Rule

Rule


Agradecimientos

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Agradecimientos

Diez años, doscientas treinta cartas de rechazo (y contando) y siete novelas archivadas me han dejado una gran cantidad de personas a las que debo darles las gracias ahora que mi primogénita ha salido finalmente al mundo, así que, por favor, sed pacientes.

Mamá, gracias por ser mi primera fan y primera crítica. Lamento esa ocasión, cuando tenía seis años, en la que te dije que quería escribir ficción porque el periodismo no era verdadera escritura. Me alegra mucho haber heredado tu amor por las palabras.

Papá, gracias por transmitirme tu salvaje imaginación. Tus historias a la hora de dormir pueden haberme provocado una fobia de por vida a los hombres lobo, pero también me inspiraron a comenzar a crear mis propias historias extrañas.

A mi agente, Bridget Smith, quien creyó en mí hace años, cuando aún estaba escribiendo sobre una Nueva York distópica e inundada; gracias por poner a prueba cada una de mis descabelladas ideas, por animarme en cada rechazo y acuerdo con editoras y, en especial, por animarme siempre con mis romances homosexuales más que nadie.

Al equipo Alloy: Annie Stone, Joelle Hobeika, Joshua Bank, Eliza Swift, Hayley Wagreich, Sara Shandler y Viana Siniscalchi. Gracias por el interminable océano de notas, por apegarse a Rule: tres secretos mortales a través de sus muchas repeticiones y, más importante, gracias por escogerme para ayudar a diseñar este mundo.

A Little, Brown (Pam Gruber, quien moldeó la horrible masa de arcilla como la que comenzó este libro en una novela legible), a Hanna Milton, Annie McDonnell, Allie Singer, Erika Schwartz y Marcie Lawrence (¿cómo supiste que a mi adolescente gótica interna le encantaría esa cubierta?), y a todos los que ayudaron a que Rule: tres secretos mortales saliera al mundo; estoy eternamente agradecida de que confiaseis en este libro.

A mis profesores de escritura, Rachel Simón, quien me ayudó a Reescribir (con R mayúscula); Donna Jo Napoli, quien me animó a escribir una novela YA para mi tesis de Lingüística (el trabajo de tesis más divertido del mundo, por cierto); y Elizabeht Mosier y Catherine Gilbert Murdoch. Gracias por ser mis modelos cuando más os necesitaba.

A todos los que alguna vez me rechazaron, sinceramente, gracias. Las devoluciones, el aliento e incluso los rechazos de agentes o editores que simplemente no conectaron con mi estilo, me inspiraron a presionarme más, a escribir mejor, a seguir intentándolo.

A todos mis compañeros de críticas a través de estos años: Corrie Wang, Lindsay Smith, Elliot Wake, Kyla Buckingham, Molyneaux Matthews, Ghenet Myrthil, Lindsay Neff, Justine Champine, Allison Goldstein, Jodi Harawitz, Ora Colb, Clara Moskowitz, Heather Walters, y a todos los que han leído uno de mis libros y me han dado devoluciones constructivas, que son al menos la mitad de las personas que conozco en el mundo… gradas a todos. Cada pequeño detalle me ha ayudado más de lo que podría expresar.

A Natasha Sanders, mi compañera de cómics, gracias por tener el mismo gusto en historias espeluznantes que yo, por enseñarme cómo colaborar entre disciplinas artísticas y por todas tus ilustraciones (las preciosas y las desagradables también).

Rebecca Friedman, gracias por mantenerme lucrativamente empleada mientras yo recorría el mundo escribiendo esto.

A tantas personas en el mundo editorial de. Nueva York, incluida Ellen Wright, Zoraida Córdova, Susan Graham, Brigid Black, Heidi Heilig, Ashley Woodfolk, Jordán Hamessley, Enrica Jang, Dahlia Adler, Erin Schneider, Rebecca Yeager, Rachael Ballard; gracias por escribir conmigo, trabajar conmigo, descargarnos sobre un vaso de whisky, o por, simplemente, dejarme esconderme vergonzosamente detrás de vosotras en eventos sociales. Una mención especial a mi primer jefe, Al Cascio, por fingir no notar que obviamente escribía novelas durante las horas de oficina.

Kristin Romanias, Eva Bastianon, Shunan Teng, mi compañero Mawrtyrs, mis secuaces de Wiley (en especial Julie Sturgeon, Amy Molnar y Jean-Karl Martin), mis bichos raros de Internet; a todos mis amigos que me soportan a diario, son joyas de la humanidad y os quiero muchísimo.

Kevin, Emily, Andrew, John; solo puedo maldecir a uno de vosotros con las Artes Vulgares, pero todos sois mis hermanos. Gracias por las aventuras en el patio trasero y los misterios de asesinatos nocturnos, pero más que nada por ser las raíces a las que siempre puedo volver sin importar lo lejos que me aventure. (Y Emily, gracias por tomar la custodia de los demonios mientras estoy en dichas aventuras).

A D’dary y Hive, gracias por las risas, por apoyar y por ser las (muchas) otras mitades de mi cerebro disperso, (Cia, gracias por prestarme tu nombre).

Meraki, gracias por ser de los primeros en animarme con la escritura de este libro y mi sistema de apoyo siempre que me hundía demasiado en las revisiones y olvidaba comer o salir. No podría haber escrito esto (o sobrevivido al último año) sin vosotros. (Cariño extra para Neha Rathore por la épica fotografía de autor).

Finalmente, gracias a vosotros. A cada una de las personas que estáis leyendo esto. No importa que os encante, que lo odiéis o que lo uséis como papel higiénico (eh, lo entiendo, situaciones desesperadas…), gracias por recorrer este camino conmigo. Ha sido el sueño de mi vida compartir mis historias con el mundo, y vosotros, lectores, sois los que habéis hecho realidad ese sueño.

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