Hard

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Capítulo Nueve

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Capítulo Nueve

 

Davina pensó que después de lo que había pasado entre ellos, Derek entendería que obvio ahora ya no quería compartir ni siquiera la cama con él. Pero al parecer, no le había llegado el memo.

—Oye, lo siento —susurró en medio de la noche.

Estaba despierta aún, lo normal para una persona que está jodidamente incómoda al lado de alguien que no quiere acercarse a ti ni para desearte el mal.

—Derek, de verdad estoy muy agotada.

—Sí, lo sé, pero… es que no quiero que pienses que no eres atractiva. —Lo sintió moverse, genial, nada de dormir—. Eres una mujer increíble. De verdad. En algún lugar y momento diferente estaría saltando sobre ti, pero por mucho que esto se sintiera diferente, soy un maldito desastre. —Davina se animó a mirarlo entonces, él suspiró, encogiéndose de hombros—. Simplemente no puedo tener más complicaciones en mi vida ahora mismo, vengo saliendo de una jodida adicción. Tengo que poner en orden mi vida y ocuparme de la gira. No estoy en posición de estar haciendo esto con alguien como tú.

—¿Alguien como yo? —inquirió en tono dolido.

—Es decir —gruñó, pasándose una mano por el cabello—, sé que eres reportera y todo eso, pero me refiero a que eres… buena, jodidamente dulce… ―Respiró profundo―. Demasiado buena para estar con un tipo como yo. Soy todo lo que no debe estar alrededor de ti, ni siquiera cerca.

—No me juzgues por mi apariencia, Derek, yo no lo hago contigo —dijo apretujando la manta a su alrededor.

—Puedo verlo, y haces mal.

—Claro, porque ahora resulta que sabes lo que es mejor para mí. En fin, no vamos a discutir esto ahora. Mañana tenemos un largo día.

—Sé que te parezco un idiota y todo esto te resulta cansino.

—Tus razones debes tener para mantenerte alejado solo de mí.

En el silencio que pasó, ella cerró los ojos de nuevo, detestando cómo sus palabras quedaron flotando en el aire, las palabras de una chica que no solo sonaba necesitada sino desesperada. Terminaría con esta farsa de una vez, lo sentía por Giselle, por la banda…

—Espero no arrepentirme de esto —susurró él, respirando profundo—, pero tienes que saber que no solo estoy evitando el sexo por mis adicciones, la verdad es que me volví célibe después… después de perder a Ellen.

—¿Q-Qué? —Tenía que lavarse los oídos, con urgencia.

—Sé que quizás en cualquier convento está bien visto, pero no cuando eres una jodida estrella del rock. Ya sabes el dicho: sexo, drogas y rock and roll. Eso te hice pensar, y lo creíste porque es obvio, ¿no? Si eres famoso, tienes todo eso por montones, pero no en mi caso. Al menos no lo del sexo.

Está bien, Davina simplemente no podía creerlo; se dio la vuelta, enfrentándolo.

Derek estaba sobre las mantas con los brazos reposando en ese duro abdomen y un pie cruzado sobre el otro, también tenía la mirada clavada en el techo, o lo suponía ya que la habitación estaba a oscuras. Y no, no parecía estar bromeando.

Estaba tan confundida, había visto el destello de interés que tenía hacia algunas chicas; definitivamente le gustaban las mujeres. Pero también había un recelo que no encajaba con su atracción inicial a ellas.

—Pero tú dijiste…

—Tenía miedo de que lo supieras, eres una reportera. —Se giró sobre su costado para mirarla también—. Sé que tarde o temprano lo revelarás, pero estoy cansado de que creas que te repudio, o que te tengo asco, eso no es verdad, es un jodido voto. Es lo único que he podido cumplir, la única promesa que no he roto.

Ella contuvo el aliento, ¿cómo era eso posible?, ¿estaría tomándole el pelo de esta forma cruel?, dado el mutis que siguió comprendió que no, con esto no estaba bromeando, de hecho, él no se caracterizaba por ser un bromista, simplemente… diablos.

—Nunca revelaría un secreto como ese, Derek, y si en algo te hace sentir más tranquilo, el público jamás me creería que eres viudo, mucho menos célibe.

