Mafia

Mafia


Segunda parte » 17

Página 26 de 75

17

Cristianno

La besé y un instante más tarde se me quedó mirando con una fijeza que pocas veces había visto en ella. Me empujó con suavidad hasta dejarme completamente tumbado en el sofá y a continuación se echó a mi lado. Cada gesto sin dejar de mirarme.

Yo ya sabía que Kathia me amaba, pero cuando lo percibía de aquella manera todo mi universo se detenía y me arrasaba. Todavía me costaba creer que alguien quisiera del mismo modo que yo. Que fuera extraordinariamente recíproco.

Me humedecí los labios, cometiendo el error de apartar mis ojos de ella.

—Cuando regresemos a Roma… —Kathia me detuvo colocando un dedo sobre mis labios. Se había dado cuenta de mis intenciones.

—Shhh… No digas nada… Por favor. —Siseó muy bajito.

No pretendía ponerme a prueba ni retarme. Tan solo quería saberlo todo y poder participar en la creación de una venganza que serviría para ambos. Se había cansado de ser una protagonista que esperaba sentada a que le protegieran. Quería formar parte de la acción porque lo merecía, porque también había sufrido y quería proteger a los suyos. Yo no era nadie para impedírselo, pero…

Pero… Pensamientos y más pensamientos.

Supongo que el egoísmo que a veces provoca un sentimiento, no deja espacio para pensar en los deseos del otro.

Y en realidad tampoco sabía lo que nos esperaba.

—No puedo impedir que tomes tus propias decisiones, ¿no? —No lo mencioné con rencor, sino queriendo hacer constancia de que no volvería a dejarla a un lado cuando tuviera que decidir cómo actuar. No volvería a pasar por lo ocurrido hacía unas semanas y que mis secretos me alejaran de ella.

Acaricié su rostro.

—Somos un equipo, Cristianno —susurró—. Soy tu compañera, pase lo que pase.

Desde el principio, Kathia siempre me había dejado bien claro que entendía y compartía esa siniestra oscuridad que me rodeaba. Sabía que estaba de sobra dispuesta a caer conmigo por cualquier abismo sin importarle lo profundo que fuera o lo difícil que resultara salir de él, si es que tenía salida. La cuestión era que, si uno de los dos se hundía, el otro le seguiría allá donde fuera, sin reproches ni dudas.

Precisamente esa certeza fue la que me sobrepasó. Estaba acostumbrado a ella, pero no dejaba de asombrarme su convencimiento.

—Me asusta —jadeé cerrando los ojos por un momento.

Kathia besó la punta de mi barbilla antes de volver a hablar.

—¿El qué?

—Quererte de esta manera. —Y me besó muy despacio tras devorarnos con la mirada.

Rodeé su cintura y la atraje un poco más hacia mí. Necesitaba abrazarla. Necesitaba dormir y no sentir el miedo. Y hubiera podido conseguirlo de no haber sido por la vibración de mi móvil.

Al principio creí que se trataba de un mensaje y me lancé como un loco a por el aparato, pero me equivoqué. Aquel número era público y tenía el prefijo romano.

Descolgué dubitativo y me llevé el teléfono a la oreja sabiendo que Kathia me observaba atemorizada.

No hablaría. No diría una maldita palabra. Y si mi interlocutor no respondía en menos de diez segundos, colgaría.

—Cristianno… —La voz de Giovanna arrastró un terrible miedo que me enderezó de golpe.

—¿Qué? —dije en un suspiro contraído. Los dedos de Kathia se enredaron con fuerza a los míos mientras se presionaba la boca con la mano que le quedaba libre.

—No sé qué hacer… No sé qué…

La Carusso ostentaba una posición realmente compleja. Si alguien descubría que ayudaba a un Gabbana, estaba perdida. Si a Valentino se le antojaba tenerla, estaba perdida. Si no actuaba como de costumbre… sospecharían de ella. Enrico no permitiría que le pasara nada, pero aun así…

—Cálmate. —Intenté ser lo más agradable posible—. ¿De qué me estás hablando?

—Mauro… —La oí jadear temblorosamente y casi pude escuchar el atropello de sus pensamientos. Giovanna quería decir algo, cualquier cosa, pero no encontraba la manera y a mí me asombró que mi primo fuera el causante de aquella reacción.

De pronto, recordé sus movimientos en la iglesia. ¿Así que ella había sabido de Mauro desde esa vez? ¿Quizás tenía información exclusiva y quiso ponernos a salvo porque sabía lo que iba a pasar? No tenía idea de la respuesta, pero me daba que Giovanna lo único que pretendía era protegernos.

—Deja de llorar, por favor —Casi supliqué—. Si sigues así tendré que colgar. ¿Giovanna?

De pronto, un extraño jadeo, seguida de un rápido forcejeo. Y después un silencio escalofriantemente tenso.

—¿Giovanna? —La llamé, pero no tuve la sensación de estar hablando con ella. Todas las alarmas de mi cuerpo se dispararon al tiempo en que mi mente comenzaba a intuir lo que ocurría.

—Dime, Gabbana, ¿estás listo? —Esa maldita voz… llena de insolencia y malicia.

Valentino colgó. Ahora las cosas sí que se habían descontrolado. Ahora sí que todo se había ido a la mierda.

El móvil cayó a mis pies y enseguida lo aplasté con el pie hasta destrozarlo. Pero supe que ese gesto no serviría de nada.

Nos habían rastreado.

Ir a la siguiente página

Report Page