Alba

Alba


1 “El comienzo”

Página 9 de 18

Una hora más tarde, los dos en silencio, volaban sobre los cielos ingleses. Tan solo una hora y estarían en Londres, Alba cerró los ojos e intento no pensar en nada, lo que resulto una tarea más difícil de lo que había imaginado, el recuerdo de lo que iba a ser un perfecto fin de semana junto a Austin y en lo que había derivado le produjo un dolor punzante en el estómago, tuvo ganas de llorar, se sintió perdida y sintió miedo, “La antigua Alba no habría cruzado el país en moto, la antigua Alba no se habría enamorado de un hombre que no le convenía, la antigua Alba no se habría acostado con un tío sin antes dejar clara su relación, la antigua Alba no se sentiría atraída por su jefe, la antigua Alba no habría pasado la noche con su jefe ¿Dónde estaba la antigua Alba?” la mano de Borja se posó suavemente sobre la de ella

-¿Estás bien?

-Sí, me duele un poco la cabeza

-En media hora habremos llegado

-Gracias por todo señor Gómez.- Borja frunció el ceño

-¿Has dejado de tutearme?

-Debemos hablarnos con propiedad, cuando lleguemos a Londres tu seguirás siendo mi jefe y yo tu empleada.

Borja retiró la mano de la de Alba y apartó la vista. Alba giró la cabeza clavando la vista en la ventana y así transcurrió el viaje.

Alba necesitaba encontrarse a sí misma, Alba necesitaba volver a ser Alba y lo que haría la antigua Alba era alejarse de esos dos hombres que no se merecían un hueco en su vida. La idea de volver a España rondó la cabeza de Alba y no le pareció una idea demasiado disparatada, pero volver con sus padres…

Borja agitó el brazo de Alba despertándola, esta abrió los ojos sobresaltada, habían llegado, salieron del aeropuerto con paso enérgico y Alba hizo señas a un taxi, Borja le agarró la mano al vuelo

-Te dejo en casa

No se dijo nada más, Alba y Borja se sentaron en la parte trasera del coche, Alba explico al chofer como llegar a su casa y media hora más tarde, tras un silencio sepulcral llegaron a la puerta del modesto bloque de pisos.

-Gracias por todo señor Gómez

Borja movió la cabeza en sentido afirmativo. Y Alba se dirigió a su casa con un paso decidido, sin mirar atrás, subió las pequeñas escaleras de la entrada y cuando entró en el ascensor, recuerdos cual espejismo acudieron a su mente en forma de cuchillos desgarradores, lloró, lloró como nunca lo había hecho, lloró por no reconocerse, lloró por estar enamorada, lloró por no poder amar a Borja, lloró por los desprecios de Austin, lloró por no poder decidir sobre su vida, lloró por ver todos sus sueños guardados en un viejo cajón, cuando llegó a su planta, Alba se dirigió a la puerta y miró, sin poder evitarlo, hacia la puerta de Austin, levantó el felpudo donde siempre dejaban una llave de repuesto. Entró en casa y se dirigió a la ducha con ímpetu, se desnudó casi al vuelo, no sin antes mirar los bóxer de Borja que aun llevaba, apretó los ojos con rabia y dejó que las lágrimas brotaran libremente por primera vez en su vida. Se duchó intentado borrar todo aquello que la nueva Alba había hecho en ella y cuando salió de la ducha, se miró al espejo, seria, solemne cual estatua, como si la antigua Alba hubiera vuelto, ni rastro de lágrimas, ni rastro de dolor, solo una estricta fachada, fría e imperturbable.

Se recogió el pelo en una coleta y se vistió con un pantalón pitillo negro y una blusa gris con escote de corazón, se dirigió la cocina y preparo un café, al que le añadió leche desnatada y un poco de canela, se fue a su habitación y frente al ordenador se puso a trabajar en los juicios de la próxima semana.

