Igor

Igor


Capítulo trece

Página 16 de 35

Capítulo trece

Se despidieron en la entrada del hotel, mientras ambos esperaban que les trajeran sus coches.

—¿Nos vemos mañana? —quiso corroborar él.

—Sí, iré, claro. Supongo que no puedo llevar mi cámara.

—No te dejarán entrarla.

—De acuerdo.

—Pero tal vez puedo ofrecerte… —se acercó a su oído—… una sesión de fotos íntimas algún otro día.

—Señor, su vehículo —interrumpió el aparcacoches, entregándole sus llaves.

—Muchas gracias.

Ella quedó sin habla, imaginando el momento que él acababa de prometerle. Le había dicho que le daría la oportunidad de fotografiarlo como quisiera, o al menos eso estaba imaginando.

Grayson se dispuso a subirse a su automóvil, listo para marcharse.

—Espera. —Emerson lo cogió por el brazo antes de que se fuera—. Concreta lo que quieres decir con

sesión íntima.

Se rio subrepticiamente y, sin contestarle, partió de allí desternillado de la risa, sin poder apartar de su mente la expresión pasmada de Emerson. Sin duda la había puesto a fabular, tal como quería que hiciera, y parecía muy interesada, así que no le quedaron dudas de que estaría esperando la oportunidad de realizar una sesión de fotos con él.

Condujo hasta la villa en Atherton sin poder alejar ni un solo instante sus pensamientos de ella.

No quería preguntarse lo que le estaba pasando con esa mujer; si lo hacía, estaría aceptando que algo era diferente… aunque en verdad sí lo era; desde la primera vez que la vio fue así. Y durante la noche anterior, cuanto más se enterraba en ella, más quería hacerlo… Era como una puta obsesión, cada vez que conseguía correrse, por demostrarse que el próximo orgasmo no sería tan demoledor y todo volvería a ser como era siempre que estaba con una mujer, pero eso no había ocurrido… y cada orgasmo se había convertido en el mejor de toda su vida, pues cada uno había resultado ser más arrollador que el anterior. Esa mañana no quería dejarla, se había convertido en un idiota sin sentido que sólo ansiaba pasar un minuto más junto a ella. Cogió su móvil y conectó el reproductor al automóvil; luego tocó la pantalla táctil, buscando alguna carpeta de música, ninguna en especial, y la puso a reproducir.

Dancing with a stranger comenzó a sonar. Grayson bajó la ventanilla del coche y apoyó el codo en ella; necesitaba que el aire le golpeara en la cara para sentir que no era un sueño lo que estaba viviendo, para comprobar incluso que, aunque la realidad pudiera ser ominosa, era eso, su realidad. Se masajeó la frente y escuchó la letra de la canción. Se sentía abrumado, le costaba reconocer lo que estaba sintiendo, acaso como el cantante… ¿él tampoco podría superar a Emerson? Hacía escasos instantes que se habían despedido y… Agitó la cabeza cuando recapacitó y asumió lo que le estaba ocurriendo: sí, ya la estaba extrañando. Se tocó el pecho, confundido; quería redirigir el coche para ir en dirección contraria; quería perseguirla; quería, de ser posible, convertirse en su propia sombra.

—No es posible que esté reconsiderando esto —se rio.

Llegó a la villa italiana y entró dispuesto a ir a su habitación para ponerse ropa de entrenamiento y empezar con la rutina diaria. Ya era algo tarde, no podía demorarse más.

—¿Dónde mierda te has metido?

—No eres mi padre; soy adulto y no tengo por qué darte explicaciones acerca de dónde paso la noche, Zane.

Lo detuvo sujetándolo del brazo.

—Sólo soy tu maldito mánager, lo sé, pero mañana tienes una gran pelea que no puedes perder, y tendrías que estar con tu rutina de perder peso para mañana poder rehidratarte. Estás descuidando la estrategia que teníamos…

Igor se zafó de su agarre.

—No me jodas, sé muy bien lo que hago.

—Las apuestas están en marcha.

—¿Crees que no lo sé?

—Es una mujer la que te tiene así de distraído ¿verdad? Y, además, es alguien que te importa, porque, si fuera de otra manera, la hubieras traído aquí… Sin embargo, la estás ocultando. Para eso me pediste las entradas. Veo que Ariana tiene razón, tú también te has enamorado.

Igor lo cogió por la ropa.

—Cállate, sólo… ¡Maldición!, deja de decir estupideces.

