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CAPÍTULO 8

PUERTAS TRASERAS

Kade salió del interrogatorio tenso y tembloroso. Habían sido dos horas agotadoras. Le habían preguntado a fondo sobre lo que Rangan y él habían creado. Habían detectado todas sus respuestas evasivas y le habían descubierto cada vez que había mentido o intentado esconder algo. Bueno, les daría lo que querían.

Firmó los papeles que le pusieron delante. Un abogado de la ERD actuó de testigo y luego refrendó los documentos. El acuerdo ya era legal. Sería su espía, y a cambio nadie iría a la cárcel. Él, Rangan e Ilya seguirían trabajando como investigadores mientras durara la misión de Kade.

Solo entonces le dijeron que Wats había escapado.

«Bravo, Wats», exclamó para sus adentros.

Un agente lo condujo a la azotea, en cuyo helipuerto estaba esperándole una aeronave VTOL con los motores apuntando al cielo y las hélices en movimiento, lista para el inminente despegue vertical. Lo acompañaron escalera arriba y en el interior del avión se encontró con Rangan e Ilya, además del agente que los acompañaría a San Francisco para recoger el código Nexus.

—Abróchense los cinturones. —El agente, que dijo llamarse Myers, elevó la voz por encima del ruido de los motores—. Hay un baño en la cola. No esperen azafatas con carritos de bebidas.

Kade se abrochó el cinturón. El zumbido de los motores se transformó en un rugido. Los tres amigos permanecieron en silencio mientras el avión se elevaba lentamente en el aire y les ofrecía una vista panorámica de la ciudad. Kade supuso que desde su ventanilla se veía el norte, y acertó a ver un río (¿el Potomac?) por los resquicios de visión que le dejaba el ala, y el monumento a Washington y el Capitolio en la otra orilla. Los motores giraron paulatinamente para recuperar su posición horizontal y el avión fue ganando velocidad y altura simultáneamente al tiempo que la ciudad se empequeñecía en la distancia.

Kade miró de refilón a Ilya. La chica parecía absorta en sus pensamientos, tensa y nerviosa. El respaldo del asiento que se interponía entre él y Rangan le impedía ver a su amigo, pero notaba el sentimiento de frustración y de duda que lo asolaba. Quería hablar con ellos, pero de una manera que Myers no pudiera oírlos.

Hurgó en su interior y encontró lo que buscaba: la aplicación de chat que ModOS llevaba instalada de serie. Escribió un texto con el teclado mental de su cabeza y el programa de chat lo envió a Rangan e Ilya.

[kade] Disimulad. Tenemos que hablar.

Kade percibió la sorpresa de sus amigos, que ya no recordaban la aplicación. Solo un instante después recibió la respuesta de Ilya.

[ilya] Ya lo creo.

[rangan] +1

[kade] Poneos una peli o algo. Usad los auriculares. Rangan, tú primero.

Era un alivio poder hablar de nuevo. Kade notó una leve mejoría en el estado de ánimo de los tres. Vio a Rangan moverse delante de él, y más o menos un minuto después, Ilya dejó puesto en la pantalla que tenía enfrente un canal que emitía un documental sobre naturaleza.

[kade] Wats escapó.

[ilya] Me han dicho lo mismo.

[kade] Me ofrecieron un trato: les daba Nexus y hacía un trabajo para ellos y nadie iría a la cárcel.

[ilya] Lo aceptaste.

[kade] Sí.

[ilya] No puedo creer que vayas a darles Nexus 5.

[rangan] Era eso o pasar el resto de la vida en la cárcel.

[kade] Y prisión para todos los que estaban en la fiesta.

[ilya] Ya sabes lo que harán con Nexus 5, ¿verdad? Lo que la CIA hará con él.

Kade percibía el enfado de Ilya.

[kade] Ya. Pero de todos modos iban a conseguirlo. De los discos duros del laboratorio, de las copias de seguridad que guardo en casa, o de las que tiene Rangan en la suya…

[rangan] Kade tiene razón. En cuanto se enteraron de su existencia estábamos vendidos.

