Hard

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Capítulo Seis

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Capítulo Seis

 

Hacía muchos años, cuando recién comenzaron a conocer el éxito y lo que eso conllevaba, Derek cayó en las drogas más rápido que un bebé aprendiendo a caminar.

Sobre todo con escenas como esta.

Cerrando los ojos, apoyó la cabeza en el respaldo del sofá en el que estaba medio desmadejado, e intentó evitar ver a Ethan y a Caden compartiendo mujeres como si no les importara nada… lo cual de hecho, así era, pero no pudo dejar de escuchar los gemidos. Incluso ahora, escuchó el inconfundible sonido de otro orgasmo, probablemente de Caden y su ramera, y se imaginó por alguna razón a él con Davina.

Tal vez debería arrancarse su propia columna vertebral.

En fin, lo bueno de las fantasías es que nadie se enteraba de ellas. Y nadie tenía por qué conocer tus debilidades. Seguir adelante con su vida no tenía por qué implicar encuentros sexuales, se dijo para sus adentros.

Aceptar la muerte, desprenderse de Ellen, eso era algo que podía hacer sin necesidad de tener a una mujer desnuda a su lado. El problema era… que no era tan fácil. Por eso las drogas se habían convertido rápidamente en la solución a sus problemas. Con el tiempo, Derek aprendió de sus errores… Eh… bueno, justo ahora estaba de nuevo aprendiendo a salir de uno de ellos, así que no había aprendido nada en realidad, continuaría trabajando en ello.

Otro jadeo llenó la habitación, e irremediablemente abrió los ojos tan solo para encontrarse con los verdes entrecerrados de la chica que pensó que venía aquí para estar con él. Oh, la decepción estaba plasmada por todo su lindo rostro.—¿Al menos puedo chupártela? —Él abrió los ojos como platos, poniéndose de pie.

—Otro día, cariño.

Así que, antes de que continuara con esas insinuaciones, y mostrando ese exagerado par de tetas en un, por demás fallido, intento de seducción, Derek bostezó fingiendo cansancio, y sin decir otra palabra, salió del camerino, tal como siempre hacía. Nunca daba explicaciones, los chicos ya sabían. Una vez fuera del estadio y sin paparazis a la vista, el calor que hacía en Las Vegas lo golpeó como una fuerte bofetada ardiente mientras subía rápidamente a la Suburban que lo esperaba oculta en la parte trasera. Era como poner los pies en el infierno.

Concentrándose en la viva ciudad en la entrada noche, trató de no pensar en todos esos cuerpos enredados, algo que nunca requería de mucho esfuerzo. Salvo porque ahora se estaba convirtiendo en un problema al recordar a Davina. El puro recordatorio de sus labios lo tenía ansiando más que solo un pase. Quizá por eso, cuando la camioneta se detuvo afuera de su camión rodante, se desinfló un poco al ver las luces apagadas. Le esperaba otra larga y calurosa noche jodidamente solo.

¿Dónde estaría Davina?, ella siempre regresaba después de un concierto, pero la había visto divirtiéndose con Giselle y Zoe, quizás se había ido con ellas, o quizás estaba conversando de nuevo con el jodido tipo del sonido... Frustrado, el guitarrista respiró profundo, arrastrando los pies hacia su autobús, deseando solo acostarse desnudo con una botella helada de Gray Goose… El sonido del disparo de una cámara lo detuvo en seco. Mierda, paparazis, y Davina no estaba por ningún lado para fingir que tendrían sexo alocado en el autobús, la noche no podía ponerse jodidamente mejor.

—Llegas temprano —dijo antes de disparar el flash de nuevo.

Él se sacudió ante la imagen, Davina estaba sobre sus rodillas en ese terreno rugoso y caliente fuera del autobús, tomándole fotos a un extraño animal, y parecía tan concentrada en ello que no notaba como sus vaqueros marcaban su bien formada silueta al estar medio inclinada. En realidad, tendría que dejar la amistad con esos hijos de puta calientes de sus compañeros, porque ahora todo lo que podía ver era ese trasero respingón.