Ni siquiera se dio cuenta de que había transcurrido gran parte de la mañana, eran las dos cuando escuchó girar la llave dentro de la cerradura.- ¡Alba!- la voz de Sonia retumbó en sus oídos, no quería ver a nadie

Sonia caminó por toda la casa hasta que se paró frente a la habitación de Alba, al verla sonrió y se apoyó en el marco de la puerta. Alba no retiró la vista de su portátil, escribiendo animadamente con sus agiles dedos.

-Hola- la voz de Sonia sonó dulce, más de lo que Alba necesitaba. Sin decir nada se acercó sigilosamente a la cama y se sentó junto a ella- necesito saber que ha pasado- y lo dijo en un tono de reprimenda

-No ha pasado nada si te refieres a sexo- Sonia abrió los ojos, quizá sorprendida por la fría expresión de su amiga.- ¿Qué es lo que quieres saber?- dijo Alba mirándola por primera vez, con unos ojos que como Medusa, podrían convertirte en piedra.

-Quiero saberlo todo- el tono de Sonia cada vez sonó más ofuscado- Quiero saber porque te fuiste, porque no intentas arreglar las cosas con Austin, porque acabaste la noche con tu jefe y porque has decidido volver sola.

Alba meditó las preguntas durante un rato y sin más, recogió la taza de café y se dirigió a la cocina, Sonia sorprendida se levantó de la cama cada vez más enfadada y siguió su paso

-¡¿Es que no piensas hablarme?! ¡Dime que te he hecho yo!

Las manos de Alba temblaron bajo la taza y la tiró al suelo haciéndola mil pedazos, Sonia dio un grito del susto y se agarró el pecho, Alba con una furia indescriptible en la mirada se giró.

-¡¿Por qué tienes que presionarme?! ¡Me fui porque mi novio no me habla, porque de un día para otro todo lo nuestro le parece absurdo y no me ha dado ni una sola explicación! ¡Me esfuerzo, cada día, por intentar ser mejor persona, por intentar que funcione algo que no tiene pies ni cabeza porque él nunca me dará lo que necesito!- Alba comenzó a hiperventilar y se le escaparon lagrimas que limpió con el dorso de su mano- estaba borracha, había bebido y apareció Borja, mi jefe, solo….- tragó saliva- me deje llevar por un impulso, por el enfado y me aproveché de lo que Borja siente por mi…quizá con el todo sería diferente- los ojos de Alba se entrecerraron llenos de dolor y las lágrimas discurrieron por su rostro a borbotones.

Sonia sin decir nada la abrazó, la abrazó como no lo había hecho nadie nunca antes, un abrazo de esos que te dicen que todo estará bien, la estaba apoyando. La miró a la cara y le limpió las lágrimas.

-Deberías hablar con Austin, se ha equivocado y lo sabe, lo ha pasado mal, desde que te fuiste lo paso mal

-¿Y por qué no se preocupó por mi antes, cuando me tenía al lado?- y la pregunta sin respuesta se quedó suspendida en el aire- Es él el que debería venir si quiere hablar.

Y hasta entonces no se habían dado cuenta de que la puerta estaba abierta, apoyado en su marco, ese chico rubio que le removía las entrañas con un solo aleteo de sus espesas pestañas, los ojos de Austin estaban enmarcados en unas oscuras ojeras, su espesa barba lo hacía aún más varonil, estaba guapo, con el pelo alborotado, llevaba una camiseta blanca con escote en pico y unos jeans desgastados que Alba adoraba, y ahí estaba Alba, la nueva Alba que intentaba ser la vieja, pero que ese chico de ojos azules removía por dentro como si de una batidora se tratase.

-Hola- un escaso y seco hola que Alba tradujo como “He escuchado toda la conversación”

Sonia se levantó y con una sonrisa de cortesía cruzó el salón en dirección a la puerta

-Me voy para que habléis tranquilos

Austin agarró a Sonia del brazo con firmeza, sin apartar los ojos de Alba con una oscuridad total.

