Misery

Misery


III - Paul » 14

Página 79 de 128

14

Paul puso las manos en las ruedas de la silla sin saber muy bien a dónde pensaba ir ni qué iba a hacer, si hacía algo, cuando ella llegase. ¿Debería ir a la cocina a coger un cuchillo? Pero ella echaría un vistazo a tiempo y se iría al cobertizo a buscar su escopeta.

No sabía lo que haría con el cuchillo, quizá cortarse las venas para evitar su venganza. Estaba harto de pagar la furia de Annie con pedazos de sí mismo.

De pronto, vio algo que lo dejó atónito. El guardia…

El guardia aún estaba vivo.

Levantó la cabeza. Las gafas se le habían caído. Pudo ver sus ojos. Y se dio cuenta de lo joven que era, de lo asustado y lastimado que estaba. La sangre corría a chorros por su cara. Consiguió apoyarse en las manos y ponerse de rodillas, cayó hacia adelante y volvió a levantarse dolorosamente. Empezó a arrastrarse hacia el coche. Logró llegar a la suave pendiente de césped entre la casa y el camino, y allí perdió el equilibrio y cayó de espaldas. Por un instante se quedó con las piernas levantadas, tan indefenso como una tortuga panza arriba. Se dejó caer a un lado y empezó al horrible esfuerzo de volver a ponerse de rodillas. Su uniforme, pantalón y camisa, estaba manchado de sangre. Las manchas pequeñas se extendían lentamente por la tela encontrándose con otras y haciéndose más grandes.

Llegó al camino.

De repente, el ruido del cortacésped se hizo más intenso.

—¡Cuidado! —gritó Paul—. ¡Cuidado, allá viene!

El policía volvió la cabeza. El miedo invadió su cara aturdida y volvió a buscar el arma. La sacó, grande y negra, con un tambor largo y culata de madera. Y entonces, Annie reapareció sentada en un trono conduciendo el cortacésped a toda marcha.

—¡Dispárale! —gritó Paul.

Pero en vez de disparar a Annie Wilkes con su viejo y sucio revólver Harry, se le cayó.

Alargó la mano para recogerlo. Annie giró bruscamente y pasó por encima de ella y del antebrazo. La sangre salió con un chorro sorprendente del expulsor de césped de la máquina. El agente uniformado gritó. Se produjo un agudo sonido metálico cuando la cuchilla de la cortadora golpeó la pistola. Annie giró por el prado lateral y su mirada se posó durante un segundo en Paul, que supo con certeza lo que esa mirada significaba. Primero el guardia, después él…

El muchacho estaba otra vez de costado. Cuando vio que la máquina volvía para echársele encima, rodó sobre sí mismo tratando de meterse debajo del coche, donde ella no pudiese alcanzarle.

Ni siquiera estuvo cerca de conseguirlo. Annie apretó al máximo el acelerador del cortacésped y pasó por encima de su cabeza.

Paul pudo captar la última mirada de unos horrorizados ojos castaños; vio jirones de la camisa marrón del uniforme colgando de un brazo alzado en un débil esfuerzo por protegerse y cuando los ojos desaparecieron, Paul volvió la cabeza.

El motor de la Lawnboy disminuyó de repente la velocidad y hubo una serie rápida de sonidos extrañamente líquidos.

Paul vomitó con los ojos cerrados.

Ir a la siguiente página

Report Page