Renata

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-Si te pones así, te los prestaré de vez en cuando, pero no te acostumbres que eres capaz de robarme todo el amor que me tienen.

 

-Renata. No existe nadie que no te quiera. Si hasta el Teniente Harrys, lo tienes comiendo de tu mano. Y los compañeros babean por los pasillos para complacerte en todo.

 

-Eso es cierto, Dereck. Y tú  que has sido el más duro conmigo y ahora quieres ser mi marido. Es para partirse de risa. ¿Quién te ha visto y quién te ve?

 

-¡Qué culpa tengo de estar todo el día a tu lado! Me has embrujado. 

Tengo la cabeza llena de ti. ¡Si hasta por las noches sueño contigo! Y si me despierto veo tu imagen por todas partes.

 

-¡Pobrecito! ¡Qué pena me das! ¡A tu edad sufriendo de amor!

 

-Renata. Búrlate todo lo que quieras de mí, pero soy feliz amándote.

Y me importan bien poco las normas de la Comisaría.

No voy a dejarte escapar aunque intentes huir muy lejos. ¡Te atraparé!

 

-Ya veremos, Dereck. Soy muy veloz; es difícil cogerme. Otros lo han intentado antes que tú y no lo han conseguido.

Estoy a gusto con el estilo de vida que llevo, sin ataduras ni compromisos, libre como las aves del cielo.

 

-No quiero parecer celoso, pero ¿me puedes decir los nombres, de esos que han intentado atraparte?

Es para darles nuestra invitación de boda.

 

-Te lo crees demasiado. Tu ego está por las nubes. Habrá que bajártelo con mi hechicería.

Mañana serás un corderito manso y harás todo lo que yo desee.

 

-Haré ahora mismo lo que me pidas, mi Renata. No hacen falta más embrujos, soy todo tuyo.

 

-Compórtate como mi caballero y recibirás una prenda de tu dama.

 

-Trato hecho copilota. Ponte el cinturón que vamos a tomar tierra en el único llano que veo.

 

CAPÍTULO VIII

 

 

-¡Abuela, abuela! ¡Ya estamos aquí! ¡Ven a conocer a Dereck!

 

-Renata. ¿Dónde se ha metido todo el poblado? No hay nadie.

 

-Estarán cazando algún venado para hacernos un buen recibimiento.

Ya te he dicho que se toman muy en serio, las ceremonias de bienvenida.

 

-Renata. ¿Podemos dejar el equipaje en la cabaña y entrar? Me estoy congelando un poco.

 

-Vamos. Es la cabaña junto al río. La más apartada. Allí te puedo hacer de todo que nadie nos oirá. ¿No me temes, Dereck?

 

-Estoy deseando que me toques aunque sea para torturarme.

 

-¡Cómo eres! Si te comportas, te daré un beso en la cara. Soy muy generosa.

 

-Ya veo. Démonos prisa antes de que nos pillen besuqueándonos en la cabaña.

 

-La abuela nos ha preparado  arriba nuestro dormitorio para pasar la noche. Está en todo, hasta ha puesto velas y flores.

 

-Que detalle por su parte. Es una cabaña muy grande. Creía que sería pequeña, como las antiguas tiendas indígenas.

Cabe una gran familia. Es muy acogedora y no hace nada de frío.

 

-Está preparada para pasar los más crudos inviernos. Hay montones de pieles por todo el suelo y varias chimeneas con un buen fuego.

Mi padre hace tres veranos la modernizó y tenemos ducha y cuarto de baño.

 

-Se está mejor que en un hotel. Eres muy afortunada con tu familia.

Me das envidia. Ojalá mis padres no hubieran muerto tan pronto.

Encima soy hijo único, el último que queda de los Johandson.

 

-Pase lo que pase, siempre serás uno de nosotros. Puedes escoger el personaje que más te guste: mi tío, un primo, otro hermano, un bisabuelo…

 

-Te voy a enseñar lo que hace un bisabuelo con su bisnieta.

 

Me estaba muriendo de la risa y Dereck me estrechó entre sus brazos y me besó profundamente en la boca.

 

-¿Te has vuelto loco? ¿Y si entra la abuela con medio pueblo?

 

-Sería lo más normal que nos vieran besándonos; al fin y al cabo estamos recién casados.

 

-Vaya, se me había olvidado que eres mi amado esposo. Puedes entonces volver a besar a la novia.

 

Nos besamos y abrazamos íntimamente, fuimos bajando hasta tumbarnos en las pieles del suelo. No podíamos separarnos. Sentí escalofríos de placer por todo el cuerpo y Dereck estaba en llamas.

