Ada

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-Desde que podamos, me avisáis, os dejaré mi número de móvil.

“¿De verdad crees que hace falta? Yo mismo podría avisarte…”

“Que tú quieras dar a conocer eso de la imprimación no quiere decir que yo sí, perrito”

La mirada de Allegra destilaba desafío y advertencia. Kyle sonrió con malicia.

Jaelle, ajena a todo esto, buscó un bolígrafo y un bloc donde la vampiresa apuntó su número de móvil.

Tras esto, la vampiresa se levantó.

-Yo me voy, entonces, tengo otras cosas que hacer.

Jaelle también se levantó y acompañó a Allegra hasta la salida.

-Nos veremos pronto- dijo Jaelle.

La joven vampiresa asintió y se dirigió al todoterreno.

Tanto Kyle como Jaelle la vieron marchar y volvieron a la casa. Jaelle se dirigió a la cocina donde se sirvió un vaso de agua. Luego frunció el ceño.

-¿Dónde está mi madre? Debería estar aquí…

-A lo mejor fue a comprar.

-O quizás a visitar a alguien, me estoy poniendo paranoica. Desde la Transformación no he vuelto a ser la misma, parece que mi mundo ahora es una locura.

-Al principio es normal que te sientas así pero llegas a acostumbrarte.

-¿A lo de la imprimación también?

-A eso sí que no puedo responderte, háblalo con Belinda o con Yandrack a ver qué te dicen sobre eso.

Jaelle se sentó sobre la encimera.

-Esto es tan extraño, Kyle, siento que no puedo vivir sin Chris, como si fuera una parte de mí.

-Eso es lo que sucede con la imprimación… o al menos eso es lo que dicen. Es de las pocas cosas que sé sobre el tema.

La joven se llevó las manos a la cabeza cerrando los ojos.

“Ojalá pudiera verte” pensó la joven.

Christopher estaba en su habitación con la guitarra en sus manos cuando lo oyó.

“Ojalá pudiera verte”

El chico, sorprendido, se levantó de la cama con la guitarra sujeta por el mástil. Aquella era la voz de Jaelle. No entendía lo que le estaba sucediendo.

Primero fueron unos lamentos muy parecidos a los de Jaelle y ahora oía su voz.

Volvió a sentarse en la cama y trató del calmarse. Era una locura que oyera la voz de su amiga. Seguro que eran imaginaciones suyas.

Tenía que serlo.

Él también quería verla pero no podía ceder a la tentación. Su amistad se había roto.

-Me voy a volver loco…- murmuró apoyando la cabeza en la pared.

Cerró los ojos y empezó a rememorar momentos vividos junto a ella que le hicieron sonreír. Pocas veces habían discutido y valoraba mucho su amistad hasta que comenzó a sentir algo más que amistad con respecto a ella.

La verdad era que ahora que lo recordaba, era como si siempre hubiese estado conectado a ella. Desde el primer momento en que se vieron y a pesar de que eran unos niños pequeños, supo que estarían juntos siempre.

Una ironía de la vida porque esa amistad ya no existía aunque podía sentir que al no estar con ella era como si la faltara algo.

Si al menos supiera qué fue lo que le pasó a Jaelle el día de su cumpleaños… un auténtico misterio que deseaba resolver.

El problema estaba en que no sabía por dónde empezar porque esos síntomas aparecieron tan de repente que es difícil encontrar una explicación.

La aparición de ese chico al día siguiente y que ahora parecía que no dejaba ni a sol ni a sombra era otra cosa que debía resolver y quizás de ahí saque el por qué de la actitud tan esquiva de su amiga. Quizás debería empezar por ahí, era lo más adecuado en esos momentos.

Yandrack y Belinda llegaron a la casa de él por petición de la chica, la cual no tenía ganas de irse a su piso. Quería estar junto a él.

Le iba a pedir que fueran a vivir juntos para así estar juntos siempre.

A su lado, ella se sentía protegida y querida. Desde que se independizó tras la Transformación, se fue de la casa de sus padres que vivían lejos de donde ambos habían nacido, al igual que ella.

Donde residían sus padres actualmente, antiguos licántropos del clan donde ella se encontraba, era un lugar bastante alejado de la civilización y Belinda no podía vivir sin el ruido de la ciudad.

Aún recuerda el momento cuando llegó y empezó a buscar al clan que habían pertenecido sus padres. Día y noche se la pasaba en los bosques buscando algún indicio de lobos pero no hallaba nada hasta que una noche vio a un precioso lobo negro y que a través de la mente, ella le comunicó quién era y lo que buscaba y él la guió a la manada.

Pero desde el primer momento en que lo vio, supo que ese lobo negro estaba destinado a ser su pareja de por vida. Su primera impresión, mejoró cuando lo vio convertido en humano y desde ese instante han permanecido juntos como pareja.

Quizás era el momento de dar el siguiente paso.

-¿Quieres comer algo?- preguntó Yandrack en la cocina, mirando la nevera- por suerte, Kyle aún dejó cosas aquí… ahora entiendo por qué no lo invito…

La joven se acercó por detrás y lo abrazó.

-A mí tampoco me habías invitado antes…- le susurró ella al oído. Él no dijo nada pero se dejó abrazar.

Si ella realmente supiera la razón por la que no la había llevado a la casa antes, quizás no estaría tan entusiasmada en ese momento.

Tras unos minutos, él se apartó de ella cerrando la puerta del frigorífico.

-Mejor llamamos a alguna pizzería y que nos traigan un par de pizzas, Kyle acabó con casi todas las existencias…

Se acercó al teléfono pero ella lo detuvo.