—Por eso te lo he confesado, lo he estado pensando y solo basta con que me vean con un par de mujeres para borrar el rumor. Jeremy se encarga de esa mierda, mi imagen. Aunque ya me lo ha advertido, al parecer, ser célibe no es algo normal en una sociedad tan retorcida como en la que nos manejamos, sin embargo, me respeta y cuida mi espalda.

—¿Es por eso que te gusta Giselle?, ¿porque hace mucho no estás con nadie?

Él se acomodó mejor en la cama, y era como una enorme pantera, como un depredador al acecho.

—Giselle me gustaba al principio porque se parece mucho a Ellen, pero después… —Sacudió la cabeza, cortando el tema.

—Tu enamoramiento realmente apesta.

—Sí que lo hace —se rio—, ¿me seguirás ayudando con esto?

—Nunca rompo mis promesas.

Derek respiró hondo, parecía una estatua. Una de Miguel Ángel, era fácil para él quedarse tan quieto como cualquier obra de arte.

—¿Qué les diré cuando vean nuestras fotos del beso?

—¿A Dyselle? —Él asintió—. Les dirás que estamos probando algo nuevo, es todo.

—Dylan sabe que no me meto con ninguna chica desde que enviudé, sospechará de por qué lo estoy haciendo justo ahora y con la persona menos indicada.

—Le dirás que así es el amor, que estás harto después de tanto tiempo estando solo. —Se inclinó ligeramente más hacia él, quizás su aroma ya la tenía hipnotizada, y por eso se animó a darle un suave beso en la mejilla—. Todo estará bien, confía en mí.

—Nunca pensé que iba a… ya sabes, a volver a estar con nadie, y con todo esto que estamos haciendo, estoy rompiendo con lo único que me ataba en este mundo, y ahora me siento como un maldito globo lleno de helio.

—Solo estamos pretendiendo. —Él sacudió la cabeza.

—Quieres una relación completa.

—Estaba ebria cuando dije eso.

—Davina… —Se incorporó en un codo para mirarla—. Mereces el contacto humano que tanto anhelas, y yo debería ser capaz de dártelo, Dios sabe que si cualquiera de mis hermanos estuviera en mi lugar lo habría hecho en un jodido segundo.

—No tenemos que hacer nada que no quieras.

—¿Sabes que por lo general este diálogo es al revés? —Ella sonrió dejándose caer de espaldas, era muy difícil concentrarse con él oliendo así de delicioso.

—Los tiempos han cambiado desde la última vez que saliste con una chica.

—Sé que con Ellen tuve una relación tóxica, lo sé ahora, pero aun así estaba feliz de estar casado con ella, y pensé… que tendríamos hijos y formaríamos una familia, ya sabes.

Secretamente, eso era algo que también Davina quería. ¿Quién no querría la casa, los niños y el perro?, pero a estas alturas de su vida, esa perspectiva había cambiado mucho, con su trabajo a tiempo completo, las deudas y sus constantes mudanzas, Davina no había sentido más la necesidad de sentar cabeza, incluso toda la idea ya le parecía absurda. En cambio, Derek, aunque no tenía a su padre, creció en una familia, lo experimentó.

—¿Y ya no te gustaría?

—¿Te estás ofreciendo? —bromeó cerniéndose sobre ella, robándole el aliento.

—Me estoy ofreciendo para cubrir la parte de compañía momentánea, porque no nos queda de otra y lo sabes, no es como que alguno de los dos pueda salir a buscar compañía sin ser descubiertos.

Y aunque no podía verlo en la oscuridad, su rostro estaba a centímetros del suyo, su cabello haciéndole cosquillas en la mejilla. Ella empujó con suavidad el cabello fuera de sus ojos, un gesto que alguna que otra vez compartió con un compañero de cama, en situaciones por demás distintas, a estar abriendo su alma frente a un ícono del rock.

—¿Qué piensas, Derek? Te quedaste callado.

—Estoy pensando que son muchos años estando solo. Durante todo este tiempo he buscado canalizar mi energía de manera equivocada, con la intención de no necesitar algo como esto… —Dejó que una de sus callosas manos se colara suavemente por el dobladillo de su blusa, robándole el aliento—. Pero justo ahora, quiero besarte como si fueras mía. —Por primera vez, su voz salió distinta. Más ronca, posesiva, sin sarcasmos, sin mentiras, haciéndola inhalar bruscamente mientras dejaba a una de sus manos tocar su mejilla.

—Bueno, adelante, cariño. Soy toda tuya —susurró en un tono casi jadeante.

