior.

Alba casi se desmaya en ese momento, la fuerte de Alba, la que soportaba todo y más, no podía creer lo que estaba viendo.

Entonces la puerta del ascensor se abrió y otra chica rubia un poco más joven que la anterior entró en el piso con paso firme, subida en unos impresionantes taconazos.

-¡Vaya alguien más se une a la fiesta!

Alba no podía creer lo que estaba viviendo, su chico, el amor de su vida, el único hombre que había amado y que para ella era el hombre perfecto, el marido perfecto, el amante perfecto, la estaba engañando, y no con una chica, no, con 2 y además a la vez, esto debía ser un sueño, una horrible pesadilla.

Dejó la botella de vino y la bolsa de Ralph en el suelo y decidió bajar por la escalera, le faltaba el aire y sentía que se moría, las lágrimas caían por su rostro como las cataratas del Niágara, quizá esperaba que Alex corriera detrás de ella, pero eso no ocurrió, y una punzada de decepción se clavó en su estómago. Se había acabado, para siempre, él nunca la quiso.

Meses después un amigo de la empresa le contó que Alex nunca había dejado de salir con otras chicas mientras estaba con ella, se tendría que desahogar en Barcelona ¿no?

Alex nunca volvió a llamarla, lo que significa que nunca le importo lo más mínimo.

El sonido de la puerta la devolvió al presente y se encontró con la cama empapada por sus lágrimas, se secó como pudo y entró corriendo al baño, necesitaba lavarse la cara.

-¿Estás bien?- gritó Sonia desde el salón

-Si, tranquila- se quitó de la mente todos esos pensamientos y salió.

-Me habías asustado.

Alba no contesto.

-Me he quedado a comer en el trabajo, ¿Qué tal ha ido?

-Tengo el trabajo.

-Oh dios mío es estupendo Alba- Sonia la abrazo como si fueran amigas de toda la vida, de verdad se alegraba por ella.- Veo que lo has celebrado- dijo señalando el montón de bolsas en el suelo junto a la mullida alfombra.

Alba sonrió.

-He quedado esta noche con un inglés buenorrisimo, nos hemos visto ya en varias ocasiones, esta noche cae fijo, así que…

-Te dije que esta noche no estaré aquí, estate tranquila, saldré a cenar, a celebrar mi soltería y mi nuevo trabajo.

-Espera, espera- Sonia salió disparada a la cocina y vertió champagne en unas bonitas copas de cristal- no sé si estará bueno, venía con la casa- las dos empezaron a reír como adolescentes.

-Por la nueva vida

-Por la nueva vida- y chocaron las copas con ánimo.

A las ocho Sonia ya se marchaba, como odiaba Alba el horario guiri “¿Pero esto es hora de cenar?”

Cuando se quedó sola, se metió en la ducha, se arregló el pelo en un moño bien peinado, perfecto, se colocó unos pitillos negros una blusa blanca y unos stiletto negros, preciosos, eran sus zapatos preferidos. Se maquilló con ganas y parecía sacada de una revista del corazón, se veía deslumbrante, si,  iba a cenar sola, patético ¿eh?

Salió a las nueve de casa y estaba lloviendo, para variar, así que cogió un taxi, se lo iba a poder permitir.

Se dirigió a Camdem, al Hi sushi salsa, su restaurante favorito, desde que llegó a Londres no había ido a otro sitio.

Escogió una mesa cerca de la ventana, el local estaba elegantemente decorado, las paredes negras y unas lámparas doradas colgaban del techo, le encantaba sentarse en el suelo, le parecía estar verdaderamente en Japón.

-¿Señorita espera a alguien?- dijo el camarero.

-Vengo sola.- “¿una mujer no puede ser independiente y salir sola a cenar? asco de sociedad”.

Se puso a comer y tranquila se puso a pensar en la de planes que le esperaban en el futuro, ahora que tenía trabajo, no había trabajado en la vida y estaba nerviosa, solo esperaba dar la talla.

Un ruido estruendoso la despertó de sus pensamientos, unos jóvenes de su edad, unos 20 años, entraron en el local a gritos, estaban asombrados con el lujo que desprendía.

Alba no pudo evitar fijarse en uno de ellos, alto, ojos azules y muy rubio, el típico guiri, ya; pero no supo porque, le pareció el chico más guapo que había visto en su vida. Alba allí sentada, así arreglada, parecía que tenía 10 años más que ellos y ellos parecían unos adolescentes, se sentaron en una mesa cercana a ella.

