Ada

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-Todavía no me puedo creer que me haya tocado contigo- decía Allegra.

-Tienes suerte de que haya sido yo- dijo Kyle- además, ya nos conocemos bien el uno al otro.

La vampiresa lo miró.

-Esa frase quedó bastante mal… y de todas formas, no creo que a nadie le interese mi vida.

-A mí sí, puesto que estamos conectados tengo que saberlo todo de ti.

-Yo también quiero saber de ti, perrito, no sé mucho sobre tu vida.

-Tampoco es nada del otro mundo, en cambio la tuya sí es interesante, viejita. Ciento treinta años de vida es mucho ¿no? El hundimiento del Titanic, dos Guerras Mundiales… casi nada.

-Parece que sólo interesan las cosas donde ha habido muertes. Cada uno de esos sucesos han llevado a la muerte a mucha gente y no ven las cosas buenas que han sucedido. Nadie reconoce a esos científicos que trabajaron para poder descubrir el antibiótico, los avances en los trasplantes… nadie ve eso.

-Aunque no lo creas, la gente mira esas desgracias para agradecer a la vida. Estar vivo cada día y agradecer a esos descubridores aunque no conozcan sus nombres.

-No todo el mundo…

-Quizás aunque ahora lo que nos atañe es encontrar a Henry, dejemos esta conversación para un momento mejor.

 

13.

Jaelle iba con Dreck por una zona industrial, mirando los posibles lugares pero el vampiro no ponía mucha atención a lo que hacían.

-¿Sucede algo?- preguntó Jaelle al verlo tan distraído.

El chico salió de su ensimismamiento y la miró.

-¿Eh? Ah, no, nada.

-¿Seguro? Pareces preocupado.

-Bueno, lo estoy pero no creo que sea importante.

-Si quieres hablarlo, por mí no hay problema, aunque entiendo que no quieras puesto que tú eres un vampiro y yo una licántropo.

Dreck suspiró.

-No es eso, si Allegra confía en vosotros, yo también lo haré pero me preocupan los otros vampiros. Temo que hagan un motín contra ella después de que ha velado por la seguridad de todos.

-Te preocupas mucho por lo que le pueda pasar a Allegra.

-Ella me convirtió en vampiro, salvándome de una muerte cruel.

-¿De una muerte cruel?

-Sí, caí enfermo de difteria en la Segunda Guerra Mundial.

-Una época muy dura para el mundo- dijo la joven tranquilamente aunque en su interior estaba sorprendida de que alguien que vivió la Segunda Guerra Mundial estuviese a su lado.

-Bastante.

De repente, se oyó un gemido tras un golpe sordo.

Jaelle hizo una seña a Dreck para que se detuvieran y así oír a su alrededor. Era un gemido de dolor, de intensa agonía. La joven frunció el ceño mirando a su alrededor, escrutando en la oscuridad. Entonces, volvió a oír otro gemido que le indicó el lugar exacto de donde provenía.

Corrió hacia allí seguida de Dreck y encontró un cuerpo tendido sobre montones de basura. Una de las piernas estaba en un extraño ángulo y el torso desnudo lleno de heridas mal curadas. La joven se acercó lentamente hasta quedar al lado del chico.

-¿Henry?

El joven, de cabello oscuro, abrió los ojos que eran de un azul intenso y miró a Jaelle. Con un gesto de dolor le dijo en un susurro:

-Marion…

-Tranquilo, ya viene de camino, Dreck, intenta hacer algo para que la cura no se efectúe. Voy a revisar por aquí a ver si encuentro alguna pista y de paso avisar al resto

-De acuerdo- dijo el vampiro arrodillándose junto al joven.

Jaelle se levantó y se recorrió los alrededores mientras se comunicaba con los otros lobos.

“Compañeros, hemos encontrado a Henry, está vivo, estamos en la zona industrial”

“Está muy mal ¿verdad?” le dijo Marion con la preocupación reflejada en sus pensamientos.

“Si intervenimos a tiempo se recuperará, Marion”

“Voy para allá”

“De acuerdo”

Jaelle cortó la comunicación y al no encontrar nada que le sirviese de pista, volvió con los chicos. Cuando llegó, pudo oír el grito de agonía de Henry.

-Se está produciendo la curación- dijo Dreck.

-¿Y qué podemos hacer?

-Tendré que colocarle la pierna…- miró al chico que se quejaba de dolor, a la vez que negaba con la cabeza- chaval, esto sí que te va a doler, Jaelle, rompe un trozo de tela de mi camiseta- dijo mientras se la quitaba dejando su torso al descubierto- y haz que lo muerda.

A pesar de que Dreck intentaba sonar calmado, por dentro podía sentir la adrenalina corriendo por sus venas. Varios recuerdos de hace más de sesenta años volvían a su mente, recordándole a los amigos que había perdido en la batalla, pero aún así, se obligó a mantener la calma.

Jaelle rompió una tira de la camiseta de Dreck y se la puso en la boca al chico. Luego le tomó la mano para infundirle valor para soportar el dolor que iba a sufrir.

El vampiro inspiró hondo y tomó la pierna entre sus manos antes de mirar al chico fijamente.

-Esto me va a doler más a mí que a ti, te lo aseguro.

Henry miró a Jaelle y esta sonrió levemente apretando más su mano.

Dreck también la miró, volvió a inspirar y de un rápido movimiento dobló la pierna para intentar colocarla en el ángulo correcto, lo que arrancó un grito del chico, ahogado por el trozo de camiseta. La joven le apretó la mano a Henry que sudaba a mares y respiraba con dificultad.

