Alba

Alba


1 “El comienzo”

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Cuando las puertas se abrieron cada uno se dirigió a su puerta.

-Hasta mañana Alba, descansa

-Gracias, hasta mañana.

“Parece que el chico puede ser educado cuando quiere. Si educación para pillar cacho, seguro que es un experto”

Alba entró en casa y Sonia aún no había llegado “Esta chica trabaja más…” bueno quizá estaba tomando algo por ahí.

Se desnudó y se metió en la ducha, mientras se enjabonaba el pelo, le vino la imagen de Austin, su cuerpo, sus manos agarrándose a la baranda, sus brazos bien torneados y esos ojos esa sonrisa, imagino la boca de Austin rozando la suya, imagino su aliento pegado a su cuello, su lengua recorriendo todos y cada uno de los pliegues de su piel, se sorprendió a ella misma tocándose un pecho con delicadeza “¿Pero qué hago?”

Paró rápidamente. Cuando tenía todo el pelo enjabonado no pudo volver a abrir el grifo “¿Se ha atascado?” comenzó a tirar con fuerza, hasta que se quedó con el grifo en la mano, le entraron ganas de llorar.

Completamente llena de espuma se dirigió al lavabo y se dio cuenta de que tampoco había agua “Nos han cortado el agua” casi se desmaya, el cuerpo le flaqueaba, para Alba aquello era el fin del mundo, este tipo de cosas no cabían en su mundo perfecto. Entonces se le ocurrió la solución, era su única opción “Austin”.

 

 

4 “La cita”

 Austin abrió la puerta tras escuchar sonar el timbre y se sorprendió al ver a Alba, solo con una toalla que dejaba ver sus bonitas y largas piernas, llevaba el pelo mojado y a Austin le pareció preciosa, juvenil, como nunca antes la había visto, sonrió con ternura.

-¿Qué ha pasado, pretendes seducirme?

“Menudo arrogante” pensó Alba

-Nos han cortado el agua o no funcionan las tuberías o no sé qué coño pasa.

-Tranquila dúchate aquí, mirare las tuberías en tu casa.

-¿tú tienes agua?

-Si, acabo de lavar los platos, pasa- dijo mientras con una mano señalaba al interior del piso. La condujo hasta el baño y Alba andaba detrás con sigilo, se estaba helando. – Aquí tienes las toallas… oh que tonterías digo si ya llevas toalla…- el silencio se hizo sepulcral, Austin condujo sus ojos por el cuerpo de Alba con temor, era preciosa, más de lo que él podía imaginar. Alba se quedó sin aliento, el corazón latía a toda prisa ¿Qué le pasaba? Solo le estaba pidiendo un favor a su vecino “Si a tu vecino sexy que no para de mirarte con deseo” dijo la voz de su conciencia- solo tengo gel de baño, no uso nada más.

-Tranquilo solo necesito enjabonarte…digo enjabonarme, digo…enjuagarme- “Metedura de pata en toda regla, claro que deseaba enjabonarte…y más cosas”

-Voy a….tu casa, mirare las tuberías- salió del baño

Alba entró corriendo la ducha, estaba helada, se dio una ducha caliente y salió rápidamente, volvió a colocarse la toalla y salió hacia su piso. Allí estaba Austin, en la cocina, sin camiseta, su espalda perfecta brillaba con las gotas de sudor que caían por él, Alba casi se desmaya, quiso lanzarse hacia el como un león se lanza sobre su presa. Austin se giró y al verla sonrió de esa forma tan sexy.

Alba corrió a su habitación y se vistió con ropa cómoda, pantalones de pijama y una camiseta de tirantas lencera y que no faltaran las zapatillas de conejito. Se acomodó el pelo en un moño alto y se dirigió a la cocina, allí seguía Austin toqueteando aparatitos en la cocina.

-Las tuberías son viejas y están atascadas, será mejor que llaméis mañana al fontanero.

-¿Sabes de fontanería?

-No, solo lo justo para sobrevivir

-Gracias Austin, no sé cómo agradecértelo.

