Nina

Nina


LIBRO SEGUNDO » 32

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—Necesito beber algo —dijo Nina. Habíamos salido de la estación y nos encontrábamos en la plaza situada delante de ella, que se hallaba desierta. Ella vaciló y se agarró a mi brazo para sostenerme—. Necesito beber algo inmediatamente. Me encuentro... tan mal..., siento como si fuera a desmayarme, cuando pienso en él...

—No piense más en él...

—Necesito beber algo. Entonces me encontraré cansada y podré dormir y no tendré que pensar más... —Cayó contra mi pecho y empezó a llorar. La rodeé con mis brazos y, por encima de su cabeza, miré hacia la extensa plaza, cubierta por charcos de agua de lluvia, en los cuales se reflejaba la luz de las lámparas de arco. Ella sollozaba y oí cómo decía—: Se lo devolveré..., procuraré obtenerlo de alguna forma... Usted no tiene que perder nada. Ese canalla, ese canalla...

Una moza callejera, con labios escandalosamente pintados, pasó por nuestro lado balanceando el monedero y me amenazó con un dedo:

—¡Mala persona, no hagas llorar a mamacita!

Puse los labios sobre el cabello de Nina y contemplé la extensa plaza. Había aún charcos de agua de lluvia. La luz de las lámparas de arco se reflejaba en ellos.

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