-No te preocupes, hablaremos en mi casa

Alba se colocó con los brazos en jarras en señal de indignación, Austin soltó la mano de Sonia, que entró de nuevo en el salón, y este se removió el pelo girándose hacia su casa, sin decir nada más, Alba dudo, dudo, dudo y finalmente cedió ¿Por qué lo hizo? Pues porque la nueva Alba ya no controlaba sus impulsos ni sus emociones, la nueva Alba necesitaba soltar todo lo que llevaba dentro, necesitaba decirle a la cara todo lo que pensaba y todo lo que sentía.

Austin había dejado la puerta abierta, Alba se dirigió al salón pero no lo vio allí y supuso que estaría en la habitación “Mal lugar para hablar ¿no?” recuerdos, olor a sexo, Austin desnudo…. La mente de Alba se nublo cortándole el aliento, Austin se encontraba tumbado en la cama con las manos tras la cabeza y Alba  se colocó frente a él con los brazos bajo el pecho.

-¿Dónde cojones has estado Alba?

-No tienes derecho a preguntarme eso- la firmeza de ambos y la sequedad con la que se miraban puso en duda si entre esas dos personas alguna vez había habido amor- El primero que tiene que dar explicaciones eres tú.

Austin agachó la cabeza y clavó la mirada en el suelo, sus dedos se movieron rápidamente para recoger dos pequeñas lagrimas que brotaban del inicio de sus ojos “¿Está llorando?”

Alba tragó saliva, intentando que ese nudo que sentía en la garganta se diluyera, pero no lo hacía. Los dos con tantas cosas que decir y tan pocas a la vez, las palabras parecían haberse atascado en sus gargantas.

Austin se recompuso al instante volviendo a ese tono serio con  el que había empezado la conversación.

-Me equivoque- “¿Eso es todo?”, silencio, Alba se pasó la mano por la cara y apretó los ojos- Alba, me has metido de lleno en una relación que yo no sé si quiero, no estoy preparado para algo tan serio y tan formal como lo que tu buscas.

-¡¿Y qué quieres, que seamos follamigos?!

-No, joder no te estoy pidiendo eso, pero es que parece que tu esperas más de mi de lo que te puedo dar, tienes planes, planes desde que eras una niña y en los que yo no encajaría ni aunque quisiera…

-Dijiste que lo estabas intentando

-Y lo hago- Austin cerró los ojos con dolor- sé que mi comportamiento en la playa no tuvo sentido, te dejé de lado y entiendo perfectamente que quisieras marcharte

-¿Por qué lo hiciste? ¿Por qué me hiciste sentir como una mierda?- y Alba no pudo evitar llorar, sus lágrimas se escaparon salvajemente de sus ojos y ya sería imposible pararlas.

-Me asusta todo esto, me asusta que no puedas acostumbrarte a lo que yo te doy, que encuentres a ese príncipe azul con el que sueñas y que yo no pueda hacer que te quedes a mi lado.

La imagen de Austin cantando “Stay With me ” le vino a la mente, ahora esa canción tenía más sentido que nunca, sus temores, sus miedos, solo eran el no estar a la altura de sus expectativas.

-Yo también estoy asustada, me da miedo querer a alguien como tú, me da miedo que te canses de mí, que encuentres a otra chica, hippy como tú, que le guste el surf, acampar, salir de fiesta…yo no soy así Austin, a mí me gusta tomar un buen vino en una terraza, salir a pasear por un bonito parque, ir a un restaurante caro a cenar, ir de vacaciones a un hotel de lujo…es a lo que estoy acostumbrada, es a lo que aspiro Austin y contigo no puedo, cortas las alas a todos los sueños que algún día he tenido.

-¿Qué es lo que quieres? ¿que sea así, que cambie todo por ser el hombre elegante y refinado que tu buscas? ¡No puedo Alba, nadie me ha dado la oportunidad de ser así! No soy el hombre que tu buscas, no puedo serlo…- Austin agachó la cabeza con el corazón encogido

-¿Crees que yo no estoy haciendo nada en esta relación? ¡Lo estoy dejando todo por ti! ¡TODO! Mis sueños, mis metas, estoy cambiando mi forma de ser, estoy entrando en tu mundo, solo me gustaría que tú pudieras entrar un poco en el mío, no puedo dar sin recibir, no me parece justo.