—¿De verdad estoy diciendo estupideces? Porque te miro a los ojos y lo dudo.

—Tranquilicémonos. —Se apartó de Zane y se pasó la mano por la cara—. Deja de alucinar. Sí, es una mujer… pero no significa nada de lo que te estás imaginando; ella sólo es un desahogo. Estoy impaciente por la pelea, y necesitaba distracción, salir de aquí. Sólo se trata de eso, necesitaba cambiar de aires.

Se quedaron mirándose a los ojos.

—Te necesito concentrado en el combate de mañana, Igor. Sabes que invertí todo lo que tenía en este regreso. Ariana lo desconoce, y yo simplemente confié en mi equipo. Mi hijo está a punto de nacer y quiero asegurarme su futuro.

—Zane —lo cogió por los hombros—, no es preciso que me lo recuerdes. Todos estuvimos de acuerdo en que apostaras tu capital entero, y yo no te defraudaré. Puedes confiar en mí.

—Lo sé, sé que tu palabra es muy valiosa, y… sé que pondrás todo de tu parte, al igual que los demás, pero… mañana es la pelea, y tú nunca te distraes. Lo siento, creo que entré en pánico al ver que no aparecías y me he asustado un poco.

—No debes hacerlo. No he dormido en casa, pero sólo porque necesitaba despejar mi mente.

Mallic le dio espacio, decidiendo confiar en él, pero algo le indicó que no debía perderlo de vista, así que, cuando Igor ascendió escaleras arriba, lo siguió y entró tras él en su habitación.

—¿Qué quieres ahora?

—Súbete a la balanza. Quítate la maldita ropa y súbete a la balanza.

—Zane, sé muy bien cómo cuidarme. No me he salido de la dieta, no he hecho nada estúpido —

mientras replicaba, obedeció y se subió a la báscula.

—Es cierto que se supone que debes estar muy activo, pero hoy has perdido mucho peso, más de la cuenta, y esto se sale de nuestro plan… ¿Qué cojones has estado haciendo toda la noche?, ¿cómo es posible? Mandaré a que te preparen algo de comer; te meteré la comida hasta por el culo, si es necesario, para que llegues al peso que teníamos acordado.

—Deja de ponerte como un psicópata. ¿Puedes calmarte? Sólo son diez libras menos de lo que calculamos, apenas cuatro kilos y medio; hoy las recuperaré.

—No puedo tranquilizarme, siento que no estás comprometido. Tenemos un plan, teníamos un plan, mejor dicho, y en el último tramo tú vas y te apartas de él… y mira el resultado. No puedo creerlo.

—Estás exagerando, Zane.

—Vete a la mierda, Grayson King.

* * *

No podía llegar vestida al trabajo de esa forma —desde luego, hacerlo cerca del mediodía ya le aseguraba que todas las miradas estarían dirigidas a ella—, así que decidió pasar por su casa a cambiarse de ropa.

Cuando finalmente apareció en el estudio, no esperaba encontrarse primeramente con Xavier.

—Hola. Tienes mal aspecto, de destrozada.

Ella volvió a ponerse las gafas oscuras.

—Creo que algo que comí ayer me cayó mal. No podía levantarme de la cama.

Él la miró, estudiándola; la conocía muy bien, así que se sonrió y asintió con la cabeza. Luego le bajó las gafas, demostrándole que no se creía nada, y la miró a los ojos, comprobando lo que ya sospechaba.

Ella jamás enfermaba; se veía exhausta, pero por haber estado de fiesta. De todas formas, no dijo nada, simplemente se acercó y le dejó un beso en la frente.

—Todas las luces están listas en el

set para las tomas que hay que repetir esta tarde.

—Gracias, X.

Entró en su oficina y encontró a Cristiano sentado en su silla.

—Vaya, vaya, vaya… Finalmente la satisfecha amante se ha dignado aparecer. ¿Aún puedes andar?

Creía que llegarías a cuatro patas.

—No me jodas.

—Ayer me pareció entender que ibas a suspender el encuentro; cuando te fuiste de aquí, dijiste eso.

—Pero no lo hice, y me alegro de no haberlo hecho, porque lo he pasado muy pero que muy bien; he tenido una noche magnífica, con muy buen sexo… y seguirá ocurriendo mientras tengamos ganas de que ocurra.

—Entonces… si el arreglo ha cambiado, presumo que él ya sabe quién eres.

—No.

—¿No?

—Nuestro arreglo no involucra compartir nada excepto sexo, sólo eso. Ya te lo dije, pero parece que no me escuchaste.

