Alba

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1 “El comienzo”

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-Está bien, lo haré yo- y le arrebató la carta de las manos- “Alba, No pretendo que con esto que te voy a decir cambies lo que piensas, ni lo que tienes decidido, hoy quiero aborte mi corazón, quizá por primera vez, por primera vez de verdad y sin tapujos. Fuimos una historia, quizá larga o quizás no, nuestra historia se resume en distancia, distancia no física, sino emocional. No se será hoy o mañana pero pronto tendremos que decirnos adiós, aunque duela y el mundo se nos venga encima, aunque me extrañes en las madrugadas, aunque en nuestros corazones nos acompañemos siempre. Éramos tan distintos, tan opuestos, tan ajenos, y ahí estaba la conexión, en nuestra multitud de no coincidencias. Sé que no soy una persona normal, que vivo acariciando la locura, que tengo innumerables defectos, pero no quiero a otra persona, te quiero a ti, con tus errores o como sea, pero te quiero a ti”- el silencio se apoderó de sus corazones y Alba con la cara entre las manos comenzó a llorar, como si le estuvieran desgarrando el alma.

-Lo único que lograremos- agregó con voz lastimada- es lastimarnos cruelmente una vez más.

Austin le acarició la cara con la yema de los dedos, y con suavidad recogió cada lágrima que derramaban sus ojos con los labios, por sus mejillas, por su barbilla, en la punta de su nariz… Alba cerró los ojos y echó la cabeza hacia atrás, Austin siguió su camino, besándole el cuello y subiendo de nuevo hasta su barbilla para rozar sus labios suavemente.

-¿Qué te ha pasado?- dijo Alba acariciando la herida que llevaba en su barbilla

-Hoy me he ganado un buen puñetazo- se le escapó una sonrisa entre dientes y se besaron dulcemente, con cuidado, Austin le acariciaba el pelo con la mano, mientras se entregaba a su boca una vez más.- ¿Cuándo te vas?

-Dentro de tres semanas

-Déjame aprovechar el tiempo que nos quedé, te prometo que haré que cambies de opinión

-No Austin, no podemos hacer esto…

-¿Por qué?

-Porque si lo hacemos cambiaré de opinión- dijo mirándole a los ojos, llenos de brillo y de dolor.

 Alba se levantó temblorosa y se dirigió a la puerta, Austin se levantó rápidamente para alcanzarla.

-No te vayas- dijo agarrándola de la muñeca

-No lo hagas más difícil

Y sin más atravesó la puerta para no volver jamás. Salió a la calle, llovía y no llevaba paraguas, recordó que se lo había dejado en la oficina. Fue corriendo hasta un taxi y llegó a casa de Borja rápidamente, estaba empapada, Borja dormía plácidamente, tal y como lo había dejado.

Se metió en el baño y mientras el agua se derramaba por su cuerpo y por su alma comenzó a llorar. Quería gritar y destrozarlo todo, pero en vez de eso, se quedó callada “Y me destrocé el alma una vez más”.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

41 “El vestido”

El teléfono sonó mientras desayunaba un croissant y un té verde con miel

-Hola mamá

-Hola cariño ¿Qué tal? ¿Estás nerviosa?

-No mucho la verdad

-Te noto apagada ¿Estás bien?

-Si, preocupada

-Eso es normal, pero verás que todo va sobre ruedas, Borja es un buen hombre

-Si, lo es…

-Estoy segura de que pronto me daréis muchos nietos

-Mamaa… relaja

-Vale, vale- su madre se echó a reír- solo queda un mes para la boda ¡Necesitas un vestido!

-Si mama, esta tarde iré con mi amiga Sonia a algunas boutiques, ya hemos cogido cita

-Perfecto

-Bueno mamá, te dejo que tengo trabajo

-Un momento

-Dime

-¿Estás segura que te quieres casar?

-Sí, claro mama ¿Cómo no voy a estar segura?- “Mec, detector de mentiras activado”

-Un matrimonio es una cosa muy seria Alba

-Si mamá, lo sé, te dejo que tengo trabajo, adiós

-Adiós…

“¿Por qué todo el mundo tenía que preguntar eso?” Estaba segura, segura de que cuando la boda pasara todo iría a mejor, olvidaría a Austin y se acostumbraría a una vida tranquila y monótona junto a Borja, todo iría bien “¿o no?”.

A las 18:00 Sonia la esperaba en la puerta de una de las boutiques de novias más famosas de Londres, se saludaron con dos besos y se adentraron en la tienda como si las estuvieran levando al matadero. “Demasiado simple, demasiado recargado, demasiado liso, demasiado…DEMASIADO” Ninguno era el suyo…

-Creo que me llevo este- el vestido era sencillo, en color blanco roto, escote palabra de honor y una larga cola, en la cintura llevaba un broche de pedrería plateada- es el que más me ha gustado

-Estas muy guapa

Alba se miró de arriba abajo reflejada en el gran espejo que tenía frente a ella, la dependienta sonreía falsamente observando desde detrás.