-Tranquilo, Henry, todo va a salir bien- dijo y luego miró a Dreck, algo preocupada- ¿ya está colocada?

-No del todo, debo volver a intentarlo.

La joven cerró los ojos mordiéndose el labio inferior, el ruido del hueso la había dejado temblando y con un sudor frío recorriéndole la espalda, como si la pierna fuese la suya.

-Si con eso, podemos hacer que se cure, procede…- dijo ella con la voz algo apagada y temblorosa.

Henry negó con la cabeza de nuevo y su quitó la tela de la boca.

-No, basta…

-Lo estamos haciendo por tu bien, Henry- dijo Jaelle- si no lo hacemos, el proceso de curación a parte de doloroso te dejará la pierna deformada… te prometo que esta vez es la última.

La cabeza del chico cayó sobre las bolsas de basura mientras gemía. Jaelle, le colocó el trozo de tela en la boca y le acarició la cabeza con ternura, como si fuese una madre, diciéndole palabras tranquilizadoras al chico mientras hacía un pequeño gesto a Dreck para que volviera a intentarlo.

Este volvió a coger la pierna e hizo el mismo movimiento que antes consiguiendo al fin colocar la pierna en su sitio.

El grito ahogado de Henry fue mucho mayor a la vez que golpeaba con su mano libre una bolsa de basura que había a su lado. Finalmente, se desplomó sudando a mares.

Jaelle le quitó la tela de la boca y vio que respiraba con dificultad, no todos los días le colocaban a uno la pierna estando en el estado en el que estaba el chico.

-Ya está, ya la tienes colocada…

-Marion…- susurró el chico.

Justo en el momento en el que Henry susurraba su nombre, la joven apareció ante ellos corriendo como alma que lleva el diablo. Esta iba seguida de Destiny que se acercó a Dreck que aún seguía de rodillas.

Esta le puso una mano en el hombro haciendo que él levantara la vista.

-¿Todo bien?- preguntó ella.

Él sonrió levemente y asintió.

-¡Henry!- gritó Marion cuando se arrodilló al lado de su novio y le cogía la mano.

Sus ojos estaban llenos de lágrimas que rápidamente bañaron sus mejillas.

Jaelle sonrió levemente antes de levantarse para dejarles un momento de intimidad después de una incansable búsqueda.

-Marion…

-¿Qué te han hecho? ¿Por qué no me contestabas? Oh, me has tenido tan preocupada… pensé que nunca volvería a verte…- decía la joven apoyando su cabeza sobre el pecho de él.

-Lo siento, pequeña… soy un estúpido por haberte asustado…

La joven lloró durante un buen rato mientras él le acariciaba el cabello con delicadeza y cuando la pierna comenzó el proceso de curación, el joven apartó la mano mientras hacía un gesto de dolor.

Marion asustada levantó la cabeza y lo miró.

-¿Qué pasa? ¿Qué te duele?

Jaelle se acercó y se arrodilló junto a Marion.

-Tenía la pierna rota y Dreck…- dijo mirando al vampiro por un momento con una sonrisa de agradecimiento- se la colocó. Sufrió bastante pero ahora con el proceso de curación, se repondrá completamente. Le quedarán cicatrices por el torso porque están mal curadas pero la pierna quedará en perfecto estado.

Marion se acercó a Dreck que seguía de rodillas y sin previo aviso, lo abrazó con fuerza.

-Muchas gracias, le has salvado… no sé cómo agradecértelo.

Dreck abrió los ojos, sorprendido, hacía mucho tiempo que nadie le daba un abrazo y no podía creer que le estuviese sucediendo en ese momento. Aún así, logró decir:

-No fue nada, no podía dejar que sufriera de ese modo.

Destiny se agachó, sonriendo.

-Otra buena acción para el chico guerrero- dijo la joven dándole un cálido beso en la mejilla.

Marion se apartó y volvió junto a Henry, que había perdido el conocimiento.

-Tenemos que llevarlo a mi casa- dijo la joven.

Dreck, entonces, se levantó y agarró al chico, pasándole un brazo de él por sus hombros.

-Dime dónde vives…- dijo el vampiro.

Marion le indicó y todos se fueron hacia la casa de la chica, excepto Jaelle.

“Podéis volver a vuestras casas… y por favor, tened cuidado” dijo al resto de la manada.

Luego, ella volvió a la suya, contenta de que todo había salido bien y habían encontrado al chico vivo. Al llegar a su casa, se dirigió a su habitación donde cogió el móvil y le envió un mensaje a Christopher diciéndole que lo echaba mucho de menos y que deseaba verlo.

Él al rato, le contestó que se sentía igual y tras desearse buenas noches, la joven se acostó a dormir.

Al día siguiente, Yandrack se dirigió al lugar donde se escondía su padre y los suyos.

Iba bastante contento porque después de tanto tiempo, los planes de su padre comenzaban a fallar, primero, la argolla que le arrancó el vampiro a uno de los sicarios y ahora Henry que había sobrevivido milagrosamente al secuestro.

Cuando entró, se dirigió a la sala principal, lo que antes había sido el despacho del comisario de la antigua comisaría.

El padre del chico, se sorprendió un poco al verlo.

-Yandrack…, pensé que estarías en el entierro del chico que matamos ayer.

-Debería pero es que hoy no ha habido ningún entierro… al parecer, Jaelle y uno de los vampiros que han accedido a la unión, encontraron al chico en una zona industrial… lo encontraron vivo.

-¿Qué?- el hombre se levantó bruscamente mientras Yandrack sonreía- ¿Cómo que estaba vivo? No le quedaba mucho tiempo de vida cuando lo dejaron tirado.

