Joy

Joy


1975 » Capítulo 95. Julio 25, viernes

Página 99 de 100

95

Julio 25, viernes

Cuando el mayor Alba llegó a su casa, Denis, tirado en el piso, jugaba con el niño.

—¿Qué hubo, Rafael?

Antes de que Rafael pudiera contestar una sola palabra, el niño obligó a su padre a ponerse un gorro de papel que acababa de fabricar, con ayuda de tío Rafa, y luego, en medio de tremenda gritería se puso a llamar a la madre para mostrarle lo bien que le quedaba el gorro a su Papi.

Durante diez minutos nadie pudo hablar en la casa. Debían atender a las urgencias y malcriadeces del niño, los que, con permiso del Apóstol, también habían nacido para la frecuente infelicidad de los adultos. ¡Cómo jodían!

Exhibidos los progresos realizados en el círculo, visto que ya sabía darse vueltas de carnero en el piso sin almohadones, y respondida una metralla de preguntas incoherentes, llegó la afortunada hora de la comida del niño, ya estaba servida sobre la mesa de la cocina y, en cuestiones de disciplina infantil, Carmen era de una intransigencia prusiana, y qué bendición tener una mujer así, que se imponía sin fajarse de igual a igual con el niño, sin gritar ni pelear, y qué tipo afortunado ese Alba, y por fin el niño se marchó a lavarse las manos y a sentarse calladito para comer como los niños buenos.

—Te tengo una noticia —anunció Rafael, mientras se arreglaba con las manos los cabellos revueltos.

—¿Cuál? —quiso saber Alba, intrigado.

Rafael le explicó que al mediodía, el comandante López lo había invitado a almorzar y le entregó una invitación para el acto del 26. Pasaron un rato agradable, hablaron de su retiro, y como Denis se negara, el comandante prometió buscarle ubicación en el servicio interior. Recordaron los viejos tiempos, la época de Paco Granados, y ya como a las dos de la tarde, cuando Rafael estaba por retirarse, el comandante le leyó la copia de un cable recibido momentos antes en el MINREX, procedente de la embajada cubana en Ámsterdam. Sin más comentarios, Rafael le alcanzó a Alba una copia del cable que el comandante le enviaba por su intermedio. Era la traducción de un suelto aparecido en un periódico progresista de la capital holandesa:

LA MANO PELUDA

Tras el revuelo formado en París por la divulgación de un film cubano, en el que se demuestra de manera irrefutable el intento de la CIA por contaminar los cítricos cubanos con un virus recién descubierto en los Estados Unidos; y tras haberse divulgado en la capital francesa, la participación en el caso de un científico sudafricano, nacionalizado holandés, una verdadera legión de periodistas nacionales y extranjeros trató en vano de localizarlo. Aunque la prensa oficialista no ha publicado ninguna noticia, trascendió que el mencionado científico y su señora murieron anteayer en un extraño accidente automovilístico cerca de Amberes, del que, por misteriosas razones, las autoridades policiales se muestran reacias a brindar información.

—¿Qué te parece? —preguntó Rafael, cuando Alba terminó de leer.

—Era de prever —contestó Alba, encogido de hombros—. Y lo más lamentable del caso es que la esposa de Hunt, debe de haber corrido ya la misma suerte.

—Pobre mujer… —comentó Rafael.

Ir a la siguiente página

Report Page