Hitchcock

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Periodo norteamericano » 1943. Náufragos

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NÁUFRAGOS

(LIFEBOAT - 1943)

Producción 20th Century Fox, Kenneth MacGowan (para Darryl F. Zanuck); Estados Unidos. Dirección: Alfred Hitchcock. Guión: Jo Swerling, Sally Benson, basado en una historia original de John Steinbeck. Fotografía (en blanco y negro): Glenn McWilliams. Música: Hugo W. Friedhofer. Supervisor de efectos especiales: Fred Sersen. Intérpretes: Tallulah Bankhead (Constance Porter), John Hodiak (Kovac), William Bendix (Gus Smith), Walter Slezak (Willie), Mary Anderson (Alice MacKenzie), Hume Cronyn (Stanley Garrett), Henry Hull (Charles Rittenhouse), Heather Angel (señora Higgins), Canada Lee (Joe Spencer). Duración: 96 minutos. // Rodada en los estudios 20th Century Fox. Estrenada en 1944.

SINOPSIS: Flotando en un pequeño bote salvavidas se encuentran los sobrevivientes de un crucero torpedeado por alemanes: Constance o Connie, periodista; Kovac, jefe de máquinas del barco hundido; Gus, miembro de la tripulación, herido en una pierna; Garrett, operador de radio; Alice, joven enfermera; Rittenhouse, uno de los hombres más ricos del mundo; la señora Higgins, madre que lleva en brazos el cuerpo de su bebé, y Joe, negro empleado del barco. Los conflictos entre los sobrevivientes crecen a medida que pasa el tiempo en el bote; Kovac y Connie viven un intenso romance, la señora Higgins se arroja al mar tras el cadáver de su retoño, y los roces sociales, raciales y económicos crean un ambiente tenso, rematado por la llegada de Willie, único sobreviviente de un barco alemán a su vez torpedeado. Perdonan la vida del alemán y le encomiendan el mando de la nave. Willie amputa la pierna de Gus y este le descubre en retribución instrumentos de navegación y una reserva de agua dulce. El nazi arroja a Gus por la borda mientras los demás duermen y les hace creer que aquel se ha suicidado. Permanece inmutable ante el hambre y la sed de los demás pasajeros, pero su provisión de agua es descubierta y todos se dan cuenta de que los está guiando hacia aguas alemanas. Lo asesinan a golpes y lo arrojan al mar. Un barco se acerca; es alemán. Va a hundirlos cuando una nave aliada aparecida de improviso lo hunde a su vez. Recogen a otro jovencito alemán que ha sobrevivido. El joven saca una pistola de entre sus ropas y los amenaza. Lo desarman y optan por dejar su juicio en manos de las autoridades competentes.

En esta ocasión Hitchcock había sido «prestado» a la 20th Century Fox, que obtuvo del director un filme lleno de dificultades y con poco éxito de taquilla. Náufragos tuvo un periodo de preparación extremadamente largo; en él primaron los roces entre Hitchcock y John Steinbeck, colaborador en el guión. Según Leff, Steinbeck consideraba a Hitchcock como «uno de esos ingleses clasemedieros y esnobs que verdaderamente desprecian a la clase obrera», mientras Hitch recelaba de los mensajes políticos que el escritor podía incluir en el guión. Durante ese periodo el productor Zanuck casi se vio obligado a cancelar el proyecto por completo, pero Hitch le prometía terminar en «ocho o nueve semanas de rodaje». Leff explica también que «el estudio rehizo su presupuesto para que los largos meses de preproducción pudieran emparejarse con un vigoroso periodo de filmación». Sin embargo, los resultados no fueron los que se esperaban. Náufragos pasaría a la historia por una filmación tremendamente larga y complicada, cargada de efectos técnicos atmosféricos que causaban retrasos y grandes molestias a los actores, pues todo se filmó en estudio, que terminaría por costar cerca de dos millones de dólares (su ganancia en taquilla sería de menos de la mitad) y que provocó un serio choque entre Zanuck y Hitchcock.

Pese a lo anterior, The Screen Directors Playhouse, un programa radiofónico transmitido por la NBC y patrocinado por Anacin y RCA Victor, seleccionó Náufragos para dramatizarla en una de sus emisiones. Alfred Hitchcock se refirió así a su cinta:

Náufragos no es lo que llamaríamos una película de director, no tiene sets trucados, ni trucos de cámara, de hecho no tiene truco alguno. Cuando un director se aproxima a este tipo de cinta, ofrece una pequeña oración y se entrega religiosamente en manos de sus actores. Y como son muy buenos actores, el resultado es exactamente como lo escucharán a continuación…

La sencillez aludida por el director es solo en parte verdadera, porque la cinta sería, junto con La soga, La ventana indiscreta (Rear Window, 1954) y Crimen perfecto, uno de los experimentos narrativos hechos por Hitchcock bajo «restricciones extremas», impuestas para obtener un efecto determinado de espacio o tiempo que, en definitiva, la vuelven en más de un sentido una «película de director» y, como dice Spoto, «un notable experimento, ya que limita la cámara al más pequeño espacio jamás filmado comercialmente». La opinión de Hitchcock sobre filmar en espacios cerrados había sido expresada por él, medio en serio, medio en broma, cuando afirmó que «podía hacer un largometraje en el interior de un armario», siempre y cuando los personajes y el conflicto fueran interesantes. Con Náufragos se aproximó mucho a su ejemplo del armario, aunque, curiosamente, rompió la continuidad de la cinta hacia el final, en un horrendo plano que muestra a un pez curioseando cerca del brazalete que Tallulah Bankhead ha arrojado al agua como cebo. «En el aspecto visual —dice Enrique Alberich—, Náufragos destaca por la sobriedad y sabiduría de su concentración especial. Recurre con insistencia al plano medio, Hitchcock encierra a los personajes dentro de una situación».