—Siempre vengo para acá después de un concierto —contestó con la voz ronca.

—Creí que te llevaría más tiempo estar con alguna de las tetonas que Ethan llevó.

¿Con alguna de…? Maldición.

Respirando hondo, se acercó sigilosamente, tratando de no ahuyentar al extraño reptil al que le estaba tomando fotografías. Ethan y Caden, con su promiscuidad, podían meterlos en graves problemas. Por ejemplo, para Giselle, resultaba difícil lidiar con tantas chicas alrededor, incluso sabiendo que había robado por completo el corazón de Dylan y… Sacudió la cabeza. Pensar en la novia de su primo nunca le había traído nada bueno.

—No estuve con ninguna.

—Por mí no te detengas.

—No lo haría, ni siquiera lo había pensado.

Ella lo miró, el viento caliente alborotando ese largo cabello rubio, provocando que Derek sintiera el extraño impulso de querer apartarlo de su rostro.

—Bueno, antes de que vuelvas a tu perpetuo estado de asno, te doy las gracias por ponerte la camiseta en el escenario.

—Dijiste que querías eso, y hablando de ello, y como ya no tengo por qué fingir…

Y entonces se la estaba quitando, a la mierda con esa prenda opresora, pero cuando se encontró con los ojos de Davina, se sorprendió de verlos enormes y ligeramente dilatados antes de que carraspeara, desviando la mirada. ¿Acaso ella…?

—Haré la cena —se encogió de hombros—, como para recompensarte eso.

—¿El que me portara como un buen novio?

—Sí, tómalo como parte de nuestra tregua. —Se puso de pie, sacudiéndose las rodillas—. Además, sé que no has dicho lo que quieres de mí, pero puedo adivinarlo.

Derek dudaba mucho que ella tuviera la más remota idea de lo que él realmente quería de ella. Besarla, sujetarla bajo su cuerpo… cada vez se sentía más atraído por Davi, y realmente no tenía ni idea de por qué.

Había visto cuerpos desnudos cientos de veces, ojos azules, labios carnosos, ¡tetas!, pero algo en su simpleza era increíblemente atrayente.

—No sabes lo que quiero —dijo con una extraña voz ronca, que ella afortunadamente no pareció notar cuando habló de nuevo.

—Exacto, pero me hago una idea, después de un arduo día, seguro tienes hambre.

—¿Y podrás hacer la cena sin matarnos en el intento?

—Oh, tan solo obsérvame —canturreó.

Y claro que sí. La observó todo el tiempo. Desde su respingón trasero hasta como jugueteaba con esa vieja cámara suya, todavía no entendía por qué a veces la cargaba, sabía que tenía una colección increíble de cámaras, pero en situaciones particulares sacaba justo esa.

El guitarrista se demoró contemplando ahora sus dedos. Largos, delicados, con uñas cuadradas y pintadas con una capa de brillo. Sentía debilidad por las manos bonitas... Y de pronto, un montón de imágenes inundaron su mente, imágenes no muy decorosas en las que esos dedos acariciaban su cuerpo, otras donde a veces arañaban su espalda. Aunque para ser honesto, se imaginaba que ella sería suave, que le tocaría con ternura…

Davina sería diferente a lo que estaba acostumbrado. O bueno, a lo que Ellen lo había acostumbrado, y a su verga debió gustarle aquella supuesta diferencia porque tuvo que acomodarse los pantalones mientras entraban al autobús.

Y aunque no era su intención, continuó comparándola; Davina era tan femenina, a diferencia de Ellen. Era más bajita y tenía una constitución mucho más delicada. Era más bien pálida, en lugar del tono trigueño de la piel de Ellen. Era modesta, no atrevida... y sí, tenía que bajarse de ese tren de lujuria antes de que se estrellara contra un muro de acero.

