Lara

Lara


XVI

Página 21 de 27

X

V

I

Una nueva vida

Abrí mis ojos lentamente, todo se veía borroso, intenté recuperarme, pero un fuerte dolor en mi cabeza me lo impedía. No reconocía el lugar, ¿dónde estaba?

Poco a poco fui tomando conciencia de lo que había sucedido y, lo último que recordaba, fue bajarme del auto y de pronto… una caída.

El olor tan característico, lo reconocía, estaba en un hospital. Miré a mi alrededor y vi a Tanya, Marcia y Janet a mi lado.

Janet estaba al teléfono, escuché que le comentaba a alguien que desperté.

—Lara, cariño ¿estás bien? —mi prima tocó mi rostro y acarició mis cabellos

—Creo que sí, no entiendo… no entiendo que sucedió

—El médico dice que fue un pico de stress

—Estarás bien… solo necesitas descansar un poco… pero… antes que vuelvas a dormir necesito que hables con alguien que está muy preocupado por ti —pronunció Janet haciendo que tome su celular.

Aún aturdida tomé el teléfono, Yannick no paraba de llorar, me preguntó cómo estaba, me pidió perdón por esas últimas semanas, me rogó que no lo abandonara…

—Hey, cálmate, estoy bien, tranquilízate...

—No quiere perderte Lara…

—Nunca me perderás, a menos que tu desees eso, te lo he dicho un millón de veces, te amo Yannick, descansa…

—No voy a poder dormir

—Tienes que hacerlo, estaré bien, todo estará bien, confía en mí...

Esa noche los médicos decidieron dejarme en observación, el golpe había sido fuerte y tenían miedo de que quedara alguna secuela. Salí del hospital 2 días después. Lo primero que hizo Marcia fue llevarme a ver a Yan.

Ese hombre me abrazó tan fuerte que casi quedé sin aire, no quería soltarme, y por un momento fue como si nadie más estuviese ahí. Marcia, Janet y Tanya se quedaron hasta tarde esa noche. Una vez que se marcharon, nos quedamos en aquel sillón junto a los ventanales, observando la hermosa noche que caía sobre Londres

—Pensé lo peor ... lo estúpido que había sido, ignorándote las últimas semanas…

—Lo lamento Yan, tal vez no debí decírtelo…

—No espera, espera —me interrumpió abruptamente —no es tu culpa, nunca lo fue, hiciste lo que creías correcto, dijiste la verdad, y la verdad a veces es incómoda, duele, pero no por eso deja de ser lo que es. Es por lo que te amo Lari, por tu transparencia… porque eres todo aquello que jamás tuve, siempre viví rodeado de mentiras… de mi madre, de mi hermano, de mi esposa, pero no de ti. Aprecio eso Lara, aunque no lo parezca.

En ese momento acaricié su rostro, besé esos labios, que siempre estaba extrañando. Me abrazó fuertemente, acarició mi cuerpo, sentí su calor, ese que me había negado esas últimas semanas. Me sentí feliz, el volvió a ser mío y yo suya…

—Esa pequeña era mía, no me importa lo que David diga, era mi hija, nadie va a cambiar eso —agregó recostado a mi lado

—Es verdad, nadie puede cambiar eso, ahora sabes las intenciones de David, él no se detendrá hasta hundirnos…

—Lo dejaremos ganar esta vez...

—¿De qué carajo estás hablando? —rápidamente me senté en la cama

—Se acabó Lara, ya no quiero seguir con esto, estoy cansado de esta vida, de pelear con ellos, ya no quiero esto, no quiero que mi vida solo cobre sentido cuando confronto con ellos, quiero dejar todo atrás, y si la empresa se hunde comenzaremos de nuevo, todos nosotros —lo miré y enmudecí, no podía creer lo que estaba escuchando.

—Yan, por favor, no les permitas ganar. ¿Estás seguro de esto?

