Perfect

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Capítulo 5

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—Ojalá te lo creyeras —dijo, y se marchó sin añadir nada más.

Lo observé mientras se alejaba con una sola idea en la cabeza: «Ojalá, porque así podría ser tu novia».

Tras el beso con Noah, llegó el siguiente lunes por la mañana. Estaba delante de mi taquilla, en el instituto. No había vuelto a verlo desde nuestra sesión de prácticas del viernes por la noche. Su cita con La Intrusa había sido el sábado por la noche. Me pasé todo el domingo haciendo un trabajo de clase, así que no tuvimos ocasión de comentar nada.

Tampoco es que me interesara mucho saber cómo les había ido. Mentira, me interesaba un poquito. Eso también es mentira: no había podido pensar en otra cosa en todo el fin de semana, pero me daba miedo imaginar lo que me diría, y por eso lo evité. Si no veía ni oía nada, podía convencerme de que no había sucedido en realidad.

Me sobresalté cuando se acercó a mí por detrás y me susurró al oído:

—Buenos días, Piolín.

—Buenos días.

—Te he echado de menos. Te he estado llamando todo el fin de semana. Ayer vi a tu madre; me dijo que estabas ocupada haciendo un trabajo. —Apoyó el hombro en las taquillas.

—De lengua.

En ese momento, uno de los colegas de Noah, Brad Johnson, se acercó, le palmeó la espalda y dijo:

—Eh, Stewart, ya me he enterado de que has pasado un buen finde. Acabo de salir de clase con Brit. No paraba de ponerte por las nubes, tío. Así se hace.

Mientras Brad se alejaba, Noah se volvió hacia mí y se encogió de hombros.

Otros dos compañeros de equipo, Jeremy y Spencer, se acercaron también. Spencer lo agarró por la nuca en plan de broma y dijo:

—Ya me he enterado de que tuviste una cita calentita este finde. ¿Quién lo iba a decir? El novato ya ha empezado a romper corazones.

Noah volvió a mirarme cuando los dos tipos se alejaron.

Le dirigí una mirada que era la viva imagen de la inocencia.

—Ah, ¿tu cita era este fin de semana?

—No hagas eso.

—¿El qué?

—No te hagas la tonta. No se te da bien, Piolín.

—Bueno, pues parece que tu primera cita fue un éxito, ¿no? —comenté con un puntito de ironía.

—Sin duda, mi primera cita fue perfecta.

Empecé a cambiar libros de sitio dentro de la taquilla para no tener que mirarlo. Era consciente de que me estaba comportando de un modo ridículo; sabía perfectamente que su primera cita había sido el sábado. Mientras golpeaba las paredes de la taquilla con los libros, notaba que él estaba sonriendo…, el muy capullo.

—Eh…, ¿has acabado ya de golpear esa inocente taquilla, Rocky?

—¡Felicidades! Me alegro de que tu primera cita fuera…

—Perfecta. —Se lo estaba pasando en grande a mi costa.

—Perfecta. —Repetí molesta—. Ah, ¿te comenté que voy a escribir en el periódico del instituto? Pues si quieres puedo escribir un artículo sobre citas perfectas. Podría entrevistarte a ti y a tu pareja perfecta, ya que vuestra cita fue tan perfecta. —Cuanto más se alargaba la frase, más levantaba el tono.

—¿Tienes la menor idea de lo adorable que estás ahora mismo? —Lo miré entornando los ojos—. Esos tipos estaban hablando de mi segunda cita.

—¿Ya has tenido una segunda cita?

—El sábado por la noche.

—¿El sábado por la noche? Pero yo pensaba que la del sábado era tu primera cita.

—Mi primera cita fue la del viernes.

Alcé las cejas, sin entender nada.

—Pero el viernes estuviste conmigo todo el rato.

Se inclinó hacia mí hasta que nuestras narices casi se rozaron y dijo en voz baja:

—No pensarías que iba a permitir que mi primera cita y mi primer beso fueran con Brittani, ¿no? He compartido todas mis primeras veces contigo. —Me miró fijamente mientras una sonrisa tímida se adueñaba de sus labios carnosos.

Sin perder el contacto visual en ningún momento, se apartó de la taquilla, se volvió y se alejó pasillo abajo sin despedirse, dejándome aturdida, confusa y sin aliento. Esas debían de ser las palabras más dulces y sexis que un chico le había dicho jamás a una chica.

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