-No tengo hambre, Yandrack…

Los ojos de la joven estaban velados por el deseo. Lo único que deseaba en ese momento era que la llevara a la cama y le hiciera el amor para fundirse en un mismo ser.

Belinda acercó su rostro al de él que tomó entre sus manos y cuando sus labios estaban a punto de rozarse y fundirse en un beso, tocaron el timbre.

Ambos maldijeron por lo bajo, ya que el chico se había encendido ante la pasión de la joven. Yandrack se apartó de ella para abrir la puerta. Cuando lo hizo, se topó con uno de los tipos que trabajaba para su padre.

El hombre que tenía Yandrack ante sí era bastante alto y corpulento, con el pelo rapado. Sus ojos estaban ocultos por unas gafas de sol y lucía una perilla bastante fina alrededor de su boca. También tenía una argolla de oro en su oreja izquierda.

El chico miró hacia donde estaba Belinda que miraba al hombre con curiosidad por lo que se vio obligado a salir y cerrar la puerta lo suficiente para que la joven no viera ni oyera nada.

-¿Qué quieres?- preguntó Yandrack en un susurro.

-Tu padre quiere que hagas un trabajo.

-¿Un trabajo? ¿Y no puede enviar a otro? Yo no puedo, estoy… ocupado.

-Sí, ya veo que estás bastante ocupado- dijo el hombre bajándose un poco las gafas para mostrar unos ojos oscuros como la misma noche- una buena compañía…

Yandrack sintió celos al ver la mirada de lujuria del tipo y lo cogió del cuello de la pulcra camisa que llevaba puesta.

-Como vuelvas a hablar de mi novia así, te juro que te parto la cara y no te quedarán dientes para mostrar. Y tú sabes muy bien que siendo un lobo sin dientes, no impone nada.

El hombre se quitó las manos de encima con brusquedad y volvió a colocarse el cuello, tranquilamente, como si nada de lo que acababa de pasar, hubiese sucedido.

-Yo ya te di el mensaje, ahora espero que cumplas con tu parte y te comuniques con tu padre… de todas formas, me dijo que si no pretendías hacerle caso que te recordara lo que podría pasarle a tu madre.

El chico gruñó con rabia ante la amenaza de su padre.

-Dile que lo llamaré pero más tarde, quiero estar con mi novia un rato…

Dicho lo cual, el joven entró en la casa y cerró la puerta, suspirando y apoyando la frente en esta.

Belinda se acercó.

-¿Todo bien?- Yandrack asintió- ¿quién era ese tipo?

-Nadie, vino para darme un trabajo que durará un par de días.

-¿Qué tipo de trabajo?

El chico la apartó suavemente pero con la clara advertencia de que no debía inmiscuirse más en el tema por lo que lo dejó aunque la curiosidad de la joven no tenía límites y estaba dispuesta a averiguar la razón del comportamiento de su novio.

 

11

Pasaron algunos días en los que todo ha estado realmente tranquilo, hasta una noche en la que Jaelle se hallaba sentada en su cama, viendo un álbum de fotos puesto que no podía dormir. En esas fotos aparecían Christopher y ella en el transcurso de los años.

La chica sonreía con nostalgia y pasó sus dedos por la cara sonriente del chico en una de las últimas fotos y de las más actuales. Lo echaba de menos.

“Jaelle”

La joven suspiró y cerró el álbum al oír la voz de Kyle en su mente.

“¿Qué pasa ahora?”

“Transfórmate, han hallado otro cadáver”

“¿No podrías ir tú en representación mía? Eres mi segundo al mando”

“Tienes que ir tú… no se trata de un lobo, es otro vampiro, Allegra está de camino”

“¿Allegra?” preguntó mientras se desnudaba para transformarse “¿cómo lo supo?”

Hubo unos instantes de silencio en los que la joven aprovechó para cerrar los ojos y dejar que apareciera la marca en su frente para luego transformarse en loba. Tras convertirse, Jaelle saltó por la ventana al jardín donde la esperaba Kyle, ya transformado.

Jaelle lo miró por un momento, ladeando la cabeza, esperando una respuesta.

“Pues… la llamé a su móvil, soy bueno memorizando números…”

“¿Mintiendo a tu jefa?” oyó Kyle la voz divertida de Allegra en su mente.

“Cállate, Allegra”

“El que debería estar enfadado no eres tú, precisamente, ya que han matado a otro de los míos”

Jaelle comenzó a correr y Kyle la siguió para luego indicarle el camino.

Cuando llegaron, Allegra ya se encontraba junto al cadáver y sostenía algo en las manos. Jaelle, rápidamente, se acercó y se sentó junto a ella.

La vampiresa miró a la loba.

-Han dejado esto junto al cadáver…- dijo mostrándole una nota- y al parecer, luchó hasta la muerte contra su atacante, en su mano porta algo pero es muy difícil de abrir, no soy tan fuerte como los vampiros puros.

Jaelle miró alrededor en busca del vampiro que siempre acompañaba a la chica pero no estaba por ningún lado por lo que volvió a dirigir su mirada hacia Allegra.

Ladeó la cabeza con curiosidad.

“Jaelle quiere saber por qué no viniste con ese tipo que te sigue a todos lados…” mencionó Kyle a la joven vampiresa que parecía confusa por la mirada de la loba.

-Supongo que te preguntarás dónde está Dreck ¿no?- Jaelle asintió levemente- bueno, es que cuando me… avisaron, no quise molestarlo y me vine sola.