Los cuatro chicos reían, charlaban y comían sushi, divertidos y juveniles.

“Inmaduros” pensó ella.

Iban vestidos “muy de calle” vaqueros ajustaditos, camisetas estampadas, chicos normales de esa edad.

¿Acaso ella no era normal? La verdad es que nunca se había sentido normal, había vivido, quizá demasiado deprisa, quizá demasiado centrada y organizada, ahora se había ido a la aventura y por ahora las cosas no iban tan mal, quizá debía haberlo hecho antes.

El chico rubio la miraba con cara de preocupación, quizá le sorprendía ver una chica como Alba cenar sola, quizá la imaginaba junto a un atractivo chico trajeado.

Alba termino de comer y salió del local, no llovía, así que decidió ir andando a un pub cercano.

Se sentó y pidió un Martini, que sofisticada.

Los hombres del local la miraban y se sintió intimidad así que salió de allí tan rápido como pudo, era temprano para volver a casa “¿Pero que quería Sonia que hiciera? No conocía a nadie, no tenía nadie con quien salir, no tenía donde ir”, ahora que empezara a trabajar debía buscar casa propia. “¿Entonces era definitivo, se quedaba en Londres?”

Se puso a andar por el barrio de Candem, eran las 24:00 y no sabía si era pronto o no para volver, así que decidió pasear, pero ya le dolían los pies con esos “malditos y preciosos stiletto”. Entonces sonó su móvil, tenía una llamada, de él, “Alex” “¿Debía cogerlo?”

Dicen que la curiosidad mató al gato y Alba no se pudo resistir, descolgó el teléfono

-¿Qué?

-Alba ¿Qué tal?-“¿Como que qué tal? Pues nada intentando hacer mi vida decente después de tu puñalada trapera”- ¿No pensabas decirme que te ibas a Londres?- “¿Era eso un reproche?”

-Creo que hace ya unos meses que no te interesa nada de mi vida ¿no te parece Alex?

-Cariño yo… no me armé de valor para hablar contigo, el día que viniste a verme…. Veras tenía planes ¿sabes? No tenías que haberte ido….yo- estaba nervioso. Alba se dio cuenta de lo ingenua que había sido y de repente sin saber cómo, notó una sensación de alivio como si fuera todo eso lo que esperaba escuchar.

-Alex me engañaste durante meses, lo nuestro se ha acabado, mi vida ahora está aquí y…estoy con alguien, he rehecho mi vida aquí y te pediría que no volvieras a llamarme. Nunca, jamás. – colgó. No le gustaba mentir pero tuvo que hacerlo.

Se sintió liberada y por fin Alba se dio cuenta de que ya había terminado, ya no lo amaba.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

3 “Austin”

Cuando llego a casa oyó gemidos desde la puerta “ui ui ui, mal momento”

Decidió quedarse en el rellano un rato, entonces escuchó pasos por la escalera y apareció el, otra vez ese chico del Hi sushi salsa, “¡Madre que tío más guapo! ¿Me ha seguido?” a Alba le entro pánico “un psicópata, ay dios”. El chico se quedó mirándola sorprendido.

-Hola ¿vives aquí? Te vi en el Sushi salsa- le sonrió con una de esas sonrisas perfectas que quitan el hipo. - ¿Tienes algún problema con tus llaves?

-Eh…-Alba se había quedado sin palabras, perdida en esos preciosos ojos azules- Esto, no, eh… Mi amiga, tiene compañía y bueno… estoy esperando a que… ya sabes,- empezó a reír- acaben sus…cosas

Entonces el chico empezó a reír a carcajadas “¿Qué coño te pasa loco? Guiris maleducados”

-Lo siento es que la situación me parece curiosa ¿Quieres pasar?- dijo mientras señalaba la puerta justo al lado de su casa. “¿Desde cuándo tengo vecinos tan sexis y yo ni me entero?”

-No sé si es buena idea

-¿Por qué no?¿Vas a quedarte ahí?, venga que no muerdo- dijo sonriendo

El piso estaba escasamente decorado y con un gusto muy diferente al de Alba, para ella pésimo, posters de Bob Marley y la bandera de Jamaica, “Vaya hippy” le entraron ganas de reír. Una preciosa tabla de surf decoraba la pared principal del salón.

-¿Qué quieres tomar, cerveza?

-Si, está bien.

El chico trajo las cervezas y las puso sobre una mesita en el centro del salón, se sentaron en el suelo en unos cojines que tenía a modo de sofá, parecía que no tenía mucho dinero, y se acababa de mudar.