Del trabajo con los actores dice Hume Cronyn: «Hubo por lo menos dos semanas de ensayo para Náufragos; era como si estuviéramos haciendo una obra teatral, y fue rodada casi en el orden de secuencias». Esta declaración relaciona esta cinta con La soga, pues el sistema de trabajo en ambas fue semejante.

Hitchcock se encontró especialmente cómodo con Tallulah Bankhead[4] (autonombrada años más tarde creadora del camp), a quien encontró mucho más «dura» y agresiva que Carole Lombard; Bankhead dominaba sin problema al director, que parecía encantado. Ejemplo perfecto del rebelde carácter de la actriz es la anécdota que consigna Russell Taylor:

Una vez, en el escenario, surgió un problema delicado (o falto de delicadeza). Tallulah, como era bien conocido, no gustaba de usar ropa interior, y durante una escena de fuertes marejadas se hizo evidente para los invitados presentes en el set que ella no traía bragas. Se corrió el rumor y empezaron a aparecer más y más visitantes de otros filmes, hasta que finalmente el jefe, Darryl F. Za-nuck, oyó el asunto. Después de comprobarlo por sí mismo llamó a Hitchcock y le dijo claramente que hiciera algo al respecto […]; «con gusto —respondió Hitchcock suavemente—, pero por supuesto, habría de canalizarse correctamente. ¡Y yo qué sé si sea asunto de maquillaje, de guardarropa o del peluquero!».

La cinta obtuvo algunas de las críticas más adversas y agresivas en la carrera de Hitchcock; eran comprensibles, pues, como indica Spoto, «la moral de los norteamericanos en este filme es tan gris como el mar, [y el grupo] representa un microcosmos de la guerra y, ciertamente, de los norteamericanos que se quedaron en casa». Y nos recuerda que «Hitchcock está menos interesado en la política que en la gente de Náufragos. Pero aquí tenía una historia en la que ambos se volvían indivisibles». Rohmer y Chabrol coinciden en esto y agregan: «Estamos en presencia de un cuento moral. Pero la moral de la fábula, porque es una fábula, es menos simple de lo que uno pudiera temer. Nuestra única reserva viene del hecho de que la discusión conserva un excesivo aspecto literario, y no tiene suficiente fe en el poder innato del cine…». Robin Wood encuentra que:

El nazi, tal como lo interpreta Walter Slezak, no es de ninguna manera un villano común y corriente: tiene un marcado parecido con los atractivos demonios de otras películas de Hitchcock […], un encanto seductor que no mitiga nuestro veredicto final […], pero nos hace pensar en el hombre diferente que pudo haber sido, en su potencial excelencia humana.

Náufragos trataba de ir mucho más allá del patriotismo gringo, que con su «ira americana», bañada de Dios, Patria y Justicia, termina siempre convertida en otra forma de fascismo. En suma, Náufragos no era un filme adecuado o agradable para un pueblo famoso por sus linchamientos, sus prejuicios raciales, su general incapacidad de juicio, todo esto alentado durante esos años de guerra por un fervor extremo.

La «ira americana» contra el enemigo también tuvo su expresión en el set, encarnada, curiosamente, en la persona de Tallulah Bankhead. Russell Taylor relata que «a ella le disgustaba violentamente Walter Slezak, el actor alemán, firmemente antinazi, que personificaba al nazi en el filme, y lo molestaba persistentemente, gritándole “maldito nazi” y otros insultos, cada vez que le venía en gana». Y digo curiosamente porque ella es el personaje conductor de la fábula humanista. De ese personaje dice Robin Wood: «Está maravillosamente realizado a lo largo de la película, […] [en la que] presenciamos […] el despojamiento gradual de todas las barreras artificiales que ella erige entre su persona y su vida», mientras pierde objetos que las representan.

El personaje de Constance Porter va desprendiéndose de sus posesiones materiales mientras avanza la cinta, alcanzando la «última fase» cuando, dice Wood:

Su muy apreciada pulsera de diamantes [ella ha jurado que nunca se separará de la pulsera, que adquiere la importancia simbólica de un trofeo, como un medio de autoexhibición, como una encarnación de valores falsos] se pierde después de ser usada como cebo en un intento de pesca. En ese momento se nos hace sentir que su risa incontrolada no manifiesta tanto la histeria como una sensación de alivio: ha perdido todos los atavíos externos que parecían componer su identidad, y descubre, sin embargo, que ella sigue estando ahí como ser humano.

Noël Simsolo concluye: «No juzguéis, nos dice Hitchcock, y con esta obra de asceta, sobresaliente en lo técnico, supera al cine y nos sitúa frente a nosotros mismos, que estamos en el islote de una sala oscura, tan solos y ciegos como los náufragos que contemplamos».

APARICIÓN DE HITCHCOCK: En un anuncio para adelgazar impreso en el periódico.

Náufragos (1943)

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