—¿De verdad, Davina? —murmuró, recorriendo su clavícula con la nariz—, ¿o solo lo dices porque bebiste demasiado?

—Estoy hablando en serio en este momento —dijo sin aliento.

Lentamente él se inclinó hacia ella cerrando la escasa distancia que los separaba, y movió sus labios sobre los suyos, y esta vez fue más suave. Piquitos y toques que comenzaron a incrementarse, al igual que sus respiraciones pesadas. Sin pensarlo, Davina tiró de él, haciéndole espacio entre sus piernas mientras sujetaba la parte trasera de su cuello, conduciendo su boca a la suya de una forma más demandante, y aunque él no estaba en su mismo frenesí, la dejó besarlo, permitiéndole saborearlo. Enredó los dedos en su cabello, y como una reacción involuntaria, su cuerpo se arqueó con suavidad cuando lo escuchó gruñir desde el fondo de su garganta. Sus labios comenzaron entonces una danza más hambrienta, y para ser sincera, nunca esperó que su corazón latiera de esta forma por besar a alguien, pero maldición, estaba redoblando esfuerzos haciendo que el oxígeno pronto comenzara a faltarle.

Titubeante, la mano que había colado bajo su blusa recorrió su vientre, sujetando su cadera mientras a Davina comenzaba a darle vueltas la cabeza, necesitando separarse; pero, incapaz de abandonar sus labios del todo, comenzó a depositar suaves besos en su afilada mandíbula. Derek aprovechó su mano libre para sujetarle el cabello, reclamando su boca, y fue gratificante saber cuánto la deseaba cuando presionó su dura erección contra ella.

—¿Estás listo para dejar tu voto? —medio jadeó, medio bromeó, entre respiraciones, moviendo sus labios hacia su cuello. Derek se tensó, y nunca tensarse había sido tan erótico, porque podía sentir sus grandes y trabajados músculos bajo sus manos.

—Estoy tratando de comprender si esto es lo que necesito de verdad —confesó, buscando sus labios de nuevo.

—¿Y ya está todo claro? —Lo besó más profundo.

—Lo siento... —Su boca se apartó, pero su mano dio un suave apretón a su cadera.

—Está bien. Nos detendremos ahora —respiró con dificultad—, creo que todavía tengo algo de moral por ahí en algún lado, y me dice que respetemos tus decisiones célibes.

—Démosle las gracias a tu moral —se rio, buscando sus labios para un último y breve beso—. Gracias por respetar esto y por… no verme como un idiota —resopló una risa, y ella pudo sentir la sonrisa llegar hasta sus ojos mientras lo veía moverse a un lado.

—Nunca te vería como a un idiota... y gracias por mostrarme quién eres en realidad.

Derek sonrió estirando la mano y sujetando la suya, mientras ambos miraban al techo intentando controlar sus respiraciones. Y aunque casi no se podía ver en la oscuridad, Davina pudo sentir su alegría. Tenía que ser alegría porque ella se sentía de la misma manera. Esperaba que a partir de ahora todo fuera solo… un poco más fácil.

Derek fue despertado por el olor de algo quemándose.

—¡Maldita sea!

Ah. Y las maldiciones, claro. Levantándose de golpe, medio corrió hacia la lujosa cocina de la suite del hotel tan solo para encontrar todas las ventanas abiertas y a Davina frotándose uno de sus brazos con una mueca en su bonito rostro.

—¿Qué intentaste hacer ahora?, ¿un licuado? —dijo sonriendo al entrar a la cocina.

—Ja, ja, idiota, solo estaba intentando preparar el desayuno. —Derek se rio, apagando de una vez la llama de la estufa.

—Mejor pide servicio a la habitación.

—¿Nunca te has empeñado con algo que no puedes hacer? —Derek meditó sus palabras mientras se acercaba a ella e inspeccionaba la nueva quemadura en su piel.

—Sí, puede volverse una adicción —dijo mientras continuaba la inspección.

—No me refería a las drogas, lo sabes —le escupió de vuelta.

—¿Qué te parece si te ayudo un poco?, todos necesitamos ayuda en algún momento de nuestras vidas. Tienes suerte de que esta vez no se disparara la alarma contra incendios o ya nos habrían echado de la habitación.

—Convencería al encargado de no echarnos, ¿sabes?, con mis encantos. —Derek dejó de sujetarle la mano para mirarla. Llevaba el largo cabello rubio recogido en un moño flojo, y una de sus andrajosas camisetas, esta vez con el estampado de Blink 182.