Jaelle se acercó a la mano cerrada del vampiro y olisqueó. Luego, con sus patas intentó abrir la mano del vampiro pero tampoco consiguió nada.

“Parece mármol” le dijo Jaelle a Kyle “va a resultar difícil saber qué hay en esa mano… por ahora nos conformaremos con la nota…”

Jaelle se acercó a Allegra y con el hocico la instó a que le enseñara la nota, en la cual se podía leer.

‘De nada os servirá uniros, somos mucho más fuertes que vosotros.’

-Está escrita con sangre- dijo Allegra irónicamente- a pesar de estar seca, el olor permanece…

Jaelle se puso al lado del cadáver y con el hocico, lo empujó levemente hacia la vampiresa.

“Puedes llevártelo… para darle sepultura o lo que quiera que hagas con ellos…” informó Kyle.

-Intentaré que Dreck abra la mano del vampiro a ver qué es lo que tiene, os avisaré…

Tras esto, Allegra se levantó y agarrando al vampiro por las axilas, lo arrastró hasta el todoterreno donde lo metió con la ayuda de los dos lobos. Sin darse cuenta, la joven vampiresa rozó el suave pelaje de Kyle y se estremeció. Rápidamente apartó la mano y miró al lobo, sorprendida.

Él también la miraba con la sorpresa reflejada en su rostro lobuno. ¿Cómo es posible que tocar el pelaje del chico le haya hecho sentir que le temblaban las piernas?

Allegra intentó mantener la compostura y se tapó con las manos las mejillas que las sentía arder a pesar de su fría piel. Sin mirarlo, porque sabía que si lo hacía de nuevo se sentiría derretir y ahora mismo no era lo más indicado; se despidió de Jaelle y se subió rápidamente al coche. Necesitaba alejarse de él lo antes posible. Pero sabía que por mucha distancia que pusiese, él estaría en su mente y no lo sacaría de ahí por más que lo desease.

-¿Por qué me pasan estas cosas a mí? ¿Qué pasa que no tuve suficiente con sobrevivir al hundimiento del Titanic, a dos Guerras Mundiales y a muchas cosas más que me castigan con esto de la imprimación?- se preguntaba en voz alta mientras se dirigía a la mansión.

Al llegar, Dreck la esperaba en la entrada con cara de enfado. La joven detuvo el coche y se bajó sin decir nada. Sabía que ahora mismo vendría un buen rapapolvo de parte del vampiro.

-¿Se puede saber dónde has estado? ¿Por qué no me avistaste de que ibas a salir?

-Tenía un poco de prisa y no te encontré por ningún lado, además, traigo malas noticias…

-¿Qué pasa?- preguntó Dreck acercándose.

Allegra abrió la puerta trasera del coche y el vampiro vio el cadáver de uno de los suyos.

-Me avisaron de que lo encontraron y fui a investigar. En una de sus manos tiene algo pero no puedo abrirla. Quería que me ayudaras antes de quemarlo.

-Primero hay que informar a los demás de lo sucedido.

-Ya lo sé pero primero abramos esa mano.

Dreck asintió y entre los dos sacaron el cadáver y lo llevaron a una habitación vacía, lo recostaron sobre una mesa que había tapada con una sábana y el vampiro procedió a abrir la mano. A pesar de ser un vampiro fuerte, le costó bastante abrirla pero tras varios intentos lo logró y sacó una pequeña argolla de oro y junto a este un pequeño trozo de carne, probablemente sea carne desprendida del lugar en el que estaba la argolla.

Allegra y Dreck observaron la argolla con atención.

-¿Una argolla de oro?- preguntó Dreck.

-Eso parece… quizás tiró de esta para hacerle daño a su asesino y así intentar escapar…- dijo Allegra.

-Esto no nos dice nada, la carne ya no aporta pistas algunas, está podrida.

-Si está podrida entonces podemos descartar a algún vampiro traidor…- dijo Allegra observando al vampiro que parecía dormir en vez de estar muerto- vayamos a darle la noticia al resto del aquelarre.

Dreck asintió y ambos salieron de la habitación, no sin antes guardar la argolla y el trozo de carne para intentar encontrar algo que los lleve a los asesinos.

Christopher deambulaba por las calles. Parecía un alma en pena. Cada vez estaba más deprimido y se había transformado en alguien arisco aunque a la vez se temía a sí mismo.

La voz de Jaelle no abandonaba su cabeza. Era como si se estuviese volviendo loco.

“Chris… ven…”

Ahí estaba otra vez, hacía días que había dejado de asustarse al oír la voz pero si no hacía algo rápido, se volvería loco y lo enviarían al manicomio de una sentada.

Lo decidió al instante, iría a hablar con Jaelle, quizás eso sea el remedio que necesita para sacarse su voz de la cabeza.

Rápidamente puso rumbo a la casa de la chica y al llegar la vio en el jardín trasero haciendo… ¿yoga? Christopher frunció el ceño. Su amiga nunca había hecho yoga antes.

Sin hacer ruido para no desconcentrarla, se acercó y se agachó frente a ella para observarla detenidamente. Por suerte, esta tenía los ojos cerrados y parecía muy serena. Estaba preciosa con aquel vestido blanco tan holgado pero a la vez delicado.

No pudo evitar posar su mano en la mejilla de Jaelle, la cual abrió los ojos y sorprendida se apartó.

-¿Chris? ¿Qué… qué haces aquí?

-Necesitaba verte.

-¿Cómo que verme?

-Bueno, quizás lo que te voy a contar puede parecer cosa de locos pero a veces oigo tu voz…- confesó el chico mirándola a los ojos.