Austin se levantó de la cama y se puso de pie junto a ella, sin dejar de mirarla a los ojos, sus corazones bombeaban tan fuerte que incluso podían oírlos, Austin siguió dando pasos hacia delante mientras Alba los daba hacia atrás hasta chocar con el armario de madera que tenía justo detrás, sus respiraciones agitadas se entremezclaron en una sacudida de emociones, Austin levanto los brazos colocándolos con agresividad a ambos lados de la cabeza de Alba, y la beso, la beso con urgencia, con deseo, con desdén, la beso con fuerza y Alba, Alba la fría, Alba la dura, paso a ser en un instante, Alba la blanda, Alba la apasionada, sucumbió a los brazos de ese hombre que amaba, sucumbió a la fuerza de sus músculos agarrándola firmemente la cabeza, Austin la atrajo hacia  él para besarla más, más profundo, enredando sus lenguas con desasosiego, su mano izquierda resbaló hasta su trasero y la apretó con firmeza contra su paquete, Alba se encendió de golpe al notar su firme y fuerte erección contra ella, Austin la hizo girar como si de una muñeca se tratase y la tiró con fuerza contra la cama, mientras se desabrochaba el pantalón, los dedos de Alba resbalaron en busca de su placer, se sorprendió al notar su incipiente humedad, acarició su clítoris con delicadeza y cerró los ojos echando la cabeza hacia atrás, Austin le quito los pantalones de un solo tirón y él, ya desnudo, se colocó un preservativo “¿Por qué?” a Alba le pareció extraño, ya habían dado el paso, ella le había cedido esa intimidad “¿Por qué estaba dando un paso atrás?” sus pensamientos se interrumpieron al notar el cuerpo firme de Austin sobre ella, cálido, vigoroso, sus manos deslizaron  su blusa por encima de su cabeza y se la quitó para besarla, besarla con verdadera adoración, enredó las manos en su pelo, frotándose, sudando y la mano de Austin resbaló hasta su clítoris

-Que húmeda estas cariño- dijo a media voz

Alba se estremeció y entrecerró los ojos para recibir su miembro, entró sin dificultad, con una fuerte penetración que la llevó al extremo. Comenzaron a moverse lentamente pero con firmeza, Alba apretó los muslos para rodearlo, contrajo su pelvis buscando un ritmo ondulante que los llevaba al más oscuro placer, placer, placer en cada estocada, sus manos se acariciaban, los labios de Austin absorbían y lamian los pezones de Alba con fervor, se entregaron al deseo, se entregaron a lo que tenían, al sexo libre y desenfrenado, se entregaron el uno al otro con desesperación intentando borrar las equivocaciones, intentando hacer lo único en lo que estaban de acuerdo y se movieron, y se amaron durante más de una hora, hasta que un devastador orgasmo recorrió la espina dorsal de Alba y la sumergió en un profundo éxtasis, con los dedos hundidos en la espalada de Austin, un grito ahogado salió del fondo de su garganta y se sintió liberada, se sintió plena, segundos después Austin se dejó ir entre gruñidos, mordiendo la oreja de Alba con fuerza, para terminar con un suave beso en el lóbulo que estremeció su cuerpo. Él cayó sobre su pecho, agitados sudorosos, Alba se agarró a su cuerpo con ternura y de repente desde lo más profundo de su alma un sentimiento de angustia lo destrozó todo, era eso lo que tenían, era solo sexo.

 

 

 

 

 

 

18 “Aprovechando el tiempo que nos queda”

Alba se levantó de la cama y fue directa a darse una ducha, Austin no le siguió, dejó que el agua resbalara por su cuerpo, como si pudiera purificar su alma, deseó desde lo más profundo que eso no hubiera ocurrido, no otra vez, ¿eso quería decir que seguirían así? “Dando tumbos en una relación sin sentido, en la que las discusiones no tenían  un final, bueno si lo tenían, la cama, pero eso no arreglaba nada” la puerta del baño se entreabrió y Austin entró en la habitación, sin camiseta, se había puesto sus calzoncillos y se miró al espejo arreglándose un poco el pelo con agua, Alba terminó de ducharse tan rápido como pudo y abriendo un poco la cortina de la ducha alargó su mano para alcanzar la toalla, Austin  que la miraba, cogió la toalla y se la acercó, no intentó nada, no hubo ni un gesto, no hubo palabras, solo tensión y silencio.

