Secret

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Capítulo 37

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Capítulo 37

Las horas se me hicieron eternas, y la espada me dolía demasiado, también moría de hambre y tenía ganas de ir a mi cama y dormir.

Cuando aterrizó el avión tome un taxi de camino al hospital en donde se encontraba mi madre. Baje de él y corrí hacia la resección.

─ ¿Dónde está Gina Adams? ─ me recargue en el escritorio.

Ella alzo la vista.

─ ¿Se encuentra bien? Son las 8:00 de la mañana y se ve muy cansada.

─ ¿Dónde está? ─ apreté mis puños.

─ Tercer piso cuarto 456.

─ Gracias ─ corrí hacia el elevador y pique el número, este empezó a subir hasta llegar al piso.

Cuando se abrieron las puertas empecé a buscar en las puertas los números. 446, 447, 448, 449, 450, 451, 452, 453, 455 y 456.

Abrí la puerta y entre. Joe estaba acostada en el sillón con una sábana enredada en el cuerpo.

Cerré la puerta despacio pero Joe despertó.

─ ¿Ally? ─ se levantó del sillón.

─ Hola ─ me acerque a ella y la abrace ─. ¿Cómo está mi mamá?

─ Vela por ti misma ─ señaló atrás de mí.

Gire y la vi. Ella estaba pálida con una venda blanca enredada en la cabeza en su nariz tenía jeringas de oxígeno y en sus muñecas tenía suero.

─ ¿Mamá? ─ me acerque a ella y la mire fijamente. Me senté y tome su mano fría ─. ¿Cómo pasó?

Joe se sentó a lado mío y me miro con una sábana la espalda.

─ Quedamos en ir a su casa a tomar café, cuando la fui a recoger ella…estaba tirada a un lado de las escaleras con sangre en el cráneo. Marque al número del hospital y ellos fueron por ella.

Me regué en mi madre y le tome la mano con más fuerza.

─ Me quedare esta noche aquí.

─ Ally ─ ella me puso un mechón de cabello atrás de mi oreja ─. Ve a casa, date una ducha y duerme un poco, tuviste siete horas de vuelo. Hoy cuidare a tu mamá, mañana vendrás tu ¿entendido?

─ Es que…─ me cubrió la boca.

─ Ally. Ve, por favor.

─ Está bien ─ mire una vez más a mamá y me levante ─. Me llamas si ocurre algo.

─ Seguro.

Salí del cuarto hacia el elevador. Pique plata baja pero alguien puso su mano en medio del elevador.

─ ¡Espere! ─ gritó.

Era un chico el quien había gritado. Era alto, rubio y de ojos azules. El entro y se puso a lado mío. El silencio recorría por todo el elevador hasta que fue interrumpid por su voz.

─ ¿Sabes dónde está en cuarto 678? ─ miró un papel y luego a mí.

─ No, no se ─ me encogí de hombros.

─ Oh lo siento.

─ No hay problema.

Dirigí la vista hacia el techo pero él volvió a hablar.

─ Soy Niall ─ me extendió la mano.

─ Ally ─ la tome y la estreche ─ sonríe con sus ojos azules luminosos, muy luminosos.

─ Mucho gusto, Ally.

─ Igualmente.

El sonido del elevador sonó distiendo que estábamos en PB. Salí pero él me detuvo.

─ Oye.

─ ¿Si?

─ ¿Quieres ir a tomar café? ─ el me señalo la puerta.

─ No gracias ─ sonreí.

─ ¿Estas segura?

─ Si, gracias por la oferta ─ empecé a caminar pero sentía su presencia atrás de mí.

─ ¿Podría ser mañana? O cualquier otro día, tú decides ─ sonrío.

Salí del hospital pero él seguía atrás de mí. Corrió hasta ponerse a lado mío.

─ No puedo, tengo una semana ocupada ─ rodé los ojos.

─ Algún día que tengas libre, debes de tener ¿no? ─ él se puso enfrente de mí y comenzó a caminar de espaldas.

─ Niall, solo viene aquí al hospital nada más, en una semana iré a Londres ─ doble la esquina hacia la derecha.

─ ¿Entonces por qué vendiste al hospital? Dime que no tienes SIDA ─ retrocedió un paso.

─ ¿Qué? ¡No! ─ grite.

─ Ah, bueno ─ se volvió a poner a lado mío ─. ¿Cuándo regresas de Londres?

─ Terminando el verano.

─ ¿En dos semanas?

Sube sus cejas y las baja rápidamente.

─ Dos semanas y media ─ me encojo de hombros haciendo una pequeña mueca de lástima.

─ ¿Entonces podríamos vernos regresando? ─ sonrío.

─ No lo creo…─ el me tomo el hombro pero me aparte.

─ ¿Casada?

─ No.

─ ¿Viuda? ─ el abrió los ojos.

─ Tampoco.

─ Ya sé… ¿tienes hijos?

─ ¡No! ¿Cuantos años crees que tengo? ─ me cruce de brazos.

El carcajea.

─ ¿Veinticinco? O ¿Veintitrés? Eso creo.

─ ¿Estas bromeando?

─ No ─ dijo serio.

Eche la cabeza hacia atrás.

─ Tengo ¡dieciocho!

─ Solo bromeaba.

