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NOCHE BUENA

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NOCHE BUENA

Siempre se dice que la navidad es una fecha para compartir, más aún en mi situación económica, mejorada sustancialmente respecto de aquella en la cual me originé.

Veinticuatro, fui a la casa de mi madre llevando regalos para ella, mis hermanos menores y mis sobrinos, además de todo lo necesario para preparar la cena; mi pareja de ese entonces no me acompañó.

Y qué bueno que no lo hizo, pues al cruzar la calle y por ser noche buena, los vecinos de mi madre, eran los padres de Less.

Mi alumna.

El día fue agotador, por un lado los niños que iban de un lugar a otro desordenando todo a su paso, y por otro, Less pasando sus manos disimuladamente por mi pierna o la de mi hermano cada vez que se presentaba la ocasión, la calentura subía y bajaba en mi cuerpo a cada agarrón o comentario subidito de tono, con lo cual sólo quería que terminara la cena para darme un buen revolcón con ella. No era que no lo había hecho antes. Pero ésa es otra historia.

Rápidamente nos fuimos y al subir a uno de mis autos, ella me entregó mis regalos de navidad, que me había dicho aún quedaban, un par de zapatos de cuero negros.

En cambio yo, le tenía un vestido negro que se veía ser muy cortito con un gran escote y su espalda formada sólo por tiras cruzadas y paralelas que se unían a una vertical en el medio, que naturalmente dejaría totalmente descubierta su espalda y su culito.

Sólo ver la imagen del mismo en su caja me hacía imaginar el efecto que produciría si se pasease con él en las calles de Boston.

Acariciando su pelo, le pedí que se lo pusiese, se maquillase y se soltase su pelo.

Siempre le decía que me encantaba su pelo suelto pues hacía destacar aún más su cara de pequeña perra inocente, nuevamente parecía una.

Rumbo a casa me preguntó si me había gustado mi regalo y si me gustaría ser un regalo, por respuesta sólo llevé mi mano a su entrepierna y le dije que me encantaría ser regalado, que ella sabía que me calentaba el hacerlo con mi pequeña alumna.

A lo cual le pregunté si le molestaría que la regalase a conocidos, ya mi calentura no daba más, mi entrepierna se encontraba totalmente dura

Tome una de sus manos y la posé en mi verga para que sintiese lo duro que ya estaba.

El contacto la hizo suspirar inmediatamente, y mientras sostenía su mano entre mis piernas, le pregunté:

—¿Para qué naciste, Less?

Y sin esperar su respuesta me respondió:

—Para ser culpable.

—¿De quién eres? —pregunté.

—De cualquiera, profesor Blake… de todos.

—¿Puedes prestarlo? ¿Puedes venderlo? ¿Arrendarlo o regalarlo?

Ella sólo me miraba y se reía, yo también lo hacía.

—Me da lo mismo, si voy a hacer un regalo, me da lo mismo.

Al llegar al departamento, éste se encontraba iluminado sólo por las luces del árbol de navidad.

La dejé en la puerta, me sacó el abrigo y quedó vestida con sus regalos. Se despidió y pude ver cómo descendía el ascensor, al entrar pude distinguir al jardinero del condominio, que no paraba de mirarle el culo cada vez que la veía.

Un muchacho de su edad, debo decir.

Fue cuando vimos a su padrastro venir. Sintió un escalofríos al verlo, pues en una oportunidad me había contado que su padrastro, cuando tenía doce años le había dicho a mi madre que estaba enamorado de ella, y ahora lo veía ahí.

Los saludó uno a uno, el chico resultó ser el ayudante del jardinero, serví unos tragos, puse música y Less comenzó a bailar para ellos.

Con su atuendo abría su escote mostrándoles mis tetas, o se acercaba parando su colita casi en la cara de ellos.

El primero en tocarla fue su padrastro que se aferró a sus caderas empujándose sobre su miembro, del cual podía sentir su dureza, echó su cabeza hacía atrás sobre su hombro y le dijo:

—Tócame, ahora puedes hacerlo.

Movía su culito en su entrepierna y llevó una de sus manos a su sexo, el cual él acariciaba por sobre la braga.

Llamó al muchachito el cual a la distancia ya se veía que estaba a punto de explotar y liberando sus senos por sobre el escote del vestido, se los entregó.

Llevando su cabeza a mis tetas, que chupaba cual bebé, endureciendo mis pezones, mientras veía al jardinero masturbarse sentado frente a mí.

Su padrastro estaba como loco, no dejaba de recorrer su cuerpo con sus manos, mientras le decía:

—Había soñado con metértelo.

Yo lo alentaba a contarle como la soñaba, mientras Less no paraba de gemir y alentar al chico a seguir chupándole.

Cuando por sus gemidos pude darme cuenta que el jardinero había acabado, el semen resbalaba por su mano y su miembro.

Less se levantó, entonces tomó su mano y lengüeteó el fluido de él, se arrodilló y bajó a su miembro.