Jaelle retrocedió un poco antes de levantarse, sorprendida.

-¿Oyes mi… voz?

Christopher se levantó y la miró.

-Sí…

-No, no puedes estar oyendo mi voz… entonces la imprimación se está desarrollando.

El chico la observó, confuso.

-Jaelle, ¿estás bien?

-Si oyes mi voz no puedo ocultarte lo que soy pero yo no quiero que lo sepas, no debes saberlo, te perdería…- decía la chica mirándolo.

Christopher se acercó pero ella retrocedió aún más.

-¿Qué estás diciendo, Jaelle? Yo jamás te abandonaré. Somos amigos aunque mis sentimientos por ti son más fuertes que eso, yo te quiero como algo más que a una amiga.

-Sí me abandonarás… soy un monstruo y esos sentimientos te los provoqué yo…

-Jaelle, no sabes lo que dices… anda, vayamos dentro.

-¡No! Tienes que irte, Chris, la culpa es mía.

El chico le agarró los brazos a la joven y esta se estremeció ante su contacto. Lo miró. Él también se sintió estremecer.

-¿Qué es culpa tuya?

-¡La imprimación! ¡Estás imprimado!

-¿Qué? ¿De qué estás hablando?

La joven estaba temblando y parecía a punto de llorar.

Ella sabía que de un momento a otro se transformaría y si no conseguía que él se fuera, se acabaría la amistad que siempre habían tenido.

-Tienes que irte, por favor.

-No me voy a ir, no quiero separarme de ti.

Jaelle lo empujó aún más y el chico vio cómo aparecía una extraña marca con forma de media luna en la frente de la chica. Esta maldijo por lo bajo y rápidamente dejó caer el vestido. Christopher no dejaba de mirar a pesar de que su conciencia le dijera que apartara la mirada. Por suerte no llegó a ver mucho ya que un halo de luz envolvió a Jaelle y vio cómo la joven se transformaba.

Poco a poco pasó de ser una joven a ser… ¿una loba?

Christopher retrocedió un poco, sorprendido, por lo que acababa de ver. ¿Su amiga era una loba?

Jaelle se apartó aún más y ocultó su hocico para que él no viera las lágrimas que salían de sus ojos.

“Soy un monstruo, Chris…”

El joven, cada vez más sorprendido, la miró.

-¿Cómo es posible que hables si eres una loba? No lo entiendo- decía Christopher incrédulo.

“Gracias a la imprimación tú puedes oír mi voz en tu cabeza…”

-Pero ¿una loba?

El chico no sabía si salir corriendo o quedarse mientras la joven se tendía sobre tu vientre y se cubría el hocico con sus patas.

“Si quieres salir corriendo, lo entenderé. Sería lo más normal”

La loba comenzó a llorar lastimeramente. Los lamentos que había oído antes el chico eran los de ella. Se acercó lentamente y tras agacharse, le acarició tras las orejas como si fuese un cachorro.

-Quizás sí quiera echar a correr pero al parecer hay algo que me obliga a estar junto a ti porque una parte de mí no te teme.

“Pero soy un monstruo” dijo la joven incorporándose.

-Sólo eres una loba… y antes que eso eres mí mejor amiga. Sé que no me harás daño. Confío en ti- dijo el chico y sin previo aviso abrazó a la loba.

La joven abrió los ojos sorprendida.

“Debo volver a mi forma humana para poder explicarte mejor todo”

Christopher asintió y se apartó para ver cómo la joven cerraba los ojos y volvía a transformarse en humana. Cuando esta volvió a su forma anterior se acordó de que tras volver a su cuerpo humano quedaría desnuda ante él, por lo que tuvo que cubrirse con el vestido que estaba junto a ella, roja de vergüenza.

-Maldición… me olvidé…- dijo la joven sin saber dónde ocultar su rostro enrojecido.

Christopher apartó la mirada, colorado para que ella se pusiera el vestido.

Cuando lo tuvo puesto avisó al chico que volvió a mirarla.

-¿Por qué no me lo contaste antes? Esto comenzó el día de tu cumpleaños ¿verdad?

La joven asintió apartando la mirada. Christopher se acercó.

-Soy un engendro horrible… El día de mi cumpleaños sufrí la Transformación en la que apareció una marca en mi frente que hace que me convierta en lo que viste antes. Me he convertido en un animal- dijo la joven con tristeza- no quería decírtelo por si acaso huyeras de mí.

-Nunca huiría de ti porque a pesar de todo te quiero.

El joven la abrazó lo que la hizo estremecer pero a la vez se sintió reconfortada y cruzó los brazos alrededor del cuello del él apoyando la cabeza en su hombro.

-Sufriste la imprimación… por eso oyes mi voz. Mi loba ha encontrado a su pareja y ese eres tú.

Jaelle cerró los ojos aspirando el aroma de su amigo.

-¿Tu loba elije tus parejas?- preguntó él un poco celoso.

La chica sonrió.

-No, tonto, mi loba sólo elije a uno y ese eres tú, por eso nunca funcionaban mis relaciones con los otros chicos.

Se produjo un silencio que resultó cómodo en el que permanecieron abrazados hasta que ella elevó la mirada hacia los ojos de él. Pudo notar cómo la unión provocada por su loba se hacía más evidente y profunda. Se mordió el labio inferior deseosa de besarlo pero no se atrevió.

