Maverick

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24. La tienda de armas

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La tienda de armas

Derec dio a Avery y a Wolruf un informe completo de la situación mientras se dirigían a la Torre de la Brújula. Por unos momentos, Avery mantuvo la esperanza de que Aránimas estuviera fanfarroneando pero Wolruf lo negó con la cabeza:

—Él nunca mentir y nunca reír —dijo—. Tú no pensar que entrar en Derec sólo para echarse un farol.

Eva se reunió con ellos justo antes de que entraran en la Torre:

—Todavía no he podido localizar a Lucius —informó Eva—. Sin embargo, me las arreglé para encontrar a Mandelbrot. Me dijo que media docena de lobos jovencitos se separaron de la multitud e intentaron apoderarse de la nave, pero alguien llamado Melena negra los dejó para el arrastre. La nave está segura y Ariel está a salvo.

Derec miró disgustado:

—Es culpa nuestra que Aránimas esté aquí. No debo permitir que la manada pague por nuestro error.

Avery asintió:

—Buena decisión. Sólo estaba probando.

La cara de Derec se puso roja hasta las raíces de su rubio pelo:

—¿Por qué no acabas de una vez con ese maldito examen? Cada vez que me doy la vuelta me estás evaluando, evaluando, evaluando ¡Estoy harto de ser examinado!

—Perdona —balbuceó Avery—. Es un defecto de mi carácter.

Plateada se unió a los cuatro cuando subían por la cinta deslizante hasta el vestíbulo central:

—Bueno, he convencido a la multitud para que se disperse —anunció alegremente al tiempo que se subía a la pasarela justo detrás de ellos.

—¿Cómo te las arreglaste para hacer esa pequeña proeza?

Plateada dejó caer la cabeza y miró a Derec con grandes ojos de cachorrillo perruno:

—Eh… realmente, yo… les dije que el espíritu de la Primera bestia había bajado del cielo y que vosotros dos erais solamente sus representantes, no muy importantes para la lucha. Han vuelto a sus madrigueras para preparar sus mejores armas para una gloriosa batalla.

—De acuerdo —dijo Avery—. Las crisis de una en una. Derec, ¿han conseguido los supervisores de la ciudad encontrar ya la nave de Aránimas?

Derec activó su intercomunicador un momento:

—Sí. Están instalando una pantalla gigante en el atrio. Hablando de lo cual… —se volvió hacia Plateada—. ¿Plateada? Como debes recordar, los robots de seguridad del vestíbulo central están programados específicamente para buscarte y detenerte mientras muestres esa forma.

—Oh, de acuerdo —con un encogimiento de hombros y un estremecimiento, el robot invocó sus habilidades para el cambio de forma. En el momento en que llegaban a la parte superior de la cinta deslizante, Adán había vuelto a ser una copia plateada de Derec.

Gama 6 los recibió cuando salieron de la cinta y los escoltó, pasando junto a los robots de seguridad, hasta el vestíbulo central. Alfa y Beta estaban en el atrio, supervisando los últimos detalles de colocación de la pantalla gigante. Mientras cruzaban el frío suelo de terrazo de la cavernosa habitación, Adán se adelantó un poco para alcanzar a Avery.

—Amigo Avery —dijo Adán suavemente, con un toque de vergüenza en su voz—. Sólo quería asegurarme de que ya no estemos enfadados. Mi comportamiento anterior era un efecto lateral de mi forma de Plateada y ahora me doy cuenta de que mi idea era un serio error. No sucederá nunca más.

—Amigo Adán —respondió Avery también suavemente—, ése fue tu último error. Yo todavía llevo el láser. Otro desliz y estás muerto.

—Entiendo.

Unos minutos después entraron en el atrio y se detuvieron justo delante de la consola principal de I/O de la central. Las luces del vestíbulo se oscurecieron suavemente y la pantalla gigante se encendió.

—Hemos localizado la nave erania —dijo Beta. La pantalla visor mostró un vertiginoso giro a través del cielo estrellado local y terminó parándose en un amarillento borrón sin forma. Después de una ampliación, apareció el conocido y familiar perfil de la nave de Aránimas—. De acuerdo con su petición, hemos escaneado la nave buscando emisiones de radiación. Esta zona —Beta utilizó un puntero láser rojo para señalar una estropeada cubierta en la parte inferior de la nave— parece contener una cantidad significativa de plutonio, así como otros peligrosos materiales radiactivos.

—Ésa es una viejísima nave estercolero terrícola —susurró Avery—. Las usaban para llenarlas de basura nuclear y enviarlas hacia el Sol. ¿Dónde demonios ha encontrado una de ésas?

—Por el ángulo de aproximación y las características de la cubierta —continuó Beta—, hemos deducido que la nave estercolero no puede realizar un vuelo propulsado —las estrellas desaparecieron para ser reemplazadas por un colorido gráfico que mostraba la superficie del planeta y dos trayectorias de vuelo divergentes. El dibujo de una nave espacial se movía a medida que Beta hablaba—. Los análisis indican que el eranio bajará en picado en un pronunciado ángulo y se deshará de la nave estercolero; después utilizara sus propulsores planetarios para desviarse hacia la órbita de un cometa. La nave estercolero hará una entrada no guiada como proyectil y golpeará la superficie del planeta, creando una zona muerta de aproximadamente cien kilómetros de diámetro.