 

Llamaron a la puerta y ni siquiera nos enteramos.

 

Entraron dentro de la cabaña todos los Comanches encabezados por mi abuela y con un montón de regalos.

 

Se reían al ver a la pareja tan enamorada y feliz.

 

-Renata, cariño. Estamos aquí, mi niña.

 

-¡Abuela! ¡Qué alegría verte! Ya nos levantamos. Estábamos muy cansados del viaje. ¡Ven te presentaré a mi marido!

 

-¡Hola, soy Dereck! El afortunado elegido por su nieta.

 

-¡Abrázame! Soy “Espíritu Libre” mi nombre Comanche.

Dame un abrazo “Águila Veloz”, ya eres mi nieto y te nombro así porque has cazado a mi “Pájaro del Cielo”.

Es muy escurridiza, tienes que ser un hombre muy especial para que ella te haya escogido.

 

-¡Abuela, por favor! ¡Me voy a ruborizar delante de mi marido!

Creerá que soy muy exigente para elegir un esposo adecuado.

 

-Y lo eres, mi “Pájaro del Cielo”. Nunca has querido comprometerte con ningún hombre, ni del poblado, ni de la raza de tu padre.

¡Mis cánticos han funcionado! ¡Espero con impaciencia a mis nuevos bisnietos! ¡Serán preciosos! Pensaré en sus nombres cuando nazcan y les vea sus caritas.

 

-¡Espíritu Libre! Vas muy deprisa, acabamos de casarnos. De momento no tenemos pensado aumentar la familia. ¿Verdad, Dereck?

 

-Tiene razón “Pájaro del Cielo”. Esperaremos un año.

 

-Sí. “Águila Veloz´” es una excelente idea. Luego podemos tener seis o siete hijos, para llenar la cabaña. Se lo pasarán en grande.

 

-¿Qué opina “Espíritu Libre”, le parece bien lo que su nieta desea?

 

-“Pájaro del Cielo” Sabes que me harás muy feliz. Ahora comenzará la fiesta y os casaréis por nuestro ritual.

Está todo preparado. Las mujeres se encargarán de ti, mi joven nieta y los hombres de tu marido “Águila Veloz”.

 

-No hace falta “Espíritu  Libre”. Si quieres hacemos la fiesta sin los rituales. Dereck y yo estamos muy cansados y lleva tiempo vestirnos con las ropas de nuestros antepasados y trenzar todo mi cabello.

 

-Ve con las mujeres mi amada nieta. He estado esperando este momento mucho tiempo y se va a llevar a cabo tu matrimonio como es tradicional aquí en la tierra donde has nacido.

 

-Está bien abuela.

Dereck ya la has oído, vete con los hombres y prepárate. Va a ser muy divertido. (Ja, ja, ja…)

 

 

 

 

 

CAPÍTULO IX

 

-Abuela, ¿puedo hablar un momento a solas con Dereck?

 

-Sí, cariño. Coméntale lo que quieras a tu marido, después del ritual.

Ahora vete a preparar. Tienes el vestido con el que se casó tu madre, se lo hice yo misma. Es de una suave piel de ante, con muchos abalorios de colores. Estarás preciosa, he guardado unas cintas para trenzar tus cabellos.

 

-Muchas gracias, “Espíritu Libre”. Es el día más especial de mi vida.

 

-Lo sé mi niña. Quiero que seas la novia más dichosa y hermosa del poblado.

Serás muy feliz.

 

          -Abuela. ¿Piensas que “Águila Veloz”, va a ser un buen esposo?

 

-Sí “Pájaro del cielo”. Él te complementará. No tengas miedo mi valiente guerrera, sabrás afrontar muy bien tu destino.

 

(Dereck estaba contemplando todo el espectáculo. Era digno de ver.

Su atuendo Comanche era muy suave y original. Le habían preparado los hombres con aceites y con diferentes símbolos de colores por el cuerpo. En la frente le pusieron una cinta atada por detrás de su pelo.

Estaba esperando a la hermosa India con la que se iba a casar.

La boca se le quedó abierta de asombro, nunca había visto una mujer más hermosa, radiante y maravillosa. Era un sueño hecho realidad).

 

-¡Renata! ¡Estás preciosa! Eres la mujer Comanche más hermosa sobre la Tierra.

 

-Gracias Dereck. ¡Tú estás impresionante! Te sienta muy bien ser uno más de nosotros.

Escucha, ¡lo siento tanto! Mi abuela lo hace con todo su cariño y amor para que seamos felices.

