Nina

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EPÍLOGO » 3

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2 de mayo de 1957.

«Querido señor Holden:

»¡Dios mío! Es espantoso lo que ha pasado con usted y con el señor. Estoy tan fuera de mí, que todavía no puedo comprenderlo, ni siquiera después de todo este tiempo. ¡Ese asesino, ese maldito asesino! ¿Quién puede haberlo hecho? Cuando lo leí en los periódicos, tomé en seguida el tren y me apresuré hacia Düsseldorf y hacia mi Ninita. Ella estaba completamente postrada y no hizo más que llorar todo el día y toda la noche. También el entierro del señor fue espantoso, aunque muy bonito, con muchas flores y mucha gente. Mi Ninita se desmayó junto a la tumba. Ahora ya está mejor. Quiere, de todas maneras, permanecer sola y se empeña en que vuelva a Schliersee. Me encarga decirle que...

...

pues, apreciado señor Holden, yo creo firmemente que usted es completamente inocente. Piense en lo que yo le dije el bien vencerá. Ellos encontrarán al maldito asesino de mi señor. Para su consuelo y auxilio, le copio un salmo de mi libro de oraciones: «Sé misericordioso, oh, Dios, y sálvame. Apresúrate, Señor y venid en mi auxilio. Se avergonzarán los que conspiran contra mi vida, su rostro enrojecerá de vergüenza. Retrocederán, destruidos por la vergüenza, los que se alegran de mi desgracia. Sí, retrocederán cubiertos de vergüenza los que me dicen: ¡Le está bien empleado! Pero que se alegren y se regocijen en Ti, todos los que Te buscan. Y éstos exclamarán: Alabado sea el Señor, los que imploran Tu auxilio».

»Querido Señor Holden, cada día rezaré por usted, para que su inocencia se demuestre y pueda salir libre. Manténgase valiente. Todo pasará. Su muy desgraciada y completamente adicta,

»Emilie Blehova.»

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