-Dios soy un maleducado, me llamo Austin

-Yo soy Alba

-¿De dónde eres Alba?

-Española

-Olee

“Madre mía ¿El también?” Alba rio.

-¿Y qué haces en Londres? ¿vacaciones?

-Ojala- sonrió- vine a buscar trabajo

-¿Y ha habido suerte?

-Si, empiezo el lunes en un bufete de abogados del centro- a Austin se le cambio la cara.

-¿Abogada? Ya, si se te ve estiradilla

“¿Hola? Pero este tío es tonto” Alba puso una de esas caras que nunca podía esconder, los ojos le llameaban, hizo amago de irse, pero Austin le agarro la mano, ella le lanzo una mirada de “Suéltame o te mato”

-Perdona, solo era una broma, no quería molestarte- Austin pensó que si se molestaba con esas bromas sí que era tan estirada como parecía.

-Da igual, me voy, es tarde

-Bueno, nos veremos a menudo, somos vecinos- y sonrió de nuevo con esa boca perfecta.

-Adiós.

Alba se encaminó a la puerta, muy seria y salió al rellano sin mirar atrás “¿Pero qué había pasado? Yo seré una estirada pero él es un chulo y un macarra” por un momento se sintió ridícula “Ya no sabía ligar, me estaba volviendo una carca”

Entró en casa al tiempo que el amigo de Sonia se dirigía a la puerta, rubio, alto, con un cuerpo bien tonificado “Pues sí que estaba buenorrisimo, vaya con Sonia, como te lo montas maja”

El chico le sonrió y salió de la casa.

Alba entró sin más y cerró la puerta, Sonia estaba dormida plácidamente en el sofá “Madre, se había ido sin decir nada, menudo cretino”

En su habitación, ya preparada para dormir con su pijama de Adolfo Domínguez, Alba se tumbó mirando al techo y pensando en lo sola, triste y desgraciada que estaba, se durmió.

El lunes Alba comenzaba su jornada laboral, estaba muy nerviosa, pero entusiasmada, se calzo sus stiletto, (sus salvavidas) una falda de lápiz y una blusa gris, con un blazer negro, se ató una cola baja, y ahí estaba ella, ahora sí que aparentaba 10 años más.

Salió con el café en la mano, dedicándole una sonrisa a Sonia que desayunaba a toda prisa.

Cogió el metro hasta el edificio del bufete y allí, la chica de recepción le entrego el cartelito con su nombre, el señor Gómez la acompañó a su despacho y le explico una serie de casos que estaban en marcha.

Ese día transcurrió entre el papeleo inicial y una ensalada a medio día. A las 19:00 de la tarde el trabajo había terminado, en Londres parecía que eran las 23:00 “¡Que depresión!”

Salió despidiéndose de la recepcionista y cogió el metro hasta casa, estaba agotada pero su aspecto seguía impecable. Aunque el trabajo no estaba muy lejos, el metro hacía 8 paradas, que a Alba le parecían 300. En una de ellas apareció Austin, guitarra en mano, llevaba el pelo despeinado, con el flequillo largo, que casi tapaba sus bonitos ojos, llevaba una camiseta de los Rolling Stones “Otra vez este niñato”.

Austin la vio y se acercó a ella, le sonrió.

-Hola Alba, que elegante ¿Cómo ha ido el primer día?

-Bien, mucho papeleo- Alba vislumbro bajo sus espesas pestañas como se le marcaba el torso bajo la camiseta, su brazo bien torneado se agarraba a la baranda del metro.

-Pareces cansada- dijo sonriendo y se dio cuenta que ella no lo hacía- Alba siento lo de ayer, no quise ser un maleducado.

-Lo fuiste- le interrumpió ella con su perfecta sinceridad.

-Lo sé, permíteme compensártelo… ¿Haces algo el viernes?

“Contigo no” pensó pero no quería ser brusca

-Tengo planes

-Ok- Austin agachó la cabeza, se sentía un idiota.

Alba miró para otro lado intentando omitir que él estaba allí, pero su cuerpo lo llamaba a contemplarlo “Joder que bueno esta”

Pasaron 20 minutos sin hablar y cuando bajaron Austin quiso ser divertido:

-Te acompaño a casa- ella aunque no quiso, no pudo evitar reír.

Subieron por el ascensor “¡Por fin arreglado!” La tensión se notaba en el ambiente y el silencio se hacía insoportable, los segundos parecieron horas.

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