-Te queda fenomenal y es de los últimos modelos que nos han llegado, si te lo llevas ahora tendrás un descuento del 10% en…

-Me lo llevo- llenó sus pulmones de todo el aire que pudo y se miró reflejada por última vez, así sería como iría hasta el altar. Echó la cortina para desvestirse tras ella.

-¿Estás segura Alba? No te veo del todo convencida

-No es el vestido de mis sueños ¿Qué quieres que te diga? Pero tengo que decidirme por algo ya.

-Podrá recogerlo la semana que viene cuando esté arreglado

-Gracias por todo- se dieron la mano educadamente y salieron a la calle

-¿Otra vez lloviendo?- dijo Sonia mientras intentaba abrir su pequeño paraguas de mano- Me voy corriendo que no llego al trabajo, nos vemos- Y Sonia desapareció entre la lluvia

Alba caminó con paso tranquilo hasta su casa, una vez allí se sentó frente al ordenador para terminar de enviar algunas invitaciones, hizo algunas llamadas telefónicas para concretar los últimos preparativos y se estiró sentada en el sillón del escritorio, no sabía cuántas horas llevaba ahí sentada, se había tomado la boda casi como una obligación y eso le había hecho concentrarse “sin distracciones”.

En ese momento sonó su teléfono, su madre le había enviado una foto, era un dibujo que había hecho cuando tenía unos quince años, era ella misma vestida de novia, era su vestido, las lágrimas empezaron a rodar por su rostro y se tapó la boca para no sollozar. Era un vestido único, siempre soñó con diseñarlo ella misma y poder llevarlo el día de su boda, ahora ese sueño parecía demasiado lejano, para nada se parecía al vestido que Alba iba a llevar.

“Mira lo que he encontrado ordenando tus cosas, ¡Que creativa eras ¿eh?!

Espero que haya ido bien la búsqueda del vestido.

Te quiere, Mamá.”

Alba apagó el móvil y fue a darse una ducha fría para no pensar.

Borja llegó a las diez de la noche y se dio una ducha mientras Alba terminaba de preparar la cena, pescado al horno con verduras, se sentaron alrededor de la mesa del salón con una copa de vino blanco.

-Ya tengo el vestido

-Eso es un gran paso- contestó Borja sin apartar los ojos de su Tablet

-También he terminado de cerrar lo del catering y he enviado las invitaciones que faltaban

-Me alegro

Alba se levantó y empezó a recoger la mesa

-¿Quieres algo de postres?

-No gracias

Alba volvió al salón y sacó su neceser del bolso para dejarlo en la habitación. Borja despertó de su embelesamiento electrónico al escuchar el ruidito de un papel cayendo sobre el suelo, un papel arrugado que parecía ser una carta, se lo metió rápidamente en el bolsillo del pantalón

-¿Vienes a la cama?- le dijo Alba sorprendiéndolo por detrás

-Si ahora voy

Y ese ahora voy se convirtió en horas sentado delante de una carta arrugada, firmada por Austin.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

42

Quedaba una semana para la boda, el trabajo, la rutina, habían mantenido la mente de Alba despejada, al menos a ratos, intentaba pensar en su futura vida de casada y en lo feliz que sería con Borja “Porque lo iba a ser”. Cogerían el avión al día siguiente, Sonia había ido a su casa para ayudarla a preparar las maletas, cosa en la que Alba no era muy experta, ya que siempre llevaba de más. Estaba nerviosa, corría de un lado para otro tirando cosas en la maleta y con el tercer café en la mano.

-¿Te quieres tranquilizar?

-Eso intento

-Pues suelta el café- le dijo Sonia quitándole la taza de un tirón. Alba se desplomó en la silla de la habitación con las manos en la cara- Necesitas tranquilizarte

-Tengo que despedirme de él

-¿Qué?

-Que tengo que despedirme de Austin- Sonia ni siquiera la miró

-Haz lo que tengas que hacer

-Quiero que le des esto- y le dio en la mano una carta doblada en un sofisticado sobre

-No puedo hacer eso

-Dáselo tu… por favor- Sonia miró la carta y se la guardó en la chaqueta

A las ocho de la tarde las maletas estaban listas, solo le quedaba intentar descansar, pero no podía parar de pensar que diría Austin al ver la carta, si la habría leído ya, si le habría vuelto a partir el alma…

El timbre sonó y le despertó de la penumbra en la que se sumía, se dirigió a abrir la puerta cigarro en mano.

-Sonia

-Vengo a traerte algo, es de parte de Alba- Sonia alargó su delgado bracito y le tendió la carta. Austin no dijo nada y simplemente la cogió

-Está decidida a irse- Sonia asintió y sin más se dio la vuelta y se fue.

