PLAGUICIDAS DISRUPTORES ENDOCRINOS QUE NOS CONTAMINAN

PLAGUICIDAS DISRUPTORES ENDOCRINOS QUE NOS CONTAMINAN

Anunciadora de Sion



La comida que comemos está plagada de sustancias peligrosas procedentes de los pesticidas. El Parlamento Europeo va a legislar en breve estas sustancias y su uso. Mientras, ingerimos frutas que tienen más de 30 sustancias peligrosas para la salud.


Los plaguicidas contaminantes hormonales escondidos en los alimentos españoles exponen a la población a un peligroso cóctel de tóxicos que múltiples estudios científicos relacionan con daños en la salud humana.

Pero, ¿qué son exactamente los disruptores endocrinos y cómo nos afectan? Los contaminantes hormonales (disruptores endocrinos o EDC) son sustancias químicas que alteran la síntesis, liberación, transporte, metabolismo, acción o eliminación de las hormonas naturales, modificando el funcionamiento del sistema hormonal humano y animal.

La forma de actuación de estos tóxicos es muy compleja. Para facilitar su comprensión, un ejemplo sencillo es el de los llamados xenoestrógenos, compuestos sintéticos cuyo parecido químico con las hormonas femeninas naturales les permite mimetizar su acción y activar o bloquear los procesos biológicos naturales relacionados con los estrógenos.


Por supuesto, la vida silvestre también se ve afectada por estos tóxicos que causan alteraciones en el comportamiento sexual, en la metamorfosis, en el desarrollo de los huevos, imposex (hembras con órganos sexuales masculinos), intersex (características femeninas y masculinas en especies no hermafroditas) o alteración en la proporción habitual de individuos de cada sexo, entre otros efectos que a la larga pueden llevar a la pérdida de una especie.


Informe Directo a tus hormonas


La alimentación es la principal vía de exposición de la población a los contaminantes hormonales. Para poner el foco en este tipo de exposición, Ecologistas en Acción presentó en octubre el informe "Directo a tus hormonas. Guía de alimentos disruptores", que analiza datos oficiales de la Agencia Española de Consumo, Seguridad Alimentaria y Nutrición (AECOSAN) sobre residuos de plaguicidas en los alimentos.

Los resultados muestran que el 28 % de los alimentos analizados contienen residuos de plaguicidas. Este porcentaje aumenta hasta el 45 % para frutas y verduras, sin duda el grupo con mayor número de residuos de plaguicidas (119), un tercio de los cuales son disruptores endocrinos.

Algunos productos sorprenden por la gran cantidad de residuos que se han encontrado en ellos. Este es el caso de las peras, con 16 plaguicidas disruptores de los 49 plaguicidas totales encontrados o las manzanas, con 32 plaguicidas, 13 de los cuales son disruptores.


Además, en la grasa animal, se han encontrado residuos de plaguicidas no autorizados en la actualidad como clordano, DDT y su metabolito DDE, p,p- y alfa-HCH o beta-HCH, cuya exposición persiste debido a la contaminación ambiental.

Es importante denunciar que la agencia AECOSAN no analiza la presencia de todos los plaguicidas en uso. Este es el caso del glifosato, cuya presencia en los alimentos ni siquiera se ha analizado. Así que es posible que algunos alimentos contengan aún más residuos de plaguicidas que los que muestran los datos.


Plaguicidas prohibidos en Europa


A la vista de estos resultados, sorprende saber que los plaguicidas con acción endocrina están prohibidos en Europa por el Reglamento Europeo 1107/2009 de plaguicidas (o “productos fitosanitarios”). Este Reglamento prohíbe expresamente el uso sustancias activas cancerígenas, mutágenas o tóxicas para la reproducción —persistentes o bio-acumulativas— y, por supuesto, aquellas con capacidad de alteración endocrina (los EDC).

Pero la prohibición no se ha podido aplicar por falta de definición de criterios legales para identificar qué es un contaminante hormonal.

La Comisión Europea tenía la obligación legal de publicar los criterios antes de diciembre de 2013, pero el lobby de la industria química y de pesticidas así como los negociadores de la Asociación Transatlántica de Comercio e Inversión (TTIP), han conseguido que la Comisión haya pospuesto su publicación.

En junio de 2016, finalmente, la Comisión presentó una propuesta de definición que recibió duras críticas de la mayoría de Estados miembro y organizaciones de salud y ecologistas porque exige un nivel de evidencia científica no razonablemente elevado para identificar una sustancia como disruptora endocrina. Esta exigencia, muy superior a la necesaria para identificar, por ejemplo, una sustancia cancerígena, en la práctica hará que muy pocas EDC puedan prohibirse.

A falta de criterios que prohíban los disruptores endocrinos, la legislación que se está aplicando en la actualidad (Reglamento 396/2005 de residuos de plaguicidas en alimentos) fija un límite de residuo de plaguicida por alimento sin tener en cuenta si se trata de plaguicidas disruptores o no. Esto es inadecuado en el caso de los contaminantes hormonales ya que cualquier mínima exposición, del orden de los pico y nanogramos, entraña un peligro. Además, la relación dosis-efecto no es lineal y puede ocurrir que a menor dosis le corresponda un efecto adverso mayor, algo que puede ser muy grave en el caso de exposición en el útero materno. Tampoco se ha estudiado el efecto cóctel al que se expone la población al enfrentarse a decenas de EDC diferentes que pueden actuar de forma aditiva o sinérgica, de manera que los efectos de la exposición a una mezcla de EDC pueden potenciarse.



¿Qué podemos hacer?


No se debe dejar de consumir fruta y verdura fresca, sino intentar en la medida de lo posible, consumir alimentos ecológicos y de proximidad. La solución verdadera, como siempre, está en SALIR DEL SISTEMA Y RETOMAR LA SOBERANÍA ALIMENTICIA, PRODUCIENDO LOS PROPIOS ALIMENTOS (y el propio estilo de vida no influenciado por una sociedad enferma).


Victorias de la ciudadanía


El proceso de reautorización del herbicida glifosato y la regulación de los contaminantes hormonales tienen en común el tesón de la Comisión Europea por defender los intereses de las industrias fabricantes para lo que ha llevado a votación sus propuestas las veces que han sido necesarias. Pero aún no ha conseguido ganar ninguna de estas votaciones gracias a la fuerte oposición de la población civil, que ha modificado el voto de sus estados miembro.



FUENTE

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