Ada

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-No entiendo quién podría ser…- bufó Kyle ante las palabras de la vampiresa.

Esta lo miró directamente a los ojos a pesar de que no se había quitado las gafas de sol.

-¿Tú propones algo?- preguntó ella suavemente mientras enarcaba una ceja- yo he mirado todas las posibilidades existentes, que se reducían a vosotros y algún traidor de los míos pero los que me traicionaron, no vivieron mucho para contarlo así que no sé… a lo mejor a ti se te ocurre algo.

-¿Esto es algún tipo de desafío?- preguntó él.

-¿Desafío? Por favor, no podría hacer algo semejante y menos con un chucho…- dijo ella con cierto desdén.

Jaelle miró al chico que se tensó cuando la vampiresa lo llamó chucho. Su mirada trasmitía algo más pero no supo identificarlo. Luego esa misteriosa mirada pasó a ser de tremendo odio y parecía a punto de transformarse para atacar por lo que se metió en medio de los dos y le dijo a la joven vampiresa:

-Por favor… no quiero peleas aquí.

-¿Quién ha dicho que alguien vaya a pelear aquí?

-Mi segundo al mando está nervioso… no quiero que suceda algo malo en mi casa… pasemos dentro y hablemos tranquilamente, quizás encontremos una solución a todas nuestras cuestiones.

-¿Quieres que entre en la boca del lobo? Vaya, nunca mejor dicho… ¿cómo puedo saber que esto no es una trampa?

-Te puedo asegurar que no hay ninguna trampa en mis intenciones, yo quiero la paz de los clanes de licántropos que hay en la ciudad y si me tengo que servir de la ayuda de los vampiros, estoy dispuesta a correr el riesgo- dijo la joven Jaelle con convicción.

La vampiresa la miró y pudo apreciar la decisión en los ojos de aquella joven y decidió fiarse de ella.

-De acuerdo, entremos, de todas formas el sol ya me estaba afectando un poco…

Los tres entraron y del coche se bajó el conductor del todoterreno que también los siguió de cerca.

Una vez dentro, la vampiresa se quitó las gafas de sol para dejar ver unos delicados ojos color ámbar y con ellos miró el salón en el que se encontraba.

-¿Quieres tomar algo?- preguntó Jaelle.

La vampiresa se apartó un poco el flequillo y la miró con una sonrisa.

-No, hace rato que bebí sangre y no creo que quieras darme un poco de la tuya, aunque tampoco es que pueda, no soporto la sangre de los perritos.

Kyle se acercó peligrosamente a la vampiresa cuando de improvisto se metió alguien por delante, deteniéndolo.

-No voy a dejar que le hagas daño- le dijo una voz ruda al joven licántropo. La voz pertenecía a un joven vampiro que parecía ser el protector de la joven.

-Vaya, así que no viniste sola…- dijo Kyle mirando a la vampiresa.

-Como ya dije antes, no creo que sea buena idea meterme en la boca del lobo y menos yo sola… ah y siento la expresión pero es la que mejor le va a la situación.

-A mí no me hace gracia…- respondió Kyle.

-Tampoco pretendía hacerte reír con la frase…

Jaelle volvió a meterse de por medio.

-Basta, por favor. Relajémonos todos un momento.

Si Kyle no se controlaba, corría el riesgo de transformarse. Jaelle no entendía por qué se ponía tan nervioso ante la presencia de dos vampiros que hasta ahora no les habían hecho nada y habían venido pacíficamente.

-¿Vamos a aclarar lo que está sucediendo o no?- preguntó la vampiresa- mi presencia no es cómoda para algunos y no quiero que se pongan más nerviosos de lo que están.

Tanto la vampiresa como el chico se miraron a los ojos fijamente.

-Sí, debemos aclararlo porque si sois inocentes no quiero cargar con una posible guerra entre nosotros- afirmó Jaelle que ya se había metido en el papel de jefa de clan, preocupada por los suyos- me preocupa esto que está pasando y yo más que nadie deseo aclararlo porque soy la Jefa de los Jefes de Clanes. Una responsabilidad con la que no contaba.

La vampiresa miró entonces a la joven, logrando apartar sus ojos de la hechizante mirada de aquel chico. Los hombros de la joven licántropo parecían cargar con una gran peso encima y ella podía entenderla ya que ambas cargaban con la responsabilidad de velar por los de su especie. No puedo evitar acercarse a la chica y mirarla fijamente.

Kyle, al no saber las intenciones y temiéndose lo peor, quiso acercarse pero el vampiro se lo impidió conocedor de las intenciones de su compañera.

-No le va a hacer daño…- le dijo el vampiro.

-Tú eres como ella, no puedes asegurar que no le hará nada cuando os mueve el instinto y el ansia de sangre.

-Ya te dijo ella que la sangre de licántropo no nos gusta así que no tienes nada que temer.

-Estás cargando un gran peso encima ¿cierto?- preguntó la vampiresa a Jaelle.

-No es fácil querer velar por la seguridad de varios clanes tú sola cuando hace poco que conoces quién eres realmente. Hace solamente unas pocas semanas que me convertí en licántropo y no es fácil sobrellevarlo todo cuando están sucediendo tantas desapariciones y no sabes quién puede estar detrás de todo esto.

-Yo también cargo con un gran peso encima… yo soy como tú… debo velar por la seguridad de mis vampiros aunque yo tengo otro inconveniente añadido. Mi padre era el Rey de los Vampiros y se tiró a una humana naciendo yo de esa unión, algo que muchos de los vampiros de mi aquelarre no ven con buenos ojos. Me llaman la Princesa de los Vampiros cuando saben que odio ese apelativo… yo no sé a qué mundo pertenezco porque soy mitad y mitad, al menos tú sí lo sabes.