Cuando la enorme y lujosa camioneta se detuvo fuera del autobús que Jeremy había rentado para ellos, Davina se tensó, preparándose para lo peor.

Esperaba lo evidente, que Derek se viera como si acabara de realizar una intensa faena sexual, ya saben: labios rojos, marcas por todo el cuello, cabello revuelto producto de manos apasionadas de la morena tetona, porque estaba claro que escogería a la que más se pareciera a Giselle, incluso se lo imaginó probablemente todavía excitado y con el cuerpo dispuesto para más. Salvo que entonces se quedó helada cuando una idea peor cruzó por su mente, al imaginar un escenario donde arrastraba a la chica hacia el autobús y tenía sexo desenfrenado justo encima de su alcoba.

Todavía estaba congelada cuando lo vio bajar solo, pareciendo más cansado que nunca, arrastrando los pies, y luciendo… taciturno. Para ser honesta, su corazón hizo una extraña voltereta y aunque tuvieron un intercambio rudo de palabras nada más verse, aquí estaba, tarareando una canción, luciendo bastante contenta mientras intentaba calentar unas pechugas a la plancha como agradecimiento por ayudarla a preservar su salud mental. Y también para apartar su mente de ese tentador cuerpo. Jesús. Tan pronto como estuvieron dentro, se sacó su camiseta y calcetines, quedándose solo en vaqueros. Podía pensar que su odio por la ropa era extraño, pero ciertamente no le importaba mirar su cuerpo desnudo.

Y todo iría genial, salvo porque empezó a salir muchísimo humo del sartén. Mordiéndose el labio, Davina se apresuró a poner más velocidad en todo, moviendo el pollo y agregando rápidamente los vegetales que había picado. En un intento desesperado por calmar aquello, puso más aceite pero entonces le saltó a la mano, el-hijo-de-puta. Con un jadeo, retrocedió aguantándose un chillido, porque ante todo estaba el orgullo.

Tenía que mover aquello para que no se pegara, así que volvió al ataque, pero cuando la alarma contra incendios se disparó, su débil chica interna la traicionó al dejar escapar un grito asustado. La risa de Derek sonando a través de ese escándalo solo la sacó más de sus casillas.

—Lo sabía, eres increíblemente mala en esto de la cocina, deberían poner un letrero con tu rostro que dijera “no la dejen cerca de una estufa” —gesticuló con las manos.

—Es un letrero muy largo.

—Solo sería tu rostro con una tacha.

—Cállate, solo… no estoy acostumbrada a estos sartenes, seguro les falta teflón, y esa maldita alarma es un escándalo viviente. —Él siguió riéndose mientras apagaba el incendio. El humo salía del fregadero, ondulando en torno a un chorro de agua, Davina apagó la estufa, la comida entera corriendo con una chamuscada suerte.

—Con un sándwich estaré bien, ¿quieres uno? —Él se giró y apoyó su cadera en la encimera, dándole una tentadora visión de su pecho esculpido.

—Yo lo haré —dijo mortificada, quitándose el cabello de la cara.

—¿Por qué mejor no te sientas y me cuentas qué te pareció el concierto? —La sujetó por los hombros, acompañándola hacia el taburete como si fuera una niña revoltosa.

Davina lo miró sopesando sus posibilidades de ser más humillada al refutar, pero Derek tan solo se concentró en dejarla ahí mientras limpiaba los restos de toallas de papel y pollo, que eran una papilla de cenizas cerca de la estufa. Así que se quedó callada, pero solo porque vio que él tenía todo bajo control, por esta vez.

—Estuvieron geniales, podía sentir la electricidad en el ambiente.

—Fue un público intenso, ¿tomaste fotografías cuando Dylan se lanzó hacia ellos?

—Por supuesto. —Sonrió al recordar el jadeo de Giselle y la histeria colectiva de los guardias de seguridad—. Pero… creo que Dylan se va a ganar una paliza.

