Muerte de ideales

Muerte de ideales

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Las líneas escritas son a modo de justificación y corresponden a un parecer insignificante en estadística. No se pretende convencer, solo es una despedida.

En la mañana de hoy me encendí un cigarro a orillas del Arlanzón, levanté mi mirada hacia el sabio El Plantío y vi la muerte reflejada en los ladrillos. La gente suele afirmar con rotundidad que las ideas nunca mueren, la imposibilidad de su aniquilación, hasta que llega el día que me ha tocado vivir.

Sentí el placer de vivir la sentida emoción de un gol del club de mi alma, no son goles cualesquiera, aquellos que lo han vivido serán capaces de comprenderlo (lo siento por ti, Paco de Toledo, que no te pierdes un partido del PSG a través de la pantalla). Sin embargo se terminó, cualquier gol que se produzca a partir de ahora no generará dentro de mí tal agitación. Se ha perdido esa chispa por mi equipo, no existe, y sin ella para mí nada tiene sentido en mi vida futbolera. Me embaucarán otras simpatías pero no habrá ni una pizca de similitud entre dos goles.

Hoy murió mi ideal de tener un fútbol justo, con poder del aficionado, que tenga valor social y democrático, con esencia y cercano al pueblo. No lo verán mis ojos en mi equipo, es hora de ceder a los vencedores su protagonismo, se lo merecen. El club muere con la conversión a SAD y da paso al fútbol negocio, han ganado la guerra y bailarán sobre mis lágrimas.

El arraigo que he llegado a tener por el club de mi ciudad es incomparable, traspasando razón y la religión. Por otra parte mi pasión por el fútbol se ha cernido al que considero el de verdad, lejos de circos, de partidos sin alma al compás del jeque y las televisiones.

Algunas entradas coleccionadas, lamentablemente no conservo de mis primeros años

Durante todos estos años he sufrido bastante, no es que me haya tocado vivir una época gloriosa en el club ni mucho menos, las penurias se han multiplicado y las alegrías han ido cayendo a modo de cuentagotas. Por suerte me llevo gratos recuerdos, hay gente muy valiosa reunida en torno al balompié y los rincones descubiertos bien han merecido los kilómetros recorridos. Los bares paisanos de Cuéllar, las chapas de Los Dominicos, la arena de El Palo, el siempre tensionado El Candín, el verde que poblaba los fondos de Miramar... En contraposición a ello ahora empieza una etapa histórica en el club, aterrizan los visos a Primera División y yo no estaré para verlo.

No me quejo ni un mínimo de la decisión tomada por los socios del Burgos CF, es respetabilísima y entendible por las particularidades que contiene, pero no puedo tomar el mismo camino que el resto porque he dejado de sentir lo mismo. La democracia manda y afortunadamente han sido los socios los que han decidido abrir este nuevo período. Este no es el club del que me enamoré, no siento los goles, los empates a cero, los córners a remolque. Para mí el fútbol debe tomar un espectro opuesto y nunca voy a tener una pasión por unos colores sin ser partícipe de ellos, no seré abonado ni acciones así que me veo obligado a no continuar. De igual modo es destacable el nivel superlativo de la afición burgalesa, me veo desbordado si empiezo a desgranar elogios uno a uno, solo mencionaré a mi hermano por clavarme ese gusanillo que duró hasta hace unas horas, se merecen todo lo bueno y más que les ocurra.

Jamás fumo, de hecho detesto el llano olor a tabaco, pero en días como hoy vaya si lo hago.


Hasta siempre, Burgos Club de Fútbol.



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