La estancia permaneció en silencio. Una confesión como esa no era fácil de contar y menos de digerir por parte de los licántropos, quedando ambos tan sorprendidos que no supieron qué decir.

 

6.

Era la primera vez que Allegra decía esto a alguien que no fuera él. No confiaba en nadie excepto en él pero si le contaba eso a la joven licántropo, sus razones tendría.

Desde que ella lo había salvado de morir de difteria durante la Segunda Guerra Mundial, se había convertido en su confidente, en el que confiaba todos sus problemas con los vampiros del aquelarre. Le había contado exactamente lo mal que lo pasaba cuando los vampiros mayores la trataban con cierto desprecio llamándola Princesa pero no con respeto sino con desdén dejando claro su aversión a los medios vampiros como ella.

-Intento sacar algo positivo de eso porque me hace más fuerte y por lo menos yo puedo salir a la luz del día, ellos no- decía ella con una sonrisa cada vez que se veía afectada por algún tipo de problema relacionado con los vampiros.

Realmente le había confundido que ella le hubiese contado sus problemas a una desconocida como esa joven y sobretodo sabiendo que es una loba, su mayor enemigo.

Luego estaba ese chico al que intentaba por todos los medios mantener alejado de Allegra. Su nerviosismo era palpable y su mirada transmitía algo que no le gustaba para nada.

La joven loba, en cambio, parecía ser todo lo contrario al chico. Era muy dócil y parecía sufrir casi tanto como Allegra.

-¿Eres medio humana?- preguntó la chica.

Allegra asintió y sonrió levemente.

-Como puedes ver, a pesar de ser de especies distintas, no somos tan diferentes, el peso de cuidar de los nuestros nos cae a ambas sobre nuestros hombros, lo que nos conlleva a querer lo mejor para ello a pesar de que a mí me desprecien de esa manera.

-¿Qué pretendes decirme con eso?

-Que ambas queremos el bien para con los nuestros y se me ocurre que haciendo una alianza podamos conseguir encontrar al culpable de estas desapariciones.

Todos allí la miraron sorprendidos.

-¿Te has vuelto loca, Allegra?- le preguntó su confidente.

-No, Dreck, estoy más cuerda que nunca.

-Yo no diría que está muy cuerda- dijo Kyle claramente sorprendido.

Jaelle miró a Allegra sin comprender muy bien su proposición.

-¿Por qué quieres una alianza?

-Muy fácil. Si nosotras debemos cargar con el peso de velar por la seguridad de los nuestros, la mejor forma de hacerlo es que nos unamos y nos protejamos los unos a los otros.

-Allegra, sabes que los vampiros no aceptarán semejante locura.

-Bueno, ellos deben obedecerme… ¿no tienen la costumbre de llamarme Princesa? Bien, pues esta Princesa va a tomar su papel y todos deberán obedecerme y hacer lo que les ordeno.

-Muchos se negarán.

-Me da igual, Dreck.

-No es por nada pero el vampiro tiene razón- dijo Kyle- ¡es una locura! ¿Vampiros y licántropos unidos para luchar contra otro enemigo? Imposible.

Los dos vampiros y Jaelle lo miraron hasta que la joven loba se levantó y miró a su amigo.

-No es imposible, Kyle. Quizás sea nuestra única posibilidad de derrotar a ese otro enemigo del que nada sabemos, sólo que le gusta mucho secuestrar a los nuestros para torturarlos hasta la muerte. A mí no me parece mala idea hacer una alianza con los vampiros si con ello me consagro la seguridad de todos los clanes de la ciudad.

Kyle no supo qué responder ante esta revelación. Era una locura unir a los vampiros y a los licántropos. Se odian.

Allegra se levantó al igual que Jaelle y miró al chico.

-Es una propuesta, no tienen por qué aceptarla ahora mismo. Pueden pensarlo con tranquilidad durante una semana. Cuando finalice el tiempo estimado, volveremos a vernos y me daréis una respuesta.

Jaelle se giró hacia la vampiresa.

-Lo pensaremos- dijo mostrando una leve sonrisa.

Allegra asintió y cogió sus gafas que había dejado sobre el sillón donde se había sentado.

-Entonces nos vemos la semana que viene a la misma hora.

Jaelle asintió. Los dos vampiros salieron de la casa mientras se ponían sus gafas de sol. Se metieron en el todoterreno y se fueron a toda pastilla de allí.

-Definitivamente, es una locura, Jaelle no podemos aceptar su propuesta- dijo Kyle una vez entraron en la casa.

-¿Por qué no, Kyle? Quizás sea nuestra única posibilidad. Nosotros tenemos el olfato y el oído, ellos la rapidez, nos serían de gran ayuda.

-Quizás me convenzas a mí pero no lo vas a tener nada fácil con el clan.

-Lo intentaré… que no se diga que no miro por el bien de los míos.

Kyle sonrió. La convicción brillaba en los ojos de Jaelle y él no le quitaría la ilusión. Pero esa vampiresa… ¿por qué lo había puesto tan nervioso? Esa mirada ambarina, ese cabello castaño, esa piel tan pálida y delicada… Sacudió la cabeza apartando esos pensamientos de su mente, ¡era el enemigo! No podía olvidarlo.

Como ya era tarde, se despidió de su amiga y se fue hacia su casa.

Una vez dentro del coche y en camino hacia su mansión, Allegra se quitó las gafas de sol, más meditabunda de lo común.

La presencia de aquel chico la había trastocado como nunca antes lo había hecho nadie. Sin entender muy bien por qué, se había puesto nerviosa aunque intentó disimularlo bien. Estaba acostumbrada a fingir delante de todo el mundo.