Él sonrió encantado ante ese gesto de vergüenza y con sus dedos, rozó el mohín con delicadeza. Luego acercó su rostro al de ella y la besó en los labios. Ella abrió los ojos, sorprendida pero rápidamente los cerró para poder disfrutar del beso. El chico la atrajo más hacia sí, intensificando las sensaciones de ambos.

Sus corazones comenzaron a latir a la vez, como si fuesen uno solo. Las manos de la joven descendieron lentamente por la espalda de él para luego subir y enredar sus dedos en los cabellos del chico.

Sin saber muy bien por qué, Jaelle comenzó a reír y a llorar a la vez. Estaba feliz por estar junto a Christopher de nuevo. El chico al oír sus sollozos, se apartó un poco y la miró fijamente. Luego, sonriendo, le limpió las lágrimas con el dorso de la mano.

-¿Por qué estás llorando ahora, bobita?

-No lo sé, quizás porque estoy contenta de que no te hayas ido, huyendo de mí… cualquiera hubiera salido corriendo.

El chico la estrechó contra sí y apoyó la barbilla en la cabeza de ella.

-Ya te dije antes que nunca huiría porque mis sentimientos son mucho más fuertes que eso, reconozco que me sorprendió que te convirtieras en una… loba pero sabía que nunca me harías daño.

-¿Cómo podría hacértelo si siempre has estado conmigo? Aunque esa no es la cuestión… La verdadera pregunta es: ¿estarás a mi lado a pesar de lo que soy y de lo que te he hecho?

-¿A qué viene esa pregunta? Claro que estaré a tu lado.

“¿Soportarás que podamos leer nuestras mentes de esta forma?”

-La verdad es que no sé si me acostumbraré porque es algo sorprendente pero si quieres puedo intentarlo aunque tendrás que ir poco a poco. No puedo acostumbrarme de buenas a primeras.

-Si realmente nuestra imprimación llega a ser profunda, podremos incluso ver lo que ve el otro en caso de peligro… a dos amigos míos les pasó cuando a mi amiga y a mí nos atacó un vampiro… el novio de ella vio lo que ella veía.

-Un momento… ¿un vampiro? ¿De verdad existen? ¿Y cómo es eso de que quiso atacarte?

-Sí existen pero no todos son malos. La verdad es que algunos vampiros y la manada vamos a firmar una tregua y un pacto para acabar con una amenaza aún mayor…

-Espera, espera… me estoy perdiendo… si no me lo explicas todo desde el principio, no podré entender lo que me estás diciendo, Jaelle. Sé que soy muy perspicaz en algunas cosas pero no en todo…

Ella se apartó lo justo para mirarle.

-Oh, es verdad, tú no sabes nada de este mundo… ven- dijo cogiéndolo de la mano para llevarlo al banco que había en el jardín- te lo voy a explicar todo desde el principio, aunque podremos omitir el momento de mi cumpleaños… por lo que puedo notar, te pone nervioso ese tema.

-Como para no ponerme nervioso. Tú no sabes lo que es ver que te sentías mal y no poder hacer nada porque no sabía lo que te pasaba.

Ella sonrió levemente y apretó su mano.

-Pues menos mal que no viste lo que sucedió cuando apareció la marca en mi frente, es lo más doloroso que he conocido en toda mi vida. Sentir que te quemas viva y que nadie pueda aplacar ese calor.

Jaelle se estremeció al recordarlo pero apartó esa sensación de sí y miró al chico.

-Siento no haber estado a tu lado en aquel momento…

-No pasa nada…- dijo ella sonriendo levemente y finalmente cambió de tema- ¿recuerdas una leyenda que contaba mucho mi madre sobre una joven nacida en el crepúsculo de mes más corto del año, con cabellos de fuego y ojos café?- el chico asintió- ¿Recuerdas que dijimos que esa podría ser yo? Pues lo soy, Chris, yo soy esa chica de la leyenda… el día de mi vigésimo cumpleaños mi destino era convertirme en loba, algo que marcaría mi vida para siempre. Mi misión es proteger a los lobos de la zona.

>>Pero mi misión se está complicando ya que una horrible amenaza acecha sobre los míos. Secuestran a lobos para torturarles hasta matarles, a las mujeres incluso las violan para luego dejarlos tirados en cualquier sitio. Es horrible. En un principio sospechamos de los vampiros pero al ver que también comenzaron a aparecer cadáveres de estos, nos dimos cuenta de que la amenaza estaba por encima de nosotros.

-Pero no sabéis quiénes son.

-Exacto.

-¿Y entonces por qué os atacó un vampiro a esa amiga tuya y a ti?

-Tenemos que ir poco a poco, Chris, a pesar de que hace poco que me convertí en loba han sucedido demasiadas cosas que hay que explicar con detalle y quizás algunos no te gusten…

-Tenemos el resto del día para que me lo cuentes todo.

La joven sonrió y siguió relatándole todos los hechos que había vivido desde que se había convertido en loba hasta ese mismo día.

12.

Siguieron hablando por mucho rato. Sin darse cuenta se les hizo de noche aunque tampoco les importó porque aprovecharon y se tendieron en la hierba a ver las estrellas del firmamento.

-¿De verdad eres la Jefa de Jefe de Clanes? ¿La pequeña que procuraba pasar desapercibida ante los ojos de todos?

-No te olvides lo de torpe. Aún lo sigo siendo.

-Bueno…

Ambos se cogieron de la mano y volvieron a mirar al cielo estrellado.

-¿De verdad no tienes miedo de lo que soy?

-Hace falta más que eso para asustarme ¿o tengo que recordarte quién se escondía tras los cojines cuando veíamos películas de miedo?