─ ¿Qué? ─ fruncí el ceño.

─ Tienes novio ¿no?

¿Qué demonios de ocurría? Quiero decir lo conocí hace un par de minutos atrás, no entiendo porque quiere saber esa clase de cosas.

─ Pues…─ sonreí ─ aún no estoy segura.

Se gira un poco confundido.

─ ¿Cuál es su nombre?

Dudo unos segundos en decir su nombre porque bueno, no estaba cien por ciento segura por la relación cual Harry y yo mantenemos.

─ Harry.

Caminamos unos metros más. Ser acompañada por alguien a quien jamás había visto no era muy cómo para mí, en realidad, para ser franca jamás me ha gustado que personas desconocidas me acompañen a casa. Tenía que buscar una excusa para que Niall me dejará sola para irme.

─ ¿Amor de verano?

Lo mire a los ojos y reí.

─ Tal vez.

─ ¿Fue amor a primera vista? ─ arqueo una ceja.

─ No creo en eso, cuando lo conocí, quiero decir cuando lo volví a ver era muy orgulloso, que aún lo sigue siendo.

─ Tienes corazón de roca ¿no?

─ No. Simplemente veo las cosas malas de las personas pero prefiero quedarme callada.

─ Eres inteligente, Ally.

Frunzo el ceño hacia él. No sé porque me aterra.

─ ¿Gracias?

─ Tómalo como un cumplido.

Seguimos caminando hasta que me quedaba una cuadra para llegar a mi casa.

─ ¿Dónde vives?

Suspire.

─ Niall, volé siete horas y estoy demasiado cansada, te agradecería si me dejaras.

─ Okay ─ él se detuvo ─. Ten esto ─ me entrego un papel.

─ ¿Qué es esto?

─ Ábrelo cuando estés en tu casa ─ me guiño el ojo.

El cruzó la calle dirigiéndose a l lado contrario de donde me dirigía.

Había algunas personas caminando, algunos dejando a sus hijos a la escuela, otros con su maletín para irse a trabajar y otros corrían con sus mascotas en la mano. Pase la casa de los Whitt, y luego los de los Taylor hasta llegar a la mía.

El pasto de afuera seguía verde y el árbol rojo que estaba enfrente de mi casa seguía con su hermoso color brillante.

─ ¡Hey! ¡Tú! ¡La castaña que esta parada enfrente de la casa! ─ gritó un chico.

Me gire hacia él y era Olay Johnson, el hermano de Des.

─ ¿Olay? ─ susurre.

Él se acercó a mí y me miró fijamente.

─ ¿Ally?

─ Hola ─ sonreí.

─ Dios santo ─ me abrazo con fuerza y me agitó ─. Dios, Ally ¿dónde te habías metido?

─ Querrás decir, ¿dónde te habías metido tú?

Olay era el hermano mayor de Destiny lo cual tuvo demasiados problemas con su madre y padre, él fue como un hermano mayor para mí y él me quería como tal. Cuando veía que alguien me trataba mal salía a la defensiva, de hecho un día fingió ser mi novio para espantar a un chico que me gustaba. Cuando teníamos catorce años él nos platicó a Destiny y a mí que se quería irse de su casa a Australia, ninguna de las dos le creyó hasta que en una noche se fue dejando a sus padres y un papel diciendo que se había ido a otro lugar muy lejos de aquí.

─ ¿Quieres pasar? ─ le señale la puerta.

─ Claro.

Ambos subimos los dos pequeños escalones que había en la puerta. Tome la manija y la gire, esta se abrió. Admire mi casa un vez más y esta iba a ser una de las últimas ves que vendría a verla.

Olay entró sin decir nada y se recostó en el sillón. Entre y me dirigí a la cocina.

─ Por cierto ¿Y mi hermana?

Se rasca la nuca.

─ Está en Londres.

─ ¿Qué? ─ se sentó en el sofá.

Me encuentro tan cansada que hasta me cuesta trabajo hablar.

─ Somos consejeras del campamento que íbamos de pequeñas.

─ ¿Diamonds? ─ arqueó una ceja.

─ Así es ─ abrí el refrigerador y saque el queso, después abrí la alacena y saque el pan.

─ ¿Y qué haces aquí?

─ Mamá sufrió un accidente ─ dije mientras metía el pan a la tostadora.

─ ¿Qué ocurrió?

Suspire. Me gire dejando mi vista plantada en él y me recargue en el taburete.

─ Se cayó de las escaleras y sufrió un golpe algo fuerte en el cráneo.

Él abre los ojos tanto como puede que pienso que saldrán botados de su rostro.

─ Lo lamento.

─ Está bien.

Olay me mira con atención como si me estuviera examinando aunque creo que lo hacia por la muy extraña forma de verme. Sus ojos azules me examinan toda la cara y hacen que retroceda.

─ Te ves cansada, necesitas ir a dormir.

─ Solo comeré, tomare una ducha y me iré al hospital con mi madre.

─ ¿Segura?

─ Si.

Él pasa su mano por su cabello rubio regalándome una mirada.

─ Está bien ─ se paró del sillón ─. Regreso en un par de horas.

Se acercó a mí y me besó la frente.

─ Seguro.

Le sonrió amablemente.

─ Adiós ─ salió por la puerta.

 

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