Aquella chica le recordaba perfectamente cómo comenzó ella, cargando un enorme peso encima del que poco a poco y gracias a su amigo Dreck había conseguido liberar un poco. Posó la punta de sus dedos sobre los párpados, pensativa y con un ligero dolor de cabeza. Algo de su parte humana que había llegado a odiar.

¿Cómo era posible que ella sintiera dolor de cabeza como los humanos siendo una vampiresa casi en su totalidad? La explicación era sencilla, aún no había renegado de su parte humana a pesar de que muchas veces lo había deseado. Odiaba ser diferente del resto de los vampiros pero a la vez le suponía una ventaja.

Ella podía salir a la luz del día y no le afectaba tanto como a los otros que sentía la piel arder. Allegra con llevar unas gafas de sol tenía más que suficiente.

Cuando cerró los ojos, recostada, vio la mirada de aquel chico y rápidamente los abrió.

-¿Sucede algo, Allegra?- le preguntó Dreck desde el asiento del conductor.

-¿Eh? ¿Qué?

-Que si pasa algo…

-Ah, no nada… es sólo que me duele un poco la cabeza.

-Tu parte humana vuelve a salir…

-Eso parece. No soporto que me pase eso, Dreck.

-Pero te hace especial.

-Nadie opina como tú. Para ellos, yo sólo soy un bicho raro, un híbrido entre vampiro y humano.

-Nunca te ha afectado lo que ellos piensen de ti.

-Lo sé pero sus miradas hacen que me ponga nerviosa y acabe con este horrible dolor de cabeza.

Hubo unos minutos de silencio hasta que él volvió a hablar.

-Me sorprendió mucho que le contaras a esa loba lo que te sucedía.

Allegra se encogió de hombros.

-Me inspiró confianza y al igual que yo, ella carga con un gran peso encima, por favor, me estoy repitiendo mucho…

-Hay algo que no logro entender… ¿por qué quieres formar una alianza con ellos? Son nuestros enemigos desde… ¡siempre! No lo entiendo, Allegra. Es una locura.

-Nos encontramos ante un gran problema del que podría surgir una guerra. Debemos unir fuerzas porque si ellos no son los responsables y nosotros tampoco, alguien debe querernos muertos o que se forme la peor guerra de criaturas que haya existido y no quiero que muera nadie. Bastantes muertes he visto en estos ciento treinta años de vida ¿o hace falta recordar las dos Guerras Mundiales que sufrió el mundo?

Dreck se removió nervioso.

-No me lo recuerdes… ver morir a la gente que quieres no es nada bueno.

-Lo sé. Por eso quiero una alianza con los perritos… ellos nos pueden ser de gran ayuda en estos momentos porque me temo que el vampiro que encontraron descuartizado no será el único.

-Puede que tus argumentos a mí me suenen lógicos pero los demás no pensarán igual y harán un motín en tu contra.

-¿Crees que no lo sé? No me lo recuerdes que entonces sí que no podré dormir y es lo que más necesito en este momento.

-Bueno, puedes aprovechar y echarte un sueñecito ahora que estamos en camino.

-Apenas quedan veinte minutos para llegar… no te preocupes, ya veré cómo le hago para dormir en un lugar seguro después de contarle al aquelarre lo que he hecho.

Tardaron un poco menos de lo que Allegra suponía por lo que el momento de hablar con el aquelarre estaba más cerca de lo que hubiera esperado. Tendría que afrontarlo. Sabía que los vampiros jóvenes no la odiarían una vez diera sus argumentos pero los antiguos serán los más renuentes. Sólo esperaba que la entendieran y que lo hacía por el bien de ellos.

Esa misma noche, Allegra mandó reunir a todo el aquelarre en el gran salón de la casa donde ya ella les esperaba sentada en su gran sillón, más parecido a un trono que a un sillón de cualquier casa. ¿No querían Princesa? Pues la iban a tener, pensaba Allegra mientras todos los vampiros entraban y se colocaban delante de ella.

Una vez estuvieron todos, miró a Dreck que estaba a su lado y este asintió para darle fuerzas para enfrentarse a todos aquellos vampiros. Entonces, ella, muy dignamente, se levantó y miró a su alrededor. Podía ver a los vampiros colocados en las posiciones más insospechadas. Desde sentados en las ventanas como en las vigas del techo del salón. La velocidad de estos, conseguían poder subir a lugares insospechados y nadie quería perderse lo que tenía que decir la princesa.

-Mis queridos vampiros- empezó Allegra con voz serena- puesto que en estos últimos días hemos encontrado el cadáver de uno de los nuestros, he pensado seriamente nuestra situación. Nos hallamos ante un peligro inminente si no le ponemos un remedio. Me he visto en la obligación de tomar algunas decisiones… aunque claro por algo soy la Princesa de los Vampiros ¿no?- dijo esto con cierta ironía- al principio pensé que esto había sido obra de los licántropos pero tras confirmar que ellos no fueron, le propuse a la Jefa de Clanes que nos uniésemos en la lucha contra ese enemigo invisible que nos quiere ver muertos…

Tras ella decir esto, hubo unos segundos de silencio seguidos de un gran murmullo sobre lo que acababa de hacer ella.

-¡Se ha vuelto loca!- exclamaban unos.

-¡Definitivamente no tenía que haber sido nombrada Princesa de los Vampiros!- dijeron otros.

-¡Esperad!- intervino Dreck haciéndolos callar- Quizás pueda parecer una locura pero no lo es. Sólo escuchadla.

-¿Cómo vamos a escucharla? ¡Se ha vuelto loca! ¡Unirnos con los licántropos es una locura!- exclamó uno de los vampiros que estaban a la punta de adelante.

