Aftermath

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Parte Dos » Interludio: Chandrila

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INTERLUDIO

CHANDRILA

De repente, una fruta púrpura entra volando en el campo de la cámara para estrellarse justo al lado del rostro de Olia Choko. La fruta estalla. El jugo escurre por su mejilla y gotea del borde de su mandíbula. Parece estar aturdida.

Fuera del encuadre una voz enojada suena:

—¡Buu! ¡Buu al Senado Galáctico! ¡Buu a la Nueva República!

Ahí va otra fruta, esta falla el blanco, pasando sobre la cabeza de Olia.

Tracene empieza a decir:

—Está bien, Lug, hora de cortar…

—No —dice Olia, interrumpiendo. Traga fuerte y se limpia un poco la viscosidad de la fruta.

—Usted. El manifestante. Acérquese.

Tracene le hace una seña apenas perceptible a Lug.

Un par de manos escamosas trandoshanas aparecen en los bordes de la pantalla y pivotan la cámara flotante hacia un hombre xan pequeño en un overol gris, sucio.

Está solo.

Se da cuenta de que la cámara está apuntando hacia él y agita las manos.

—No, no, no quiero que me filmen. Por favor.

Olia se acerca. Con cautela. Las manos extendidas, suplicantes.

—Si tiene alguna preocupación, entonces quisiera escucharla.

—Yo… —el xan tartamudea, mirando a su alrededor. Como si esto fuera alguna clase de broma. O como si no estuviera preparado para eso—. Lo siento, debería irme.

Empieza a retirarse, pero Tracene da un paso delante de él.

—Diga lo que quiere decir.

Incrédulo, él contesta:

—¿De verdad?

Olia responde:

—De verdad. Cuénteme sus molestias.

Tracene articula a la cámara: «¿Todavía estamos grabando?».

Un pulgar reptil aparece por un momento en la pantalla.

—Yo… —comienza el alienígena—. Yo me llamo Geeska Dotalo. Soy de Gan Moradir, una colonia en el Borde Medio. La Nueva República vino. Ellos…, destruyeron una base imperial. Ahora los imperiales se han ido. El Imperio era cruel. ¡Pero al menos había orden! Teníamos comida y agua. Las cosas funcionaban. Ahora los rebeldes se han ido. Y las pandillas han llegado. Los piratas. No tenemos suficiente comida. La destrucción afectó nuestro pozos y… —Comienza a sollozar—. Ahorramos suficientes créditos para traerme aquí. Soy todo lo que tiene mi familia.

Por un momento, Olia se siente sin palabras.

Tracene parece estar a punto de intervenir, pero entonces Olia habla:

—Es bueno que haya venido, señor Dotalo. No creo que Gan Moradir tenga un representante en el Senado. Hoy, usted será ese representante.

Los ojos de él se abren más de lo que parece posible.

—¿Q…, qué?

—La guerra es terrible. Y un ejército no es suficiente para solucionar problemas. Necesitamos una solución para lo que sucede después de que ellos hacen su trabajo, y es por eso que el Senado está comenzando otra vez, y por esto lo estamos haciendo aquí, en el planeta natal de la canciller. Algunos consideran este lugar como un planeta pequeño, intrascendente, pero Chandrila siempre ha sido un lugar donde nacieron grandes ideas y los ciudadanos necesarios para llevarlas más allá, a la gran galaxia. La galaxia necesita ayuda. Necesita esas grandes ideas pero, como usted dijo, también necesita de las cosas pequeñas: comida, agua, refugio. Cosas básicas. Y después de que la guerra llegue a su fin, debe haber algo más para reparar lo que está roto. Lo invito el día de hoy a hablar frente al Senado acerca de su gente y de su colonia. Permítales escuchar. Permítanos ayudarlo.

Ella llama a alguien que está fuera del encuadre. Otro pantorano, un hombre vestido con túnica administrativa azul. Olia le susurra algo. Y le presenta de manera breve a Geeska Dotalo. Después el pantorano lo insta de manera amable a salir.

Tracene sonríe y grita:

—¡Corte!

Pero sus ojos voltean a la distancia.

Porque ahora hay una conmoción. La gente mira hacia arriba y aleja la mirada. Tracene hace señas con su mano, y Lug gira la cámara.

Allá, en la distancia, hay una fila de prisioneros imperiales. Esposados unos a otros, guiados por un oficial de la Nueva República.

—¡Esto es inaceptable! —sisea Olia. Luego se lanza a intervenir.

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