-Al parecer no contasteis con que Jaelle se iba a movilizar para encontrar al chico…

El padre del chico, frunció el ceño y se acercó a él.

-Veo que te divierte todo esto, ¿no?

-Claro que sí, es la segunda vez en menos de un mes que fallas con tus planes. La argolla de uno de tus sicarios estaba en la mano del vampiro y ahora Henry aparece vivo. ¿Qué será la próxima vez? ¿Dejaros ver? Ja, la verdad que no me importaría, quizás así consigan acabar contigo y yo puedo sacar a mi madre de esta asquerosa pocilga…

Sin esperárselo, el chico recibió un puñetazo que le hizo caer estrepitosamente. Se llevó una mano a la nariz que comenzó a sangrarle. Se la había roto.

-No te burles, pedazo de inútil. Sabes que puedo hacer que te retractes de lo dicho.

El chico se limpió la sangre con la manga mientras lo miraba con rabia.

-Eso es lo que te gusta, insultar y amenazar… todo para querer acabar con Jaelle, con sangre de mi sangre, te recuerdo que tu mujer es la tía y yo soy su primo. Créeme que si pudiera impedir que le hicieras algo, lo haría y no lo dudes por un momento.

-¿Y qué haría ella si se enterara de que eres un asqueroso traidor?

-Al menos sabría que estaría viva y a salvo, si me desprecia estará en todo su derecho porque lo que estoy haciendo no está bien.

El hombre comenzó a reírse a carcajada limpia.

-¡Oh, pero mirad a Yandrack el mártir! Vamos, no me hagas reír… cuando todos se enteren de que eres un traidor, hasta esa novia que tienes, te rechazarán.

-Quizás sí…

El hombre volvió a su asiento y lo miró mientras él se levantaba.

-El próximo golpe, podría ser el mejor en mucho tiempo así que espero que colabores activamente.

-¿A quién piensas secuestrar esta vez?- preguntó claramente preocupado. Las víctimas eran cada vez más cercanas a Jaelle y podría ser cualquiera de la manada.

-Lo sabrás a su debido momento, lo que puedo asegurarte es que Jaelle va a sufrir mucho y esta vez sí que rechazará el poder que posee, entonces apareceré y me convertiré en el nuevo jefe del clan y Jefe de Clanes…- dijo golpeando con los dedos el brazo del sillón donde estaba sentado, sonriendo maliciosamente.

Yandrack negó con la cabeza y salió de allí para ir a la habitación donde estaba su madre, como hacía cada vez que iba a ese horrible lugar. Cuando entró, encontró a su madre profundamente dormida, así que se acercó y se sentó junto a su cuerpo menudo a causa de la debilidad. El chico no pudo evitar suspirar.

La cosa era cada vez más complicada. Ese hombre parecía ya fuera de sí, podría cometer cualquier locura con tal de conseguir el puesto de Jaelle.

Luego estaba su abuela que lo miraba de forma extraña cuando iba hasta el lugar donde se reunía la manada. Su mirada solía ser de puro desconcierto y en ocasiones era como si lo conociese de algo. Como si supiese que él es su nieto. Seguramente se estaba obsesionando con eso porque su abuela no sabía que él existía como tal.

La mujer que estaba acurrucada en su lado, se removió ligeramente y abrió los ojos para encontrarse con su hijo al que sonrió levemente.

-Hola, Yandrack…

-Hola, mamá. ¿Cómo te sientes hoy?

La madre se encogió de hombros ligeramente.

-No estoy mal aunque tampoco es que esté bien. Digamos que estoy normal- intentó mentir la mujer pero su hijo se percató.

-Se te da muy mal mentir, mamá. Cada vez que vengo tienes nuevos golpes en tu cuerpo y yo no eres capaz ni de ponerte en pie… ¿qué le pasa a tu proceso de curación?

-No lo sé, hijo, quizás sea a causa de la debilidad. Mi cuerpo ahora parece el de un mortal… se cura despacio.

-Pues no tiene por qué ser así, no puedo permitirlo.

-¿Y qué vas a hacer? ¿Enfrentarte a tu padre? Un momento…- dijo mirando a su hijo a la cara y viendo la nariz del chico- ¿qué te ha pasado en la nariz?

La mujer se incorporó y le palpó con delicadeza el lugar, arrancando muecas de dolor en el joven.

-Me acaban de dar un puñetazo pero no es nada grave, enseguida se me curará.

-Fue tu padre ¿verdad? Se te va a quedar la nariz torcida…

-No importa…

-Claro que importa, ¿qué le vas a decir a tus amigos cuando la vean?

-Que me golpeé al salir de la ducha.

-Esa es una excusa estúpida y lo sabes.

-No les puedo decir que me dieron un puñetazo.

La mujer lo abrazó con dulzura mientras le acariciaba la cabeza, al igual que hacía cuando era pequeño, haciendo sonreír levemente al chico. Quizás sean de los pocos recuerdos buenos que tiene de su infancia pero los atesoraba como si fuese el mejor de los tesoros.

Siempre había tenido que fingir delante de todos, inventando una familia que realmente no tenía. Una familia perfecta donde todos eran felices y convivían en armonía.

Para él no existía la familia perfecta. Ese tipo de familia sólo se ven en la televisión y en el cine, era imposible que existiese algo así. Siempre hay pequeñas disputas entre los componentes de una familia.

En su caso, todo se solucionaba a golpe limpio y el padre siempre tenía la razón en todo. Típico de padre machista y que se cree superior. Lo odiaba. Si pudiese cambiar algo, lo cambiaría a él.