-Los licántropos sospechaban de nosotros porque han aparecido cadáveres de los suyos y sé que somos enemigos acérrimos pero este enemigo es mucho peor que ellos. Pretenden acabar con nuestra raza- apuntó Allegra- hemos encontrado los pedazos de uno de los nuestros y me imagino que querréis venganza ¿o quizás me equivoco y no sois tan vengativos como pensaba? Yo ahora no me puedo echar atrás con esto porque ya la propuesta de unión está hecha, ahora el que quiera unirse conmigo a esto ya saben lo que tienen que hacer y los que no estén de acuerdo ya saben dónde está la puerta, aunque eso sí, no creo que haga falta recordarles que tomar sangre humana de un cuerpo humano vivo está totalmente prohibido… no quiero tener que acabar con el que no cumpla las normas y tener que marcharme de aquí por culpa de unos idiotas que no saben contenerse… La reunión ha acabado…

Tras decir esto, le dio la espalda a los vampiros que salieron de allí murmurando cosas de todo tipo, desde insultos y groserías hasta alabanza por parte de unos pocos.

Allegra suspiró y miró al suelo.

-Lo has hecho bien, Allegra, estoy seguro de que tu padre estaría orgulloso de esto…

-¿De verdad lo crees, Dreck? Yo no estaría tan segura, con esto me estoy ganando el odio de muchos de los vampiros del aquelarre…

-Pero estás mirando por el bien de todos ellos, lo que decidan ya es cosa suya.

Allegra se pasó la mano por el pelo alborotando su flequillo, preocupada. ¿Realmente lo estaba haciendo bien? Ella no podía saberlo, quizás con el paso del tiempo se daría cuenta si todo aquello había sido un error o lo más acertado que había hecho en sus ciento treinta años de vida.

Estuvo unos minutos más allí y luego sin decir nada, salió del salón dirigiéndose a su habitación donde se encerró con llave. Cerró bien las ventanas y se tendió en la enorme cama con dosel que tiempo atrás habían hecho especialmente para ella.

Tenía demasiadas cosas en la cabeza en ese momento. Por un lado estaba la incertidumbre de saber lo que están pensando los vampiros sobre la proposición que ella le había hecho a la Jefa de Clanes de licántropos. Por otro estaba aquel licántropo que no podía quitarse de la cabeza durante todo el trayecto y que ahora no la abandonaba por nada del mundo.

Cerró los ojos para intentar descansar un poco cuando de repente oyó un murmullo.

“Es imposible… no puede ser que me esté pasando algo así…”

Allegra abrió los ojos rápidamente y se incorporó para mirar a su alrededor. Estaba sola. Entonces, ¿de dónde venía esa voz? ¿Y por qué le sonaba tanto?

“Maldita sea, tengo que estar loco para que me pase esto…”

La joven vampiresa se llevó las manos a la cabeza pensando que se estaba volviendo loca al oír esa voz en su mente. Cerró los ojos y se relajó. Todo podía tener una explicación lógica. Tenía que haberla pero no se le ocurría nada.

Quizás si ella también trataba de pensar pero con dirección a esa voz se explicaría qué es lo que sucedía.

“¿Perrito?”

En su mente oyó una exclamación.

“¡¿Chupasangre?!”

“¿Se puede saber qué haces en mi mente?”

“Eso mismo me estaba preguntando yo, ¿cómo es posible que esté pasando esto?”

“Si tú no lo sabes, tío listo… menos lo voy a saber yo… no tengo suficiente con lo que está pasando como para ahora tener al perrito metido en mi cabeza sin saber por qué…”

Allegra frunció el ceño y cerró los ojos, el dolor de cabeza de antes se había incrementado.

“Maldita sea…”

“Para mí tampoco es agradable así que si no es mucha molestia, ¿le importaría al perrito salir de mi mente? Quiero descansar porque me duele la cabeza…”

“A una chupasangre le puede doler la cabeza”

“¡A una media humana sí! Ahora déjame en paz…”

“Vale, vale… si al menos supiera cómo…”

Allegra se espantó ante esa frase y frunció el ceño.

“¿No sabes cómo salir de mi mente? ¡Tienes que saberlo! ¡No quiero tenerte todo el tiempo en mi mente! ¡Necesito estar sola! Mira, perrito, o sales de mi mente ya o te juro que…”

“¿Qué? ¿Me vas a morder? Uy, que miedo… estoy temblando de miedo… Además, no soy perrito, soy un lobo y me llamo Kyle…”

“Qué susceptible, hijo mío… ah claro, seguro que acaba de ver a alguna por ahí y estás deseando estar con ella porque esta es la época de celo ¿no?”

Allegra no pudo evitar sonreír ante su comentario pero sabía que eso le había sentado muy mal a él porque ella misma lo estaba notando en sus carnes. Su sonrisa desapareció.

“Pensé que te dolía la cabeza”

“Claro que me duele, idiota, por eso quiero que salgas de mi mente…”

“Y yo te repito que no sé… creo que hemos sufrido la imprimación…”

“La impri… ¿qué?

“¿Tanto que sabes de lobos y no sabes lo que es la imprimación? Verás… mi lobo, con el que ahora mismo no estoy muy de acuerdo te ha elegido como pareja de hecho por decirlo de alguna forma…”

“¿Que tu lobo me ha elegido como tu pareja? Dile a tu lobo que vaya al oftalmólogo. ¿Yo? Una vampiresa con un licántropo… es de locos…”

Todo eso era una locura. ¡Estaba hablando con un licántropo a través de la mente! Definitivamente se ha vuelto loca. Eso la estaba estresando bastante.