Alba salió de la ducha rodeada por la toalla y sus ojos miraron a Austin tan solo por un segundo, bajó la mirada y quiso salir de la habitación, pero Austin la alcanzó al vuelo, la agarró de la mano y la atrajo hacia él, colocó ambas manos en su cabeza y poso sus labios cálidos sobre los de ella, sopló suavemente como a Alba le gustaba y un tierno beso se escapó de sus entrañas, Alba despegó los labios para darle cavidad a su lengua cálida, que invadió su boca de un enorme placer, la toalla se deslizó por su cuerpo hasta acabar en el suelo y Austin bajó sus manos hacia sus pechos, los agarró con ambas manos y entrecerrando los dedos pellizcó suavemente los pezones, Alba gimió suavemente, la boca de Austin se deslizó por su cuello, dejando besos distraídos en su camino, al besar justo en su nuez Alba se estremeció de arriba abajo, Austin bajó sus manos hasta su trasero y lo apretó contra su dura erección, la levantó al vuelo y Alba enredó sus piernas a su cuerpo, Austin la hizo chocar contra los azulejos de la pared y ella dejó un grito ahogado, Austin sacó su miembro y lo acarició suavemente, sin dejar de besar la boca de la mujer por la que perdía la cabeza, el calor se apoderó del ambiente, sudados y excitados Austin la agarró por las caderas hincando sus dedos en ellas, exigiendo

-¿Sigues tomando la píldora?

Alba extrañada por la pregunta frunció el ceño y movió la cabeza en sentido afirmativo, Austin agarró su miembro y sin pensarlo dos veces la penetró con firmeza, Alba que no esperaba esa penetración arqueó su cuerpo en una mezcla entre dolor y placer tremendamente exquisito. Se abrió para recibirlo y él se introdujo en su humedad, haciéndola chocar contra los azulejos del baño, sus cuerpos sonaban al chocar, bajo ese ritmo incesante de penetraciones, el vello de Alba se erizó desde las piernas, subiendo por sus muslos, hasta sus brazos, los pezones se irguieron mientras chocaban con la calidez del cuerpo de su hombre, con los ojos cerrados, apoyó la cabeza sobre la pared, gimiendo, Austin aceleró el ritmo, haciéndolo cada vez más profundo, más rápido, mordió su cuello exigiendo más, más, Austin se iba a correr, agarró sus nalgas para apretarlo más contra él, Alba se agarró a su cuello gimiendo de placer, su cuerpo no aguantaba más, lo necesitaba, necesitaba estallar, más humedad, más calor, más placer, ambos se dejaron ir en un excitante orgasmo, Austin apoyó la cabeza sobre el pecho de Alba agitado y jadeante, la hizo bajar de el sin decirle una palabra y se metió en la ducha sin  nada más, Alba decidió dejarlo solo, se dirigió a la habitación y buscó su ropa desperdigada por el suelo, se vistió y se hizo una cola tal y como había hecho unas horas antes, se calzó las bailarinas y pensó durante unos minutos si debía irse sin decir nada, se sintió sucia, sintió perder la dignidad que le quedaba, en ese momento Austin salió de la ducha, con la toalla anudada a la cintura, que caía suavemente dejando ver parte de su vello íntimo, por su cuerpo unas gotitas de agua esparcidas simétricamente como si de una obra de arte se tratara, sus músculos empapados, y su pelo que goteaba sobre su rostro, “la viva imagen de Adonis”

-Austin yo, me voy- y no dijo nada, hizo como si no existiera, cogió la ropa del armario y comenzó a vestirse- ¿Es esto lo que quieres darme? ¿Crees que es esto lo que merezco?

-No puedo darte nada mas

Alba salió de la casa como pudo, rápido, pero a trompicones y es que un nudo se había alojado en su garganta para no salir.