Su padre no se merecía la mujer que tenía que soportaba todo en silencio para no ver sufrir a otros.

-Hijo…- murmuró la madre mirándolo ya que estaba viendo la rabia bullir en los ojos de Yandrack- ¿pasa algo?

El chico la miró.

-Claro que pasa… odio a ese hombre y me gustaría poder estrangular su cuello para que sufra todo lo que nosotros estamos sufriendo, sobre todo tú.

-¡No puedes hacerle eso a tu padre!

Yandrack se levantó:

-Si realmente fuera mi padre, no me amenazaría con hacerte daño para que trabaje para él y mucho menos haría lo que está haciendo, ese hombre no tiene corazón. No nos merece, mamá.

-Aún así, es tu padre.

-No, mamá, no es mi padre… ¿de verdad le fuiste fiel antes de quedarte embarazada de mí? Es imposible que me haya engendrado ese bastardo…

-Por supuesto que le fui fiel…- dijo la mujer algo colorada. No estaba acostumbrada a que su hijo le preguntara esas cosas.

-Pues no lo entiendo…

La mujer suspiró mientras reflexionaba. ¿Y si realmente su esposo no era el padre de Yandrack? ¿Y si era…? Negó con la cabeza, para sacarse aquellos pensamientos de la cabeza.

-Por ahora nos tenemos que limitar a lo que él diga, piensa en lo que dirá la manada si se entera de que eres un traidor.

-¿Y dónde está el cariño?- preguntó él volviendo al mismo tema- he visto a muchos padres dar mucho cariño y amor a sus hijos, ¿por qué no pude tener un padre así?

-Tu padre te quiere a su manera…

El chico rió sonoramente.

-No lo defiendas, mamá… no lo merece. Además, si de verdad me quisiera como dices, no me mandaría a hacer lo que hago, espiar a los que sí me quieren para luego ayudar a estos asesinos deshaciéndome de los cadáveres… No lo soporto más. El día que explote será lo peor.

-Tenemos que aguantar, al menos un poco más a ver cuáles son los siguientes movimientos de tu padre.

El chico volvió junto a su madre y la abrazó mientras cerraba los ojos. Su mundo se estaba volviendo un caos. Sabía que tenía que contar todo lo que sabía pero si lo hacía, su madre sufriría unas consecuencias fatales para su estado. ¿Qué podría hacer sino aguantar lo máximo posible para tener junto a él a alguien que lo quería y que le había dado la vida?

Todo lo que fuera por su madre.

 

14.

Jaelle estaba en el jardín haciendo unos ejercicios de relajación cuando llegó Belinda que parecía preocupada. Hacía días que notaba a Yandrack bastante raro, exactamente desde el día en que llegó aquel tipo tan raro.

Desde ese día, su novio parecía otro. Estaba más silencioso de lo normal y estaba distraído.

Sólo esperaba que el regalo de aniversario que le tenía preparado lo animara un poco.

Cuando estuvo junto a Jaelle, se sentó frente a ella y posó una mano en la rodilla de la joven haciéndola sobresaltar pero cuando vio quién era, se relajó visiblemente.

-Siento asustarte- dijo Belinda.

-Oh, no pasa nada, ¿estás bien?

La joven sonrió con cierta tristeza a la vez que se encogía de hombros.

-La verdad es que hace días que noto a Yandrack mal, tiene un comportamiento extraño.

-Quizás esté preocupado por algo.

-Puede ser pero ¿por qué no me lo cuenta?

-No lo sé, ojalá pudiera ayudarte.

Belinda sonrió.

-Sé que si pudieras, lo harías pero quería saber qué opinas de mi regalo de aniversario.

La joven sacó de una bolsa una caja alargada de terciopelo azul y lo abrió para mostrárselo a Jaelle. Este contenía una cadena plateada con un colgante en forma de lágrima incrustada en una pequeña placa.

-Oh, es precioso, Belinda, estoy segura de que le gustará- dijo cogiendo el collar para ver el colgante de cerca percatándose de que había una inscripción en el reverso- “Para que me recuerdes siempre. Belinda”- leyó la joven para luego mirar a su amiga, sonriendo.

-¿Qué opinas?

-Es hermoso, le va a encantar.

-Eso espero…

De repente, aparecieron ante ellas Marion y Henry agarrados de la mano. El joven cojeaba un poco pero parecía totalmente recuperado. Jaelle al verlos, se levantó y fue a recibirlos seguida de Belinda que guardó el collar.

-Marion, Henry, me alegro mucho de veros- dijo Jaelle- ¿cómo te sientes?- preguntó mirando al joven.

Henry se palpó la pierna que Dreck le había arreglado.

-Mucho mejor, le debo una a ese vampiro.

Jaelle sonrió y los invitó a pasar a la casa.

-Me alegro de que estés mejor, de verdad pero ¿puedo saber para qué habéis venido?

-Quería hablarte sobre mi secuestro, quizás encontremos algo que nos pueda indicar quiénes son o dónde se esconden- dijo el chico mientras se sentaba en el sillón de la sala.

-La verdad es que había pensado preguntarte pero no sabía si estabas preparado para contar nada…- dijo Jaelle- estoy segura de que fue una mala experiencia lo que viviste.

-Sí, lo fue pero si con esto puedo ayudar en algo, vale la pena contarlo.

-Entonces puedes empezar cuando quieras.

-Bueno, el día que me secuestraron yo volvía de la casa de Marion, como supongo que ella te contó… pero justo cuando iba a entrar en mi casa, me dieron un golpe por la espalda que me dejó inconsciente. Pero al despertar, no podía ver nada ya que me habían vendado los ojos, por eso quizás Marion no podía ver lo que yo veía. Me habían atado como a un animal, colgando del techo.