-Sabías que no me gustaban ese tipo de películas… Aún así, deberías tenerme un poco de miedo, desde que sufrí la Transformación no soy capaz de controlar a mi loba y me estoy quedando sin ropa a causa de eso… Cuando me cambia el humor me transformo y mi ropa queda hecha pedazos, por eso utilizo este vestido ligero y fácil de quitar, como antes…- dijo sonrojándose.

-¿Y por qué te cambia el humor?

-La verdad que antes me pasaba porque no estabas a mi lado, sobre todo cuando me dijiste que nuestra amistad se había terminado. Fue un golpe muy duro para mí.

-Imagínate lo duro que fue para mí decirlo…- dijo el chico volviéndose para mirarla a la cara- me sentí fatal, te veía ahí intentando detenerme y que ese tipo se entrometía…

-Después de eso no podía concentrarme en nada… ese día lo pasé llorando.

El joven se incorporó para ponerse encima de ella. Se apoyó en los codos y sus rostros quedaron frente a frente lo que hizo que la respiración de Jaelle se acelerara.

-Me arrepiento de todas y cada una de las palabras que te dije ese día. Sólo espero que puedas perdonarme algún día por todo eso.

Ella elevó su mano hasta tocar la mejilla del chico con delicadeza a pesar de que temblaba como una hoja ante el contacto de ambos cuerpos de forma tan íntima. Christopher no se pudo resistir y acercó sus labios a los de ellas para besarla con la mayor ternura de la que fue capaz, ya que su deseo por ella aumentaba con la cercanía de sus cuerpos.

Sin poder contenerse más, una de sus manos acarició el muslo desnudo de la joven y fue subiendo lentamente hasta llegar a la redondeada cadera. A medida que la mano de él ascendía, ella podía sentir como si un reguero de lava la quemara allá donde él la tocaba.

Jaelle no pudo evitar dejar escapar un gemido de pasión ante las caricias que le prodigaba Christopher.

Él se encargó de subirle casi por completo el vestido que quedó arrugado bajo sus pechos por lo que él pudo admirar aquel vientre plano y esas estupendas curvas que poseía la joven.

Sin saber muy bien por qué, la joven quiso más de esas caricias y se removió un poco, instándole a que siguiera con la exploración de su cuerpo que ardía de deseo por él. Christopher no se hizo de rogar y terminó de subirle el vestido dejando a la vista unos redondos y jugosos pechos, blancos como la leche, coronados por unos delicados pezones erectos no solo a causa del aire que corría allí, en medio del jardín sino también por la pasión desenfrenada que sentía el cuerpo de la joven.

Si el joven no hacía algo rápido, ella se derretiría ante el calor infernal por el que pasaba su cuerpo en ese momento. Un ardor concentrado en su bajo vientre que la hacía humedecerse más.

Los labios de Christopher se apartaron de los labios de Jaelle, la cual protestó para luego gemir al ver que los besos los repartía por su mandíbula y su barbilla, mordiéndola suavemente. Luego descendió hasta los dulces senos de la chica.

Ella contuvo la respiración, sabiendo lo que iba a suceder a continuación y gimió sonoramente cuando los labios del chico se cerraron alrededor de uno de los pezones erectos como perlas mientras que con la otra mano, acariciaba el otro pezón.

Las manos de Jaelle se aferraron a los hombros de Christopher, como si de un salvavidas se tratase, ya que sentía que se iba a ahogar en un mar de pasiones.

“Jaelle…”

El chico pasó al otro pezón para dedicarle las mismas atenciones que la primero.

-Umm, Chris…- susurró la joven el nombre del chico entre jadeos.

“Jaelle, ¿estás ocupada?”

La joven al oír aquella voz en su cabeza, abrió los ojos.

“¿Belinda?” preguntó mentalmente.

Christopher notó que Jaelle ya no gemía y sin comprender muy bien por qué, levantó la mirada.

-¿Pasa algo?

Jaelle intentó incorporarse por lo que el chico tuvo que apartarse. Esta se bajó el vestido que se había quedado arrugado sobre sus pechos y en el que aún podían verse los pezones erectos.

-Es Belinda, se acaba de comunicar conmigo…

-¿Quién es Belinda?

-La chica que estuvo conmigo cuando nos atacó el vampiro- dijo llevándose las manos a las mejillas ardientes.

El chico se levantó y maldijo por lo bajo sintiendo la presión en sus vaqueros. Intentó aplacar su dolor mientras la joven se levantaba, un poco molesta porque su amiga había interrumpido un momento muy íntimo.

“¿Pasa algo, Belinda?”

“¿Estás ocupada?”

Jaelle frunció el ceño. Claro que estaba ocupada en esos momentos aunque el momento de pasión se había cortado de repente ante la llamada de su amiga.

“Tranquila, puedo atenderte… ¿qué pasa?”

“Verás, es que dentro de poco es mi aniversario de novios con Yandrack y me gustaría que me ayudaras… ¿podrías?”

“Sí, pero mañana, ahora estoy cansada, ¿te parece?”

“Perfecto, mañana me paso por tu casa…”

“Hasta mañana, entonces”

“Que descanses”

-Eso espero…- dijo la joven en un susurro y miró a Chris- lo siento.

Él sonrió levemente y le acarició la mejilla con ternura.

-No te preocupes…

-Sí me preocupo, he cortado un momento muy…- dijo la joven ruborizada- íntimo entre los dos.

El chico apoyó su frente en la de ella sin dejar de acariciarla.

-Tenemos muchos días por delante para disfrutar… ahora entra en tu casa y acuéstate a dormir ¿vale?