—Jeremy lo regañó. —Se pasó la mano por el cabello, y los dedos de ella le picaban por hacerlo por él.

—Giselle estaba muy asustada también, y enojada por… ya sabes. —Derek sonrió.

—El sostén. Sí, es como si vivir con un deseo de muerte perpetuo fuera su meta en la vida —comentó colocando el jamón sobre los panes.

—Está loco.

—Siempre lo ha estado. —Puso el plato con un sándwich frente a ella, luego se sentó justo en el lado contrario, inclinándose hacia atrás en la silla.

—¿Crees que Giselle lo perdone?

—Claro. —Dio una mordida a su sándwich—. Están profundamente enamorados.

—Lo sé, al menos ellos se tienen el uno al otro. —Lo miró de reojo, debatiéndose entre su siguiente pregunta, después de todo era también una reportera y parecía que el llamado del deber era fuerte—. Y bueno… ¿por qué llegaste tan temprano?, pensé que estarías ocupado, ya sabes, con las chicas que llevó Ethan.

Él se tensó repentinamente, pero trató de disimularlo encogiéndose de hombros, haciendo que todos aquellos deliciosos músculos se movieran.

—Nunca participo con ellos en lo que sea que hacen tras bastidores.

—¿Estás de broma?

—No.

—¿Por qué no? Una se parecía a Giselle.

—¿Por qué insistes con eso? —La miró irritado.

Davina pensó bien lo que iba a contestarle, porque por su helada mirada, claramente el ambiente estaba cambiando de arcoíris y risas, a sin perdón y mandado directo al tercer aro en el infierno, pero no le importaba, había cosas que ya estaba cansada de ignorar.

—Porque eso es lo que te gustaría, ya basta de negarlo, no le veo ningún sentido.

Derek boqueó solo un poco antes de levantarse como si tuviera un resorte integrado en el trasero, la miró de pies a cabeza, sus labios apretados con evidente desaprobación. Davina se encogió un poco en su lugar, pero se negó a retractarse mientras lo observaba caminar de un lado a otro tirando de ese cabello rubio arenoso.

Las venas resaltaban en el costado de su cuello y una capa de sudor cubría la musculatura de su espalda eternamente desnuda. Sin embargo, y a pesar de la ira, su actitud de pronto se volvió pura derrota. El hombre podía ser más que ocasionalmente arrogante, pero era fuerte y orgulloso.

Durante todos esos meses conociéndolo, lo había visto pasar por todo tipo de estados de ánimo, aunque la mayor parte de ellos eran malos. Sin embargo, nunca lo había visto luciendo de esta manera, derrotado. Y dolió saber el porqué.

—Es oficial, hoy fue un día de mierda, necesito algo —dijo, su voz gutural.

—¿Algo como…? ¡No!

—No iré por drogas, ¿sí?, solo será una botella de vodka.

—¿Estás loco?, ¿crees que no sé que antes de caer en el infierno empezaste a forjar tu camino con el licor?, olvídalo.

—Davina, escucha —pidió, apoyando las manos en la pequeña barra—, esto se acabó, no puedo seguir fingiendo que no…

—Eres mejor que esto.

—Solo voy a ir por un trago. —Intentó rodearla para salir de la pequeña cocina.

—No voy a dejarte hacer eso, Derek.

Él se detuvo justo frente a ella, con el rostro furioso y el cuerpo tenso. Su pecho subía y bajaba como listo para darle un puñetazo. Cada instinto de supervivencia le gritó que corriera a llamar al 911, pero no lo haría, porque para su desgracia, esta escena familiar no lograba asustarla del todo.

Sí la tenía congelada en su lugar, pero por razones distintas al miedo, sabía bien qué pasaría si ella retrocedía ese paso que tanto ansiaba, así que no lo hizo, pese a que Derek era mucho más alto que ella, y sus nuevos pasatiempos favoritos fueran levantar pesas y trotar como si el mundo fuera acabarse si él no se llenaba de músculos. La adrenalina corriendo a través de sus venas tenía sentido, sobre todo porque había visto a Derek hacerle, inconscientemente, daño a Giselle.