-Entonces no pudiste ver nada…

-No, pero oía cosas… el sonido de la puerta de la habitación donde estaba encerrado era metálico, como si fuese una puerta de metal pero no metal del nuevo sino metal antiguo, gastado con el paso de los años y sé que podían verme desde fuera de esa puerta por lo que puedo suponer que era una celda como las que están en las cárceles y en las comisarías de policía.

-Entonces, en el lugar donde están escondidos puede ser una de las dos cosas- supuso Belinda.

-Probablemente aunque no sabría decirte exactamente…

-Cuéntanos que más pasó- lo instó Jaelle.

-Bueno, cuando desperté comencé a gritar que me dejaran ir o que lo pagarían muy caro. El miedo que sentía me hacía decir cosas así cuando realmente sabía que quizás no saldría de allí vivo, por suerte no sucedió tal cosa. Se rieron de mí y luego comenzaron a golpearme. Yo intenté defenderme pegándoles patadas pero parecía no tener efecto ninguno. Golpeaba al aire ya que no podía ubicar nada porque tenía los ojos vendados.

>>Y así durante los días que estuve allí. Sólo recibía golpes y más golpes, no se apiadan de nadie, por mucho que les rueguen no te hacen caso, ni siquiera al pedirles un poco de agua, más bien te la tiran en la cara…

-Qué crueles- dijo Belinda sorprendida.

-Bastante… entonces el último día decidieron darme la peor paliza que me habían dado en la vida, la que probablemente me destrozaría por dentro y me mataría. Me resistí, a pesar de los golpes, logré evitar los que podrían ser los más mortíferos pero no fue suficiente ya que la debilidad que sentía me hacía decaer hasta caer en una semiinconsciencia en la que podía oír cosas pero muy a lo lejos. Me metieron en una furgoneta y me llevaron hasta el lugar donde me encontrasteis.

-Pudiste identificar el ruido del coche.

-Lo recuerdo muy vagamente pero parecía una furgoneta vieja… la típica furgoneta de mercancías aunque tampoco puedo asegurarlo a cien por cien… lo que sí sé es que cuando llegamos, uno de ellos, porque eran dos los que me llevaron hasta la zona industrial, me tiró contra la basura y no contento con eso me partió la pierna…

-Que fue el golpe que yo oí seguido de tu gemido de dolor.

-Exacto.

-Pero se fueron muy rápido, cuando llegué ya no había nada ni nadie allí excepto tú.

-Sí, al parecer trabajan rápido y con dureza, sufres una auténtica agonía durante ese corto periodo de encierro.

-Entiendo…- dijo Jaelle meditando el relato del chico- entonces tenemos unas puertas metálicas antiguas, creemos que rejas, una furgoneta vieja y de carga de mercancías…

-Son varios, yo diría que unos veinticinco o treinta- dijo Henry- podía notarlo en las risas despectivas que soltaban cuando me golpeaban.

-Ya veo… quizás no tengamos suficiente pero es más de lo que teníamos al principio- dijo Jaelle mirando a todos para luego dirigir una mirada al chico- has sido de gran ayuda, Henry, lamento que hayas tenido que revivir todo lo que sucedió.

-No pasa nada- dijo el chico sonriendo- al menos sigo vivo. Mi temor no era morir, sino qué sería de Marion si me pasaba algo.

La pareja se miró con ternura mientras él le acariciaba la mejilla de su novia que estaba empapada en lágrimas al oír tan cruento relato sobre su rapto.

Tras esta muestra de cariño, ambos se levantaron y se despidieron de las chicas.

Belinda también se despidió porque quedó de verse con Yandrack en su casa en una hora. Si todo salía según lo esperado, la joven podría animar al chico.

No tardó mucho en llegar a la casa pero al subir las escaleras, vio al tipo de la otra vez hablando con Yandrack, por lo que se ocultó en el pasillo para escuchar lo que decían.

Curiosamente, el hombre, que antes llevaba una argolla en una de sus orejas, ahora no lo tenía e incluso le faltaba un trozo de carne. ¿Se lo habían arrancado?

-El jefe quiere verte, tenemos un nuevo trabajito entre manos.

-Iré en cuanto pueda, ahora no.

-¿Por qué no puedes ahora? Yo no veo que estés haciendo nada.

-Espero a alguien.

El hombre se rió sonoramente.

-Ah, claro, esperas a aquella joven de la otra vez…

-A ti no te importa con quien estoy o con quien dejo de estar…

-Bueno, quizás a mí no pero al jefe sí.

-Pues dile que hoy no puede ser… que se espere al menos dos días.

-¿Dos días? Buff, se va a poner hecho una furia.

-Que se ponga como le dé la gana. Ya te he dicho que estoy esperando a alguien así que será mejor que te vayas o te daré una patada en ese culo que tienes.

El hombre levantó las manos, rindiéndose y tras sonreír, se fue.

Yandrack entonces cerró la puerta y esperó pacientemente a que llegara Belinda, la cual aún permanecía escondida en el pasillo, pensando en cuál sería el trabajo de su novio y el por qué de tanto misterio.

La joven esperó un poco más y luego se acercó a la puerta donde tocó. Cuando su novio abrió, mostró una jovial sonrisa que pensó que iluminaría todo su rostro. Luego le dio un tierno beso en los labios.

-¿Qué hacías?- le preguntó ella entrando en la casa. Olía a salsa, probablemente para algún tipo de pasta.

-Estaba preparando la cena.

