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~ Capítulo 13 ~

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~ Capítulo 13 ~

 

 

Abdoulaye tardó diez días en completar dos capítulos más. El trabajo había sido intenso: más de ocho horas diarias; y lento, porque le consultaba a Alicia todas las dudas que le iban surgiendo, pero le gustaba mucho lo que estaba haciendo. De hecho, aquel trabajo reunía las dos cosas que más le gustaba hacer en la vida: escribir y leer. Además, la historia le estaba absorbiendo. Había acabado cinco capítulos, y muchos de los personajes habían entrado en su vida ya. La pequeña maestra le producía ternura, al igual que las hermanas Yndaburu. El maestro Esteban le recordaba a su maestro D’Armagnac, el coronel escocés le intrigaba, y Mayí, la cuñada de Joanes, le resultaba muy antipática. No era la primera vez que le ocurría algo así. Había habido épocas de su vida en las que algunos personajes de novelas le habían hecho más compañía que las personas reales que le rodeaban. Así le había ocurrido con el príncipe Mishkin de El Idiota de Dostoievski, con Pierre Bezujov de Guerra y Paz de Tolstoi y, sobre todo, con Clara Aldán de Los gozos y las sombras de Gonzalo Torrente Ballester, de la que había acabado enamorándose como si se tratara de una mujer real. De hecho, había sido la lectura febril de aquella novela la que le había influido para elegir su tema de doctorado y, después, para tomar la decisión que había acabado dándole la vuelta a su vida real hasta dejarla patas arriba: trasladarse a vivir a España para llevar a cabo su sueño de ser escritor.

Con la novela de Alicia le estaba ocurriendo algo parecido a lo que le había ocurrido con la de Torrente Ballester. Estaba metido en la historia y llevaba a los personajes con él todo el día. Pero había algo más. La sensación de realidad era más intensa aún. Sentía a los personajes como si fueran personas que realmente hubieran existido. Pero lo cierto era que, exceptuando los hechos y personajes históricos, nada parecía indicar que el resto de lo que estaba transcribiendo tuviera un trasfondo real. En principio, todos aquellos personajes y sus circunstancias habían salido de la imaginación de Alicia. Los resultados de su primera visita a la biblioteca le habían mostrado que la ambientación histórica encajaba en los sucesos que contaba la novela. Quizá era esa ambientación —normal, por otro lado, en toda novela histórica— la que les daba a aquellos personajes tanta verosimilitud.

Pero el tema de la ambientación histórica también le resultaba desconcertante: lo que estaba transcribiendo tenía detrás una gran labor de investigación y documentación y, sin embargo, él no había visto a Alicia documentarse en ningún momento. Que él supiera, solo salía de casa para correr, y para viajar con él.  Es cierto que no sabía qué hacía cuando se encerraba en su despacho, pero en este, a diferencia de en el de él, no había ni un libro, y no había ordenador tampoco. Aparte de los pocos muebles y las flores, el único aparato que había visto en aquella mesa sin cajones, era la pequeña grabadora plateada. En aquella habitación no había ningún otro objeto que pudiera servir de fuente de información, ni siquiera un pequeño cuaderno con apuntes personales. Nada.

En cualquier caso, dejando de lado los detalles sobre el proceso de creación que, como bien claro le habían dejado, tenía prohibido conocer, la química laboral entre ambos estaba funcionando muy bien. El quinto capítulo fue una nueva prueba de ello. El día que lo acabó, recibió el visto bueno de Alicia que, una vez más, le dio el resto del día libre. Abdoulaye lo pasó paseando y disfrutando del sol. A media tarde, decidió pasar por casa de Martín y consiguió convencerle para dar una vuelta por el Paseo Butrón. Luego volvió a casa y estuvo viendo la televisión con sus compañeros de piso. Había partido entre el Madrid y el Barcelona (él era del Barça solo por aportar un poco de color a las tardes frente al televisor, ya que todos sus compañeros eran del Madrid). Se acostó pronto, y lo último que pensó antes de caer dormido fue que estaba deseando que llegara el día siguiente para saber cómo seguía la novela.

 

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