La joven asintió y el chico le dio un rápido pero tierno beso en los labios. Luego se apartó de ella para dejarla marchar.

Jaelle corrió hacia su cuarto para poder despedirlo desde la ventana donde le dijo adiós con la mano. Tras verlo marchar, entró de nuevo y se tiró en la cama, feliz.

Al fin podía volver a estar con Christopher ya que sabía su secreto más recóndito. La había visto convertida en una loba y no había salido huyendo. En ese momento podía caerse el mundo que a ella no le importaba lo más mínimo ya que su felicidad era suprema.

Pero esa felicidad no iba a durar mucho porque a su casa llegó una joven, desesperada.

Cuando tocaron el timbre, la joven corrió a abrir y se topó con una chica de mediana estatura, de largos cabellos rubios, tan rubios que parecía plateado como si la luna se reflejara sobre él.

Los ojos, grandes y de color claro, la miraban fijamente con el miedo y la preocupación reflejada en su rostro.

-¿Jaelle?- preguntó la chica con la voz ahogada por las lágrimas, sus ojos estaban enrojecidos por el llanto.

-Sí… ¿pasa algo?

¿Quién era esa chica? ¿Cómo sabía quién era ella?

De repente, la joven se abrazó a ella, llorando desconsoladamente. Jaelle la miró sorprendida sin saber muy bien cómo actuar. Lo único que pudo hacer fue abrazarla y llevarla hasta el salón para intentar tranquilizarla.

-Necesito tu ayuda, Jaelle…, de verdad que la necesito…

-Tranquilízate… ¿qué es lo que pasa? Siento ser un poco brusca pero ¿quién eres?

La joven se apartó limpiándose las lágrimas.

-Oh, lo siento, sólo conoces mi aspecto de loba… me llamo Marion, estoy en tu clan.

-Perdóname a mí, aún no me he encargado de conoceros como humanos… pero eso ahora no importa… ¿qué es lo que pasa?

-Se trata de mi pareja, Henry. Ha desaparecido… no logro localizarlo por ningún lado, ni siquiera mentalmente y estoy muy preocupada…

-¿Cuándo lo viste por última vez?

-Ayer por la noche, estuvimos en mi casa y luego dijo que se iba para la suya. Como me preocupaba todo esto de las muertes, le pedí que me avisara mentalmente cuando llegara pero el problema es que no llegó. Pasó casi dos horas y no me avisó así que pensé que se había olvidado pero hoy tampoco se ha comunicado conmigo ni nada…- la chica miró a Jaelle y nuevas lágrimas llenaron sus mejillas- ¡lo han secuestrado!

Jaelle se apresuró a abrazar a la joven y procuró consolarla.

-No podemos asegurar que lo hayan secuestrado.

-¿Entonces por qué no me contesta? Algo en mí me dice que está en peligro pero no logro ver lo que ven sus ojos, se ve todo oscuro y no me contesta…

-¿Quieres que lo intente yo?

La joven sólo asintió sollozando. Jaelle cerró los ojos tomando aire y dirigió sus pensamientos hacia el chico.

“¿Henry? Soy Jaelle, ¿dónde estás?”

Pero nadie contestaba a su llamada.

Marion miró a la joven, esperanzada.

-¿Contestó?

Jaelle suspiró y negó levemente con la cabeza.

-Tampoco me contesta a mí…

-Entonces sí que lo secuestraron… Jaelle, si lo matan ¿qué haré sin él? Henry es una parte indispensable de mi vida, es una parte de mí… no quiero perderlo…

-No lo vas a perder, lo buscaremos y verás que lo encontramos sano y salvo- dijo Jaelle mostrando una sonrisa que pretendía ser confiada- avisaremos al resto de la manada para que nos ayuden y si hace falta al resto de manadas de la ciudad ¿te parece?- Marion asintió levemente mientras se limpiaba las lágrimas con un pañuelo que le tendió Jaelle- pues venga.

Ambas se levantaron y salieron al jardín. Jaelle les dejó una nota a sus padres para que no se preocuparan y luego avisó a toda la manada. Iban a reunirse en el claro del bosque.

Las dos se transformaron y se dirigieron al lugar donde ya las esperaban más de la mitad de la manada. No tuvieron que esperar mucho más ya que el resto de lobos apareció casi al momento.

Jaelle se puso en el centro del círculo que había formado la manada y los miró a todos.

“Compañeros, uno de los nuestros ha desaparecido repentinamente, como otras veces ha sucedido… esta vez se trata de Henry, la pareja de Marion” dijo la joven y le hizo un gesto a la loba de pelaje claro para que se pusiera a su lado. Esta obedeció al instante pero tenía la mirada baja y triste “Sé que con los otros no hemos emprendido una búsqueda ya que cuando yo me convertí en jefa de la manada, la loba de otro de los clanes de la ciudad había desaparecido mucho antes y los últimos han sido vampiros, por lo que a partir de ahora, vamos a buscar a Henry y no pararemos hasta encontrarlo… no quiero más muertes entre los míos”

“¿Dónde vamos a buscar?” preguntó una loba que había justo frente a Jaelle, con el pelaje gris y blanco.

“Recorreremos toda la ciudad en su busca y si hace falta la ayuda de los vampiros, estoy seguro que no nos lo negarán porque ahora somos un equipo, empezaremos a buscar desde ya, no debemos perder tiempo, ¿entendido?”

Todos los lobos asintieron y se dispersaron para ir a distintos lugares para buscar a Henry.

Marion miró a Jaelle con agradecimiento.