—Demasiado para evacuar la ciudad a pie —dijo Adán.

Derec dio un paso adelante y miró de cerca la trayectoria de vuelo de la nave estercolero:

—¿No se quemará en la atmósfera?

—Teniendo en cuenta el ángulo de entrada —dijo Beta—, hemos supuesto que más del setenta por ciento de la masa de la nave alienígena intacta la superficie del planeta. Si la nave ardiera más rápido de lo que hemos calculado, eso sólo aumentará la dispersión del material nuclear y el tamaño de la zona arrasada.

Una idea diferente rondaba a Avery:

—¿Entrada no guiada? ¿Cuáles son los pronósticos para una pérdida total?

—Insignificantes. Calculamos que esta forma de atacar tiene un error potencial de fallar el blanco de, como mucho, diez kilómetros, lo cual todavía sitúa a la ciudad dentro de la zona muerta. Este cálculo, por supuesto, está basado en la suposición de que la nave estercolero entre en el momento adecuado.

—¿Qué significa eso?

—En el exacto punto de giro, exactamente veintitrés minutos y quince segundos desde ahora.

Avery asintió:

—Ya veo. Y si la nave se lanza tarde, ¿el margen de error aumenta?

—En un rango exponencial —confirmó Beta.

—Entonces, podemos suponer que ellos mantendrán el rumbo hasta que la lancen —Avery se giró hacia el grupo y se frotó las manos—. De acuerdo, pandilla, en pocas palabras. Tenemos veintitrés minutos para encontrar una forma de evacuar la ciudad, acelerar la rotación de los planetas u obligar a Aránimas a retrasar el lanzamiento.

Derec arrugó la nariz:

—¿Cómo?

—Disparo de desviación —dijo Wolruf—. ¿Por qué tú pensar que estar viendo el perfil de la nave? Ser el punto donde él esperar que nosotros estar dentro de media hora.

—Correcto —asintió Avery—. Y si podemos forzar a Aránimas a retrasar el lanzamiento aunque sólo sean unos pocos segundos…

—Tendrá que girar y la rotación del planeta nos llevará fuera de su punto de alcance —completó Derec—. La nave impactará en algún lugar al Este.

Beta habló:

—Me siento obligado a señalar que, aún así, el resultado seguirá siendo un desastre ecológico.

—Quizás —dijo Adán—. Sin embargo, la mayoría de la población del país de los lagos del Este está ahora concentrada en la ciudad. Sobrevivirán muchos más seres-lobo si la nave cae en cualquier otro lugar.

—El mayor bien para el mayor número —dijo Beta asintiendo con la cabeza—. Eso está de acuerdo con nuestra programación.

—Estoy contento de que lo apruebes —dijo Avery mientras se colocaba entre los dos robots—. Ahora, si no os importa, tenemos veintidós minutos para llevar a cabo esta brillante idea.

El grupo enmudeció mientras cada uno de ellos se perdía en sus propios pensamientos. La cara de Adán comenzó a cambiar de forma y tomó un ligero aspecto canino. A Eva le comenzaron a crecer alas entre los brazos y el cuerpo. Wolruf, con aspecto ausente, se rascaba las orejas.

Derec miraba sus zapatos con el ceño fruncido y se mordisqueaba un pulgar:

—Una pena que estos robots no llegaran a construir un Centro de Llaves —dijo al fin—. Si tuviéramos suficientes llaves, podríamos teletransportar a la población completa lejos del peligro.

Los ojos de Beta se iluminaron:

—No construimos un centro de producción masiva, pero sí unas pequeñas instalaciones prototipo. ¿Cuántas llaves harían falta?

Derec miró a Adán.

—Quinientas, aproximadamente —dijo el robot.

Los ojos de Beta se apagaron:

—Tenemos seis.

Derec miró de nuevo sus zapatos, después levantó un dedo:

—De acuerdo, otra idea. ¿Qué tal si utilizamos esas llaves para teletransportar a seis robots a la nave de Aránimas con instrucciones para encontrar y sabotear los controles de lanzamiento?

Avery respondió con una sonrisa burlona más elocuente que las palabras:

—¿Estos robots? Lo más probable es que lleguen a la conclusión de que el eranio es humano y comiencen a seguir sus órdenes.

Derec se quedó callado y volvió a fruncir el ceño.

Pasaron unos minutos que parecieron eternos y entonces Wolruf levantó la vista:

—Tener una idea. Aránimas no tener nada automático, todos sus controles ser manuales. ¿Qué tal si nosotros atar una llave a uno de aquellos lagartos gigantes y teletransportarlo a su puente de mando? Eso deber mantenerle ocupado.