Austin se sentó en el suelo con una botella de cerveza y un paquete de cigarrillos en la mano “Esto promete” se dijo a si mismo con sarcasmo, y comenzó a leer:

“Austin, no puedo cambiar de opinión, no ahora, llámame cobarde o lo que sea para sentirte bien, sé que me odiarás por esto el resto de nuestras vidas, pero de eso se trata ¿no? De dejar de hacernos daño, de darnos a ambos una oportunidad mejor que todo esto, hasta siempre. A”

Encendió el mechero y la carta empezó a perderse entre las llamas. Había llegado el momento, se había ido, “Ahora si muchacho, no te queda nada que hacer”, entre gritos de rabia y angustia se tumbó en el suelo a desahogar su alma quizás, a perderse o a encontrarse a hacerse a la idea de que todo había acabado “Por fin todo había acabado”.

El despertador sonó a las seis de la mañana, un taxi los esperaba en la puerta para llevarlos hasta el aeropuerto, agarrados de la mano, se montaron el taxi, dejando atrás el Alba y Borja, para ser el “nosotros”.

El despertador sonó a las seis de la mañana, no sabía si en realidad había dormido, metió en su mochila rápidamente lo que necesitaba, y con la guitarra a la espalda, empezó a conducir su moto, dejando de ser Alba y Austin para empezar a ser “Austin”.

Alba miraba por la ventanilla del avión, miraba como atravesaban las nubes, sobrevolaba los océanos, cerró los ojos y echó la cabeza hacia atrás, intentando disminuir la presión sobre su pecho.

Dicen que los amores imposibles son los más intensos, aunque a veces somos nosotros mismos los que los hacemos imposibles, “Me monté en ese avión dispuesta a olvidarte Austin”, con el corazón en la mano, decidida a vivir de realidades y no de mentiras “Iba a casarme con Borja” Dejando atrás todo, “Lo nuestro. Porque en el fondo sabemos que esto, no lo merecemos”.

“Que verdad es que quien juega con fuego se quema, yo me había quemado hasta las pestañas”.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Epilogo

Resbalo el blanco vestido sobre mi piel, vuelvo a mirarme en el espejo, parezco decente, la maquilladora ha sabido tapar mis ojeras, llevo el pelo recogido hacia atrás, no me favorece, pero es elegante, dos pendientes con pequeños diamantes azules cuelgan de mis orejas, son de mi madre y son preciosos.

Mi madre me abrocha el vestido

-Estas lista

Me vuelvo a mirar y trago saliva, suena mi móvil y pego un respingo, ¿Quién será?, en la pantalla aparece el nombre de John, dudo, pero finalmente lo cojo

-¿Sí?

-Alba…- Cuando me la noticia, se me para el mundo, el suelo deja de existir bajo mis pies, me derrumbo.

Me tapo la boca con la mano y el móvil cae al suelo partiendo la pantalla en mil pedazos.

…………………………………………………………………………………………………………………………………………………

Me adentro en el mar, no puedo pensar en otra cosa que en el sonido de las olas, el agua esta fría, pero mi piel casi no lo nota, no me importa nada, no hay nada que me ate a esta vida ni a la siguiente, no hay nada de lo que me tenga que preocupar.

El mar está picado, me adentro en el con dificultad, las olas me cubren en más de una ocasión, oigo voces, me llaman, pero los ignoro, me subo a la tabla esperando el momento perfecto, me deslizo con suavidad impulsándome con las manos, remando, intento estabilizarme, es complicado cuando el mar está así, consigo ponerme de pie, las olas me llevan a su propio ritmo, lo estoy consiguiendo, me dejo llevar en su agotador vaivén, recuerdo lo que todos me han dicho “No te metas en el mar, no hoy, el mar está complicado, es peligroso” sigue dándome igual, una ola me sorprende por la derecha pero la esquivo como yo sé hacerlo, levanto los pies de la tabla y doy una vuelta de 90º, me agacho, observo desde ahí el mar, su agitación.

Una ola me atrapa desde atrás, no veo nada, solo oscuridad, intento subir a la superficie, algo me atrapa, es el mar, me absorbe, me lleva, intento salir pero no puedo, llego a la superficie cogiendo una gran bocanada de aire para hundirme de nuevo, intento salir, necesito salir, me duele el pecho, el agua esta helada, siento mil cuchillos clavándose en mi cuerpo, se me hielan los huesos, quiero salir, mi respiración es lenta y dolorosa, oigo voces, gritos, alguien me llama.

Mi tabla ¿Dónde está mi tabla?, subo a la superficie y  eso me permite tomar unos segundos más de aire, se me llenan los pulmones de agua, lo noto, tengo la boca salada, ya no puedo abrir los ojos, escuece, dejo de sentir mi cuerpo, todo se hace blando, noto una especie de calambre que llega hasta mi cabeza, hasta la nuca, todo está oscuro, cada vez más, veo una luz, es ella, como una visión angelical, sonríe y me coge de la mano, corremos por un largo prado, sus ojos verdes, su melena castaña, lleva los labios pintados de rojo, me coge de la mano, ella, mi Alba, mi Alba, ella…

La oscuridad me está atrapando, ya no puedo pensar ¿Cuánto tiempo llevo así?, me agarran por el brazo y tiran de mí, justo cuando me sumerjo en la oscuridad total, oscuridad, oscuridad…

 

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