-Invítame a salir- dijo con una amplia sonrisa

Alba se quedó sin palabras y lo miro con la boca abierta.

-No vas a desistir ¿no?

-No suelo rendirme- dijo mirándola a los ojos

-Está bien, te invitare a comer mañana ¿te parece?

-Me encantaría

-Tengo jornada partida, termino a la una, solo tengo una hora así que más vale que engullas- Alba se rio

-E-n-g-u-ll-a-s

Alba empezó a reír como loca

-Déjalo, palabras españolas

Austin sonrió

-Paso a por ti a la una, supongo que no conoces mucho de Londres.

-No, no mucho

-Te llevaré a un sitio que te encantará, aunque pagas tú

-Si, si pago yo…hasta mañana

-Hasta mañana Alba

Austin salió y Alba cerró la puerta “Que momento más intenso ¿Era siempre así?” Alba casi sin respiración se sentó en el sofá, cuando Sonia abrió la puerta y entro en el piso.

-¿Qué pasa?

-Se han atascado las tuberías, he intentado darme una ducha y no salía agua, he acabado en casa de Austin.

-¿Quién es Austin?

-El vecino

-¿Desde cuándo conoces al vecino?- la miró Sonia con una sonrisa picara

-Eh…-no sabía que contestar-  me lo encontré en otro día en el rellano.

-¿Está bueno?

-Sonia para.

-Puedo ir a ducharme yo también

-¡Sonia!- “No tiene remedio”

-¿Te lo has tirado?

-No.

-Vale, vale Santa Teresa de Jesús- rieron- mañana llamare al fontanero.

Tras cenar un poco de pizza y ver un par de pelis de chicas, decidieron irse a la cama.

Alba no podía dejar de pensar en Austin “¿Qué estaba haciendo?” Austin no era el chico que ella buscaba, no era el chico que necesitaba, demasiado joven, demasiado inmaduro…no sabía nada de él excepto su nombre, que vivía en la casa de al lado y que le gustaban los Rolling y Bob Marley.

Se puso a pensar en lo que dirían sus padres “¿Has perdido la cabeza? ¿Qué futuro tienes con ese crio? No te hemos educado para que acabes así” “Pero ¿A dónde estoy llevando las cosas? ¿Es que esto va en serio?” ella sabía lo que Austin buscaba, un rollo, una noche, quizá dos y no volver a saber de él ¿Estaba Alba preparada para algo así? ¿Podía ser tan moderna? Y cavilando y cavilando, se durmió.

A las siete de la mañana sonó el despertador, pero ella levaba despierta ya diez minutos ¿Por qué estaba tan nerviosa? Recordó que no tenía ducha  “¡Genial! Tengo una cita y voy apestando”, pero “¿era eso una cita? No para nada, solo eran amigos” solo iban a ser amigos de eso Alba estaba convencida, pero ella nunca había tenido amigos así, no podía estar segura de lo que pasaría a continuación y eso la tenía intranquila, no controlaba la situación, no sabía que iba a pasar y para ella no tener las cosas bajo control le provocaban ansiedad.

Decidió estrenar una de las blusas que compro el día que le concedieron el trabajo, estaba guapa, se maquillo minuciosamente y lanzo un beso al espejo, segura de sí misma.

Aún le sobraron cinco minutos para tomarse un café mientras leía el periódico de la mañana.

Sonia no le quitaba ojo.

-¿Por qué te has arreglado tanto?

-Eh…por nada, me gusta ir presentable

-Am.

Fin de la conversación.

La mañana transcurrió sin novedades, su jefe ya le había asignado un caso ¡Su primer caso! Y estaba muy atenta en el trabajo, casi no se había dado cuenta de que era la hora de comer.

Salió pitando del edificio y vio a Austin parado en la acera, vestido con una camisa de cuadros roja y azul y unos pitillos que le quedaban de infarto, estaba guapísimo, más guapo que nunca.

Austin no aparto los ojos de Alba, le miraba con absoluta devoción, de arriba abajo, le faltaba que se le cayera la baba.