[ilya] En ese caso acabaréis con las manos manchadas de sangre.

[kade] Seguramente. Pero todavía hay algo que podemos hacer.

[rangan] ¿Qué?

[kade] Podemos introducir una puerta trasera en su versión.

[rangan] Ya saben lo de la puerta trasera.

[kade] Hablo de una nueva que no puedan encontrar.

[rangan] ¿Cómo?

[kade] ¿Te acuerdas de aquel artículo que leímos el semestre pasado? ¿El del ataque pirata K&R?

Kade notó que Rangan lo entendía al instante.

[rangan] Si la introducimos con el compilador… estará en el código binario, pero desaparecerá del código fuente…

[kade] Y luego la metemos en el compilador Nexus mediante el compilador ModOS…

[rangan] Sí, sí… ¿Tenemos tiempo? ¿Cuánto queda hasta que aterricemos?

[ilya] Cinco horas. Yo me he perdido con tanto compilador.

Kade le explicó lo que iban a hacer.

El sistema operativo Nexus existía en dos formas. Una era como código fuente que Kade, Rangan o cualquier programador podía leer, entender y modificar. La otra era como un código binario que entendían los nodos Nexus: secuencias de unos y ceros con las que un ser humano era incapaz de trabajar directamente.

Entre el código fuente y el modo binario se colocaba el compilador, que era el programa que traducía el código fuente legible para cualquier persona en un código binario legible para Nexus. Kade y Rangan pretendían utilizar el compilador para introducir las puertas traseras.

El compilador buscaría nuevas puertas traseras en el código fuente del sistema operativo Nexus cada vez que se ejecutara. Si no las encontraba, el compilador las añadiría antes de crear la versión binaria. La única prueba de su existencia se quedaría en la versión binaria, que era prácticamente ininteligible para cualquier ser humano.

Para terminar, introducirían la misma modificación en el propio compilador, así el código fuente del compilador no contendría indicios del proceso lógico de inserción de puertas traseras. Solo existirían en el código binario del compilador. Cada vez que su versión del ModOS recompilara, introduciría el proceso lógico de la modificación.

Rangan percibió que Kade seguía pensativo. Nervioso. Todavía estaba dando vueltas a las consecuencias de su captura. Tomó una decisión.

[rangan] Vale. ¡Qué cojones! ¡Hagámoslo!

Rangan y Kade desplegaron sus entornos de trabajo y los juntaron. Ilya se unió a ellos y se quedó observando por encima de sus espaldas virtuales. Comenzaron a trazar un plan y se repartieron las funciones mientras iban convirtiendo ideas vagas en una lista concreta de tareas.

Diseñado el plan, se pusieron manos a la obra. El inicio fue rápido, ya que clonaron las puertas traseras de sus versiones invalidadas existentes y solo les cambiaron las contraseñas. El código del compilador era bastante sencillo desde el punto de vista conceptual, pero a medida que codificaban iban encontrando errores de programación, y cada uno de ellos suponía una frustración. Miraban la hora constantemente. Los minutos pasaban volando. Transcurrió una hora. Un fallo del compilador alargó su frustración veinte minutos. El arreglo fue de lo más trivial cuando comprendieron el fallo. Pasó otra hora. Una de las puertas traseras estaba perdiendo memoria. ¿Cómo era posible? Copiaron el código de la puerta trasera que ya tenían. Trabajaron a tientas. Este arreglo les llevó más tiempo. Se consumió la tercera hora.

Cuando se cumplían cuatro horas, las puertas traseras funcionaban perfectamente y el compilador de Nexus estaba añadiéndolas. Rangan forzó el comando de ofuscación para que el compilador dispersara el nuevo código y creara la impresión de que se trataba de unas instrucciones en el código binario inocuas y aisladas, lo que complicaría el proceso de retroingeniería. A continuación tenían que cambiar el compilador de su entorno de trabajo para añadir el código de la puerta trasera al compilador de Nexus. Rangan se puso con ello.