—No lo entiendes ¿verdad? Él no ha ganado , ninguno de los dos. Perdimos al amor de nuestra vida, incluso, siento que David ha perdido más, yo te tengo a ti, él lo único que tiene es, una perra sin escrúpulos. Solo tiene dolor Lari, vamos a dejar que todo siga su rumbo, mañana venderé mis acciones, se terminó.

Y con respecto a tu pregunta, la respuesta es sí, estoy cada vez más seguro de lo que hago y estoy feliz… jamás pensé que podría sentirme así…

Yan me miraba y sonreía mientras me atraía a su cuerpo tibio, para amarme nuevamente.

Tocó entre mis piernas la humedad, era lógica, me había venido dos veces hacía quince minutos, esto no podía estar pasando, la líbido de Yannick era tan desbordante a veces que me asustaba. Se posicionó sobre mí nuevamente.

—Espera, no... —agregué mordiendo mi labio, tratando de que mis gemidos no le mostraran todo lo contrario, estaba cansada, maldición, pero ¿cómo podía controlarme?

—Adoro cuando finges negarte... —susurró mientras su lengua descendía por mi cuerpo —quiero escucharte, que me muestres cómo te gusta esto...

—Yannick...

Y eso fue todo, mi mente se apagó en ese instante, dejando sólo mi instinto despierto.

—Me encanta tu sabor...

—Ya deja de decir esas cosas

—Dilo tú también

—¿Qué? —mi rostro debe haber mostrado demasiada confusión ya que lo hice reírse fuertemente

—Di que te gusta mi pene

—Eres un idiota

—Dilo, anda, dilo, déjame escucharte muñequita —saqué valentía de donde no tenía para seguirle el juego

—Sí

—Sí ¿qué?

—Me gusta...  me encanta tu sabor, amo tu pene...

—¿Qué más te agrada, muñequita?

—Dios, vuelve a llamarme así y voy a golpearte... —embistió fuertemente, arrancándome un gemido profundo.

—Sí, sé que amas esto... —abrí mis ojos, los cuales chocaron con sus pupilas provocándome un incendio en mi interior, atrapé una de sus piernas con mi muslo y lo hice girar posicionándome sobre él.

—Ahora es mi turno —hice pequeños círculos alrededor de su erección, contrayéndome por momentos, haciendo que pequeñas descargas de placer descendieran a él, haciendo que un gemido se le escapara —dime cuánto quieres esto —me moví tortuosamente lento, llevándole al límite

—Sí...

—Sí ¿qué?

—Diablos, muévete muñequita, quiero que lo hagas, amo esto, tu cuerpo —se sentó en la cama conmigo sobre él, atrapándome de la cintura —eres una pervertida

—No lo soy —arrojé mi cabeza hacia atrás disfrutando del delicioso vaivén de sus caderas

—Lo eres Lara Ramos, y me has sorprendido de un modo que ni siquiera te imaginas

Volví mi vista a su rostro y me uní en un beso picante, dejando que cumpliera cada una de sus fantasías en mí...

 

****

Yan cumplió su palabra, presentó su renuncia y decidió vender sus acciones a Paul Hurst. Nadie podía creerlo, todos asociaban este hecho a la depresión, sentían que estaba peor que antes, que estaba al borde del suicidio, sin embargo, esta vez, todos se equivocaban, por primera vez, en mucho tiempo, se sentía verdaderamente vivo.

David y Clarissa no podían creerlo, estaban en shock, no era un movimiento que se esperaran. Lleno de furia David decidió ir a mi oficina y enfrentarme. Entró sin anunciarse como siempre y dio un portazo.

—¿Qué mierda es lo que están haciendo?

—Es una decisión de Yannick y no me corresponde juzgarla —respondí mirándolo calmada

—Eres una perra maldita, igual que el —me gritó arrojando mi computadora al suelo

—¿Qué haces? ¡Imbécil! —lo empujé fuertemente

—Esta vez no se va a quedar así, es la última vez que me cagas… te lo juro… —su amenaza me provocó escalofríos, estaba segura de que esto no se quedaría así...