Y se propuso, más bien se exigió, que debía dominar la situación, la antigua Alba tenía que volver.

Entró en su casa donde Sonia degustaba una cerveza frente a la tele

-¿Cómo ha ido?

-No me apetece hablar del tema

-Está bien

Le pareció tan extraño que Sonia desistiera en sacarle información…quizá había entendido que en ese momento ella necesitaba intimidad, se metió en su cuarto y con los ojos cerrados respiro profundamente sentada al borde de su cama. Tenía que decidir sobre su vida, tenía que ser ella la que diera los pasos, había luchado mucho por estar donde estaba, había venido a Londres, dejando toda su vida atrás, había conseguido un buen trabajo que le permitiría en unos años vivir de una manera acomodada, ¿Por qué no podía seguir haciéndolo todo como lo estaba haciendo? ¿Por qué tuvo que conocer a Austin? ¿Por qué tuvo que enamorarse de él?  Sus manos se deslizaron por su rostro con desesperación, había quedado claro, con Austin nunca tendría un futuro, tenía que mirar por su vida.

Sin pensarlo demasiado, alargó su mano en busca de su móvil y escribió un rápido pero conciso mensaje, luego se fue a la ducha y eliminó todo rastro de lo que había pasado y que “jamás volvería a ocurrir”, se puso ropa interior limpia y un vestido negro con escote en corazón y la parte superior transparente con lunares también en negro. Unos zapatos de salón negros, no muy altos y se maquillo de manera natural, para resaltar los labios con el Russian Red de Mac. El sonido de los tacones hacia la puerta desvió la atención de Sonia que contemplaba atenta la televisión 

-¿Vas a salir? Estas deslumbrante

-He quedado para comer

-Me alegro de que hayas arreglado las cosas con Austin

Alba sonrió con tristeza y se dirigió a la puerta, bajó en el ascensor mientras su corazón latía desbocado, su móvil vibró en el interior de su bolso de Channel “Nos vemos en el Fera at Claridge's. Borja”

El taxi ya esperaba a Alba en la puerta y tras indicarle la dirección clavó la vista en la ventana, intentó no pensar en lo que iba a pasar, tenía claro de que no estaría ahí para cuando a Austin le apeteciera un polvo, haría su vida y la haría sin más.

El taxi se dirigió hacia Brook Street y Alba se impacientó a sobremanera, incluso le entraron ganas de gritar al taxista que acelerara. En la puerta del restaurante, Borja con un impecable traje negro se erguía con las manos en los bolsillos, guapo, sexi, sus músculos se intuían bajo el oscuro traje y los muslos de Alba se contrajeron nada más verlo, la mano de Borja se colocó suavemente tras la espalda de Alba provocándole un escalofrió y le dio un suave beso en la mejilla

-Estás espectacular- dijo muy cerca de su oído

Alba aleteó las pestañas con dulzura y entraron de la mano en el restaurante, el metre los condujo a una mesa junto a la ventana, todo el local en tonos neutros y tierras, un precioso árbol sin hojas se encontraba en el centro del salón, la arquitectura interior estaba decorada con escayolas y columnas, las paredes eran grises, sin desentonar con el entorno, se respiraba lujo.

-Es precioso este sitio

-Lo se

-¿Cómo reservaste tan de repente?

-Lo cierto es que tenía otra cita aquí, con un cliente, pero la cancelé

-¿Por qué hiciste eso? No era necesario…yo- Alba se sintió avergonzada- sintió haberte avisado tan a la ligera

-Ojalá todas las noticias de última hora que recibo fueran tan satisfactorias como esta.

El camarero les sirvió el vino y pidieron la comida. Borja movió la copa haciendo girar su contenido y posó sus labios suavemente para absorber un poco de vino. Los músculos de Alba se contrajeron y se maldijo a si misma por el poder que ese hombre tenía en ella.

-¿Puedo saber a qué ha venido esta cita? ¿Ya me echabas de menos?