“Muchas gracias, Jaelle, no sé cómo pagarte lo que estás haciendo por mí”

“Soy la jefa de la manada, es mi deber velar por vuestra seguridad”

“Aún así, gracias”

“De nada, ahora vayamos a buscar a Henry”

La loba asintió y ambas se fueron a recorrer la ciudad en busca del joven desaparecido.

Llegó el amanecer y nadie encontró al chico pero no se rendirían tan fácilmente.

Jaelle llegó a su casa, exhausta. Entró en la sala para tenderse en el sofá después de ponerse el vestido que había escondido en el jardín.

Tirada como estaba, alargó la mano para coger el teléfono. Recordó el número de Allegra y la llamó. A los tres toques, la vampiresa contestó.

-¿Dígame?

-Allegra, soy Jaelle…- dijo la joven para luego bostezar.

-Hola, Jaelle, te noto cansada, ¿ha pasado algo?

-Uno de mis lobos ha desaparecido. Llevo toda la noche buscándolo con la manada.

-¿Crees que…?- comenzó a preguntar la vampiresa.

-Estoy casi segura. Te llamaba para que los tuyos nos ayuden a buscarle.

-Por supuesto que ayudaremos, esta noche nos reuniremos para dividirnos y buscarlo.

-Perfecto, os esperamos en el claro del bosque.

-De acuerdo.

Tras despedirse, colgaron y Jaelle aprovechó para descansar un poco.

Sintió pasos pero no les dio mucha importancia. Se acurrucó y cerró los ojos. Tenía mucho sueño y su cuerpo necesitaba un buen descanso.

-¿Jaelle? ¿Por qué no vas a tu habitación?

-Estoy muy cansada como para moverme, mamá, por lo que veo, encontraste mi nota.

-Sí, ¿ha aparecido el chico?

-No, por eso vamos a pedir ayuda a los vampiros.

-¿Vampiros?- preguntó Libby acercándose- ¿nuestros enemigos?

La joven volvió a bostezar.

-Ahora hemos unido nuestras fuerzas, también han aparecido cadáveres de vampiros y cumplen el mismo patrón que los nuestros. Desaparecen durante unos días y cuando aparecen, hay símbolos de tortura en sus cuerpos muertos.

-Ya veo, eso quiere decir que la amenaza es mayor de lo que se suponía.

Jaelle asintió con los ojos cerrados y tras un suspiro se quedó profundamente dormida. Libby sonrió levemente. Cogió la manta que había por allí y la tapó.

Su pequeña niña. Aunque ya no era una niña, se había convertido en toda una mujer. Si todo salía como esperaba, pronto habría más alegrías en la casa. Le dio un beso en la frente a Jaelle, la cual se removió ligeramente y subió las escaleras para vestirse ya que aún tenía el camisón puesto.

Tras vestirse, se puso a hacer las tareas, procurando no molestar a su hija que dormía plácidamente.

Al rato bajó Arthur y tras mirar a la sala, vio a su hija tendida en el sillón por lo que fue a la cocina.

-¿Ha pasado la noche ahí?

-Hace un rato que llegó, se han pasado toda la noche buscando a ese chico desaparecido.

-No ha habido suerte, entonces.

La mujer negó con la cabeza y le sirvió una taza de café mientras él preparaba las tostadas.

-Si ha sido secuestrado por esos asesinos, no lo encontrarán vivo.

-Libby, cariño, la esperanza es lo último que se pierde.

-Los anteriores a este han aparecido muertos, Arthur.

-Al menos lo habrán intentado, pero olvidemos eso ahora- dijo acercándose a su mujer para abrazarla- ¿tú cómo estás?

Libby apoyó la cabeza en el hombro de él.

-Por ahora estoy bien, cariño.

-¿Crees que esta vez saldrá todo bien?

-Espero que sí. Lo deseo con toda mi alma.

-¿Se lo vas a contar a Jaelle?

-Cuando estemos seguros, no quiero crearle falsas esperanzas antes de tiempo- la mujer suspiró- lo hemos intentado tantas veces…

-Ya verás que esta vez es la buena.

-Ojalá.

La pareja se miró y tras sonreír levemente, se besaron.

Al llegar la noche, los vampiros y los licántropos se encontraron en el claro del bosque. Los lobos aún tenían apariencia humana para permitir la comunicación mientras durase la reunión.

Ese día iba a ser la primera vez que Jaelle vería la versión humana de toda la manada.

Cuando llegaron todos, tuvieron una pequeña reunión para determinar cómo se dividirán y como el número de vampiros era más o menos el mismo que el de los lobos, se decidió que irían en parejas.

Todos estuvieron de acuerdo y así lo hicieron.

Allegra esperaba no tener que ir con Kyle porque entonces sería un suplicio porque cuando estaban juntos, las chispas saltaban haciéndola desear tocarlo. Pero ese día, la suerte no estaba de su lado ya que le tocó con él.

El joven la miró y ella se sintió derretir, aunque esperaba no tener que admitirlo ante nadie.

“¿Preparada?” sonrió Kyle.

Allegra frunció el ceño mientras se cruzaba de brazos.

“¿Cómo es posible que nos tocara ir juntos?” preguntó ella “¿Acaso lo planeaste?”

“Como habrás visto, yo no he intervenido en esto, así que ha sido el destino el que nos ha puesto juntos”

-Bueno, ya estamos todos- dijo Jaelle- nos pondremos en marcha y si alguien encuentra algo, los lobos nos comunicaremos mentalmente ¿entendido?

Todos asintieron y cada pareja se fue por su lado.

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