 

****

Ese día salí tarde de la compañía, le había prometido descansar a los médicos, pero me había sido imposible. Poca gente circulaba en la calle, el frío castigaba con más fuerza, prendí los botones de mi saco y coloqué las manos en mis bolsillos, mis dientes castañeaban, caminé rápidamente a mi departamento. Iba con mis auriculares puestos, si bien intentaba escuchar la música, tratando de no pensar en el maldito frío que congelaba mis entrañas, noté que algo no estaba bien. Miré hacia atrás y vi a dos hombres que me seguían, ambos eran enormes, de aspecto rudo , tragué saliva y traté de acelerar el paso. A medida que caminaba a mayor velocidad, ellos replicaban mi accionar, la desesperación se apoderó de mí e intenté correr, pero fue demasiado tarde, sentí que uno de ellos me agarraba del cabello y me arrojaba contra la pared de un edificio. Cerré mis ojos, imaginé lo peor.

—Maldito David, ¿por qué haces esto?

Estaba mareada, mi visión era borrosa, el tipo que me había golpeado tomó mis pertenencias, mientras que el otro desató toda su furia sobre mí, en todas partes del cuerpo, cada uno de sus golpes era tan fuerte que sentía que me rompían el alma, y m envolvían en un dolor indescriptible. De repente, sentí dos de mis costillas quebrarse, nunca borras de tu mente aquel sonido, es inolvidable, tus entrañas tampoco lo hacen, no sabía cuánto más podría soportar, el tipo que tenía mis cosas me dio un último golpe en mi rostro. Es el último recuerdo antes de desmayarme por el dolor.

Después de esto, estuve 10 días en cuidados intensivos, apenas recuerdo los momentos en que despertaba, Nunca encontraron a los ladrones, a pesar de los esfuerzos de Yannick porque la investigación continuara.

Al décimo día abrí mis ojos y vi su mano tomando la mía, era como un sueño, no podía creer que fuera realidad. Ahí estaba junto a mí, en aquella gélida habitación de hospital. Había salido de su departamento, había logrado vencer el más grande de sus temores y se había lanzado a la vida, lo había hecho por mí.

—Amor… es... ¿estás bien? —su voz se entrecortaba, un nudo aprisionando la garganta, lo entendía, en ese momento estaba sintiendo lo mismo.

—Lo estoy… más que nunca…

—Me asustaste, mamá me llamó, ella fue la primera en enterarse, se comunicaron a la empresa después de ver tu credencial, sentí que el mundo se derrumbaba, no sabía qué hacer, pero no soportaba estar detrás de un teléfono sin poder verte, llamé a Miranda para que me ayudara, los primeros pasos sentí que me ahogaba, pero ella me dio fuerzas para seguir, el miedo me invadió profundamente pero… el amor que siento por ti es demasiado grande. Era como si mis piernas se movieran solas, entré corriendo aquí ¿puedes creerlo?, dejé a todos absortos ¡Ja! —una sonrisa divertida apareció en su rostro.

—Gracias por estar conmigo hoy, mi despertar no hubiera sido el mismo sin ti —el me miró con ternura y puso un dulce beso en mi frente.

Los días pasaron y, conforme a mi recuperación se da también la de Yan, nos acompañábamos, nos queríamos, nos pertenecíamos, eso era todo que sabía…

Jamás nos preguntamos otra vez acerca de los tipos que hicieron esto y tampoco indagamos si David fue el autor intelectual del cobarde acto, creo que todos en el fondo lo sabíamos, las coincidencias eran demasiadas.

Decidimos empezar una nueva vida, ya no haríamos lo que los demás imponían sino lo que nos dictaba nuestro corazón y nuestro criterio.

