NERVE

NERVE


Cinco

Página 12 de 32

—Chicos, espero que nos hayáis grabado un buen vídeo mientras nos echaban —cuantas más pruebas, mejor.

Ian sigue respirando con fuerza, pero sonríe para las cámaras y les da todos los ángulos que le piden, como si estuviera en la alfombra roja. Me dan ganas de abrazarlo por guardarme las espaldas. Me late el corazón como el de una atleta, y cuanto más grita la gente, más henchida me pongo. Esto debe de ser lo que mueve a los famosos.

A sugerencia de Ian, hacemos un baile triunfal para nuestros admiradores y cantamos unas frases de «nuestra» canción. La gente que tenemos más cerca empieza a cantar también, y a continuación se van uniendo los de detrás hasta que todos estamos bailando y dando voces. Qué subidón. No me puedo creer que esté pasándomelo tan bien con un centenar de desconocidos, en especial cuando pienso que hay otro centenar de desconocidos dentro del edificio que me quiere dar una paliza.

En medio del barullo, oigo algo que suena como el chillido de un niño pequeño, aunque por allí no hay ningún crío. Qué raro. También noto que me vibra el móvil. Lo miro. NERVE me ha enviado sus felicitaciones. Ian y yo mostramos en alto nuestros móviles.

El gentío grita:

—¡Otro reto! ¡Otro reto!

¿Tengo yo el cuerpo para eso? Este ya ha sido intensísimo. Los jugadores lo pueden dejar en cualquier momento, pero nadie abandonó el juego de manera voluntaria el mes pasado, que yo sepa.

El jaleo de la gente se desvanece en la expectación. Sus miradas son un millar de alfileres minúsculos en mi piel, y aun así estamos conectados de alguna forma, como una criatura con un centenar de pulmones que respiran al unísono. Tengo la piel de gallina, pero me río con la gente.

¿Qué piensan mis amigos? Algunos tienen que estar viéndolo. Vuelvo a sacar el móvil para encontrarme tan solo con la pantalla vacía. ¿Ningún mensaje de texto? ¿De nadie? Trato de enviar un mensaje a Tommy y a otros amigos, pero recibo un mensaje de error, así que intento hacer una llamada. Todo está bloqueado, incluso el acceso a mi página de ThisIsMe. A pesar del gentío que me rodea, de repente me siento muy sola.

Vuelvo a oír el sonido de la voz de un niño en una cancioncilla burlona. Por fin me doy cuenta de que es mi móvil. NERVE me ha debido de cambiar el tono del teléfono, y su mensaje me llega sin ningún problema. Maravilloso, su app proporciona un «acceso rápido» y bloquea todo lo demás. Tenía que habérmelo imaginado.

Leo el mensaje, que consiste, básicamente, en un informe de la situación. Tenemos un índice de audiencia superior al que tuvieron hace unas horas en la mayoría de las sedes en la Costa Este y el Sur, así que el próximo reto tendrá una prima. ¿Nos está viendo toda esa gente? Me miro el pecho para ver si se me ha roto la camiseta o si se me ha vuelto a empapar. Nada, muy recatado todo.

Ian mira también su móvil.

—Parece que somos bastante populares.

¿Populares? ¿Quién hay entre nuestros Seguidores? ¿Matthew? ¿Qué piensa ahora de la pequeña Vee?

—Me pregunto qué tipo de premio nos ofrecerán a continuación —dice Ian.

Tiene que ser por lo menos tan tentador como los zapatos y el día en el spa. ¿Un viaje a Nueva York, quizá? Soñar es gratis.

El gentío retoma su cántico y me hace sentir oleadas de calor. Desde arriba, las luces de neón proyectan un brillo de color pastel sobre todo el mundo.

Ian sonríe.

—¿Quieres sentarte en mi coche mientras esperamos el próximo reto? Está aquí mismo —señala hacia un Volvo gris a dos coches de distancia. Un coche práctico cuyo dueño es un tío que ayuda a construir hogares para los necesitados.

Hago un gesto de asentimiento. Estaría bien disponer de un rato de tranquilidad para centrarse. Saludamos a la multitud y nos metemos en su coche. Cuando cerramos las puertas, se produce un delicioso momento de silencio.

—Bien, compañera, ¡hemos completado un reto de las rondas en vivo!

Cuesta creer que aún seamos prácticamente unos desconocidos. Examino sus facciones bien definidas.

—Bueno, ¿qué sabe NERVE sobre ti que yo no sepa? —me cago en la leche, ¿estoy tonteando?

—Mmm, mucho más que un montón de cosas, estoy seguro. A ver, es mi tercer año en la Jackson Academy, me como demasiados

pretzels y me encantan los largos paseos por la playa. ¿Qué hay de ti, Vee?

Pronunciar mi nombre hace que sus perfectos incisivos presionen sobre su perfecto labio inferior de un modo que me pone las rodillas de chicle.

—Tercer año en Chinook, entusiasta del montaje en teatro y sueño con hacer del mundo un lugar mejor —le ofrezco el mismo saludo de miss que ya le ofrecí antes al gentío.

—¿Qué fue lo que te hizo probar con NERVE?

—Nada en especial. Solo quería hacer algo fuera de lo cotidiano. ¿Y a ti?

Se inclina para acercarse.

—Los premios, por supuesto.

Claro, los premios.

—¿Qué has ganado tú?

—Por ahora, algo en metálico por el reto preliminar, y un billete de autobús por este último reto.

¿Me está tocando las narices? ¿Por qué mentir sobre un premio?

—¿Un billete de autobús? —le digo—. Eso parece algo así como, no sé… —la palabra en la que estoy pensando es «inventado».

—Es perfecto. Lo puedo usar para viajar a cualquier parte del territorio continental de los Estados Unidos. Cuando quiera.

—¿Por qué no ir en coche?

—Porque entonces le tendría que robar este a mis padres —su rostro adquiere un breve aire de dureza por un momento antes de darse la vuelta hacia mí. Sonríe lentamente—. Qué suerte hemos tenido de escapar de esos violentos virginales.

Dos palabras más con «V»… me dan ganas de relamerme viéndole decirlas, aunque piense que su gusto en cuanto a los premios es un tanto inusual.

Antes de que me dé tiempo a idear un plan para obligarle a decir «victoria» o «vivisección», nuestros móviles saltan al unísono: «Na-na-ne-bu-bu, na-na-ne-bu-bu» con la voz de unos niños pequeños que suenan como si hubieran salido de una de esas películas de psicópatas que matan a chicas a cuchilladas. Es el tono de llamada de NERVE. Y nuestro siguiente reto.

Ir a la siguiente página

Report Page