“Estás estresada…”

Allegra miró a la nada, sorprendida.

“¿Cómo lo sabes?”

“Puedo notarlo, al estar conectados puedo saber más o menos cómo te sientes”

“Seguro que no sabrás nada de mí si me cierro en banda ¿verdad?” preguntó la joven esperanzada de que se lo fuera a quitar de encima si hacía eso.

“Pues la verdad… no lo sé… conozco muy poco de la imprimación”

“Y yo que pensaba que eras un tío listo… mira, de verdad, busca la manera de salir de mi mente porque si esto se me va a juntar con todos los problemas la llevo clara, perrito…”

“Me llamo Kyle…”

“Como sea… ahora si no te importa, me gustaría descansar un poco”

“¿Vas a meterte en tu ataúd?”

“Eres un idiota, de verdad, lo de los ataúdes es sólo un invento de los novelistas… a ver si se os mete en esa cabezota que tenéis… ah claro, se me olvidaba, los perritos no tienen tanta capacidad mental… o al menos algunos…”

Tras esto, la joven se recostó de nuevo en su cama y cerró los ojos para tratar de dormir.

No podía estar pasándole algo así a ella. ¿Imprimación? Era una mala broma del destino…

Si hasta hace un momento no se lo podía sacar de la cabeza, ahora mucho menos si ambos estaban conectados.

Volvió a abrir los ojos y buscó en su mesilla de noche alguna pastilla para el dolor de cabeza pero no había nada. Sin más remedio tendría que soportar ese dolor hasta que se quedara dormida y se le calmara un poco.

Tras un rato sin dejar de oír murmullos en su mente consiguió quedarse dormida.

 

7.

Al día siguiente, los licántropos se reunieron en el claro del bosque esperando a Jaelle que al parecer tenía una noticia que darles.

No tuvieron que esperar mucho puesto que casi al momento de reunirse todos, apareció ella junto a Kyle, Belinda y Yandrack. Todos convertidos en lobos.

Jaelle miró a la manada y se puso en centro del círculo que habían formado el resto de licántropos que ahora le hacían una reverencia. Dudando, miró a Kyle y este asintió.

La joven loba cerró los ojos por un momento para luego abrirlos y mirar a su alrededor.

“Hola a todos, os he reunido aquí porque ayer sucedió algo importante que quiero que sepáis y votéis… mientras entrenaba con mi segundo, Kyle, apareció la Princesa de los Vampiros…” la manada casi al completo se estremeció ante la mención de la vampiresa “me comentó que apareció uno de los suyos descuartizado y con signos de violencia como la han sufrido los cadáveres de los nuestros… con esto quiero decir que los vampiros también están sufriendo una amenaza desconocida. Están en la misma situación que nosotros y por eso ella me propuso hacer una alianza entre licántropos y vampiros para acabar con esa amenaza desconocida”

Al principio, los lobos no reaccionaron ante lo que les estaba contando su jefa. Incluso Belinda y Yandrack la miraron, sorprendidos.

“¿Qué?” preguntó Yandrack “no habrás aceptado ¿verdad? Sería una locura…”

Jaelle lo miró fijamente.

“No he hecho nada porque quería consultarlo con toda la manada como se debe hacer porque esto les incumbe tanto a ellos como a mí”

“Comprenderás que sería una locura y un riesgo unirnos con los vampiros” convino Belinda.

“Estoy segura de que si nos uniésemos, ella se responsabilizaría de que los suyos no hagan de las suyas mientras que yo vigilaría a la manada para que no hayan malos rollos entre nosotros… recordad que tenemos una amenaza mucho peor sobre nosotros… aunque claro, todo esto es decisión de la manada no solamente mía” dijo mirando a toda la manada.

“Es de locos… no podemos aceptar semejante propuesta” dijo un lobo de pelaje grisáceo.

“¿Cómo puedes estar segura de que esa vampiresa es de confiar?” preguntó una loba blanca.

“Porque al igual que yo, ella carga con una responsabilidad… yo ni siquiera sabía lo que era y de repente me vi aquí liderando una manada y también me vi con que era la Jefa de Clanes… yo, que sólo acabo de cumplir veinte años cargo con semejante responsabilidad… no me preguntéis un por qué pero la verdad es que creo que esta unión podría servir de mucho a nuestra causa que es acabar con esa horrible amenaza que pretende destruirnos…”

Jaelle miró a su alrededor, todos los lobos tenían puesta su mirada en ella. La miraban con cierta pena porque tenía que cargar con tanta responsabilidad siendo tan joven y sin haberla preparado para ello.

Entonces, unos de los jóvenes licántropos de la manada, de pelaje negro y blanco, dio un paso adelante y miró a la joven.

“Si tanta carga significaba para ti, ¿por qué no dijiste nada?”

“Porque es mi responsabilidad, yo soy la responsable de la manada y por lo tanto yo debo cargar con todo el peso de cuidaros…”

“Siempre puedes pedir ayuda…” respondió el lobo “yo estaría dispuesto a ayudarte si es necesario, no quiero que ninguno de los míos muera a manos de alguien que ni siquiera sabemos quién es”

“Los vampiros pueden ayudarnos y quizás descubramos antes quiénes son los que quieren acabar con nosotros… probablemente nos arriesguemos mucho pero nunca estaría de más intentarlo… aunque nunca haría nada sin pediros vuestra opinión por eso os reuní a todos hoy, cualquier decisión que toméis será la acertada porque la elige la mayoría…”

Jaelle giró sobre sí misma de nuevo viendo la indecisión en los rostros de los lobos hasta quedar frente al lobo que había hablado.