—Estás jugando con fuego.

—Puede ser, pero disfrutaré cada momento con Grayson mientras tenga ganas de hacerlo.

—De acuerdo, disfruta, pero luego no digas que no te lo advertí. De todas maneras, como te quiero, y soy un buen amigo, aquí estaré para prestarte mi hombro cuando lo necesites, y por supuesto no tendré ningún cargo de conciencia, porque te he dicho desde el principio lo que pienso de esto.

—Descuida; puedes estar tranquilo, que no te molestaré. No necesitaré tu hombro. —Permanecieron en silencio, masticando la bronca—. A decir verdad, no te reconozco. No entiendo por qué te opones; me encantaría poder compartir contigo todo lo que me está pasando y, en vez de parecer mi mejor amigo, pareces todo lo contrario. Y, para que lo sepas, puedo decir mañana mismo que se acabó y él lo aceptará. No tendré problemas en manejarlo.

—Sí, claro.

—Por supuesto que puedo decir basta en cualquier momento.

—Me alegra que intentes autoconvencerte, pero a mí no lo haces. No quiero seguir hablando de esto, me pone loco que seas tan cabezota. Ve a otro con ese cuento que no te lo crees ni tú misma.

Mejor pongámonos a trabajar. Teníamos programadas las fotos del instituto de yoga de al lado, ya que por la tarde vienen las modelos para repetir las imágenes que salieron mal para HC.

—Iré a por mi equipo y avisaré a Peighton de que vamos para su local.

—Y yo se lo diré a Xavier, para que traslademos algunas luces; llevaré mi cámara también.

* * *

Por la tarde, Emerson estaba revisando todo el material fotográfico resultante de las dos sesiones de fotos que habían realizado ese día. Era tarde y ya no quedaba nadie en Pixel Factory, sólo ella y Cristiano, y éste justo se asomó a su despacho, dispuesto a despedirse.

—Si no me necesitas para nada más, me voy ya. —Ella estaba estirándose en el sillón mientras no podía contener un bostezo. Estaba agotada—. Tú deberías hacer lo mismo e irte a descansar; tienes unas ojeras tremendas.

—Aguarda, Cris, no me gusta que estemos enfadados. Oye, entra antes de marcharte y hablemos.

—A mí tampoco me gusta este ambiente hostil. ¿Qué quieres?

—Sólo enseñarte esto. —Le tendió un sobre de color blanco.

—Y, eso, ¿qué es?

Cristiano se sentó en el asiento frente al escritorio y cogió el sobre. Cuando lo abrió, descubrió las entradas para ir al

underground.

—¿Irás?

—Quiero hacerlo, pero esperaba no tener que ir sola.

Emerson se levantó de su silla y dio la vuelta para sentarse en el regazo de su amigo mientras se acurrucaba contra su pecho.

—Sé perfectamente que tienes razón en todo; si lo que buscas es que lo reconozca, lo hago: no es simple sexo. Estoy asustada, estoy idiotizada, estoy abrumada por todas las sensaciones que Grayson despierta en mi cuerpo, pero no puedo parar. Sé que esto, en cualquier momento, se irá a la mierda y que, cuando él sepa quién soy, me va a despreciar, pero… no consigo alejarme de él, soy incapaz. Ya es demasiado tarde, la noche de ayer fue increíble y sólo pienso en repetirla.

—Te lo advertí.

—Lo sé, sé que me lo dijiste, pero, a la velocidad de la luz, él se ha convertido en alguien irresistible para mí. Lo hicimos durante toda la noche, y cada vez se convirtió en un momento especial… y, cuando me decía a mí misma que debía marcharme, me encontraba deseándolo nuevamente y todo volvía a empezar. Soy consciente de que lo más lógico sería dejarlo todo como está ahora, pero no me siento con fuerzas para dar marcha atrás. No he podido dejar de pensar en Gray en todo el día. Creo que mi enamoramiento de adolescente se ha transformado en algo más, algo que me asusta, algo que, por más que me advertiste…

—Era imposible de evitar… —concluyó Cristiano—. Ay, amiga, estás en problemas desde antes de que tus problemas aparezcan.

—Sí, y sólo espero un milagro. Sólo deseo que a él le esté pasando lo mismo que a mí y que, cuando se entere de que soy una Campbell, no le importe.

»¿Me acompañarás a verlo pelear?

—Ay, Dios, mío, toda esa testosterona dentro de la jaula… ¿cómo resistirse?

Ir a la siguiente página

Report Page