—Lo harías —murmuró con esa voz ronca de la mañana—. ¿Sabes?, no fue tan malo dormir contigo anoche, deberíamos cambiar las cosas cuando volvamos al autobús.

Estaba dando un gran salto, su mente estaba estallando y su cuerpo estaba ardiendo, todo colapsando en su interior mientras aguardaba su respuesta.

—¿Estás seguro de mi compañía o son mis pechos los que te convencieron?

Giselle era una persona muy directa, ella y Dylan podían tener las conversaciones más sinceras que hubiera escuchado nunca, eso le encantaba de ella, pero de pronto, tener a Davina descubriéndolo al mirarle las tetas, diciéndoselo con esa naturalidad…

—No estaba mirándote —contradijo con una sonrisa—. Estaba viendo tu camiseta, tienes gustos particulares de música.

—¿De verdad?, ¿exactamente cómo me ves? —Derek se encogió de hombros.

—Como una chica que hace cosas más… femeninas, ya sabes, tomándole fotos a las mariposas, flores, que sé yo, esas mierdas.

¿En serio?

¿Qué más pensaría, que era una chica insulsa sin sueños ni ambiciones reales?

—¿Volví a meter la pata, no es así? —Davina parpadeó, dándose cuenta solo entonces de que se quedó callada el suficiente tiempo como para volver todo incómodo… otra vez.

—No es eso. —Hizo una mueca—. Es mi culpa porque no he querido contarte nada sobre mí.

—No tienes que hacerlo si no quieres, te aseguro como la mierda que yo no hubiera contado nada de mí solo porque sí, desafortunadamente mi vida está en internet al alcance de quien quiera saber.

Davina lo miró con asombro mientras él ponía los huevos batidos en el sartén y les daba vuelta en el aire sin sufrir que volaran por todos lados, o que se pegaran, ni salpicaduras de la muerte. Había muchas cosas que ella tampoco sabía de Derek.

—No tengo un título como fotógrafa, no fui a la universidad. —Esperaba que él arqueara una ceja, se riera entre dientes… no que dejara de hacer el desayuno.

—Espera, ¿aprendiste sola a fotografiar? —inquirió, con espátula en mano.

—Sé que no soy muy buena, pero a mi favor, no tenía los recursos. Brant me regaló mi primera cámara —murmuró sin atreverse a mirar a Derek, infiernos si la veía con lástima y eso—. Al menos, resultó que no fue un gasto en vano, y tenía mucho tiempo para practicar.

—Tus fotografías son increíbles, profesionales, me da gusto que persiguieras tu sueño. Mi primera guitarra me la regaló Vincent. —Colocó el desayuno frente a ella—. A veces él tenía momentos lúcidos y nos enseñaba cosas a mí y a Dylan.

—Me alegra que lo hiciera —sonrió, esperando a que se sentara frente a ella.

—¿La cámara vieja que siempre cargas es la que te regaló ese tal Brant?

—¡Oye! No digas que es vieja, es muy útil todavía, y “ese tal Brant”, es mi hermano. —Derek parpadeó con el tenedor a centímetros de sus labios.

—No sabía que tuvieras un hermano.

—Hay muchas cosas que no sabes de mí —dijo, guiñándole un ojo—, en fin, mi vieja cámara, como le llamas, solo se ha descompuesto una vez, y es como mi mejor amiga.

—Se ve costosa, imagino que valió la pena repararla.

—Sí, en su momento no pude hacerlo al instante, decidí invertir en otra. Valió totalmente la pena vender un auto que tenía para poder adquirirla.

—¿Qué auto te compraste después de eso? —Fue su turno para ruborizarse, ¿podía recurrir otra vez al silencio incómodo? Era mejor que este diálogo abierto.

—No he podido comprar otro. —Se encogió de hombros—. He tenido otros gastos.

—¿Y cómo te mueves en Los Ángeles?

—Existe el metro, ¿sabes?, además la empresa tiene auto, y me muevo con el resto del equipo en él cuando vamos a tomar fotografías. —Él la miró fijamente.

—Davina, no hay manera de que permita eso. Mañana mismo iremos a conseguirte un auto. Uno nuevo, no puedes andar por ahí en metro, es peligroso, he visto un montón sobre lo que les pasa a chicas guapas y solas en la noche en esa cosa.

