Freelance

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CAPÍTULO 5

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No hagan esto en sus casas

 

 

 

 

 

 

 

 

Y damos vueltas a la heladera y solo queda un limón sin exprimir/nos divertimos en primavera y en invierno nos queremos morir.

 

Charly García

 

Es una cirugía de emergencia aunque no mayor. De todas maneras debo ser muy delicada porque “el daño puede ser irreparable”. Lo tomo boca arriba, lo sacudo como para que el origami que hice con 100 pesos quede justo en la ranura. Con la pinza de depilar intento extraerlo suavemente. Se atoró. Auxilio. Vamos, que el doctor Shepard (RIP) y su pelo de laca inmóvil lograba cosas más difíciles.

Sale, arrugado pero funcional. El puerquito de barro queda intacto. Compro dos kilos de Cat Chow y un cuarto de queso oaxaca.

Atención, importante: nunca rompas la alcancía. Hacerlo tiene efectos depresores para el freelance. Mejor operar. Busca puercos con grandes ranuras o usa un frasco sin valor sentimental ni cara (una se encariña).

Esta no es la primera vez que pasa esto. ¿Qué fue lo que sucedió? ¿Por qué no tengo un peso? Bueno, algunos clientes no cumplieron con su parte. Dijeron que pagarían un día, no lo hicieron, dijeron que otro, tampoco. “Así es el freelance”. “No te queda de otra” más que esperar. Dicen algunos. ¿De verdad? ¿La única alternativa es aguantarse?

De todas las entrevistas que hice, ante la pregunta ¿qué es lo peor de esta modalidad de trabajo?, el 100 por ciento respondió lo mismo. La demora en los pagos. Un freelance nunca sabe cuándo va a cobrar. Eso da mucho miedo y es una de las principales razones por las cuales incluso aquellos que desean lanzarse de lleno no lo hacen. Al poner este tema para debatir en las redes sociales, una arquitecta experimentada comentó que algunos trabajadores independientes tienen más resuelto que otros el asunto “honorarios”. Si vas a un médico particular pagas la consulta y se acabó. Si eres arquitecto, diseñador, escritor, puede ser que te paguen en 2 meses, 3 o quién sabe, por “un problema de flujos”. Y algunos suponen que no deberías quejarte, porque “así es”.

Y ¿cómo se prepara una para esta circunstancia? Porque, digamos por más que hayamos ahorrado, si la situación se repite demasiadas veces, el “guardadito” puede acabarse.

¿Cómo se remedia esta situación?

En México hablar de dinero aún es considerado algo “poco cool”. Cuando se toca el tema de modo casual, para saber cuánto pagan en el sitio donde trabajas o cuánto pagas de renta se dice “si no es indiscreción”. (Mi sospecha siempre ha sido que se considera una indiscreción el hecho de preguntar porque la injusticia y la desigualdad son vox populi: se sabe que a unos se les paga cantidades desmedidas, a otros migajas).

Algunas empresas deciden pagar a 30, 60 o 90 días. Algunos encargos se pagan a más de 6 meses. La mayoría acepta estas condiciones (aunque los encargados de pagarte hayan cobrado dos, 4, 8 quincenas o más en ese período) como si fuera una especie de “castigo” por haber elegido ser freelance. A veces los encargados de firmarte el cheque desaparecen justo para las fechas que deberían estar pagándote y no dejan a nadie a cargo. A veces una secretaria envidiosa –o nomás medio marmota̶ traspapela tu recibo. A veces simplemente la empresa no te considera un ser humano y/o alguien que necesita dinero para vivir, porque total nadie se queja, ni reclama por temor a represalias como que no te encarguen más asignaciones, te pongan en una lista negra o te acusen de falta de glamour.

Pero quejarse al viento de las injusticias de los que toman las decisiones en este caso no nos sirve de mucho. Y “aguantarse” tampoco es muy útil, ni para pagar las cuentas, ni para construir la autoestima, ni para evitar las úlceras, ni para avanzar en la carrera y en la vida. Para evitar estar desprotegidos a merced de relaciones de trabajo abusivas es preciso tomar acciones y decisiones firmes, bien pensadas y contundentes.

Hace poco decidí dejar de colaborar en una revista que en reiteradas ocasiones prometió pagos un día determinado (un día bastante lejano luego del que se entregó el trabajo) y no cumplió. Lo hice por dos razones, una práctica: no me sirve dedicarle tiempo y esfuerzo a algo que no sé cuándo cobraré, necesito cuentas claras para sobrevivir. Otra, por principios: me parece mal que una empresa con fines de lucro use mi trabajo por tiempo indeterminado sin retribuirme, y sin siquiera pedir disculpas o avisarme que tendrían problemas para pagarme. Decidí escribirles un mail expresando estas cuestiones.