—Es un maldito trago, no el puto fin del mundo.

—Sabes lo que un trago implica para ti, no puedo creer que estés saltando por el borde solo por lo que te pregunté, ¿es que acaso Giselle significa tanto para ti? —Derek apretó las manos en puños—. ¿Cómo puedes ver a la cara a Dylan cada día, deseando tanto a su novia?

—¡No tienes ninguna maldita idea de lo que siento cada vez que veo a mi primo besando a la que podría ser mi Ellen! —gritó, sus ojos luciendo frenéticos, antes de que intentara calmarse, pellizcando el puente de su nariz—. Davina, mira, solo déjame ir por un maldito trago para relajarme, no haré nada más, y si me dejas, hablaremos como personas civilizadas sobre esto, lo prometo.

—No voy a aceptarlo, y podemos hablarlo como personas civilizadas y sobrias, aquí y ahora. —Su voz tembló, pero no dio marcha atrás—. ¿Por qué no me cuentas de Ellen?, tal vez eso ayude, necesitas dejar de verla a ella en Giselle.

—Sé que tienes razón, Gis no es para mí, lo entiendo. —La frustración fue afilada en su voz, y la confesión logró que, por alguna razón, su corazón doliera ante su admisión.

—Si pudieras volver el tiempo, ¿te habrías aproximado a ella primero que Dylan?

—He pensado en ello miles de veces. En todos los escenarios, soy un inepto. Ella no es para mí, nunca lo fue y no lo será —espetó, rascándose un tatuaje en su brazo derecho.

—Lo lamento.

Derek respiró profundo, desplomándose frente a ella en uno de los taburetes, sus ojos perdiéndose en la nada, afortunadamente también desapareciendo ese brillo desesperado que tuvo segundos antes.

—No tiene sentido que hablemos de esto cuando se supone que eres mi chica. —Davina se tensó ante esas palabras, ser su chica, no era algo que se le hubiera ocurrido que sería ni en un millón de universos alternativos.

—Solo para efectos prácticos —intentó sonreír, pero estaba segura de que fue más bien una mueca—. Supongo que ahora entiendo por qué no podías mirarme de otra manera, porque tu corazón pertenece a otra.

—¿Que no te miro de otra manera? —inquirió entre dientes.

—Creo que lo entiendo, ¿sabes?, no necesitas explicarme nada.

—Estás tan errada.

—Lo que sea —agitó la mano—, ¿por qué no te quedaste después del concierto?

—Además de que no puedo permitir que me vean con otra mujer que no seas tú, por obvias razones, nunca me han gustado las chicas que Ethan atrae. —Rebuscó en sus vaqueros, sacando los cigarros mientras caminaba hacia la ventana para encender uno—. En su mayoría son groupies, no entiendo cómo no le preocupa lo que publique la prensa.

—He visto columnas y columnas de ello, tienes razón.

—Ahí lo tienes.

—Pero… si no son groupies, ¿con quién estás…? Ya sabes.

—¿Cogiendo?

Davina apretó los labios, y puede que las piernas.

Por alguna razón, esa palabra saliendo de sus labios en ese tono ronco, e inconscientemente sensual, la hizo sentir caliente y nerviosa, incluso tuvo que aclararse la garganta por un tema que ella puso en la mesa.

—Ajá.

—¿Y tú?, ¿con quién estás acostándote?

—Con nadie, ya no me van los rollos de una noche —explicó, encogiéndose de hombros.

Derek ladeó la cabeza, mirándola con un interés desconcertante, sus ojos de ese tono especial clavados en ella, de una manera que podía ponerla en las nubes o el ártico de la misma forma, a su vez parecía tener un conflicto interno, y justo cuando Davina pensó que no iba a obtener ninguna respuesta, él exhaló una larga bocanada de humo.