—Gracias por el cumplido, pero eso no cambia nada, no necesito un auto, y mucho menos que me lo compres tú. —De inmediato empezó a protestar, pero Davina se adelantó—. No, Derek —dijo con fuerza—. No hay debate en esto. No voy a dejar que me compres un auto solo porque de pronto sientes lástima por mí o no sé qué rayos.

—No siento lástima por ti.

—¿Ah no? Porque estoy segura de que correr a comprarme un auto es un indicio claro de lástima. —Él suspiró, pasándose una mano ansiosa por el cabello.

—Te conté que soy viudo, ¿no? —Davina parpadeó sin comprender cuando él se giró enfrentando su mirada—. No fue cualquier cosa, al menos, no lo fue para mí, pero tú te lo estás tomando a la ligera.

—Derek, esto no... —Se masajeó las sienes—. No se suponía…

—Bueno —la interrumpió—, esto va dentro de la relación que quieres. Tienes tus necesidades y yo las mías, y actualmente, protegerte es una de ellas. Puedes tomarlo o dejarlo.

—No… no espero más, esto solo es... —Lo miró fijamente—. Tú quieres a Giselle. —Derek se limpió las manos en un trapo con rudeza, sin quitarle los ojos de encima.

—Y tú me vas a ayudar con eso, ¿no?, lo prometiste.

—Sí, pero no voy a hacer que de pronto me quieras y pretendas… no sé, mantenerme o algo. Por eso acepté que solo nos hiciéramos compañía, porque así ninguno tiene responsabilidad del otro, y de esa manera tampoco seré plato de segunda mesa.

—Si te estoy diciendo todo esto es porque lo estoy intentando por primera vez desde que murió Ellen. —Se pellizcó el puente de la nariz—. Y lo quiero intentar contigo, si no era esto lo que esperabas por “compañía y relaciones completas” solo dilo.

Derek ya estaba mortificado por la discusión con Davina, así que realmente no necesitaba más mierda, sin embargo, el universo parecía conspirar en su contra. Así que aquí estaba, fumando afuera del ensayo mientras caminaba de un lado a otro pensando en lo que habló con Jeremy.

Su mánager insistía en que Davina estaba subiendo fotos comprometedoras de todos en la gira; de Gis y Dylan escabulléndose al hotel, o de Ethan y Caden yéndose con una cantidad risible de mujeres, o como justo la nota que le mostró donde decía que quizás estaba volviendo a las drogas, dada la toma donde Derek se veía apartado del resto de la banda y estaba fumando en un camerino oscuro.

Eran tomas tan íntimas, que de alguna jodida manera se hubieran dado cuenta que había un paparazi entre ellos, pero que no lo advirtieron porque se suponía que estaban en confianza. La única que quedaba en tela de juicio con esas fotografías era Davi, solo que, honestamente, Derek no podía creerlo del todo, no cuando comenzaba a ver destellos de su verdadero yo, ella no sería capaz de eso… aunque no estaba seguro. De lo que sí estaba seguro era que alguien había desafinado su guitarra, y esa sin duda no podía ser Davina.

—Te ves muy concentrado.

La novia de su primo estaba sentada en una de las escaleras que colindaba con el escenario, con la cabeza inclinada y la mano sobre su frente. Estaba resoplando y parecía muy fatigada, sin embargo, levantó los ojos para mirarlo y sonrió débilmente.

—Giselle, ¿cuánto tiempo llevas ahí?

—Hola, tú.

Era un golpe visual.

—¿Te sientes mal?

—Estoy bien, es solo… bueno, la verdad no estoy tan bien, en realidad no sé si es algo que comí o realmente voy a pescar un resfriado, uno de los malos. —Giselle desvió la mirada hacia el imponente estadio donde pronto se presentarían —. Por el momento… no quiero avisarle a Dylan, solo quisiera regresar al hotel.

En nombre del decoro, Derek siempre había tenido cuidado de no buscar la compañía de Giselle fuera de donde todos estuvieran reunidos, incluso desde antes de que Davina se mudara con ellos. Pero en estos momentos se veía fatal, ¿y si se desmayaba?, ¿o vomitaba?, no era momento para guardar las distancias, ¿verdad?

—¿Quieres que le hable a Jeremy, te pido un taxi?

