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La cátedra de Ftiriología

New Parthenon, abril.

Cuando los periódicos anunciaron que instituiría a mi costa, en la Universidad de W., una cátedra, a condición de que se enseñase en ella una materia no contenida en ningún programa de ninguna escuela superior del mundo, recibí al menos unas cincuenta cartas donde se me proponían las ciencias más extraordinarias e impensables. Copio en este Diario, como dato, la que me ha gustado más.

«Señor:

»Su generoso propósito de fundar una cátedra para una ciencia no enseñada en ningún lugar, podrá finalmente permitir la autonomía legítima a la disciplina que, desde hace largos años, cultivo con infatigables e ignoradas investigaciones y que es hasta ahora injustamente considerada como un simple capítulo de la entomología o, peor aún, de la parasitología.

»Se trata, como tal vez ya ha adivinado, de la Ftiriología, o sea la verdadera Ciencia de los piojos, en la que fui iniciado durante la guerra, en el British Museum de Londres, por el célebre W. N. P. Barbellion. Él, sin embargo, consideraba todavía a los piojos únicamente bajo el aspecto zoológico mientras que yo, habiendo ensanchado considerablemente el campo del estudio pedicular, puedo afirmar que he fundado como ciencia independiente la Ftiriología, la cual es el primer ejemplo por mí conocido de aquella que se podría llamar zoología histórica, moral y estética.

»Mientras que los antiguos zoólogos no se preocupan más que de la descripción de los animales y de sus costumbres, yo estudio su significado y su influencia en las vicisitudes humanas y en el arte. En el caso de la Ftiriología no me limito a observar diligentemente las cuarenta especies, dividida: en seis géneros, que forman la familia de los Pediculidae (orden de los Amípteros), sino que contemplo y resumo, con el auxilio de innumerables datos trabajosamente reunidos, el papel que el Piojo ha representado en el multiforme historial de la Humanidad.

»Usted sonríe, tal vez, al oírme decir que una bestia tan pequeña y tan poco amada tiene un puesto, y no de los pequeños, en la historia universal. Para hacérselo ver —y también para darle una idea de mi preparación para la cátedra que espero desempeñar— me permito exponerle rápidamente la materia de mis futuros cursos.

»La Ftiriología se puede dividir en cuatro partes principales: 1ª. El Piojo como familia zoológica. 2ª. El Piojo en la historia política. 3ª. El Piojo en la historia religiosa. 4ª. El Piojo en la literatura y en el arte.

»Omito la primera parte, que no presenta muchas novedades, y paso a las demás. No desconocerá usted que una especie particular de Piojos produce una enfermedad de la piel llamada ftiriasis, que es mortal. De esta horrible enfermedad han muerto muchos personajes célebres de la antigüedad y de los tiempos modernos. Acasto, el intrigante de Peleo; Callistenes de Olinto, que conspiró contra Alejandro Magno; Ferecidas de Siro, maestro de Pitágoras; el poeta Alcmano; Mucio el legislador; Antíoco IV Epifanes, famoso por sus locuras y crueldades; Sila el dictador; Enno, jefe de la terrible guerra servil de Sicilia; Herodes el Grande, parricida, el de la matanza de los Inocentes, y los emperadores Arnolfo y Maximiliano.

»Si recuerda las biografías de estas víctimas ilustres de la ftiriasis se dará cuenta de que la mayor parte de ellas se distinguieron sobre todo por su crueldad: basta el ejemplo de Sila y Herodes. Y no creo equivocarme al afirmar que, en la historia humana, el Piojo representa la parte honrosa del Justiciero. Quien mata a sus semejantes es muerto por los Piojos.

»Pero no se detiene aquí la injerencia del Piojo en las vicisitudes humanas. Narra Saint-Gervais, en su Histoire des Animaux, que en Aremberg, en la Westfalia, se procedía a la elección del potestad de la siguiente manera: todos los candidatos se sentaban en torno de una mesa con la cara inclinada, de modo que todas las barbas tocasen en la tabla. En medio de la mesa se ponía un piojo, el cual, después de haber girado en torno, acababa por saltar a una de las barbas. El propietario de la barba elegida era proclamado potestad.