Sintiéndolo mucho para mí va a ser una boda real. Mi naturaleza india me obliga a respetar las costumbres.

Si lo deseas puedes pedir en Los Ángeles, la anulación del matrimonio.

 

-Ni lo sueñes “Pájaro del Cielo”. Me ha costado mucho atraparte y si es una celebración de verdad para ti, para mí también.

 

Miré a Dereck tras el ritual del enlace. Se le veía sonriente, participaba alegremente con los demás del poblado y la comida la devoraba como si no se hubiera alimentado en la vida.

 

-“Mi Pájaro del Cielo”. ¿Te encuentras bien? No has probado ni un bocado. Está todo buenísimo. Come algo que tienes que reponer fuerzas, para lo que te espera esta noche. (Me guiñó un ojo).

 

-Me sorprendes “Águila Veloz”. Parece como si el Comanche fueras tú.

Estás disfrutando y sonriendo como nunca te había visto. Ya no frunces el ceño. Te observo y no te reconozco.

 

-Renata, mi amor. Hoy es el día más feliz de mi vida y pienso divertirme todo lo que pueda, junto a mi flamante esposa.

Brindemos mi amor, por nuestro maravilloso matrimonio para siempre.

 

-Gracias Dereck. Brindemos por nuestra felicidad.

 

-Te quiero Renata. Te voy a hacer muy dichosa y por supuesto la madre de mis hijos.

 

-Eres muy simpático Dereck. Y yo también te quiero, vas a ser un padre estupendo y cuidarás de toda la tribu que tengamos.

 

-¡Me encantan los niños! Lo decía en serio el que tengamos por lo menos seis hijos.

Al año que viene podemos empezar por el primero.

 

-¿Has estado bebiendo “Águila Veloz? ¿Seis criaturas? ¿Querrás tres niños y tres niñas? Y con nuestros respectivos trabajos persiguiendo criminales; nos los llevaremos a todos en la partida de caza. Será de lo más divertido.

 

-Está bien “Pájaro del Cielo”. Nos quedaremos en retaguardia haciendo trabajo de oficina. No pienso arriesgar a toda mi familia. Empezando por ti.

Después de atrapar a “Mapache” y sus secuaces, nos dedicaremos a otro tipo de investigación que requiera nuestros intelectos y no nuestras armas.

 

CAPÍTULO X

 

-Abuela. Gracias por todo. Nos lo hemos pasado muy bien.

Y a mi pueblo Comanche quiero deciros que nos habéis hecho el mejor regalo que podíais hacernos.

¡Mil abrazos y besos para mis amigos y mi familia!

 

-¡“Espíritu Libre” Y todos mis amigos aquí reunidos! “Águila Veloz”, os da también su agradecimiento, por acogerme como uno más de vuestro Pueblo. Me siento muy orgulloso de pertenecer también a la familia Comanche. Mi espíritu está con vosotros.

“Pájaro del Cielo” mi amada mujer y yo, regresaremos este verano.

Os agradeceríamos de corazón que nos acogierais, como lo habéis hecho. Muchas gracias a todos.

 

Renata se despidió junto con Dereck del poblado. Se quedó con su abuela un momento.

 

-“Espíritu Libre”. “Águila Veloz” y yo queremos decirte que  eres la abuela más sabía y buena que unos nietos puedan desear. Te mereces el Cielo más que nadie. Estamos muy orgullosos de ti y de pertenecer a la Tribu.

(Nos fundimos en un cálido abrazo).

 

-¿Te gusta el dormitorio que nos ha ofrecido mi abuela? Esposo mío.

 

-Está muy acogedor. Nadie diría que afuera está cayendo una buena nevada.

¡Ven aquí mi esposa, te voy a demostrar cuánto te amo!

 

-Y yo a ti. Bésame y ámame. Estoy deseando este momento y recordarlo.

 

-Mi “Pájaro del Cielo”. Te prometo que no lo vas a olvidar.

 

Nos amamos apasionadamente toda la noche…

 

-¿Sabes lo que me encantaría “Águila Veloz”?

 

-¿Qué mi amor?

 

-No salir nunca de aquí. Es un lugar tan hermoso y especial que me da una pena terrible abandonarlo en dos días.

 

-Siento lo mismo. No te preocupes. Cuando terminemos nuestro deber; nos marcharemos de “Luna de Miel” donde tú desees. Y nos casaremos en Los Ángeles, acompañados de nuestros padres y hermano.

Y de toda la Comisaría. Esos no se pierden ni una. El Teniente Harrys, se mostrará ofendido al principio. Luego se derretirá como la mantequilla.

