Alabama

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Segunda parte » Capítulo 28

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Una noche, Jack acababa de acostarse cuando su madre entró en su habitación. Se levantó, salió de su habitación y se sorprendió al ver a la bibliotecaria sentada en el comedor y con una mascarilla, para prevenir otro posible desmayo por los olores.

–Louise ha venido porque desea hablar contigo. Quiero que hagas el favor de escucharla – anunció Lucrecia haciendo un gesto a la mujer para que volviera a tomar asiento.

–Mira  Jack , entiendo tu situación –  comenzó –, y me gustaría ayudarte. Esto no puede continuar así. Cuando te dije que quería que me ayudaras en la biblioteca, lo hice de corazón. No bromeaba. De verdad, quiero que continúes ayudándome.  Necesito tu cooperación y te veo muy capacitado para desarrollar el trabajo.

Al ver que el muchacho continuaba en silencio volvió a tomar la iniciativa de la conversación:

–Contéstame, por favor. ¿Vendrás mañana a trabajar?

La pregunta tomó por sorpresa al mulato, que nervioso y asombrado no paraba de moverse sobre la destartalada silla de madera, que amenazaba con despedazarse en cualquier momento.

Al cabo de un rato y tras un largo silencio, un monosílabo surgió de su boca:

–Sí.

Al oír la afirmación de su hijo Lucrecia se sintió aliviada.

–Perfecto. Muy buena contestación. Así me gusta – exclamó Louise satisfecha, mientras se ponía en pie, para marcharse y recogía su bolso que estaba colgado en el respaldo de la silla.

–¿Qué haremos mañana? – preguntó Jack.

–Mañana te enseñaré una lista de los autores que más solicitan los lectores, es muy importante que conozcas las novelas que son más demandadas. No te arrepentirás, créeme – afirmó la mujer que ya se encontraba en la calle.

–Lo primero que tienes que hacer es darte un buen baño – aconsejó la sirvienta.

–No te preocupes, lo haré.     

Cuando la bibliotecaria abandonó la vivienda, Jack se dirigió a Lucrecia, que en aquel instante se encontraba en la cocina:

–Madre, ¿soy el hijo del juez Carter?

Su madre sabía muy bien que algún día llegaría tan nefasta demanda, pero para su desgracia no estaba todavía preparada. Aun así se armó de valor y contestó:

–Creo que sí, hijo.

–¿Cómo que creo? El otro día vi cómo os estabais besando...

–¿Quieres saber la verdad?

–Por favor. Ya estoy harto de tantas mentiras.

 

Al ver la desesperación reflejada en la mirada de su hijo, la madre concluyó:

–Sí, Jack. El juez Carter es tu padre.

Tras la revelación, la mujer se quedó mirando los ojos buscando algún tipo de reacción.

Después de oír las palabras de su madre y  lleno de satisfacción se encerró en su habitación a pesar de saberlo de antemano, el conocer quién era su padre, en cierta medida, lo tranquilizó.

 

 

 

 

 

 

 

                              

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

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