Kade se concentró en la segunda fase. Quería poder utilizar la puerta trasera sin que se percatase la persona que estuviera ejecutando el sistema operativo Nexus. Necesitaba ayuda para los procesos ocultos. ModOs se la ofrecía hasta cierto punto. En teoría era algo sencillo, pero había que estar atento a una multitud de detalles.

Seleccionó extensos segmentos del código de ModOs que nunca habían utilizado y los importó al sistema operativo Nexus. Las puertas traseras los conectarían a una cuenta oculta de superusuario. Así lograba en gran medida su objetivo. El registro para esa cuenta estaría desactivado. Sí. ¿Cómo ocultar la memoria utilizada?

«¡Mierda!» Se le taponaron los oídos. Estaban aterrizando. Se asomó a la ventanilla. «Joder.» Estaban en el aeropuerto internacional de San Francisco, el aeropuerto más cercano a la universidad. «¿Cuánto habrá desde el aeropuerto hasta el laboratorio? ¿Veinte minutos? ¿Veinticinco? Mierda.»

Rangan había terminado, pero él todavía tenía faena.

¿Se podía ocultar la memoria utilizada? No veía la manera de hacerlo. Tendría que dejarlo como estaba. ¿Quedaban más rastros? «¡Piensa! ¡Piensa! ¡Los historiales!» ¿Los había borrado todos? ¿Los rastros del acceso a la red? No eran fáciles de ocultar. También tendría que pasar de ellos.

Echó otro vistazo por la ventana. Cada vez estaban más cerca del suelo. Maldijo entre dientes. Se dominó.

«¡Joder, tranquilízate, tío! Calma, calma. Así, muy bien.»

Compiló el sistema operativo Nexus. Solo tenía tiempo para realizar las pruebas más básicas.

«Compilar… compilar… ¡Hecho!»

Lo sometió al simulador de tensión. ¿Errores? De momento no. ¿Perdía memoria? Era evidente que no. ¿Podía seguir utilizando las puertas traseras? Sí. ¿Podía ocultarse a sí mismo un proceso? Comprobando… Comprobando… Parecía que sí. ¿Aguantaría un examen minucioso? Ni idea.

Las ruedas tocaron el suelo en mitad de la prueba.

«Mierda.»

[kade] Aún no he acabado. Cubridme.

[rangan] Entendido.

Kade volvió a concentrarse en el trabajo. Podía conseguirlo. Lo acabaría a tiempo.

La presión en la cabina cambió. Estaba abriéndose la puerta.

[ilya] Levantad la cabeza y centraos en el mundo real un momento.

Myers se puso en pie.

—Muy bien, ahora todo el mundo fuera. Meteos en el coche.

Kade se asomó a la ventanilla. Había un todoterreno negro detenido junto al avión, y a su lado, un tipo enorme con un traje también negro. «Mierda.» Kade se levantó. El código emitió una señal: recordó que tenía que cambiar una bandera. «Mierda. ¿En qué archivo estaba?»

Myers enfiló hacia ellos con la mirada clavada en Kade. Este contuvo la respiración. ¿Se habría dado cuenta? El agente de la ERD se detuvo.

—Venga. Andando. —Myers señaló el pasillo y la puerta que Kade tenía a la espalda.

Kade pestañeó. «Andando. Sí, claro, bajar del avión.» Dio media vuelta en silencio, enfiló por el pasillo y bajó por la escalera detrás de Rangan. Notó la presencia de Myers pisándole los talones. Se imaginó la mano carnosa del agente posándose en su hombro, su voz ronca recriminándole: «Intentabas jugárnosla, ¿eh?».

Kade estuvo a punto de trastabillarse. Myers lo agarró del brazo.

—Mira donde pisas.

«¡Joder!» ¿Dónde tenía la cabeza? «Respira. Tranquilízate.» Se sentó en la tercera fila de asientos del todoterreno. Myers cerró la puerta y se sentó junto al conductor.

[ilya] Vale. Te cubrimos.

Ilya empezó a hablar.

—Yo dejé el coche en Simonyi Field. ¿Hay alguna posibilidad de que me dejen allí?

—El agente Lewis puede llevarla cuando hayamos terminado.