-Ya veo- dijo acercándose a la cocina. Su olfato no le había fallado. La salsa estaba a fuego bajo mientras que aún hervía una cazuela con la pasta que al parecer eran raviolis- huele muy bien…

Yandrack sonrió y volvió a la cocina, seguido por Belinda. La mesa ya estaba colocada con los platos, las copas y los cubiertos. También había puesto velas para darle un toque romántico a la cena.

Siempre había sido un detallista y esa noche no iba a ser menos. Luego, la joven se percató de que había sobre la encimera una cubitera de hielo con una botella de cava dentro.

-¿Quieres una copa antes de la cena?- preguntó ella acercándose a la cubitera para coger la botella.

Yandrack la miró sonriendo.

-¿Podrás abrirla?

-Claro que sí. ¿Acaso no has visto a tu novia en plena acción? Tengo bastante fuerza.

-Eso quiero verlo yo- dijo girándose para quedar mirando a ella y cruzó los brazos. Ella sonrió y cogió la botella entre sus manos. Quitó el papel que cubría el tapón de corcho y luego se dispuso a sacar este. Lo intentó varias veces pero este no salía- ¿quieres un sacacorchos?- preguntó el chico divertido.

-No, este tapón lo saco yo como que me llamo Belinda.

-No lo agites mucho o acabaremos empapados…

Pero la advertencia llegó tarde porque el tapón saltó y un gran chorro de cava salió de la botella empapándolos a ambos. Los dos comenzaron a reírse al verse con las ropas pegadas y totalmente empapadas.

-Creo que llegaste un poco tarde- le dijo Belinda.

-Ya me he dado cuenta, al menos conseguiste abrir la botella…- dijo Yandrack abrazándola- lo mejor será que vayas al cuarto de baño y te asees un poco y ponte algo de mi ropa para poner a secar eso.

Belinda enarcó una ceja de forma seductora y tras darle un cálido beso en los labios, se dirigió al baño para quitarse la ropa y asearse un poco. Luego, cubierta por una toalla, se dirigió a la habitación y cogió una de las camisas del chico. Se la puso y se la abotonó, luego salió hasta la cocina donde ya la cena estaba servida pero el chico no estaba.

Miró a su alrededor hasta que oyó la puerta del baño abrirse. De dentro salía Yandrack únicamente con los vaqueros puestos y se secaba el pelo con una toalla pero cuando este vio a la joven, su cuerpo se puso tenso de deseo. Parecía una diosa con esas largas piernas y cubierta únicamente por una de sus camisas que apenas cubrían sus muslos. El pelo mojado le caída en cascada, mojando la camisa lo que hacía que se transparentara la esbeltez de su cuerpo.

Dolorido a causa de la erección que tensaba sus pantalones, se acercó hasta la mesa y apartó la silla para que ella se sentara. Belinda así lo hizo y luego él le sirvió en el plato los raviolis. Seguidamente, le sirvió un poco de cava en la copa para luego servirse él.

-¿Un brindis?- preguntó ella levantando la copa levemente.

Yandrack sonrió.

-¿Y cuál sería la razón de este primer brindis?- preguntó.

-Por nosotros y porque esta noche sea maravillosa.

Él asintió y ambos brindaron para luego beber un poco. Luego se pusieron a cenar en silencio. Un silencio cómodo en el que las miradas decían mucho más que las palabras.

Tras acabar con los raviolis, Belinda se levantó para acercarse al chico. Él la miró fijamente mientras ella se sentaba a horcajadas sobre él. Cruzó los brazos alrededor de su cuello y seductoramente comenzó a mordisquearle el labio inferior.

Las manos de él fueron a parar a la cintura de la joven para luego moverlas hacia arriba y así rozar los pechos sensibles de la joven la cual gimió contra los labios de Yandrack.

Sus labios se fundieron en un acalorado beso, deseosos de más y no se hicieron esperar. Yandrack desabrochó la camisa y por fin pudo palpar aquellos dulces senos que lo traían de cabeza. Ella tocó la piel ardiente del chico haciéndolo estremecer de deseo lo que hacía que aumentara el bulto que había oculto bajo los pantalones.

La joven se removió al notar aquella deliciosa erección justo sobre su entrepierna que ya se encontraba húmeda y caliente.

Los labios del chico descendieron desde los labios hasta la mandíbula para luego besar en el cuello aquella vena palpitante hasta que finalmente llegó al pecho donde ya los pezones estaban inhiestos y listos para él. Atrapó uno entre los dientes y lo mordisqueó suavemente lo que hizo que Belinda gimiera de placer y se aferrara a los hombros de Yandrack hiriéndolos con sus uñas.

Cuando acabó con el primero, el chico se dispuso a atender de la misma forma al otro botoncito que suplicaba el mismo trato.

-Yandrack…- gimió ella en su oído.

Una de las manos del chico descendió hasta tocar aquel pequeño botón que se ocultaba entre los pliegues de su entrepierna y con tan solo rozarlo la llevó a lo más alto. Su estado de excitación era tal que la llevó a lo más alto para luego dejarla aletargada y sudorosa.

La cabeza de la chica se apoyó en un hombro con los labios cerca del cuello de él. La respiración entrecortada le hacía cosquillas y no pudo evitar sonreír. Se levantó con ella en brazos y la llevó hasta la habitación donde la sentó para quitarle la camisa y luego tenderla completamente desnuda.

Belinda comenzó a recomponerse y cuando vio que él se quitaba los pantalones y los calzoncillos, comenzó a sentir el ardor y la humedad en su entrepierna.