“Si ellos son capaces de ayudarnos en esto, entonces yo te apoyo y digo que sí”

La joven sonrió y asintió levemente antes de mirar al resto de la manada, esperando la respuesta. Muchos dieron su aprobación y algunos se resistieron un poco más pero casi todos ya estaban de acuerdo así que cuando se reuniera con Allegra le diría que sí acepta la unión entre los licántropos y los vampiros.

Yandrack y Belinda miraron a Jaelle.

“Con esto ya te has ganado la confianza de muchos porque saben que los haces por el bien de todos ellos y por su seguridad… estamos muy orgullosos de ti” le dijo Belinda cuando ya volvían a la casa de Jaelle.

“Es lo que intento, no es fácil pero si con la ayuda de los vampiros avanzamos más rápido, mejor que mejor…”

“Cierto… al principio pensé que era una locura pero tus argumentos fueron buenos y me convencieron”

Casi sin darse cuenta llegaron hasta la casa de Jaelle donde se transformaron y se vistieron. Luego todos se despidieron de la chica y se fueron.

Dreck iba hacia la habitación de Allegra para llevarle el almuerzo cuando oyó voces en una de las habitaciones que daban al pasillo por donde él pasaba.

-¡No puedo creer que vayas a apoyarla en esta locura!

-No es una locura y lo sabes…

-¡Claro que es una locura, maldita sea! ¡Está loca!

Dreck supuso que hablaban de Allegra por lo que se acercó, a parte porque no le gustaba el cariz que estaba tomando la conversación.

-Piénsalo un poco, Log, los licántropos son buenos rastreadores, tienen un gran olfato y quizás no sean tan malos como lo pintan los vampiros antiguos como tú.

-¡Yo no me pienso aliar con esas bestias, Destiny!

-Logan, somos bestias también, tomamos sangre humana para sobrevivir… somos más bestias que ellos que sólo se encargan de verlas por los humanos de los que tomamos su sangre.

-¡Cállate! Tú no entiendes nada, Destiny, eres una estúpida que cree todas las palabras teñidas de ácido de Allegra y os quiere lavar el cerebro. No es de fiar, aún no entiendo por qué su padre la dejó al cargo del aquelarre.

Dreck apretó los puños con rabia contenida al oír cómo insultaban a Allegra cuando ella no hacía más que desvivirse por los suyos, recurriendo a una loca alianza para ver quién quería acabar con ellos.

-¡Tú sí que no lo entiendes!- espetó la vampiresa- ¡lo está haciendo por nuestro bien! ¡Aquí el estúpido eres tú!

De repente un fuerte golpe se oyó en la habitación lo que hizo que la joven cayera al suelo.

-Eres una zorra, te dejo beber de mi sangre para que te fortalezcas y ¿así es cómo me lo pagas?

Dreck no soportaba la violencia y menos si esa violencia iba dirigida a una mujer por lo que dejó la bandeja en un mueble del pasillo al lado de la puerta y entró.

-No voy a permitir que golpees a alguien y luego te vayas de rositas…

El vampiro, de pelo largo castaño claro casi rubio y de ojos verdes esmeralda, lo miró.

-Tú no tienes por qué meterte en esto, soldado de pacotilla, asqueroso pelota.

Los puños de Dreck volvieron a cerrarse y se acercó peligrosamente al otro vampiro. Alguien le agarró la pierna.

-No le hagas nada, por favor, estoy bien.

Pero el vampiro no le hizo caso en absoluto sino que miró fijamente a Logan.

-¿Qué pasa? ¿Ahora no eres capaz de pegar a nadie?

-Te he dicho que no te metas en esto, estoy hablando con mi pareja.

-Yo creo que no estabas hablando, precisamente. Quizás debería informar a Allegra de lo que estás haciendo para que te destierre.

-Tú no vas a hacer nada porque sabes que será tu palabra contra la mía.

-¿A quién crees que va a creer Allegra? Todos conoces tu aversión por ella, no creo que nadie vaya a salir en tu ayuda.

-¡Cállate!

Logan levantó el puño para pegarle pero Dreck lo detuvo y le retorció el brazo pero este se soltó lo que le obligó al vampiro a pegarle un buen puñetazo que lo hizo caer al suelo.

-¡Ah!- gritó el vampiro dolorido.

-Esto es para que aprendas la lección y no sólo por haber insultado a Allegra sino también por golpear a una mujer. Como vuelvas a hacerlo no será solo ese puñetazo, la próxima vez te haré picadillo y nadie me detendrá. Ahora sal de aquí.

El vampiro lo miró por un momento y pudo ver un inmenso odio mezclado con un ligero reflejo de la muerte por lo que sin decir nada más, salió de la habitación.

Dreck oyó como se cerraba la puerta con violencia y respiró hondo. Se giró hacia la joven la cual se masajeaba la zona golpeada. Se acercó y se agachó junto a ella. Posó su mano en la barbilla y la obligó a mirarle.

Era una joven hermosa con el cabello rubio casi blanco y unos ojos azules como el mar. Su nariz era fina. Sus labios llenos y parecían suaves. Dreck le pasó el pulgar con delicadeza casi distraído, aunque rápidamente se centró y observó la zona del golpe.

-¿Estás bien?

-Sí- su voz era como terciopelo, dulce y delicada.

-¿Te duele mucho?

-Ya casi se me ha pasado el dolor- dijo ella mirándolo fijamente- gracias.

-No es nada- dijo él sonriendo levemente.

La ayudó a levantar y sus manos quedaron unidas más tiempo de lo normal sin dejar de mirarse a los ojos hasta que ella, algo ruborizada, se apartó un poco y le dijo:

-Tengo que irme, si vamos a colaborar con los licántropos, debemos empezar a entrenar y tomar varias remesas de sangres.