-Hola preciosa.

-Hola Austin

-¿Preparada para comer?

Cogieron el metro hasta el barrio de Tooting, al suroeste de la ciudad, famoso por los restaurantes de comida hindú bueno y barato o eso le había dicho Austin.

Pararon en un pequeño restaurante, sofisticado, exóticamente decorado, con lámparas preciosas y un olor muy rico a especias.

Se sentaron junto a la ventana.

-¿Te gusta?

-Me encanta- dijo Alba ilusionada

-¿Has probado la comida hindú?

-No, nunca.

-Cuando te conocí comías sushi, supuse que te gusta probar comidas de distintos países, suelo venir aquí con mis amigos, el sitio esta genial.

-¿Que querrán tomar?- dijo acercándose el camarero

-Las señoritas primero

-Elige tú, yo no tengo ni idea.

Comieron uttapam, una especie de  pizza india, pollo tandori y unas verduras salteadas riquísimas.

La conversación era amena, Austin le contó que él había nacido en un pequeño pueblo de Inglaterra y sus padres se separaron cuando él tenía seis años, con 16 se vino a vivir a Londres solo, al principio fue difícil pero fue acostumbrándose y se alegraba mucho de su independencia.

-¿Por qué te independizaste tan pronto?

-La situación con mi madre no era buena

-¿Cuántos años tienes Austin?

-22

-¿22?

-Si ¿y tú?

-22

-Joder hubiera jurado que tenías casi 30

-Gracias eh- dijo con sarcasmo

-No, no lo digo por eso, es que… pareces una chica muy madura y centrada, que sabe lo que quiere, no arriesgas si no lo crees necesario.

-Bueno, así soy.

-Además eres joven, y ya trabajas en un bufete de abogados, cuando tengas 40 años estarás hartísima de esto.

-Me gusta derecho y es lo que busco, una estabilidad de por vida.

-¿No piensas volver a España?

-No

-¿Por qué?

-Estoy haciendo mi vida aquí y no voy a volver atrás.

Siguieron comiendo en silencio, de vez en cuando se miraban a los ojos como dos adolescentes que salen por primera vez.

-¿Esto es una cita?

-No sé, dímelo tu Alba ¿Quieres que lo sea?

“Contigo lo quiero todo”

-No, que va, somos dos amigos que salen a comer.

-Perfecto, dos amigos que salen a comer.

Cuando salieron del restaurante había empezado a llover, Austin no llevaba paraguas y maldijo por lo bajo. Alba metió la mano en su bolso y sacó un paraguas plegado, se metieron bajo el paraguas y anduvieron hasta la estación de metro más cercana, la cercanía con Austin y su olor le nublaban la mente, quería llevarlo a su cama en ese mismo momento.

En el metro estuvieron de pie y en silencio hasta que llegaron al edificio donde trabajaba Alba. Austin debía seguir el camino hasta su casa.

-Bueno gracias por la comida, ha estado genial.

-Has invitado tú.- sonrió Austin volviéndola aún más loca.

Alba agachó la cabeza y entro en el edificio, cuando subía las escaleras se giró y vio a Austin todavía parado observándola.

-¿Repetiremos verdad? Ahora quien me debe una comida eres tú.

-¿Qué te parece una cena?- Alba sonrió

-El viernes- Austin sonrió y se perdió entre el gentío, llevando en su mente ese olor de Alba a perfume que debía ser sin ninguna duda sumamente caro.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

5 “El paso”

Austin se despertó al día siguiente sin ningún ánimo, alargo el brazo para coger el paquete de cigarrillos en el filo de lo que él consideraba su “mesita de noche”, más bien una montaña de cajas de zapatos, aún tumbado en la cama se encendió el cigarrillo y dio una calada profunda “Alba”, su mente volaba a mil por hora en busca de alguna explicación, alguna pista, que le dijera porque no podía quitarse a esa chica de la cabeza. Era guapa y atractiva, muy atractiva, adoraba su sonrisa, su pelo, su olor…la deseaba, como un niño que desea un juguete nuevo para navidad.