Avery sacudió la cabeza:

—No funcionaría. Hacen falta dos pulsaciones para la teleportación, una para llegar a Perihelion y otra para salir de Perihelion y llegar a donde quieras ir —Avery hizo una pausa y abrió los ojos—. Pero sí, hay una idea… Beta, ¿es absolutamente necesario que el dedo de alguien esté presionando el botón de teletransportación?

—Si quieres teletransportarte, debes estar en contacto físico con la llave.

—No, quiero decir si lo que quieres es enviar la llave de forma que te preceda.

Los ojos de Beta parpadearon mientras consideraba el problema:

—Una conexión es una conexión —dijo por fin—. Debería ser posible construir un temporizador que le permitiera activar la llave y después soltarla.

—¿Cuánto tiempo?

Beta giró la cabeza mientras lo pensaba:

—Esperaría que la longitud del retardo de tiempo…

—No, no, quiero decir que cuánto tiempo llevaría poner un temporizador de diez segundos en una de las llaves existentes.

Los ojos de Beta se oscurecieron al hablar con los otros supervisores:

—Nunca hemos construido un dispositivo como ése antes. Sin tener en cuenta las dificultades imprevistas, estimamos aproximadamente veinte minutos.

—Bien, comenzad —Avery se giró hacia Wolruf—. ¿Dijiste que los controles de lanzamiento estarían probablemente en el puente?

Wolruf miró a Avery a través de sus peludas cejas:

—Tú no conocer a Aránimas. Tener hasta los controles del personal en el puente.

Avery asintió:

—Perfecto. ¿Beta? —se volvió hacia el robot—. Quiero dos llaves: una llave normal programada para esta habitación y una llave con diez segundos de retardo programada para el puente de la nave del eranio. Además, necesito que programes también un calentador analógico que alcance trescientos grados Celsius en quince segundos.

—¿Puedo preguntar para qué?

—Para proteger a los humanos nativos de un daño seguro. Ésta es una prioridad esencial de la Primera Ley. Necesito esas cosas dentro de quince minutos. ¿Lo entiendes?

El robot se inclinó levemente:

—Perfectamente, creador Avery —y sus ojos se oscurecieron mientras daba las órdenes—. El trabajo ha comenzado ya.

—Excelente —Avery se giró hacia Derec y sonrió suavemente—. Y ahora, hijo, como tenemos algo de tiempo, ¿qué te parece si buscamos un procesador y tomamos algo de comer?

Derec se quedó con la boca abierta:

—¿Qué?

—Confía en mí, Derec —dijo Avery mientras sonreía a través de sus dientes apretados y parpadeaba como el intermitente de un coche—. «Queremos encontrar un procesador».

Derec lo entendió por fin:

—Oh, sí, de acuerdo —brazo con brazo, silbando despreocupadamente, Derec y Avery salieron paseando del vestíbulo central.

Poco tiempo después, Derec y Avery estaban fuera en un lado oscuro de la calle, de pie frente a un procesador que había al aire libre. De acuerdo con las instrucciones de Avery, Derec vigilaba por si veía algún robot mientras Avery estaba arrodillado delante del panel de control manual y tecleaba frenéticamente una nueva tanda de instrucciones.

—¿Por qué la capa y la espada? —susurró Derec mientras miraba a los lados—. ¿Por qué no podíamos simplemente enviar a un robot para conseguir esto?

—Por la misma razón que le dije a Beta que construyera un calentador analógico en vez de un fusible —susurró Avery también—. No confío en la definición de humano de los robots de la ciudad. Podrían decidir que eso viola la Primera Ley —el procesador emitió un gruñido y la puerta deslizante se abrió para mostrar la creación de Avery.

—¿Cinco libras de caramelo? —preguntó Derec con la nariz arrugada.

Con suavidad y delicadeza, Avery recogió el pegajoso bloque del procesador y se lo fue pasando de mano a mano para evitar quemarse los dedos:

—Ah, parecerá una chuchería —murmuró Avery con una sonrisa que le iluminaba la cara—, pero en realidad es una mezcla sesenta-cuarenta de azúcar blanco y pimienta común.

—¿Y?

—Derec, Derec —Avery se levantó y sacudió la cabeza—. Hijo, deja que te dé alguna pista más sobre tu pasado. Fue una buena elección dedicarte a la robótica porque suspendiste la Química Básica dos veces. Este pequeño ladrillo —el bloque se había enfriado lo suficiente como para que pudiera sostenerlo con una sola mano— es probablemente el peor caramelo que has probado jamás pero también es un estupendo sustituto de la pólvora negra.

Derec miró más de cerca el ladrillo y lo olió de nuevo:

—Entonces, ¿por qué las avellanas?

—Metralla —Avery dio una última mirada al ladrillo y después lo deslizó en el bolsillo de su chaqueta—. ¿Cómo van las llaves?

Cerrando los ojos, Derec activó su intercomunicador:

—Están programando ahora las coordinadas finales. Las llaves estarán listas cuando lleguemos al vestíbulo central.

—¿Se han acordado del alambre de sujeción?

—Sí.

—Bien —Avery echó una última mirada arriba y abajo de la calle y comenzó a andar hacia la Torre de la Brújula—. Vamos, hijo. Estamos casi fuera de tiempo.

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