-Necesitaba despejarme eso es todo- Alba sorbió un poco de vino y entrecerró los ojos- también me apetecía verte- “Alaa, donde las dan las toman” Borja abrió los ojos realmente sorprendido y se echó a reír educadamente.

-No esperaba eso señorita Ramírez.

Alba sonrió y se sintió intimidada, el camarero trajo el primer plato “Salvada por la campana”. Se pusieron a comer en silencio y Alba se sintió relajada, “¿Podrían mantener una relación en la que no necesitaran dar explicaciones, en la que se amaran, se respetaran y se comportaran de manera adecuada en los momentos adecuados?” Borja rompió el silencio.

-Alba quería proponerte algo- el corazón de Alba bombeo más sangre que en toda su vida

-Tú dirás

-Dentro de unas semanas hay una convención de abogados en Múnich, iremos varias personas del equipo, necesito a alguien que colabore conmigo en las reuniones, que me acompañe en los discursos y que tome nota de todo ¿Te gustaría ser mi ayudante?

-Claro ¿Por qué no?

-Se incrementara esa semana al doble de tu sueldo, podrás coger las vacaciones a la semana siguiente- “Madre de Dios”

-No hay problema por eso, iré encantada

Ambos sonrieron encantados, “Alba y Borja, una semana, en Múnich, en un hotel…Joder” apretó los ojos “Viaje de negocios solo será un viaje de negocios” se lo repitió diez veces y no termino de creerlo. Terminaron de comer sobre las dos y decidieron pedir café, café latte para Alba, café cortado para Borja. La conversación se animó, hablaron sobre los proyectos que Borja pretendía presentar en la convención y Alba no se sintió forzada, se sintió cómoda. Borja pagó integra la comida y salieron del restaurante ambos satisfechos

-¿Quieres que te lleve a casa?

-Tranquilo, pediré un taxi

-Como desees

Y además Borja le daba su espacio, se sintió cómoda, muy cómoda “¿Era eso lo que buscaba en un hombre, comodidad?”

El taxi llego en menos de dos minutos y Alba se despidió de Borja con dos educados besos, en el segundo se recreó, quizá más de lo que le hubiera gustado, aspiró su perfume, varonil, sexy, potente y con ese recuerdo anduvo hasta el taxi, casi extasiada.

Alba llegó a casa en cuestión de diez minutos, subió al ascensor y cuando llegó a su planta se detuvo buscando las llaves en su bolso “¿Por qué las mujeres siempre llevamos de todo pero nunca encontramos nada?”, encontró las llaves en un pequeño bolsillito del lateral “Os pillé”, cuando levanto la vista del bolso, un cuerpo fuerte, abigarrado, unos vaqueros desgastados que le sonaban, una camiseta negra que se pegaba a su cuerpo, esa barba incipiente, ese pelo alborotado, Austin. Como en un azote de sentimientos, Alba  dio un paso atrás dejando claras las distancias.

-Fui a tu casa, Sonia me ha dicho que habías salido

-¿Qué quieres?

-Tenemos que hablar y ahora en serio, hablar de verdad- Austin le pareció sincero

-No quiero hablar contigo

-Creo que nos hace falta a los dos, ambos deberíamos ser sinceros.

Y Alba sin saber cómo, acabó sentada en el salón de Austin con un café en la mano y la mirada clavada en el suelo.

-Alba- ella levantó la vista de su café y lo miró directamente a los ojos- siento haber sido tan gilipollas- se revolvió el pelo con desdén- ¿Qué estamos haciendo?

Alba soltó una risotada irónica.

-Lo que estamos haciendo es terminar una relación que no lleva a ninguna parte

-Odio que digas eso

-Eres el primero que no lo desmiente

El silencio se hizo abrumador, las manecillas del reloj corrieron sin correr, “¿Cuánto tiempo estuvimos así? ¿10 minutos?”

-Alba yo…siento no poder darte todo lo que pides, siento no estar a tu altura

-No soy una reina ni una marquesa Austin, soy una simple chica

-Todo el que te vea como una simple chica miente

-¿Qué quieres decir?

Ir a la siguiente página

Report Page