—Yo tampoco estoy con nadie.

—Claro, tú… ¿qué? —Él se encogió de hombros.

—Sabes lo que se dice, sexo, alcohol y drogas. Si dejas uno, debes dejar los otros.

—No… —tartamudeó—, es decir… tú no… ¿con nadie?, ¿desde cuándo?

—¿Por qué te resulta tan difícil de creer? —siseó luciendo ya malhumorado, porque, por supuesto, el mal humor y él siempre iban de la mano.

—Las revistas dicen…

—Chismes —interrumpió—, tú mejor que nadie debes saber de qué se trata.

—No solo son chismes, justo hoy te vi con una. —Otro encogimiento de hombros.

—Jeremy maneja la publicidad de la banda, basura o no, así que es el encargado de poner chicas en mis brazos, pero para ser honesto, siempre termino regresándome solo al autobús. Te lo dije, no tienes de qué preocuparte conmigo.

Davina parpadeó un par de veces sin ser capaz de hilar coherentemente sus pensamientos, porque ahí, frente a ella, estaba un dios de la música funk rock, reconocido mundialmente, con un cuerpo trabajado y escultural, conocido también por sus múltiples adicciones, diciéndole ¿qué?

—¿Desde cuándo no estás con una chica? —De nuevo la postura se tensó en la forma en la que sujetó el cigarrillo, o cómo sus anchos hombros hacían esa ligera contracción.

—¿Para qué quieres saberlo? —Dio otra calada—. ¿Es que no te basta con saber que me gusta Giselle?, ¿no conoces los límites de la privacidad?

—Solo confía en mí, esto no saldrá en ninguna revista, te lo juro.

—¿Así como las fotografías que se suponía que no sacarías?

Ella no dijo nada, sintiéndose derrotada. Derek la miró un tiempo lo suficientemente largo, como para ponerla nerviosa y que incluso las palmas de sus manos sudaran. Si al menos no fuera tan guapo, solo estaría nerviosa, no con esta sensación de cosquilleo recorriendo su cuerpo constantemente.

—Mira, lamento mucho haberte obligado a que me confesaras tus sentimientos por la novia de tu primo, a veces no puedo evitarlo, lo siento. —Él exhaló, restregándose una mano por la cara.

—Soy yo el que lo siente, sé que está mal mirar a Giselle de esa manera, pero me recuerda mucho a Ellen, y por más que intento, simplemente no puedo evitar estar mirando en su dirección todo el tiempo. —Se pasó una mano por el cabello—. Es obvio que Dy lo sabe, pero no sé por qué no ha pateado mi culo por ello, ¿podrías… por favor decirme cuando lo esté haciendo?, no quiero seguir con esto.

—Hay algo en la manera en que dices su nombre, algo que decidí ignorar…

—¿En la manera en la que digo su nombre?

—Sí, verás —resopló—, es como… como si la reverenciaras de forma inconsciente.

—Es una mujer increíble, hizo mucho por mi familia. —Una mirada soñadora vino a sus ojos.

—Y eso es muy bueno… pero debes tener cuidado con tu actitud.

Una extraña sensación de hundimiento se estaba haciendo espacio en su corazón, y… no gracias, no podía sentirse mal porque él estuviera tan interesado en otra. Derek frunció el ceño, pareciendo entre pensativo y nervioso cuando sus ojos la encontraron.

—No lo había notado.

—Oh —se rio—, créeme que sé que no lo habías notado.

—Diablos, no era mi intención ser tan evidente —se quejó, pasándose una mano por el cabello en un gesto por demás nervioso.

—Te ayudaré de ahora en adelante, prometo pellizcarte, codearte, pisarte o darte un golpe en cuanto te vea haciéndolo. —Él suspiró, no pareciendo feliz con todo esto—. ¿Crees que podrías decirme que pasó con Ellen en algún momento?, sería solo para poder ayudarte, ¿terminaron de una forma horrible?, ¿te acosa?, ¿por qué te tiene así?