—Yo también necesito que me lleven a un sitio —dijo Rangan—. Y creo que me dejé la llave en una mochila en el hangar. ¿Sigue allí…?

La conversación continuó por esos derroteros.

Kade se concentró en su tarea. «¡Mierda!» El nuevo sistema operativo Nexus se había cerrado inesperadamente en el simulador de tensión al cabo de siete minutos. «¡Mierda, mierda, mierda! Revisa la traza de pila.» ¿Qué había provocado el error? Lo único que había hecho era reactivar el código estándar ModOS. «¡Joder!» Había introducido una modificación un poco rudimentaria para bloquear los historiales. Debía de haber algo que dependía de los archivos de los historiales.

Seguro. El error se producía al acceder al archivo del historial. «Vale. ¿Cómo lo arreglo?»

Kade creó varios archivos de historiales a mano y ejecutó de nuevo el simulador. Otro error.

«De acuerdo. Nada de archivos de historiales vacíos. Historiales con datos falsos.»

Kade cometió el error de mirar por la ventanilla. Estaban en la autopista Bayshore, que bordeaba la costa, y se dirigían hacia el norte para entrar en San Francisco por el sur. Ya habían recorrido más o menos la mitad del camino. «Concéntrate, Kade, concéntrate.»

Copió líneas al azar de los historiales de su propio Nexus y los pegó en los lugares correspondientes, volvió al simulador. «Mierda.» Se había pasado el punto en el que el programa se cerraba. Volvió atrás, introdujo de nuevo los archivos de los historiales, pegó los datos falsos y ejecutó el simulador… Pasó un segundo. Pasaron tres. Diez. Seguía ejecutándose correctamente. Se dio cuenta de que estaba conteniendo la respiración. Expulsó el aire de los pulmones.

Rangan e Ilya habían elevado la voz. ¿Había estado haciendo ruido? Volvió a echar un vistazo por la ventanilla del coche. La bahía había desaparecido. ¿Sería Potrero Hill lo que veía ahora? «Mierda.» Casi habían llegado.

Dejó que el simulador de tensión siguiera ejecutándose. Ahora tenía que copiar el código nuevo en el inyector oculto del compilador. «Vale. Aquí está todo bien.» Tocaba probarlo… ejecutar una compilación utilizando el inyector. Comprobar que el tamaño de los archivos fuera el mismo. Compilando. Compilando. Mierda, odiaba esperar. La autopista trazaba una curva. Lo que se veía al otro lado de la ventanilla era el barrio de SoMa.

«Mierda.» Ya casi estaban en la salida de la autopista.

La compilación concluyó. Tamaños idénticos. Dio gracias a Dios por los pequeños milagros y envió el código a Rangan para que lo insertara en un nivel más alto del compilador del compilador. Rangan se puso manos a la obra. Ilya seguía hablando. Se incorporaron a Duboce Avenue y luego giraron para entrar en Market Street. El laboratorio solo estaba a tres kilómetros del centro de San Francisco.

¿Qué tenía que hacer ahora? ¡Ah, claro, el gestor de las fuentes! Debía falsificarlo. Se puso a trabajar en convencer al sistema de gestión de fuentes de que los cambios que había introducido siempre habían estado allí.

El conductor giró en la calle 17 para atajar por el oeste y llegar antes a la universidad.

«Vale. Entradas falsas. Historiales falsos. Fechas de modificación de archivos falsas.»

El coche giró dos veces.

Rangan había terminado su trabajo. Kade lo integró en el sistema. Ya estaban en Parnassus Avenue, a un par de manzanas del laboratorio. Unas luces intermitentes parpadearon delante.

El coche hizo un giro inesperado y rodeó el laboratorio hasta la puerta trasera.

[rangan] Iré arrancando el equipo y los entretendré mientras pegas los archivos nuevos. ¿Vale?

Kade asintió con la cabeza.

«Mierda, arréglalo —se dijo—. ¿Qué has pasado por alto?»

—Ya hemos llegado —dijo Myers—. Hemos activado la alarma contraincendios en todo el edificio. Tenemos veinte minutos.