Creo que también es un hombre muy sabio y nos ha preparado el terreno para hacernos felices. A él no se le escapa nada.

 

-Tienes toda la razón. Ahora que lo pienso no puso ninguna pega en que fuéramos nosotros quienes viajaran hasta Alaska. Lo tenía todo bajo control.

¡Gracias Teniente Harrys!

 

-¡Te debemos una! ¡Viejo Zorro!

Cuando regresemos le daremos la invitación de la boda y que sea nuestro padrino. ¿Qué te parece?

 

-¡Genial! Él ha hecho de Cupido. Merece nuestro afecto y admiración. Va a ser nuestro mejor amigo.

 

(Nos reímos llenos de felicidad y seguimos besándonos y amándonos con pasión).

 

Los dos días transcurrieron como en un sueño. Estaba flotando en una nube. Me sentía inmensamente feliz. No podía pedir más a la vida  por haber encontrado a mi alma gemela.

 

¡Qué suerte tenía con mi marido. Era un hombre muy especial además de guapo!

        

          Y a mi abuela la trataba con un inmenso cariño y respeto.

         

          Se había apoderado también de su corazón.

 

Nos dio mucha pena despedirnos de ella. Pero teníamos que continuar con nuestra misión.

CAPÍTULO XI

 

-Renata cariño. Ponte el cinturón que vamos a despegar. Menos mal que el día está despejado, si no tendríamos que habernos quedado más tiempo. Aunque no me hubiera importado para nada. Soy inmensamente feliz y un tío con una suerte increíble. ¡Pedazo de mujer que tengo!

 

-¿Vas a presumir de esposa?

 

-Ya lo creo. Se van a morir todos los hombres de envidia.

Tendré que poner las cosas en su sitio y que ninguno babee por ti.

 

-¿Cómo lo vas a conseguir? ¿Con esos ojos tan profundos que intimidan hasta el más peligroso criminal?

 

-No hará falta que dirija ninguna mirada. Con dos palabras que les diga se quedarán tranquilos. Claro no puedo ir golpeando a todo bicho viviente, ganas no me faltarán.

 

-Eres un hombre celoso. Yo también soy una mujer muy posesiva, lo que es mío nadie lo toca. Mi sangre Comanche me hace ser muy guerrera y orgullosa. Si se acerca alguna moscardona, la tiró mi tomahawk a la cabeza. Tengo muy buena puntería.

 

-Me alegra saberlo. Ahora me siento mucho más protegido.

Le puedes hacer la raya del pelo con tu hacha al tipejo “Mapache”.

Yo te ayudaré amada mía, para que no te esfuerces mucho. Será un placer destrozarle el cráneo.

 

-¿Te gustó el tomahawk que te regalaron los hombres del poblado?

 

-Es una preciosidad. Lo llevo a mano para estrenarlo con esa pandilla de degenerados. Me hace una ilusión tremenda.

 

-Ojalá tengamos suerte y los encontremos pronto.

 

-Eso quiero con toda mi alma. Y comenzar una nueva vida junto a mi amada mujer.

 

-Sabes una cosa. Me da igual donde vayamos de viaje de novios. Solo me importa estar contigo.

 

-Tendrás como mereces las dos cosas: a mí y al viaje. Necesitaremos descansar y divertirnos. Si quieres escogemos un lugar romántico como Paris.

 

-Suena delicioso. Es música para mis oídos. Nunca he salido fuera de América. Me encantará conocer Europa. Y en Paris podemos encargar a nuestro pequeñajo.

 

-Si quieres lo encargamos ahora. Para qué esperar. Aterrizo en un momento y lo creamos en medio de la naturaleza, rodeados de todos los árboles y de la nieve. No hay nada más sano que el ejercicio físico al aire libre.

 

-¿Quién sabe con toda la actividad que hemos tenido los días pasados, lo mismo ya está en camino? Pero tampoco me importa la idea que has tenido. Me divierte mucho el deporte. Por mí no hay problema.

 

-Ganas no me faltan. Pero estamos llegando a nuestro destino.

Hablaremos con el Inspector de la Península de Alaska. Él nos dará la última pista que nos queda.

 

-¡Qué ganas tengo de cazar al “Mapache”, se me van las manos al hacha!

 

-¿Tienes la pistola reglamentaría bien cargada, cielo?

 

-Estoy armada hasta los dientes. ¿Y tú mi amor?

 

-Eso ni se pregunta. “Rambo” no era nadie a mi lado. Hasta un cuchillo muy afilado que me regaló “Zarpas de Oso”, lo llevo en la bota derecha.