Derek parpadeó mirándola, su gran cuerpo tenso de nuevo.

—Debo responder con un sí a todas las preguntas, y agregar que... mi esposa… ya no se encuentra en este mundo, así que no hay mucho más que contar.

—¿Tu e-esposa?

Davina lo miró estupefacta, tenía que estar bromeando.

Salvo que sus ojos ligeramente enrojecidos le dijeron que no lo estaba. En todos estos años como reportera de chismes baratos y no tanto, nunca había escuchado algo como eso, lo que la hizo comprender algunas cosas, como que Jeremy era demasiado astuto al desviar la atención hacia una drogadicción que estaba por demás intentar encubrir, y a su vez, cubriendo una verdad que podría resultar en la nota más escandalosa de la banda, junto con una búsqueda incesante por parte de todos los medios para descubrir toda la verdad.

Mirando ahí la postura tan tensa de Derek, el instinto le dictó que lo que sea que desencadenó en el fallecimiento de su esposa, no fue por causas naturales, ¿qué pudo ser?, ¿un accidente?, ¿cáncer? realmente no tenía idea.

Esto era un secreto casi tan fuerte como el que ya ocultaba sobre el ataque a Giselle, y que él se lo estuviera confiando… Sacudió la cabeza, tenía que dejar de verlo como una maldita reportera cazadora de notas, él necesitaba una amiga.

—Oh, Dios, Derek, yo… lo siento tanto, no…

—Fue hace mucho tiempo. —Encendió otro cigarro—. Pero a veces siento como si el tiempo se hubiera detenido, y no logro avanzar, entonces yo... a veces no puedo.

—Vas a lograrlo, eres increíble. —Él dejó escapar una risa llena de autodesprecio.

—Ahora solo vivo pensando en cómo atravesar cada día sin volver a caer en un vicio, ¿sabes? —resopló—. Mi vida se redujo a intentar salir de vicios y huir de paparazis, era mejor cuando era solo un bastardo viajando por las calles en patineta.

—¿Eso es lo que te gustaría? ¿Ser nadie? —Derek dio otra calada a su cigarro.

—La mayoría de las veces. Todo era más fácil cuando solo pretendía divertirme tocando la guitarra, ahora todo lo que hago y digo es puesto bajo la lupa y en los tabloides como el peor ejemplo a seguir. Ya sé que lo soy, y solo es más deprimente que utilicen mi vida como alguna clase de anuncio sobre prevención de drogas para adolescentes.

—Pero también eres un gran ídolo. Ustedes motivan a las personas, son un ejemplo a seguir para muchas generaciones. —Derek hizo una mueca.

—La verdad es que quisiera ser un ejemplo, porque he visto las caras de los niños iluminarse con mi presencia cada vez que visitaba a mi mamá en la escuela en la que trabajaba, y de verdad quisiera ser un hombre de provecho y decir que ahora sí voy a estar limpio, pero sencillamente no lo sé. He hecho una cantidad ridícula de promesas, a mamá, a otras personas, a mí mismo, pero la verdad es que mis palabras carecen de validez.

Ella dejó que el silencio los rodeara.

Necesitaba serenarse ante tanta información y este extraño momento de sinceridad con Derek. Porque justo ahí, con ese porte abrumador, mientras fumaba… nunca le había parecido más vulnerable.

—Vamos a pensar en sobrellevar cada día, te voy ayudar en todo lo que pueda.

—¿Incluso si estoy viendo demasiado a Giselle? —inquirió burlón.

—Sobre todo si estás como un maldito y espeluznante obsesionado. —Él sonrió.

—Hablando de ella. Jeremy me dijo que vino a dejarnos un postre que cocinó antes del concierto, ¿quieres un poco?

La rubia apretó los labios, definitivo, había un largo camino por delante en esto.

 

 

 

 

 

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