Yandrack, una vez desnudo, se acostó en la cama y se puso sobre ella para volver a acariciarla con sus hábiles manos. Ella se dejó hacer y cuando volvió a estar lista, él se introdujo en su interior encajando perfectamente, como si aquel lugar estuviese hecho a medida para él.

Se apoyó en los codos y la besó con toda la dulzura que pudo mientras salía lentamente provocando que la joven se quejara al sentirse indefensa y vacía aunque no por mucho tiempo porque él volvió a su interior para comenzar con acometidas suaves que poco a poco fueron intensificando su velocidad.

Sus respiraciones se volvieron entrecortadas mientras se mezclaban con los gemidos de ambos. Finalmente, ambos llegaron a la cumbre del placer y se dejaron caer hacia el abismo del orgasmo.

Totalmente exhausto, el joven cayó encima de ella respirando entrecortadamente mientras recuperaba el aliento. Belinda lo abrazó y no le importó el peso que él ejercía sobre ella. Tras unos momentos, Yandrack salió de su interior y se tumbó junto a ella.

Belinda al sentir el aire frío sobre su piel, se acurrucó junto a él mientras se sumergía en un delicioso duermevela.

Tras un buen rato de descanso para sus cuerpos, ella se levantó para ir a buscar el regalo. Se lo dio con una sonrisa en el rostro y cuando él lo abrió, también sonrió antes de darle un cálido beso en los labios a su novia. Luego, se puso el collar y ella asintió aprobadora.

Yandrack también se levantó para buscar su regalo y que estaba escondido en el armario de su habitación. La bolsa donde estaba metido el regalo era algo amplia por lo que sería un regalo grande aunque a ella no le importaba el tamaño del regalo sino el detalle de este.

Cuando abrió la bolsa vio que dentro había un peluche con forma de lobo de color oscuro que casualmente se parecía un poco a su novio. La joven sonrió y abrazó al chico agradeciéndole el detalle. Al rato volvieron a acostarse para hacer el amor otra vez y finalmente, exhaustos, se quedaron dormidos uno junto a otro.

Dreck estaba en una habitación mirando por la ventana a los vampiros que entrenaban en el jardín. Por suerte, ese día estaba todo completamente nublado.

El joven vampiro pensaba en su pasado. Cuando colocó la pierna de aquel lobo, a su mente volvieron muchos recuerdos bastante dolorosos de la Segunda Guerra Mundial.

A su mente vino el momento en el que se despidió de su familia. Una humilde familia con varios hijos a los que había que mantener. Jamás pensó que esa despedida iba a ser la definitiva ya que le dieron por muerto cuando Allegra lo convirtió, que en aquella época se había hecho pasar por enfermera que curaba a los heridos en la batalla.

Cuando él enfermó, le rogó que buscara algún remedio, que no quería morir. Al parecer, ella se apiadó y lo convirtió pero ante los ojos de todos, él había sido considerado muerto. Huyó lejos con ella y algunos vampiros más para que nadie supiera lo que realmente había sucedido.

Ni siquiera pudo ver por última vez a su familia y sería una espina clavada en su corazón. En esos pensamientos andaba cuando Destiny entró. La vampiresa lo observó y se acercó lentamente. Le puso una mano en el hombro una vez estuvo a su lado.

Dreck, sorprendido, levantó la mirada.

-Ah, eras tú- dijo el chico aliviado al verla.

-Perdón, no quería asustarte- dijo la joven sentándose a su lado- ¿estás bien?

Dreck asintió levemente.

-No te preocupes, estoy bien.

-¿De verdad? Desde que curaste la pierna de aquel chico has estado como en otro mundo.

No dijo nada. Ya era bastante doloroso recordar como para hablarlo pero si no lo hacía, sabía que reventaría por algún lado.

-Sólo son recuerdos del pasado.

-Cosas dolorosas ¿no?

-Un poco pero no te preocupes.

-Si quieres contármelo ya sabes dónde estoy.

El vampiro sonrió levemente y posó su mano en la rodilla de ella.

-Ahora mismo me gustaría un abrazo.

Destiny se sorprendió ante las palabras de Dreck. ¿Le estaba pidiendo un abrazo?

-¿Un abrazo?

El vampiro asintió.

-Hace muchos años que nadie me abraza.

La joven se mordió el labio inferior y pasó sus brazos alrededor de él envolviéndolo en un abrazo que procuró que fuera lo más afectuoso posible. Dreck se dejó abrazar apoyando su cabeza en el hombro de Destiny donde permaneció largo rato hasta que se apartó.

-¿Mejor?- preguntó ella que de repente se había puesto colorada, algo bastante inusual en un vampiro.

-Sí, muchas gracias- dijo levantándose- ahora debo volver a mis asuntos.

Ella asintió y lo vio marchar. Se llevó una mano al hombro donde aún podía sentir el calor de la cabeza de Dreck. Con eso, se levantó y salió de allí para seguir entrenando.

 

15.

Michelle había ido a visitar a su nieta para ver cómo le iba con la manada y para darle algún consejo en caso de que lo necesitara. Llegó al claro transformada en loba y se acercó a Jaelle. Le lamió el hocico cariñosamente.

“¿Cómo estás?” le preguntó Michelle “¿Todo bien?”

“Bien, bien, las cosas marchan. Henry nos contó lo que vivió durante su secuestro y tenemos algunas pistas”

“Ya veo… ¿necesitas algo?

“Por ahora no, todo va bien”

“Mejor”

Michelle miró alrededor observando a todos los lobos como si buscara a alguien en especial hasta que lo encontró.

Yandrack estaba al otro lado y estaba tendido sobre su vientre. Meneaba la cola mientras observaba a los otros lobos jugar entre ellos.