Bajó del coche de un salto y abrió la puerta. Estaban frente a la entrada de servicio.

[kade] Tengo que hacer otra comprobación. Seguid cubriéndome.

Ilya empezó a parlotear sobre el equipamiento del laboratorio, la seguridad contraincendios y el tiempo que tardaban los bomberos en llegar. Rangan agarró del brazo a Kade y lo guio hasta la puerta. Kade había olvidado algo, pero no conseguía averiguar qué era.

¡Eso era! Las rutas de los directorios del ModOS. Los cambios introducidos para utilizar el compilador ModOS. Debía modificar el nombre de los archivos, los historiales, las fechas…

Hubo un cambio en la iluminación exterior. Habían entrado en un ascensor. Rangan lo llevaba del brazo. ¿Era sudor lo que notaba en la frente? ¿Estaba Myers mirándolo? ¿Estaría haciéndolo también el otro agente, Lewis?

Se limitó a introducir los cambios más simples. El nuevo código binario de ModOS aparecería en el directorio como la versión más reciente del archivo, pero retrasaría tres meses la fecha de la última modificación.

Se abrió la puerta del ascensor. Kade ya no tenía duda de que estaba sudando. Primero debía pegar los archivos nuevos en el servidor en cuanto Rangan lo arrancara para que el agente no se diera cuenta, y luego retrasar la fecha de la última modificación del archivo en el servidor.

Necesitaba que el ancho de banda fuera el máximo para que los archivos se copiaran lo más rápidamente posible. Revisó todas las aplicaciones que estaban ejecutándose en su cabeza y cerró las que pudieran interferir en el proceso. Cerró la ventana del desarrollador, el simulador y la prueba de tensión, así como la mayor parte del historial; apagó las interfaces corporales que habían utilizado Don Juan y Peter North. ¿Bastaría?

Oyó un pitido y devolvió la atención al mundo exterior. Myers pasó una tarjeta maestra por el lector de la puerta de su laboratorio y esta se abrió. «Putos federales.»

—¿Dónde está el equipo?

—En aquel rincón de allí —respondió Rangan—. Lo arrancaré y le copiaremos todos los datos para que se los lleve.

—No es necesario —repuso Myers—. Nos llevaremos todo el sistema.

Kade puso los ojos como platos. «¡Mierda!»

Rangan mantuvo la calma.

—Lo queréis todo, ¿verdad?

Myers miró a Rangan con los ojos entornados.

Kade contuvo la respiración.

—Todo —aseveró Myers.

—Entonces tendré que encenderlo —apuntó Rangan—. Habrá que descargar los resultados del último experimento del servidor del laboratorio e introducir los datos de Simonyi Field.

Myers frunció el ceño.

«Mierda —pensó Kade—. Nos ha pillado.»

Ilya tomó la palabra, interpretando a las mil maravillas su papel, y en un tono que evidenciaba su tensión exclamó:

—¡Joder, Rangan, no seas tan servicial!

—¡Maldita sea, Ilya! —espetó Rangan—. ¡Solo quiero evitar que nuestros amigos vayan a la cárcel!

—¡Callaos! —ordenó Myers—. Nos quedan diecisiete minutos. Shankari, acabemos de una vez.

—De acuerdo —dijo Rangan, que encabezó el grupo hasta el lugar de trabajo y puso todo en marcha.

Kade se pegó a él, cogió un bolígrafo del escritorio e intentó disimular su nerviosismo. Buscó en el servidor interno de su cabeza mientras la secuencia de arranque recorría la pantalla.

«Vamos… Vamos… Vamos…»

La tarjeta de transferencia de datos que habían creado con la impresora del circuito eléctrico emitía una señal luminosa verde, así que estaba en su sitio. Actualizó la lista de dispositivos disponibles en su cabeza. ¿Por qué no aparecía? ¿Dónde estaba? ¿Dónde?

Apareció el mensaje: «Bienvenido a ModOS. Introduzca su nombre de usuario y su contraseña».

Por fin apareció en su cabeza que SánchezLab018 estaba conectado. Navegó por el directorio. Aquí. Pegar.

