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Pepe

Acceder a un puesto de trabajo en la Administración es la ilusión y el objetivo de una gran parte de la población en edad de trabajar.

La relación contractual (o estatutaria) entre el trabajador y la Administración es muy variada, y va desde el contrato laboral temporal por realización de obras hasta la obtención del estatus de funcionario de carrera. Y es este último estatus el que todos desean obtener por las evidentes ventajas que tiene, siendo la principal de ellas la gran seguridad laboral que conlleva

El por qué de esta preferencia laboral -que según algunos nos convierte en gordos e imbéciles- tiene muchas respuestas, los siguientes ejemplos pueden resultar muy aclaratorios: prefiero ser policia a guardia de seguridad, prefiero ser maestro en un colegio público que profesor en una academia de recuperaciones…

Pero volvamos al tema central de este texto. Para acceder a la carrera funcionarial es necesario superar un oferta pública de empleo, es decir, unas oposiciones que cumplan los principios constitucionales de igualdad mérito y capacidad (y yo añadiría que la condición de haber trabajado

previamente en la empresa privada
). No es fácil superar unas oposiciones, pero tampoco es imposible. Seguidamente daré algunos datos y

consejos que espero sirvan de ayuda y animen a los opositores.

Lo primero que desanima al opositor es comprobar cómo para un reducido número de plazas se presentan ingentes cantidades de solicitudes. Cuando el candidato a ocupar una plaza en el ente público va a consultar la lista de admitidos y comprueba que para 1 plaza optan centeneres de personas, comienzan a dudar si tiene sentido presentarse o no.

Pero aquellas personas que realmente se planteen seriamente presentarse al examen, es decir, aquellos que van a estudiar seriamente los temarios y piensan prepararse a fondo, no deben temer tanto esta avalancha de candidatos. Se da un curioso fenómeno que expondré en los siguientes puntos:

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