»Pasando a la historia religiosa, citaré solamente que, según Flavio Josefo[12], los kinnim, que fueron enviados por Dios como tercera plaga contra los egipcios, eran Piojos, lo que confirma mi teoría que hace del Piojo el castigador de los crueles. Y los talmudistas hebreos, tal vez como agradecimiento póstumo, decretaron que en el día del sábado matar un Piojo es tan grave como matar un camello[13].

»En la India un bracmán ponía todos los años, con solemne rito, un Piojo en la cabeza de los devotos que deseaban consagrarse a la virtud de la paciencia. Cuentan también los historiadores de México —y lo refiere Bingley en el tercer volumen de su Animal Biography— que Hernán Cortés encontró en el tesoro de Moctezuma algunos saquitos de Piojos, fruto de un tributo religioso de los antiguos aztecas. No dejaré de recordar los Piojos que habitaban, sin ser molestados, en el cuerpo de Benito Labre, beato francés del siglo XVIII.

»Materia abundantísima ofrece la cuarta edición de la Ftiriología, pero no quiero abusar de su paciencia.

»Me contentaré con recordarle la oración a la muerte de un Piojo de aquel divertido Ortensio Lando[14], el Elogio del Piojo del célebre Daniel Heinsius[15], y el famoso soneto de Antón María Narduci, poeta italiano del Seiscientos, el cual describe de la siguiente manera los Piojos que se pasean por la cabellera rubia de su amada:

Sembran fere d’avorio in bosco d’oro

le fere erranti onde sì ricca siete[16].

»Pero los franceses modernos tampoco se quedan atrás. Si ha leído los Chants de Maldoror del conde de Lautréaumont, recordará la maravillosa visión del Piojo que se halla en el segundo canto. No puedo resistir la tentación de recordar el principio:

Il existe un insecte que les hommes nourrissent á leur frais… Ils ne lui doivent rien; mais ils le craignent. Aussi faut il voir comme on le respecte, comme on le place en haute estime au dessus des animaux de la création. On lui donne la tête pour trône, et lui, accroche ses griffes á la racine des cheveux avec dignité. Plus tard, lorsqu’il est gras et qu’il entre dans un âge avancé, en imitant la couturne d’un peuple ancien, on le tue, afín de ne pas lui faire sentir les atteintes de la vieillese[17]. Pero la obra maestra inspirada por el Piojo es ciertamente la poesía lírica de Arthur Rimbaud, titulada justamente Les chercheuses de poux. ¿La conoce?

… leurs doigts électriques et doux

font crépiter, parmi ses grises indolences,

sous leurs ongles royaux la mort des petits poux[18]

»Esta poesía sólo se puede parangonar, en un arte diverso, con el admirable cuadro de Murillo, “Muchacho que se despioja”, que habrá visto en el Louvre. A menos que no quiera dar la primacía al célebre poema de Robert Burns, titulado precisamente “Sobre un piojo”, donde no falta el vigor burlesco del estro[19].

»Pero no quiero fastidiarle más. Estos rápidos apuntes le habrán persuadido de que la Ftiriología, ciencia fundamental y primordial para la interpretación de la naturaleza, de la historia y del arte, merece tener una cátedra propia en la gloriosa Universidad de W. Añado que esta ciencia no es enseñada, que yo sepa, en ninguna escuela de Europa ni de América y que yo soy el único, en todo el mundo, que se haya dedicado únicamente a su estudio.

»Esperando una contestación favorable, le ruego me crea sinceramente su servidor.

Dr. Prof. Josiah Kunigrund.

Miembro correspondiente de la Academia Entomológica de Lubeck,

Colaborador de la Entomologisch Zeischrift,

Preparador Honorario en el Zoologisch Institut de Lyndenbburg».

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