 

-Si te lo ha dado él, tiene que ser el mejor cuchillo. Es muy bueno haciéndolos. Se dedica también a venderlos. Cualquiera te dice nada y te lleva la contraria, das miedo, mi vida.

 

-Tú puedes decir y hacer lo que te dé la gana conmigo. Me tienes en tus manos princesa.

 

-Me dan ganas de besarte mientras aterrizamos. Estás para comerte.

Y tengo un hambre que no veas.

 

-Puedes besarme después del aterrizaje, no sea que nos quedemos colgados de un árbol.

 

-Trato hecho. No te vas a escapar a ningún lado. Tienes a la mejor rastreadora de Alaska. Te encontraría siempre. Tú olor lo tango impreso en mi memoria.

 

-Agárrate fuerte Renata, que la pista está muy helada. Luego me das mi recompensa por ser tan buen piloto.

 

-¡Uf, ha estado cerca el caernos al Océano! Ya estamos a salvo. Ven aquí maridito, que te muerda un poquito.

 

Besé con fuerza a Dereck, no me cansaba de su sabor. Lástima que tuvieran que salir de la avioneta. Me costó separarme de sus labios.

 

-Esto es un anticipo mi esposa. Cuando lleguemos al hotel, te voy a devorar entera.

 

-Sí, que bueno. Nos daremos una ducha caliente y nos tomaremos una buena comida, para tener fuerzas y entrar en acción.

 

-Coge tu bolso cariño. Menos mal que estamos cerca del alojamiento, con esta ventisca que se está preparando nos podemos quedar congelados.

¡Date prisa!

 

-Estoy acostumbrada, no te preocupes.

Venga te echo una carrera hasta el hotel. Él que pierda paga todo.

 

-Vale, te daré algo de ventaja, ya que soy “Águila Veloz” y te puedo atrapar “Pajarillo”.

 

-Ni en tus sueños, me puedes coger. Corro como una gacela. Ya lo verás.

 

Salí corriendo y le dejé atrás, claro yo no llevaba tanto peso. Jugaba con ventaja. Llegué al alojamiento antes que él, riéndome a carcajadas.

 

-Casi te cojo. Si que corres, he estado a punto de hacerte un placaje, pero me daba pena aplastarte con mi peso.

 

-Ja, ja. Ni de casualidad ibas a atraparme. ¿No conocías a la campeona de atletismo de mi Universidad? Tengo mi habitación llena de medallas. Bueno, te confieso que tenía toda la ventaja sobre ti, ibas cargado con todo el equipaje.

 

-He sido generoso y te he dejado ganar. Prefería mirar como salías disparada con tu melena al viento. Eres digna de admiración. Me he sentido como un león que quiere cazar a su gacela.

 

-Ya me tienes bien cazada. Ahora a subir al dormitorio y a relajarnos como nos merecemos. Después hablaremos con el personal de la comisaría.

CAPÍTULO XII

 

-Renata, vístete cariño. Deberíamos ir ya a ver al inspector, enseguida se hace de noche y luego no hay quien salga.

 

-Ya voy. No sé si ir armada. Meteré en el bolso la pistola.

No creo que nos tropecemos con los asesinos. Sería mucha casualidad.

 

-Viene bien ir armados por si acaso. Pero ven aquí a que te dé un repaso reglamentario antes de salir, no sea que no cumplas las normas policiales.

 

-Es su obligación hacerme un chequeo por todo el cuerpo mi sargento. No opondré ninguna resistencia. Puede empezar por mis hombros y va bajando poco a poco hasta mis botas.

 

-Cumples todas las normativas. Tienes cada cosa en su sitio. Y le agradezco su colaboración. Me siento muy satisfecho del trabajo realizado.

Ya podemos salir en busca de nuestro objetivo.

 

-Gracias mi sargento. Siempre a su disposición.

 

Abracé a Derek y salimos a la intemperie. Íbamos riéndonos y recordando el buen rato que habíamos pasado antes; amándonos cada vez con más pasión. La comida, la habían subido a la habitación. Nos pusieron un estofado de arce para chuparse los dedos. Estábamos pletóricos de felicidad.

 

Llegamos enseguida a la Central.

 

-Buenas tardes. Somos los Inspectores de los Ángeles: Renata Richardson y Dereck Johandson, venimos a ver al Teniente John Strong.

 

-Buenas tardes. Ya les está esperando, pueden pasar al fondo de la sala donde la cristalera azul.

 

-Muchas gracias. Sargento Roger.

 

-De nada Inspectores.

 

-¿Dereck?

 

-Sí, mi vida.

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