Loki

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Capítulo veintidós » Ragnarok

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Ragnarok

El sol se desvanecerá y el mundo se verá envuelto en la oscuridad. Los terremotos arruinarán las tierras y los monstruos se soltarán de sus ataduras. El peor de todos, el lobo Fenrir, será puesto en libertad y deambulará por la tierra devorando todo lo que vea. Ansiará la batalla final, cuando él y las otras fuerzas del caos se enfrenten a los dioses.

Su terrible hermano, la serpiente de Midgard, se levantará de las profundidades del océano y tallará una estela de destrucción dondequiera que vaya. Nivelará montañas con un golpe de su cola mientras anhela vengarse de los dioses por lanzarlo al océano tantos años atrás.

Loki no estará ocioso en ese momento. Sus hijos viles, Fenrir y Jormungand, harán temblar la tierra con su destrucción de tal modo que será liberado de sus ataduras. Reunirá un ejército de muertos desde Niflheim y los convocará en un barco hecho de uñas de hombres muertos. Su hija Hel, gobernante de Niflheim, estará a su lado y será horrible de contemplar. La mitad de su cuerpo es hermosa y deseable, mientras que la otra es decadente y moribunda. Ella no deseará nada salvo la muerte de los dioses por desterrarla al reino de la oscuridad.

Loki y Hel caerán sobre Asgard con Fenrir y Jormungand. Traerán la fuerza combinada de todo Jotunheim en incesante ascenso hacia Bifrost, el puente del arco iris, junto con una legión tras otra de muertos, ansiosos por escapar de su destino en el mundo subterráneo. Heimdall hará sonar su cuerno Gjall, la señal de que el Ragnarok ha comenzado.

Los dioses se enfrentarán a las fuerzas del caos y el sonido de su choque hará temblar los mismísimos Nueve Mundos. Habrá luchas sanguinarias y batallas terribles y los antiguos enemigos enfrentarán acero contra acero, uñas y dientes contra hachas y escudos.

Odín empalará los ojos y el cerebro de muchos gigantes con su lanza y sembrará el campo de batalla con los cadáveres inmensos de sus enemigos. Se volverá para enfrentarse a Fenrir, ávido de venganza, y los dos entablarán combate. El Padre de Todo será incapaz de igualar la ferocidad del lobo y se encontrará atrapado entre sus dos mandíbulas babeantes. Fenrir se tragará a Odín por la garganta y ése será el fin del Padre de Todo.

Thor verá a su padre devorado por el lobo Fenrir y acudirá en su ayuda, pero una terrible sombra caerá sobre él. Se buscará sólo para encontrarse atrapado en las fauces de Jormungand, la serpiente de Midgard, y la serpiente los arrastrará a ambos lejos de la batalla. Los dos lucharán poderosamente y al final el dios aplastará la cabeza de la serpiente, que caerá al suelo con un estrépito atronador que pondrá a todo Asgard de rodillas. Thor se levantará, debilitado, y se tambaleará nueve pasos antes de ahogarse en el lago de veneno vomitado por la serpiente moribunda.

Tyr el manco buscará largo tiempo a Fenrir en el campo de batalla, deseoso de vengar la pérdida de su mano ante la bestia voraz. Su espada se moverá en un arco poderoso, seccionando las cabezas y las extremidades de cualquier gigante que encuentre. Cuando finalmente descubra a Fenrir, sanguinolento e hinchado tras devorar al Padre de Todo, se moverá deprisa para enfrentarlo con su acero, pero no podrá: su camino será bloqueado por un primo del lobo, el perro Garm, que ansiará cerrar las mandíbulas alrededor de la garganta del dios feroz. Se lanzarán el uno contra el otro y combatirán duramente mucho tiempo, infligiéndose grandes heridas por las que al final ambos yacerán muertos.

Frey también traerá la ruina a los hijos de Jotunheim. Su camino de destrucción lo llevará a los pies de Surt, que blandirá en alto su espada flamígera. Frey se enfrentará valientemente al gigante de fuego, pero será vencido y aplastado bajo su talón flamígero.

Heimdall y Loki se encontrarán y ambos enemigos seculares entablarán batalla. Aunque Loki será superado por la fuerza y la destreza de Heimdall, todavía conservará su ingenio y sus engaños, que demostrarán ser rivales para el guardián del Bifrost. Intercambiarán golpes de acero contra acero. Al final se matarán el uno al otro, la hoja de Heimdall escindiendo el cráneo de Loki mientras éste le desliza su espada bajo las costillas hasta el corazón. Sus cadáveres serán pisoteados en el polvo por los nuevos enfrentamientos entre los einherjar y los hijos de Jotunheim, y sus cuerpos se perderán para siempre bajo el suelo de la llanura ensangrentada de Asgard.

Vidar, el valiente hijo de Odín, verá con horror cómo su padre es tragado por Fenrir y avanzará con paso ligero para atacar al lobo. Fenrir abrirá las mandíbulas para tragarse también al hijo, pero Vidar estará preparado: pondrá sus manos en la mandíbula superior de Fenrir mientras su pie sujeta la inferior. Sus botas le protegerán los pies cuando pise con fuerza y sus manos empujen las mandíbulas de Fenrir, rasgando a la bestia por la mitad. El cadáver sangrante de Fenrir ni siquiera será apto para las aves carroñeras que acuden a alimentarse a los sangrientos campos de batalla. Así será vengado Odín.

En un arrebato, Surt girará su espada flamígera y lanzará fuego a lo largo de los Nueve Mundos. Todos arderán, tanto vivos como muertos, las torres de Asgard se quemarán, Midgard estallará en llamas. Toda la creación será incendiada, y perecerán los vivos y los muertos. Así se dispersará la totalidad de la creación entre cenizas y carbones humeantes. Sólo sobrevivirá Yggdrasil, el árbol que siempre fue y que siempre será.

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