Austin no era el tipo de chico que había tenido relaciones serias, alguna que otra chica, algún que otro fin de semana, pero nada especial, nada que le hiciera vibrar por dentro como lo hacía Alba.

Alba era muy diferente a él, demasiado cuadriculada, demasiado cerrada, veía en ella el miedo a experiencias nuevas, estaba acomodada en una rutina, en lo correcto y eso a él le llamaba aún más la atención, quería descubrirle el mundo, quería abrirle los ojos a la vida, se lo planteó quizás como un reto. Tenían que guardar un poco las distancias, no quería que ella huyera, pero la verdad es que en su cabeza ya no había distancia que guardar.

Se levantó de la cama y se encaminó a la cocina, nevera vacía para variar, se tomó un café cortado, sin azúcar y se encaminó al trabajo.

Alba se despertó con ganas de dormir un poco más, alargó el brazo, en busca de alguien a su lado, no, no había nadie, nunca lo había habido, solo Alex en contadas ocasiones. Le vino a la mente Austin y el día anterior, “Como me sorprende este chico” Austin tenía un toque de misterio que a ella le encantaba, quería preguntarle tantas cosas, quería conocerlo, conocerlo de verdad y lo deseaba, lo deseaba tanto. Alba nunca pensó que un chico así podría llamar su atención, pero lo hacía, y mucho.

Se levantó y fue a la ducha.

En el trabajo Alba se estaba empezando a hartar de la exigencias de su jefe, parecía que la observaba para regañarla a todas horas “No vayas por ahí” “Eso no es así” “Debes tener más cuidado” “Bla, bla, bla…Soy nueva pero no idiota”. Borja, su jefe era el típico “guapo-gilipollas del instituto”, le ponía realmente de los nervios solo tenerlo cerca y lo que más nerviosa le ponía era esa habilidad para ser el centro del mundo y además saberlo.

A la hora de comer quiso escapar, quiso ver a Austin, pero pensó que lo asustaría, no parecía de ese tipo de chicos que están pegados a su novia todo el día “¿novia?” A Alba le entró pánico no paraba de repetir en su cabeza “nos estamos conociendo, solo nos estamos conociendo ¿Pero había algo más?”

Austin llegó a casa y encendió el portátil, la empresa había aceptado sus fotografías, estaba emocionado, el sábado daría una exposición en casa de un amigo y aún no había dicho nada a Alba “¿debía hacerlo?” si, sin duda lo haría.

Mientras se encendía un cigarrillo cogió su guitarra “Rita” la llamaba, se la regaló su padre a los cuatro años y madre mía que maravilla de guitarra, ya había tenido algunos arreglos pero seguía sonando igual que el primer día, perdido en las notas musicales se dejó llevar.

Londres, el bullicio de gente, era viernes por la mañana pero eso para un británico no importaba, iban con prisa hasta los domingos.

Alba se despertó con una punzada de nerviosismo en el estómago “Volvería a verlo”

El día transcurrió sin novedades, papeleo, demandas y demás. Y su jefe para variar atosigándola “¿Cómo iba a aguantar así? ¿20,40 años? Ni de coña” a la una la llamo su madre

-Hija Ay que ver que nunca coges el teléfono.

-Mama estoy trabajando

-Si, si, bueno… ¿Cómo estás?

-Bien

-¿Te pasa algo?

-No nada mama, mucho trabajo, la situación es difícil…os echo de menos

-Oh cariño… ¿Cuándo vendrás a vernos?

-Cuando pueda….quizás en navidad

-¿En navidad? ¿No puede ser antes?

-Mama tengo trabajo, después te llamo

-Vale hija, cuídate.

Cuando  su madre colgó, Alba se sintió aliviada,  “Que pesada”  para variar su madre tenía que controlarlo todo. La verdad es que estaba a gusto en Londres, aunque el trabajo la estaba atosigando, también estaba ilusionada y quería tiempo para conocer a Austin, si les hablara a sus padres de él, fijo la desheredarían.