Hubo una pausa y se preparó para enfrentarse a sus protestas. A lo largo de los meses, Davina le dejó claro que eran mujeres fuertes, así que seguro diría que se iba sola, pero solo tal vez, le permitiera al menos llevarla del brazo hacia un lugar más cómodo…

—¿Me llevarías al hotel?, Dy está calentando y dejaría hasta el concierto para quedarse conmigo, lo conozco, y Jeremy está en el hotel, no tiene caso hacerle venir hasta acá.

Ay… mierda. Davina también se había quedado en el hotel, no había nadie más para llevarla. Vincent se encontraba a miles de kilómetros en su casa de Los Ángeles.

—Sí claro, ¿por qué no?

Y luego le sonrió como si no estuviera a punto de hiperventilar. Y mientras manejaba, se preguntó si no se habría accidentado en su camino hacia el escenario, porque era casi irreal que estuviera llevando a Gis, y que el viento viniera jugando con su largo cabello rizado. Cómo ella lo perdonó después de atacarla, todavía le resultaba un misterio, pero pensándolo bien, ese era otro rasgo de su similitud con Ellen. No había un crimen que pudieras cometer por el que no te perdonaría, no había un acto atroz de comportamiento egoísta por el que ella no pudiera tratar de encontrar el lado bueno…

—Siempre tan callado, ¿a dónde se va tu mente? —Derek se sacudió de forma involuntaria antes de recomponerse para mirarla.

—A ninguna parte, no quería molestarte, ¿cómo te sientes?

—Igual. Cansada. Nauseabunda, me pregunto si será una infección estomacal o un fuerte dolor de garganta, odio estar así.

—Lo imagino, pero pronto llegaremos para que descanses.

Derek se concentró en la carretera, cualquier cosa que lo mantuviera distraído. Y en cuanto llegaron, se estacionó en el piso subterráneo y se aseguró en todo momento de no ser visto por ningún paparazzi, al tiempo que corría a abrir la puerta del pasajero. Giselle descendió, y cuando le ofreció la mano, ella la tomó con una débil sonrisa antes de apoyar la cabeza contra su hombro, lo cual hizo que sintiera ganas de echar a correr. Al llegar frente a la habitación de Giselle, las puertas que había al final del corredor se abrieron. Entonces apareció Jeremy al lado de Davina, y al verlos, titubeó antes de seguir a Jeremy.

—¿Podrías abrir esta puerta? —le dijo Derek a Jeremy.

Pero fue Davina la que se apresuró a abrir la puerta para que ambos pudieran entrar a la habitación. Luego él se encaminó directamente a la cama, donde ayudó a Giselle a acostarse entre las mantas. Mantas que compartía con su primo por las noches...

—¿Te puedo traer algo más ? —Su voz ronca, mientras Jeremy se acercaba a ellos.

—¿Qué rayos te pasó, Gis?

—Solo me siento mal, quizás pesqué un resfrío. ¿Podrías conseguir Tylenol?

—Buena elección —dijo el mánager, tratando de parecer natural mientras murmuraba—: ¿Y qué te parece si llamo a Dy?

—¿Para qué? Solo estoy cansada. No quiero que interrumpan su ensayo, ni mucho menos el concierto, ya sabes cómo es, y estoy bien.

Tal vez era cierto, pero de todas maneras si Jeremy no le hablaba a Dy, él lo haría, porque de lo contrario, si se enteraba de esto por su cuenta lo castraría. Derek miró por encima del hombro. Davina estaba fuera de la habitación, como una figura callada y sombría, no con esa jovialidad que normalmente tenía, por el contrario, tenía una expresión de preocupación en su hermoso rostro. Entonces, Derek se volvió hacia Giselle.

—Oye, ¿qué te parece un poco de compañía en lo que termina el concierto?

—¿No tienes que tomar fotografías esta noche, Davina? —preguntó Giselle.

Davina clavó los ojos en Derek, pero debió ver la súplica en su mirada.

—Tengo suficientes del concierto que dieron en Illinois, preferiría acompañarte.

Cuando Davina entró, Derek la agarró del brazo, aprovechando que Jeremy estaba ahora hablando con Giselle.

—Voy a buscar a Dy. Si ocurre algo más, por favor avísame, ¿de acuerdo?

Davina asintió en silencio.

Mierda. En sus ojos podía ver todo lo que hablaron sobre esperanzas y sueños de una relación, estrellarse e incendiarse.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

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