Dreck asintió y la dejó marchar. Pero no dejó de mirar la delicada curva de su espalda y aquellas largas piernas que parecían no tener fin. Tardó un poco en reaccionar después de que ella se marchara. Una vez salido del trance a causa de la visión de aquella joven hermosa, salió y cogió la bandeja que por suerte Logan no había visto porque este tenía tendencia a tirar todo lo que encontraba a su paso cuando se enfadaba así que fue una suerte encontrar la bandeja en buen estado.

La cogió y siguió hasta la habitación de Allegra donde tocó y al momento entró. Allí le colocó la bandeja en una mesita y miró a la vampiresa que estaba asomada a la ventana donde vio salir a Logan estrepitosamente.

-¿Sucedió algo? Logan parece un poco… histérico. Ya ha empujado a varios vampiros que están entrenando entre ellos…

Dreck se acercó y se puso al lado de la vampiresa para mirar en la dirección en la que ella miraba.

-Golpeó a su pareja y yo me metí en medio.

Allegra lo miró y sonrió levemente.

-Tu vena de salvador salió y no pudiste quedarte de brazos cruzados ¿verdad?- preguntó mientras se dirigía hacia la mesa y cogía la copa con un líquido que podría pasar perfectamente por vino pero que en realidad era sangre. Tomó un sorbo y se sentó.

-No podía dejar que la pegara, además no dejó de insultarte porque ella te apoyaba.

-Algo normal en Logan, no me sorprende en lo más mínimo, cada cinco frases que dice ese vampiro, cuatro van dirigidas a insultarme a mí- dijo mientras se apoyaba en el respaldo y cruzaba las piernas, removiendo la copa.

-Lo sé, lo que me pareció mal era que la estuviera obligando a renunciar a ayudarte cuando aquí todos somos libres para elegir lo que queremos hacer…

Allegra enarcó una ceja y volvió a sonreír levemente.

-Vaya, nunca te había visto de esa forma… ¿acaso esa joven vampiresa caló en tu interior?

Dreck se giró y la miró.

-¿Qué te hace pensar algo semejante?

-La forma en que hablas de esa joven a la que has visto cómo Logan la golpeaba… como si te importara más de lo que pretendes… nos conocemos desde hace tiempo Dreck y a mí no me engañas. ¿Tan hermosa es esa joven?

No tenía sentido engañar a Allegra así que le contó la verdad.

-Es demasiado hermosa como para describirla con palabras, una auténtica belleza nórdica con ese cabello casi blanco y los ojos tan azules. No había visto nada igual, ni siquiera en mi época mortal.

-Ya veo… bueno, quizás sea hora de que te unas a una vampiresa, llevas demasiado tiempo siendo mi confidente y nos has vivido tu vida aunque claro tienes toda la eternidad para ello pero bueno…

-¿Y tú qué? ¿No piensas buscarte una pareja? Te lo mereces.

“Si tú supieras…” pensó la joven.

“¿Es que tengo que saber algo?” le dijeron mentalmente lo que la hizo sobresaltarse y derramó un poco del contenido de la copa sobre el reposabrazos del sillón.

Dreck que se dio cuenta, se acercó y lo limpió.

-¿Sucede algo?- le preguntó al darse cuenta de lo que le había sucedido Allegra.

“No te lo estaba diciendo a ti, perrito… ¿es que aún no has solucionado lo de salir de mi mente?”

“Lo he intentado pero no hay nada que pueda hacer…”

-¿Allegra?

La joven lo miró por un momento y tras recomponerse ante la sorpresa inicial de la incursión de ese sujeto en su mente, respondió.

-¿Qué?

-¿Que si sucede algo? Te sobresaltaste de repente.

-No es nada…

-¿De verdad? Pareció como si hubieses oído algo que no deberías.

-En serio, Dreck, estoy bien, simplemente es ese maldito dolor de cabeza que parece pervivir conmigo…

-Deberías tomarte algo…

-Con un poco de descanso se pasará.

-Llevas varios días encerrada, supuestamente descansando, no creo que estés muy bien.

-No te preocupes por nada, vete con los otros vampiros a entrenar, ¿de acuerdo?

Dreck asintió y salió de la habitación dejándola sola. Oír los pensamientos de aquel joven licántropo la estaba volviendo loca, su mente era un hervidero de pensamientos que no tenían sentido. Todos se mezclaban y le producían un intenso dolor de cabeza que no era normal en ella.

Se recostó un poco en el sillón y cerró los ojos para intentar vaciar su mente de todo pensamiento para poder despejarse y que se le pasara el dolor de cabeza. Todo con tal de no oír la voz de aquel chico en su mente.

-Vaya, veo que me traes noticias ¿no?- dijo aquel hombre oscuro a su hijo que entraba en ese momento en la sala donde él estaba.

El joven miró a su padre cuando estuvieron frente a frente y respiró hondo.

-Sí, traigo noticias.

-¿Son buenas?

-No lo creo… la Princesa de los Vampiros le ha propuesto a Jaelle una alianza para dar contigo.

El hombre enarcó una ceja sonriendo divertido.

-¿Una alianza?- preguntó riéndose malévolamente- tendrás que convencer a Jaelle de lo contrario. No puede existir tal alianza.

El chico al oír las palabras de su padre sonrió, divertido.

-¿Es que acasos temes que te descubran?

El tipo se levantó y le dio un fuerte bofetón a su hijo que le partió el labio. El joven se pasó el dorso de la mano para limpiarse la sangre.

-Si no haces algo al respecto, Yandrack, tu madre sufrirá las consecuencias.