El cual llevó a su boca para limpiarlo de cualquier resto de su semilla.

Mientras, yo los miraba con su carita de degenerada y le escuché decir:

—Lame.

Entonces se levantó, se sentó al lado del chico y llevó su mano a su sexo, mientras le chupaba su oreja, le abrió su pantalón y comenzó a masturbarlo, mientras él jugaba con su sexo hasta hacerlo acabar.

Apretó su miembro y lo llevó a su boca para beber su leche que brotaba a borbotones.

Terminó por despojarse del vestido.

Quedando totalmente desnuda, solo con sus zapatos altísimos que modelaban de mejor manera su figura.

Mirándome me preguntó:

—¿Quieres participar?

Asentí, no hacía falta hablar.

Nos desvistió a los tres, uno a uno, dejando que la tocásemos a nuestro antojo, jugando con nuestras vergas, que ya se encontraban erectas nuevamente.

Tomó al chico y lo llevó tras de mí hacía el comedor, a lo cual, la seguimos su padrastro y yo, éste último esperando su turno.

Se puso sobre la mesa enseñando todo su culo, el chico estaba detrás de ella y le penetro su sexo de un solo golpe haciéndola gritar al sentir su verga.

Estaba con sus manos sujetas al otro extremo de la mesa por los que sus tetas se frotaban en ella provocando que sus pezones estuviesen a punto de reventar, a cada embestida sentía las caderas del chico golpeaban su culo.

—Tráeme tu pene—Me ordenó—Quiero que crezca en mi boca, quiero lamerte.

Lo hice, y abrió su boca, sacando su lengua para recibir mi miembro y chupar con fruición, le daba golpes con su lengua y con su mano me masturbaba.

—¿Quieres tú también entrar? —Le preguntó a su padrastro.

Llevé una de mis manos hacia atrás para mojarla, tomó la verga de su padrastro, la posó a la entrada de su culo y le dijo:

—Penétrame.

El cual no se hizo de rogar y se ensartó partiéndole el culito con sus embestidas, no dejaba de provocar a su padrastro con sus preguntas, sus gemidos, y su forma de mirarlo, hasta sentirlo cómo se venía.

A la vez que el chico se derramaba sobre la mesa, por lo que recogió de nuevo su jugo con su lengua.

Volví al living prepare unos tragos y se los ofrecí. El padrastro seguía en el lugar donde le pedí que se quedase, su verga larga y gruesa apuntaba el cielo, por lo que le extendí mi brazo y le dije:

—Ve a jugar con tu nenita.

A la vez que Less se arrodillaba y gateando se dirigió hacía él, el cual se arrojó sobre su espalda y comenzó a jugar con su lengua en su culito como si tratase de penetrar con ella.

Se paró tras ella y comenzó a meter su verga, la cual por su grosor costaba que entrase, lentamente logró hacerlo, tomó su pelo y lo tiró hacia él, cabalgando como una yegua.

La insultaba, dándole con una dureza que parecía que quisiese partirle en dos, saco su verga y le obligó a levantarse, le alzó tomándole desde sus piernas, de espaldas a él, acomodó su verga en su culito y con su propio peso le penetré mientras su sexo quedaba totalmente a la vista de nosotros cuyos penes ya empezaban a tomar forma nuevamente.

Su cabeza apoyada en su hombro le dijo que se recostara en el sofá sin dejar de empalarle, llamó al chico para que acercara su miembro a su boca, la cual comenzó a fornicar afirmando su cabeza.

Me llamó, y alzó sus piernas y dejando de chupar un momento, la verga del chico le penetro aferrándose de mis tetas, sé que sentía totalmente llena, estaba feliz y acabó gritando mi nombre.

Intenso, duradero, estaba adolorida, pero no queríamos parar. El primero en acabar fue el chico que llenó su cara con su semen, luego sintió inundarse su vagina, pero su padrastro seguía partiéndome el culito, le pedía que parara, que acabara, hasta que acabó diciendo que la amaba.

Todos nos levantamos, la madrugaba había avanzado, me encontraba cansado con solo mirar, serví unos tragos y así desnudos seguimos bebiendo hasta que nos sorprendió la mañana, sentí la puerta pero no me apresuré pues supuse era mi pareja, grande fue mi sorpresa al ver a la hermana de Less que saludando a su padrastro le preguntó:

—¿Te la has comido al fin? —A lo cual éste sonrió, y ella agregó—No te preocupes, a mí me paga hace tiempo. Nos quedamos los cinco gozando a una que también fue mi alumna un rato más.

NOCHE BUENA VOL.2

Llegó el día de la cena de navidad de nuestro comité estudiantil. Siempre solemos hacerlo acompañados de nuestras parejas e incluso de los hijos e hijas de cada uno, como también nuestros alumnas más distinguidos. No era mi caso, no tenía pareja y mucho menos hijos. Aunque sí una que otra alumna distinguida de la clase de Historia.