A las ocho Austin estaba en la puerta como un reloj, se había arreglado, incluso le había comprado unas flores, Alba se quedó sin palabras al verlo en el umbral con una camisa lisa azul marino, unos pantalones chinos negros y guapísimo, realmente guapo.

Alba había elegido el clásico “Little black dress” con escote en forma de corazón y sus stilletto salvavidas, se pintó los labios de rojo “Rusian Red de Mac” su favorito y con una sonrisa de oreja a oreja lo recibió en la puerta.

Austin se sonrojó al verla tan guapa y le entrego las flores que había comprado una hora antes en la floristería, no eran flores caras, margaritas violetas, pero a Alba le dio igual, nunca antes le habían regalado flores.

-Oh no tenías por qué.

-Estas preciosa- dijo sin apartar sus ojos de ella

-Gracias, tú también estás que te sales- sin poder controlarlo sus ojos resbalaron por el cuerpo de Austin lentamente- pasa, pondré las flores en un jarrón

Austin se fijó en el piso, muy minimalista, muebles blancos y escasos, “sin gracia” pensó él.

-¿Quieres una copa?

-Claro

Alba sacó una botella de vino que había comprado la tarde anterior, para variar todo estaba planeado.

-¿Cómo ha ido la semana?

-Pues bien, aceptaron mis fotografías, para una revista cultural y el sábado celebro una exposición en casa de mi amigo Jake, quería preguntarte….si te gustaría venir.

-¿eres fotógrafo?

-Si

-Vaya creí que te dedicarías no se…a tocar en el metro….algo así- los dos se echaron a reír.

-¡Alba por dios! Toco…pero no el metro- ella sonrió y bajó la vista hasta su copa- no me has contestado si quieres venir

-Claro, me encantaría- Alba dudo un momento y pregunto sin dejar de mirar la copa- ¿Cómo tu acompañante?

-Como lo que tú quieras

Tras unos segundos de silencio Alba se levantó

-¿Nos vamos?

-Sí, claro

Bajaron en el ascensor con una tensión muy palpable, los dos pensaban en el otro, pero no se tocaban, no se miraban. Cuando llegaron abajo, salieron del bloque de piso y Alba se sorprendió al ver una preciosa Hatler aparcada en su puerta.

-¿Es tuya?

-Claro- dijo Austin sonriendo- no siempre me muevo en metro, me pareció cutre para la ocasión.

“Esto también lo es” pensó ella, pero no lo dijo

-No pienso montarme ahí

-¿Pero qué dices? No seas miedica

-No tengo miedo….es que… se me arrugará el vestido

-No se te va a arrugar- dijo Austin convencido

-Prefiero ir andando

-Está lejos- Austin resoplo- Venga Alba no seas así, no me hagas tener que volver a llamarte estirada, no tengas miedo a dejarte llevar….

-No tengo miedo

-Entonces móntate

Alba con los brazos cruzados se encamino hacia la moto,  Austin ya estaba preparado y le tendió el casco, ella se sentó detrás de él con las piernas abiertas “Madre mía ahora sí que me desheredan” lo cierto es que sentía un pánico atroz, esas cosas no eran para ella “¿montar en moto? ¿En qué cabeza cabe?” se colocó el casco y Austin arrancó la moto que salió casi disparada haciendo un ruido molesto.

-Tienes que agarrarte a mi o te caerás- dijo Austin gritando para que le oyera

“Me caeré, Ay Dios” Alba se agarró a su fornido cuerpo, ese tacto la enloqueció, tenía unos abdominales tan perfectos….se agarró más.

Condujeron hacia el restaurante, las calles, la gente, todo era pasajero, el ruido de los coches, se perdía en la lejanía, creando una atmosfera única, especial, el viento les azotaba el cuerpo y Alba empezaba a sentir frio, para su suerte, la moto se detuvo junto a un refinado restaurante italiano.

-Puedes soltarme ya eh, me cortas la respiración- dijo Austin imitando ahogarse, cuando Alba lo soltó, empezó a reír.

