Abyss

Abyss


Post scriptum James Cameron

Página 43 de 45

P

o

s

t

s

c

r

i

p

t

u

m

J

a

m

e

s

C

a

m

e

r

o

n

¿Una

novela basada en un guión cinematográfico? El término parece precioso en nuestro agotado negocio.

Ciertamente, hay guiones cinematográficos basados en novelas. Nuestra vampírica industria sorbe mucha parte de su sustancia profana de la literatura pura.

Y hay

novelizaciones de guiones cinematográficos. Los estudios animan esos alardes literarios.

Las páginas proveen el relleno debajo de las llamativas cubiertas, y el imperativo es desplegar esas llamativas cubiertas en los supermercados y puestos de prensa por todo el país.

En los días críticos anteriores al estreno de un film, la proliferación de los libros de bolsillo crea interés, promociona un reconocimiento del título, incrementa la penetración en el mercado, y en general añade ingresos a las taquillas la semana del estreno.

El hecho de que alguien pueda llegar realmente a

leer esas novelizaciones parece preocupar muy poco a todo el mundo.

Bueno, hay gente que sí las lee.

Yo las leo.

Yendo más al asunto, he leído algunas novelizaciones de mis propios filmes y las he hallado superficiales, mediocres, a menudo inexactas, y a veces francamente reprensibles.

Decidí que no habría

novelización de este filme.

En todo caso, habría una

novela.

Busqué a Orson Scott Card sin saber demasiado de su

status de ganador de premios y de la gran estima en que era tenido dentro del campo de la ciencia ficción. Recordaba sus primeros relatos cortos como obras de sorprendente compasión humana y sensibilidad envueltas en un firme estilo literario. Esperaba que pudiera ser un escritor que no se sintiera seducido por el

hardware, que pudiera contar la historia en términos humanos.

No me sentí decepcionado.

De alguna forma, mientras seguía siendo fiel al filme, Scott consiguió tejer en él sus hermosas elaboraciones e iluminaciones…, sin alterar nunca un diálogo, sólo añadiéndole nuevos matices…, sin contradecir nunca la intención o el tono de una escena, pero añadiéndole una cuarta dimensión de claridad y emoción.

Su intrincadamente elaborada ciudad de los constructores y la racionalización de su comportamiento va mucho más allá de las enigmáticas imágenes del filme, en formas que sólo pueden ser exploradas por la obra escrita.

Un filme en una novela.

Una nueva forma.

El Libro ilumina el filme y viceversa, socios simbióticos en una sola y multifacetada obra dramática.

Scott trabajó a partir de videocintas del filme a medida que progresaba el montaje, actualizando constantemente su manuscrito cuando eran cambiadas, añadidas o eliminadas algunas escenas. Y sin embargo, pese a su gran sentido de la responsabilidad con respecto al filme, nunca se dejó esclavizar por él. Sus primeros capítulos capturan perfectamente a los personajes y les confieren una gran credibilidad emocional, y sin embargo los incidentes son enteramente creación suya. Quizás estos capítulos fueron su forma de hacer suyos los personajes, proporcionándoles la necesaria credencial creativa para contar la historia de otro escritor en sus propias palabras.

Sólo puedo especular respecto al proceso de pensamiento de Scott en esta matriz creativa.

Descubrí que el manuscrito resultante era una fascinante refracción de la historia, a partir del cual obtuve valiosas intuiciones que incluir en el film a medida que progresaba mi propio trabajo.

Una interesante elipse en el proceso creativo: entregué los respectivos capítulos de las infancias de los personajes a Mary Elizabeth Mastrantonio y Ed Harris antes de que empezara el rodaje. Aceptaron la interpretación de Scott como unos antecedentes plausibles y la incorporaron a su preparación para el filme.

De este modo, la novela alimentó el filme del mismo modo que el filme había alimentado la novela.

La colaboración resultó satisfactoria.

El libro resultante es malditamente bueno de leer, y debe ser leído como un

libro, no como un mapa de carreteras a una película. Posee su propia vida.

Pero no lo olviden…, todavía tienen que ver para creerlo.

James Cameron

Primavera de 1989

Ir a la siguiente página

Report Page