Ya estábamos sentados cada uno en su sitio. Yo a mitad de la mesa y Ness, mi alumna en la parte de enfrente de la mesa pero a un extremo. Nuestras miradas se cruzaban más de lo que era conveniente.

En sus ojos veía deseo, como también ella lo vería en los míos.

Hacía poco más de una semana que Ness y yo no habíamos follado y la verdad es que lo necesitaba tanto o más que el comer. No dejaba de intentar transmitirle con la mirada que la necesitaba y que teníamos que buscar el momento para dar riendas sueltas a nuestra lujuria.

Era algo prohibido, pero tampoco se trataba de una menor de edad.

Estaba excitado, el morbo subido y más teniendo en cuenta que estábamos con más personas a nuestro alrededor.

Finalizado el postre y mientras nos traían los cafés e infusiones, Ness se levanta y poniéndose su chaqueta, salió a fumar fuera del restaurante que estaba a orillas del mar.

Solamente yo sabía que fumaba, no le importaba que sus padres estuviesen presentes. Hacía una noche no fría, pero sí muy húmeda. Nuestras miradas se cruzaron y no lo dudé un instante, alegando un ligero dolor de cabeza dije que quería salir a dar un pequeño paseo para despejarme un poco.

Salí y me encontré a Ness fumando, la agarré de la mano y tiré de ella que se quejaba diciendo que estaba loco y que nos iban a descubrir.

—Calla.

Seguí tirando de ella hasta una caseta de la Cruz Roja que estaba a unos veinte metros. La llevé hasta la parte de la caseta que daba a la playa para ocultarnos de la vista de cualquiera que saliera del restaurante.

Seguía quejándose, diciendo que era una locura. La callé apoderándome de su boca y besándola.

Cuando despegué mis labios de los suyos, ya no protestaba, al contrario, llevó su mano a mi entrepierna y me acarició mi verga por encima del pantalón.

Como no había mucho tiempo, le di la vuelta y la empujé contra la pared de la caseta, apoyando sus manos en ella y dándome su espalda.

—Voy a cogerte.

Subí su chaqueta por encima de su cintura y también alcé su vestido, para tener acceso a su sexo.

Joder.

Lo tenía completamente empapado. Le bajé sus bragas por debajo de sus rodillas y sin más preámbulos bajando mis pantalones y cogiendo mi miembro la penetré con desesperación obteniendo toda su colaboración pues a su gemido de placer, al notarme dentro, se unió como siempre sus frases de insulto.

—¡Sí, hijo de puta! ¡Sí! me tienes toda la noche caliente, cógeme, como si se te fuera la vida en ello, pero hazlo rápido que nos van a descubrir.

Oíamos a lo lejos que alguien hablaba.

—Joder, Thomas es Max, reconociendo ella la voz de su novio.

Le dije

—Calla y muévete. Que no has hecho más que calentarme toda la noche.

Qué morbo, haciendo mía a Ness y su novio a escasos metros.

Nosotros nos centramos en coger lo más rápido que pudimos. Yo no paraba de cogerla rápido y fuerte desde atrás, notando su culo contra mi vientre y deslizando una mano hasta su clítoris que estaba duro como un garbanzo.

—Cabrón, más deprisa, necesito correrme.

Le di dos nalgadas fuertes mientras no paraba de insultarme y pedirme más.

—Caprichosa—Le dije —Nos vamos a correr aquí casi delante de todos, pero te vas a acordar de este polvo toda tu puta vida.

—¡Sí!, joder Thomas, como me pones, señor Blake, sigue, sigue, como me gusta, me voy a correr, córrete conmigo por favor, ¡venga, venga, que me corro! dijo sin dejar de echar su culo hacía atrás.

Noté como me empapaba y seguí dándole fuerte y ahora tirándola del pelo, hasta que logré correrme llenándole por completo.

Era de lo mejor que me había pasado últimamente y los polvos con ella eran siempre polvos salvajes y guarros, de los que ambos disfrutábamos enormemente. Este polvo no había durado más de diez minutos, pero había sido apoteósico.

Sacando, de su bolso que aún lo tenía colgado y cruzado de su pecho, un pañuelo de papel, se limpió como pudo.

Yo me asomé a ver quién estaba en la puerta del restaurante y viendo a otro profesor que estaba fumando, salí desde atrás de la caseta, como si viniera de la orilla de la playa y cuando llegué a la puerta, le dije:

—Hace frío, ¿Entras?

—Sí— me dijo y entramos juntos.

Al entrar:

—Profesor Blake ¿Ha visto a Ness? —Max me preguntó

—Sí, me fui a la orilla a despejarme un poco y me pareció haberla visto por ahí.

Pasaron unos minutos y entró Ness que puso como excusa que había ido a dar un par de vueltas a la manzana mientras fumaba un par de cigarros, porque en la puerta hacía mucho aire.

La noche siguió con nuestras miradas furtivas de vez en cuando y con sonrisas de complicidad.

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