Le recordaba tanto a Rose. Tenía sus mismos ojos, incluso ese hoyuelo que se le formaba en la mejilla al sonreír. Pero no podía ser. Su hija había desaparecido hace mucho tiempo y para que él fuese hijo de Rose ella tendría que haber estado embarazada cuando se fue. Si al menos supiese si estaba viva.

“¿Abuela?”

Michelle salió de su ensimismamiento y reparó en Jaelle.

“¿Sí?”

“¿Estás bien? Pareces ida”

“Oh, lo siento, es que tengo muchas cosas en la cabeza”

“Bueno, la reunión casi ha acabado así que si quieres, puedes irte”

La vieja loba asintió y se alejó del lugar, pensando en su hija perdida. Había intentado comunicarse con ella a lo largo de los años pero no había recibido respuesta alguna.

Incluso la buscó pero nada. Desistió al poco tiempo porque su marido se la había llevado para no volver y para no ser encontrados.

A lo mejor estaba viendo cosas donde no las veía. Negó la cabeza y volvió a su casa.

Jaelle volvió a su casa y se metió en su habitación aún convertida en loba. Cuando iba a volver a su forma humana se asustó al ver a Christopher sentado junto a la ventana.

“¡Chris! ¿Qué… qué haces aquí?”

-Quería verte… joder, me siento raro hablando contigo de esa forma.

“Lo siento pero me da vergüenza transformarme delante de ti, te recuerdo que estoy completamente desnuda”

-La primera vez que te transformaste delante de mí no te dio tanta vergüenza.

“Ya lo sé pero…”

-De acuerdo, ¿quieres que me gire o que salga de la habitación?

”Con que te des la vuelta es suficiente, yo te avisaré en cuanto esté vestida”

-Entendido.

Christopher se giró y Jaelle aprovechó para volver a su forma humana. Una vez así, cogió su pijama corto y se lo puso rápidamente. Una vez vestida, le tocó el hombro al chico, el cual se giró.

Al verla con aquel pijama tan corto, el deseo le recorrió las venas como lava ardiente.

Jaelle, con las mejillas coloradas, se dirigió al espejo para arreglarse el pelo y recogérselo en una coleta pero entonces sintió cómo él le recogía el pelo para besarle la parte de atrás del cuello.

La joven se estremeció al notar los labios del chico y lo vio a través del espejo cuando le pasó un brazo por la cintura. Su voluntad se doblegó y se dejó hacer, disfrutando del momento junto a él. Era de los pocos momentos en los que podían estar juntos y prefería aprovecharlos.

-Chris… ojalá fueras como yo para estar juntos todo el tiempo…- dijo la joven apoyando la cabeza en el hombro de él mientras se miraban en el espejo.

-¿Y no hay forma de hacer ese sueño realidad?

-Que yo sepa no… de todas formas, estamos conectados por la imprimación así que siempre que queramos podemos saber dónde está el otro.

-Ya pero eso no es suficiente, para mí al menos…- dijo el joven estrechándola más contra sí- sobre todo al saber que hay muchos lobos en esa manada que podrían sentirse atraídos por ti.

Ella sonrió y posó sus manos sobre el brazo de él.

-Eso no va a pasar porque yo soy solo tuya, la imprimación hace que te pertenezca y no habrá otro nunca.

-Entonces me va a gustar eso de la imprimación- dijo él sonriendo.

Jaelle se giró y tomando el rostro de Christopher entre sus manos, lo besó dulcemente, sólo como ella sabía hacer. Desde siempre, él había querido saber a qué sabían esos besos y ahora por fin lo habían conseguido pero era mucho mejor que en sus sueños.

Cuando ella se apartó, lo miró con los ojos brillantes, irradiando amor.

-Te quiero…

-Yo también, pequeña, no sé qué haría sin ti.

Ella sonrió, con las mejillas sonrosadas y se abrazó a él apoyando la cabeza en su hombro, con la mano apoyada justo sobre su corazón notándolo latir con violencia por ella.

Así permanecieron un rato, luego ambos se fueron a la cama donde se acostaron y siguieron abrazados hasta que se quedaron profundamente dormidos. La joven estaba bastante cansada porque controlar a su loba le quitaba muchas energías pero al saber que estaba junto a su chico, sentía que las fuerzas se le renovaban.

Por la mañana, la joven abrió los ojos y se encontró entre los brazos de Christopher que aún dormía. Sonrió, feliz, y le dio un pequeño beso en la nariz, luego se levantó procurando no despertarlo. Salió y se dirigió a la cocina donde estaba su madre preparando el desayuno.

Jaelle se acercó y le dio un beso en la mejilla.

-Vaya, hacía tiempo que no te veía tan contenta.

-Quizás porque no había motivo, ahora sí que lo hay.

-¿De verdad? ¿Y puedo saber la razón?

Jaelle sonrió abiertamente.

-Estoy imprimada.

-¿Imprimada? Eso es maravilloso- dijo Libby abrazando a su hija- ¿conozco al afortunado?

-Prácticamente de toda la vida. Se trata de Chris.

-¿Chris?

-Sí al parecer mi loba se unió a él cuando aún éramos pequeños pero ahora que soy una loba, ese sentimiento se ha desarrollado.

Libby sonrió ampliamente.

-Ya sabía yo que algo sucedía entre vosotros porque esa unión no era normal.

-Estoy tan feliz.

-Entiendo cómo te sientes, cuando tu padre y yo nos imprimamos fue algo tan maravilloso que la palabra feliz se quedaba corta para explicar lo que de verdad se siente.

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