Janet, Ale y Eric hicieron lo mismo y dejaron la compañía. Las consecuencias de las malas decisiones aprobadas no se hicieron esperar, la empresa comenzó a perder terreno en todos los lugares donde estaba, y jamás recuperaría sus posiciones.

Junto a Yannick y el resto de sus amigos decidimos formar una empresa, pero, ahondando en una temática de la cual conocían poco pero que estaba creciendo rápido a nivel mundial: Energías renovables. ¿Qué tenía que ver con las telecomunicaciones? Bueno, casi nada, y ahí es donde estribaba su belleza.

El cambio fue drástico, extenuante, pero a medida que avanzábamos aprendimos a amar lo que hacíamos.  Tanya comenzó a trabajar con Eric ayudándolo en todo lo que podía, retomó sus estudios para tener una mejor preparación. En verdad parecían una pareja muy feliz. Jamás lo hubiera pensado cuando comenzó la relación, pero, me sorprendieron gratamente. El nuevo trabajo nos llevó a viajar por todo el mundo en búsqueda de lugares propicios para la instalación de las plantas, asistíamos a conferencias y capacitaciones en donde obteníamos cientos de respuestas y, a la vez miles de interrogantes más.

Fueron 2 años maravillosos, Yan no solo recuperó su inversión, sino que por fin logramos algo que el anhelaba en todo el mundo, ver su marca en todos los sitios a dónde íbamos. Con él completamente recuperado, pude volver a mi país y llevarlo a conocer a mi familia, me dijo más de una vez que el lugar le encantaba, que le transmitía calidez, pero, por sobre todo calma, la misma paz que le transmitía yo.

Hacía ya un año que vivíamos juntos en Londres cuando, por cuestiones de negocios, optamos por mudarnos a Australia debido a que gran parte de nuestras actividades, estaban concentradas ahí, logramos alianzas estratégicas en el sector y ambos creímos que era momento de trasladarnos allí.

Tanya y Eric se quedaron en Londres, pero nos veíamos constantemente siendo parte de la misma empresa. Janet por su parte, nos consiguió innumerables contratos en América, lo que la llevo a mudarse a Houston, Texas en donde colocamos una de nuestras plantas. Todo estaba saliendo bien, y me sentía plena, no podía negar eso.

Siempre consideré el cambio como algo positivo, además, lo tenía Yannick y más allá de lo que sucediera, si estábamos juntos, todo se resolvería de la mejor forma.

Ese mes de junio pasó, se firmaron varios acuerdos y la empresa funcionaba como nunca. Eric e Tanya nos visitaron ya que un grupo estadounidense había venido a conocer nuestras instalaciones.

—Bueno, al fin nos reunimos después de mucho tiempo, créanme debo decir… dijo Eric con una mano en el corazón y con carita dulce, los he extrañado demasiado —todos comenzamos a reír

—¡Oigan! Les estoy abriendo mi corazón, porque simplemente no pueden decir “aahhhh, que tierno”.

—Vamos Eric, lo tierno no es lo tuyo —respondí negando con la cabeza y sonriendo irónicamente

—Ok, ahora hablando en serio, hey amigo… ¿han hablado con los inversores?

—No aún no —respondió Yan, mientras Tanya y yo hablábamos animadamente —nos reuniremos con ellos mañana

Miré a Yannick en ese momento, sabía que algo no estaba bien, podía verlo en sus ojos, no alcanzaba a dilucidar que era. Me acerqué y lo abracé por detrás mientras estaba sentado, le di un suave beso en su cuello

—Hey hermoso, ¿todo bien?

—Sí, todo bien

—¿Estás seguro?

—No te preocupes, estoy algo… olvídalo…

La conversación quedó en la nebulosa, Tanya y Eric continuaron haciendo bromas y dejé aquella inquietud. Todo estaba por cambiar nuevamente, ambos lo sabíamos, pero no podíamos explicar esa sensación…

 

 

Ir a la siguiente página

Report Page