Rangan introdujo mal la contraseña en el primer intento. Sacudió la cabeza. También en el segundo. Maldijo entre dientes.

—Lo siento… estoy un poco nervioso.

[10% completado]

Myers posó una mano fornida en el hombro de Rangan.

—Tómate tu tiempo —dijo el agente—. Y nada de trucos. Concéntrate en lo que estás haciendo.

Kade se registró de manera remota al equipo, cambió los privilegios de su cuenta a los de superusuario y se preparó para falsificar la fecha de modificación de los archivos cuando se completara la copia.

[25% completado]

Rangan asintió con la cabeza. Volvió a teclear la contraseña y entró en el sistema.

—Vale. Voy a revisar el directorio de los experimentos del laboratorio. —Rangan exploró las carpetas.

Kade sabía perfectamente que el directorio estaba actualizado.

[40% completado]

—Vaya, hay que actualizarlo —mintió Rangan. Introdujo las instrucciones para volver a copiar los datos—. Con esto debería bastar.

El rostro de Myers permaneció inmutable.

—Quedan catorce minutos. Y aún tenemos que ir a buscar los viales de Nexus de la nevera.

[50% completado]

Rangan volvió a asentir.

—Vale. Descarguemos los datos de anoche…

Abrió una ventana nueva, franqueó el cortafuegos por un hueco minúsculo para conectarse a Simonyi Field y empezó a descargar los historiales.

[60% completado]

—No tardaremos más de un par de minutos —explicó.

Tardaron ciento ocho segundos.

[80% completado]

—Y ahora, a copiar la documentación —dijo Rangan.

Myers arrugó el ceño; parecía a punto de decir algo.

Ilya intervino para ganar tiempo.

—¡Joder, Rangan! No podrías ponerles las cosas más fáciles aunque quisieras.

—¡Por Dios, Ilya! —replicó Rangan—. ¡Pensaba que ya lo habíamos hablado!

—Basta —dijo Myers—. Apague eso ahora mismo, Shankari.

Se había completado el 91 % de la copia.

«Mierda. Mierda. Mierda.»

¡Se descubriría que habían intentado cambiar algo!

Rangan lanzó una sarta de objeciones. Myers levantó una mano.

—Un momento —dijo el agente, y se llevó un dedo al oído derecho. Dio la espalda a los chicos. Al parecer alguien le hablaba por el auricular.

Kade contuvo la respiración.

[96% completado]

[98% completado]

Dejó salir el aire retenido. Estaba tamborileando con el bolígrafo en el escritorio. Myers se volvió hacia él con cara de pocos amigos y se alejó medio paso.

[100% completado]

Kade saltó a la ventana de su terminal para cambiar las fechas de la última modificación de los archivos. Primer paquete completado. Segundo paquete completado…

Myers apartó la mano del oído y se volvió hacia los chicos.

—Le he dicho que lo apague ahora mismo.

Quedaba pendiente un tercer paquete de archivos.

Rangan tragó saliva, asintió con la cabeza y escribió la instrucción para apagar el equipo.

Empezaron a cerrarse las ventanas. El último cambio de fecha… Kade presionó la tecla ENTER en la ventana de su terminal mental y la orden empezó a ejecutarse. Operación en curso, operación en curso…

El proceso finalizó.

Solo una fracción de segundo después la ventana del terminal se cerró y desapareció. «Sesión desconectada por el administrador.» Unos instantes después desapareció la unidad virtual SánchezLab018. En la pantalla apareció la cara sonriente que indicaba que el equipo estaba apagándose. Kade sintió ganas de gritar de alegría, pero se contuvo.

—Llévate todo eso al coche —ordenó Myers al otro agente, Lewis, que empezó a desenchufar cables y a amontonar los equipos—. Ahora llévennos a sus reservas de Nexus.

Diez minutos después se encontraban de nuevo fuera del edificio. Ya estaba hecho. Myers lo tenía todo. Bueno, casi todo.