-Lo siento

-¿No te daba miedo eh?

-No me daba- dijo Alba con un gesto infantil, sacándole la lengua.

Austin la vio despeinada, juvenil, sonriente, esa Alba le encantaba.

-¿Italiano? Me llevarás a recorrer el mundo sin salir de Londres.

-Te llevaría a recorrerlo de verdad si me dejaras

Alba se sonrojó “¿Desde cuándo no me sonrojaba? Desde los 15”

Entraron en el elegantísimo restaurante y el metre les encamino hacia su mesa, una mesa redonda con sillas de forja y un mantel blanco con un par de velas rojas decoraba la mesa.

Pidieron vino blanco, pasta carbonara y lasaña de verduras, todo estaba riquísimo.

-Me encanta este sitio, siempre me ha gustado la comida italiana

-Lo supuse…

-¿Pero será muy caro no?

-Tranquila, embargue el piso para esta cena

Alba rió a carcajadas, Austin no dejaba de sorprenderla

-Austin

-Dime- dijo el apartando los ojos del plato

-¿Qué pasó con tu madre?- En realidad Alba no quería “meterse donde no la llamaban” pero algo en sus ojos le decía que no le estaba diciendo toda la verdad.

-Mi madre… murió, mi padre no quiso saber nada de mí y me quedé solo

-Oh dios mío, lo siento tanto- a Alba se le escapo una lagrima, lo imagino solo, con 16 años ese Austin rubito de ojos azules, sin saber qué hacer. – fuiste muy valiente al venirte aquí solo

-No podía quedarme allí, todo me recordaba a ella

-¿Por qué no me lo dijiste antes?

-No suelo ir contando mis penas por ahí- sonrió, pero fue una sonrisa triste

-Me mentiste, dijiste que no te llevabas bien con ella

-Era más fácil que creyeras eso, no me gusta que sientan lastima por mí, esas cosas me han hecho fuerte en la vida, he madurado pronto, soy más maduro de lo que puedes creer.

Alba alargó su mano para tocar la de Austin y este sonrió, sintieron una electricidad, que los sacó de ese restaurante y los llevó a su cama, desnudos, sin nada que temer…cada uno en su mente, claro.

-Déjame que paguemos a medias por favor

-No Alba, te invito yo. No sé porque te empeñas en creer que soy pobre

Ella agachó un poco la cabeza avergonzada.

Salieron del restaurante tras la copiosa cena y Austin la miró con las manos en los bolsillos.

-¿Por qué te empeñas en poner nombre a esto?

-¿A qué?- dijo Alba disimulando no entender a lo que se refería

-A lo que hacemos, ¿Por qué necesitas ponerle nombre?

-No necesito eso, solo quiero saber a qué atenerme contigo, no me quiero ilusionar, yo no soy de esas chicas que terminan en una cama diferente cada día.

-¿Y qué te hace pensar a ti que yo soy uno de esos chicos?- silencio

-Tu aspecto

-¿Mi aspecto?

-Si…tu aspecto despreocupado- Austin río

-Eres una puñetera estirada

Los dos rieron “Vaya, empiezo a entender tus bromas don despreocupado”

-Ven, te llevaré a un sitio que te va a gustar

Se encaminaron hacia un local cercano, parecía un simple pub inglés

-¿Jazz?

-Si ¿te gusta?

-Me encanta- dijo Alba sonriendo

Un chico alto, fornido, con unos grandes ojos y el pelo rapado se acercó a ellos

-Austin ¿Qué tal colega?

-No me puedo quejar- dijo mientras guiñaba un ojo a Alba

-Vienes bien acompañado ¿no?

-Ella es Alba

-Hola nena

“¿Qué se cree ese tío? Hola colega, ¿Qué hay troncooo?” Alba empezó a reír sola

-Él es John, amigos desde la cuna

-Casi- dijo John

-Encantada

-Lo mismo digo, si consigues pescar a Austin te has ganado todo mi respeto

Alba empezó a reír sin saber muy bien que quería decir.

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