Louise

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EL BALCÓN DE…

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EL BALCÓN DE…

 

—¡Louise! ¿Puedes oírme? ¿Qué está pasando ahí fuera?

—Mr. Doonie, cada vez es más grande.  Su fuerza es inmensa y siento como si su núcleo fuera a explotar. ¡No sé si podré aguantar mucho más!

—¡Aguanta, Louise! Sigue respirando sobre  este relieve insólito. Esta será la única  vez que podrás conocer tu destino. Tu meritoria existencia. Un cielo irrepetible  donde no podrás volver a volar. Siente el roce con la piel vibrante del futuro. Saborea los frutos  del pasado. Disfruta de esta luz nunca vista llena de deseos  infinitos. Después de ella, ya nunca  volverás a ser una estrella sola en el firmamento, ya nunca volverás a perderte porque ella te susurrara el camino.

—Pues, ahora mismo estoy perdido. Siento como si la nada fuera un hecho innegable, como si ya no fuera el mismo.

—¡Tranquilo, Louise! Solo estás cruzando la línea que te lleva a tu nuevo yo.

—¿Mi nuevo yo? Pero ¿quién soy? Los profesores siempre me decían que nunca llegaría a ser alguien en la vida.

—Ahora ya no eres tú, Louise... Ahora eres aquello que estabas deseando que llegara, ahora estás empezando a formar parte del todo.

—Mr. Doonie mme  siento muy extraño ¿qué me está pasando?

—¿Qué te está pasando? Pasa que un día abandonaste tu hogar persiguiendo algo invisible, llevado por  un pálpito, confiando en el viento. Que decidiste dar un paso adelante por donde no había camino, obligando a la esperanza a que se hiciera un hueco en tu porvenir. Ocurre que hubo un día en que tuviste el valor de navegar por tu vida sin remos ni timonel, sin barco, sin mar, atravesando los desiertos de azúcar donde las sirenas han aprendido a volar. Que te adentraste en  una noche sin saber si volvería a amanecer. Decidiste descubrir tu destino siguiendo unas huellas que se perdían en la oscuridad. Te condenaste a la lucha para entregarte a la libertad. ¿Y me preguntas quién eres ahora que ya eres mayor?

—¡Si! ¡Dime quién soy, necesito saberlo!

—¡Está bien! ahora que has llegado hasta aquí, ahora que estás a punto de descubrir tu destino… ahora mira en tu interior y revela el sentido de tu ser ¡Dime quién eres Louise!

 

 

¡Grítaselo al viento!

Ahora soy polvo de nácar  y brillo escarlata. La vela que pide un deseo antes de que la soplen. El entusiasmo anunciando el avistamiento de la tierra prometida. Ojos brillantes inmersos en sueños enormes. La satisfacción de lo vivido, la humildad de la valía, el enemigo del miedo. El fugitivo que escapa hacia la vida, el honor  en la batalla, la lucha de un viento sin dinastía que ruge allí donde nada había. El Olimpo del bien y del mal arrodillándose ante la luz. Los cuerpos celestes que nacieron de trozos de sueños rotos. El amor que se manifiesta. El viaje a tu interior para inyectar palabras con néctar, retazos de amapola selecta, trazos de color rubí en los rosáceos de una escritura esbelta. Un lunar entre pecas, la gota dorada de un diluvio, la suerte dentro del infortunio, una tormenta de junio lloviznando mercurio. Soy… La nieve cayendo sobre el sol, el bulto entre planicies, un lunar entre pecas, la oveja entre pelícanos, los brazos del mundo abiertos, la fuerza del amanecer, los gritos del alma al cielo, la lluvia del querer, los puños del pensamiento, los hombros que sujetan la fe. Una ola perdida en un desierto, un girasol en el mar, la nota que flota deseando conocer un instrumento, la normalidad con una postura natural  diferente, la muerte del dinero, el rescate del amor, los rayos de otro sol, las alas doradas de la libertad, los cimientos de la posteridad, el libro sabio que nunca fue leído, un globo de helio viajando al centro de la Tierra. Una frase perdida  herencia  del mundo. El puré de verduras rehabilitado que fue química industrial,  la gota que colma el vaso y lo vacía, la sonrisa vertical, la lágrima que se seca para hacer sonreír  a las mejillas, la esponja que absorbe la gloria para enjabonar cualquier espalda,  el trono de un vagabundo, el sueño de un dragón, el misterio de una vieja mansión dibujada en papel, un dios llorando de impotencia, la belleza que nunca fue capaz de mirarse al espejo, la elegancia sentada sobre una rosa, la sombra  que busca un cuerpo a medida donde quedarse, el espíritu de la osadía, la salvación de la sinceridad, la distancia que te aleja de lo previsible, la franqueza de un  bebé, el enigma de la humanidad saliendo a la luz, la desaparición de la frontera que delimita los sueños. La siguiente frase después del fallecimiento cultural. El último cielo púrpura. El astro que se desvive delante de la lente en busca de un telescopio. El alquimista que no parará hasta  encontrar la esencia de la magia y el olor del placer. Soy tú... soy yo... soy nadie..., y soy todo lo que quiera ser...

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