Warren Becker acabó de leer la transcripción de los tres interrogatorios relacionados con Nexus. El asunto daba que pensar. El potencial de la tecnología como instrumento de coacción era enorme. Esclavitud. Prostitución. Cosas peores. Becker pensó en sus dos hijas adolescentes, en las cosas que había visto en su trabajo, las atrocidades que algunos hombres eran capaces de cometer. Desterró esos pensamientos de la cabeza.

Las implicaciones geopolíticas eran igualmente aterradoras. Asesinatos a distancia. Derrocamiento de enemigos políticos. Todo lo que los chinos estaban haciendo, a un precio asequible. Había que mantener esa tecnología bajo control.

Dictó un memorando en el que explicaba resumidamente lo que habían descubierto y sus peligros, clasificado como MATERIA RESERVADA, y lo distribuyó entre personas clave de la ERD, Seguridad Nacional, FBI, CIA, el Departamento de Estado y el Pentágono.

Después abrió otro archivo en su ordenador y examinó el contenido. Orden Presidencial 594 Prevención y eliminación de inteligencias no humanas incontroladas. Supuesto 7c: INTELIGENCIA DE COLMENA. Estuvo varios minutos leyendo. ¿Podía usarse Nexus para crear borgs? En el interrogatorio, Ilyana Alexander parecía convencida de ello. Dictó un segundo memorando a propósito de esa posibilidad y lo envió directamente a la Casa Blanca. Después de todo, en su sueldo no entraba ocuparse de esos asuntos.

Miró la hora. Las nueve de la noche de un domingo. Claire estaría enfadada. Recogió las cosas y enfiló hacia la puerta. Las luces se apagaron y la cerradura de la puerta se bloqueó a su espalda.

Había luz en el despacho de Holtzmann. Becker asomó la cabeza. Holtzmann seguía trabajando en su ordenador.

—Martin —dijo Becker—, trabaja usted hasta tarde.

Holtzmann miró al agente.

—Lo mismo le digo —respondió el científico—. ¿No debería estar en casa con Claire y las niñas?

Becker esbozó una sonrisa irónica y levantó un momento el maletín.

—Ya me voy. ¿Qué opina del nivel de riesgo de Nexus 5?

Holtzmann se encogió de hombros.

—Si Nexus 5 llega alguna vez a las calles, se propagará como un incendio descontrolado. La integración permanente significa que el consumidor solo tendrá que conseguir una dosis para disfrutar de sus efectos el resto de su vida. Algo así no puede derrotarse combatiendo al proveedor.

Becker asintió con un gesto de desánimo. «Los fondos se quedan cortos —reflexionó—. Nos falta personal. La lucha se hace más dura cada año que pasa.»

—Y las probabilidades de que se consuma de manera irresponsable son altas —apuntó Becker.

—Ese no es el problema —repuso Holtzmann.

—¿Perdón? —Becker enarcó una ceja.

Holtzmann suspiró.

—El problema es la enorme variedad de aplicaciones que tiene la droga. La gente le encontrará miles de utilidades. Comunicación. Entretenimiento. El tratamiento de enfermedades mentales. Educación. El potencial es inmenso. La demanda será descomunal.

Becker entornó los ojos.

—Martin, se trata de una sustancia ilegal con muchos frentes abiertos. Piense en su potencial para la coacción, en las aberraciones que los chinos ya han hecho con ella…

Holtzmann hizo un ademán desdeñoso.

—Por supuesto. Siempre los inconvenientes. ¿A quién le importan las ventajas? —Frunció el ceño—. Yo no vine aquí para esto.

Becker meneó la cabeza.

—Martin, sé que se siente frustrado. Pero usted conoce la realidad. Solo en el ámbito transhumano…

Holtzmann torció el gesto.

—¿Tan malo sería aumentar nuestra inteligencia? ¿Conectar las mentes? ¿Está seguro de que estamos haciendo lo correcto?

Becker se quedó helado. ¿Había oído bien?

—Martin, está cansado —dijo en un tono pausado y eligiendo con cuidado las palabras—. Creo que debería irse a casa. Anne se alegrará de verlo.

Dio media vuelta y se marchó tranquilamente, y dejó a Holtzmann solo con su ordenador y sus pensamientos.

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