¡Independencia!

¡Independencia!


Nota del autor

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Nota del autor

Esta novela constituye la segunda entrega de una trilogía que comenzó con Trafalgar (Edhasa, 2001). En ella narro las aventuras de un imaginario coronel de la guardia de corps, Francisco de Faria, actor secundario pero omnipresente en el drama histórico que España sufrió entre 1804 y 1815.

En esta segunda ocasión Faria es testigo privilegiado de uno de los momentos más épicos de todo el siglo XIX, la defensa que los aragoneses realizaron en Zaragoza contra los ejércitos de Napoleón entre el verano de 1808 y los primeros meses de 1809, en los dos asedios que han sido denominados los Sitios de Zaragoza.

A pesar del impacto emocional que los Sitios (1808-1809) provocaron en toda Europa, no han generado tanta literatura histórica como una gesta de tamaño perfil épico requería, y ello pese a que el imaginario colectivo hispano ha colocado a algunos de sus protagonistas en el nivel más alto del rango heroico patrio.

Para los españoles, los Sitios de Zaragoza fueron un ejemplo de la resistencia numantina de una ciudad decidida a salvaguardar su independencia por encima de la propia vida; para los franceses, constituye una victoria más de su ejército, y por eso consta el nombre de Zaragoza entre las victorias napoleónicas en el Arco del Triunfo de París.

Héroes y mártires para unos, tercos e insensatos para otros, los defensores de Zaragoza no dejaron a nadie indiferente a su gesta. Su entrega y su arrojo fueron presentados como ejemplo de lucha por la libertad y la independencia.

Los acontecimientos narrados en esta novela son absolutamente históricos, así como todos los personajes que en ella aparecen, a excepción de Francisco de Faria, conde de Castuera, el sargento Isidro Morales y Cayetana, la amante del conde, además de algunos secundarios poco relevantes.

Sólo me he permitido imaginar que Palafox acudió en secreto a Zaragoza, unos días antes de entrar triunfante en la ciudad, para entrevistarse con el general Guillelmi, que fue depuesto por su colaboracionismo con los franceses. Esa entrevista tal vez nunca tuvo lugar, pero para nada cambia lo que realmente sucedió entre mayo de 1808 y marzo de 1809.

Los perfiles personales del general Palafox, del pintor Francisco de Goya y de los mariscales franceses han sido dibujados tras meses de trabajo historiográfico y a partir de los miles de documentos originales de la época. Las descripciones de los asedios, de las batallas y de los espacios urbanos se basan en el amplísimo conjunto de planos, grabados, dibujos y pinturas que se conservan, muchísimos son coetáneos de los terribles acontecimientos sucedidos entre 1808 y 1809, así como en los restos aparecidos en algunas excavaciones arqueológicas. He manejado además casi medio millar de libros y artículos seleccionados de la amplísima bibliografía sobre la Guerra de la Independencia, entre los cuales he encontrado algunas contradicciones que he resuelto según mi propio criterio historiográfico.

El tono épico que trufa todo el texto está creado a propósito; responde a mi personal deseo de emular las proclamas patrióticas de la época y con él he pretendido destacar el valor de unos hombres y unas mujeres que no tenían nada que ganar en la batalla, pero que prefirieron morir luchando antes que permitir que otros decidieran por ellos su futuro.

Quiero agradecer los consejos de Josep Mengual, jefe de redacción de Edhasa, y de Antoni Moliner Prada, profesor de la Universidad Autónoma de Barcelona, que han servido para precisar y mejorar algunas cuestiones puntuales. El texto final es mucho mejor gracias a ambos. Los errores que pueda seguir conteniendo sólo a mí son achacables.

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