-¿Por qué te escudas en mamá para que yo haga lo que me mandas? Estoy harto de que uses a mi madre para chantajearme. ¿Tan poco te importa lo que le haces? Le estás quitando la vida poco a poco… cada vez está peor, sus heridas ya no sanan como antes… las palizas son cada vez más frecuentes… dime papá, ¿es que hasta que no muera no vas a estar tranquilo?

-Con ella en mi poder sé que no te negarás a hacer lo que te ordeno.

Yandrack miró a su padre a los ojos, rabioso porque sabía que tenía razón, haría todo lo que fuera porque su madre no sufriera ni un rasguño y aún así, cada vez que venía, la veía tendida en la cama de aquella habitación donde no entraba la luz. Cada día más pálida y con golpes nuevos en todo su cuerpo lo que hacía desear poder matar a su padre por todo eso.

Cerró las manos en sendos puños conteniéndose para no darle un buen puñetazo a su padre y se giró.

-Voy a ver a mamá…

Tras decir esto y con la risa de fondo de su padre, salió de la estancia y bajó las escaleras para ver a su madre.

Cuando entró en la habitación, su madre estaba de espaldas a él por lo que se acercó lentamente. Esta al sentir un ruido se incorporó rápidamente, totalmente asustada pero cuando vio que era su hijo, se relajó y suspiró.

-Hijo…- dijo la mujer sonriendo levemente.

El chico se sentó al lado de ella en la cama y la abrazó con delicadeza ya que el cuerpo magullado de esta no le dejaba llegar a un abrazo cálido. El abrazo que realmente deseaba. Poder sentir el calor de su madre en torno a él.

-¿Cómo estás?- le preguntó él.

-Mejor que otras veces…

-¿Te ha vuelto a pegar?

-Hace varios días que no viene por aquí así que estoy bien ¿y tú cómo estás?

-Podría estar mejor pero no es así… la Princesa de los Vampiros le ha propuesto una alianza a los nuestros. Al parecer, ese hombre mandó a alguno de los suyos para matar a un vampiro y hacernos sospechosos de ello.

-No le gustó la noticia.

-No. Me ordenó que evitara esa unión a toda costa. Al parecer ese hombre también puede sentir miedo…- dijo el chico sonriendo levemente y con cierta malicia- el problema es que yo no creo que pueda hacer algo para evitar esa unión. No me caen bien los vampiros pero ellos serían de gran ayuda para ellos.

-Pero si se unen, descubrirán que trabajas para tu padre como espía, ¿qué pensará esa joven a la que tanto quieres?- preguntó la mujer acariciando la mejilla de su hijo con delicadeza.

-¡Que me descubran! ¡Estoy harto de servir de espía para ese hombre! ¡Tener a parte de mi familia cerca y no poder decirle nada, no poder decirles que estás viva y que yo soy parte de esa familia! No creo que pueda soportarlo mucho más, mamá.

-Tienes que hacerlo, hijo, sé que es difícil pero si te das a descubrir, será nuestro fin, quizás sea egoísta por mi parte porque odias mucho mentir y lo haces para que tu padre no me haga daño pero también es por tu bien. Si no te destruye él, lo hará la manada. No quiero que te ocurra nada…- la mujer bajó la mirada para ocultar las lágrimas de preocupación que inundaban sus ojos pero no podía ocultar los sollozos, por lo que Yandrack la abrazó- prométeme que no harás nada que te ponga en peligro, por favor.

El chico suspiró y la abrazó más fuerte.

-Te lo prometo, mamá, te lo prometo…

 

8.

Pocos días más tarde, Belinda fue a visitar a Jaelle y al verla tan alicaída, le propuso ir a dar un paseo para que tomara un poco de aire.

Esta se hallaba tan decaída porque no dejaba de pensar en Christopher. Lo echaba mucho de menos y le había escrito varios mensajes que él no le había contestado.

-¿Te pasa algo?- preguntó Belinda sin dejar de mirar al frente. Al ver que no respondía, la miró y sonrió levemente- ¿es por la alianza con los vampiros?

Jaelle la miró y suspiró apartando la mirada.

-Eso es una pequeña parte de todo lo que me pasa. Hay algo aún peor que eso.

-¿Y puedo saber qué es lo que te tiene así?

La joven dudó un poco hasta que al final decidió confiar en ella a pesar de que no se conocían lo suficiente pero parecía una joven en la que se podía confiar.

-¿Recuerdas a ese chico que os vio y le dije que erais los hijos de unos amigos de mis padres? Bueno, pues hace poco nos vio a Kyle y a mí hablando y me dijo que nuestra amistad no iba a ningún lado. Lo tenía un poco olvidado pero nunca dejaba de pensar en él, lo que pasa es que Kyle me quema con los entrenamientos. Acabo baldada, si llego a mi habitación es todo un logro para mí.

-¿Y por qué no le dices a Kyle que se está pasando un poquito?

-Porque gracias a eso, estoy logrando contener a mi loba.

-Sí pero tienes una vida que debes seguir, no puedes vivir únicamente con los entrenamientos.

-Por mucho que se lo diga ahora, eso no va a solucionar lo de Chris. Ya lo perdí.

En ese momento, ambas se quedaron calladas y miraron al frente donde vieron a Christopher que venía hacia donde ellas estaban.

Cuando Jaelle lo miró quiso decirle algo pero no se atrevió. Él hizo como si no la hubiese visto y pasó por su lado sin dirigirle la palabra pasando de largo lo que provocó un intenso dolor en la joven. Belinda que se percató de esto, le puso una mano en el hombro en señal de apoyo.

Una triste lágrima corrió por la mejilla de Jaelle.

“Lo siento, Jaelle…”

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