Luego expuse la situación en las redes sociales para consultar con colegas acerca de que se debe hacer en estos casos. Las opiniones no fueron unánimes. Por línea privada una colega me dijo que le encantaría mandar a la chingada a esta misma gente, pero que elegía “ser esclava” (sic) un tiempo más. Otros me sugirieron demandar. Ante la pregunta de si ellos, en ocasiones similares habían hecho público el asunto uno dijo que no “creo que pierdo más yo”. Otro dijo que ya le había pasado y al reclamar al cliente que le pagara ya no le encargaron nada más. Este tipo de represalia es una de las más temidas, que te tilden de “conflictivo” solo por querer cobrar. Me enteré en estas conversaciones sobre un grupo cerrado de freelancers en Facebook (con más de 2500 miembros) que alertan a otros sobre clientes típicos de su profesión que no pagan o se tardan en pagar. Fue asombroso leer la cantidad de denuncias y la impunidad con la que se manejan algunas empresas. Le pregunté al organizador si en la historia del grupo se había demostrado que denunciar en las redes sociales servía o no para “hacer presión” para que pagaran antes o al menos se avergonzaran de sus prácticas y me dijo que no tenía pruebas de ello, que para lo que sí habían servido las denuncias era para alertar a colegas acerca de no trabajar en sitios que no respetan al freelance, lo que es, para mí, gran cosa.

En medio de opiniones, tips de ánimo y consuelo y likes, una frase-consejo de Alma, la correctora, fue LA epifanía.

 

“Lo que me ha ayudado es no arriesgarme con proyectos que de entrada sé que me van a pagar mal, que están limitados de recursos o que ha trascendido que la empresa se tarda una eternidad en pagar, en el mejor de los casos. Así que de plano trato de buscarme patrones solventes y decentes.”

 

Eureka. Aleluya. La respuesta más obvia, la que está enfrente de tu nariz, con frecuencia es la correcta.

Es como con las relaciones. Trabajar para un cliente que no te paga o se tarda un tiempo ridículo en pagar es como salir con un patán (o patana). Que te dice que te llama pero no te llama o a quién le das más de lo que recibes.

Solventes & decentes, como te piden que seas para rentarte un departamento, será mi lema ahora. En el mismo momento dejé esta plática hice una lista de los contactos que a lo largo de mis relaciones laborales fueron respetuosos en trato y pagos e hice reset. Adiós patanes. Fuck you.

Alma me contó luego que el consejo se lo había dado un herrero, que harto de que le encargaran cosas y luego no se las pagaran, comenzó a trabajar solo clientes con recomendación y ya no le daba servicio a cualquiera. “Me pareció una decisión muy sabia esa de elegir a tus clientes de acuerdo con lo que esperas de ellos.”

Muy bien por el herrero con alta autoestima, le deseamos desde aquí grandes forjas.

Entonces:

Damos por descontado, claro, la impecabilidad de tu trabajo y tu eficiencia y todos los detalles que vimos en el capítulo anterior. Ahora, bien. Antes de ofrecer tu trabajo a algún cliente desconocido o aceptar un encargo, asegúrate de no cometer estos errores:

 

ERROR 1. ESTAR DESINFORMADO

Información es poder. Pregunta a personas que hayan trabajado con esos clientes que tan formal, responsable y respetuosa es la empresa para la cual trabajarás. Si no conoces a nadie personalmente, busca en Twitter o en Facebook algún otro freelance y pídele por favor que te de algún tip. En general la gente entiende esto perfectamente y todos están dispuestos a ayudar. Únete a un grupo de Facebook con gente de tu profesión. En Facebook hay fotógrafos, editores, diseñadores, y más que se pasan datos, advertencias, y consejos. Mantente en contacto con tus colegas y apóyense mutuamente.

 

» PIDE REFERENCIAS, GOOGLEA, AVERIGUA (Y STALKEA SI HACE FALTA) si no son solventes & decentes, como recomendó nuestro amigo herrero, next.

» Si un pago no te llega el día acordado, llama inmediatamente para saber qué sucedió. No siempre es mala voluntad o desconsideración de la empresa, a veces ocurre algún imprevisto, una traba en el sistema, la persona que se ocupa de eso tuvo un inconveniente de fuerza mayor, etcétera. Ahora, si NUNCA te pagan en el momento acordado, evalúa todas las variables (qué tan bueno o qué tan equis es para ti ese contacto, si puedes o no prescindir de la cantidad que se te paga, si puedes reemplazarlo por algo mejor o similar) revisa si te conviene seguir esa relación profesional y por sobre todas las cosas: no te dejes.

» El tono para reclamar pagos atrasados debe ser firme y profesional, dejando bien claro que no te da lo mismo que te paguen o no. Los expertos suelen decir que “el que se enoja pierde”. Por otro lado, esta es además una cultura donde está peor visto levantar la voz que dejar de pagarle a alguien por tres meses y mandar a una secretaria que te diga con su mejor cara de nada “gracias por su comprensión”. En lo personal creo que una actitud firme y zen sería lo mejor (pero no he alcanzado ese grado de iluminación). También he comprobado que cuando te enojas o muestras tu angustia real algunas personas se apuran a cumplirte, no porque es lo correcto, sino para evitar esa situación embarazosa.

 

NO QUITES EL DEDO DEL RENGLÓN

 

Si la empresa continúa sin pagarte después del primer reclamo no te rindas y continúa insistiendo por mail o teléfono.

 

ERROR 2. NO CUMPLIR CON LOS DEBERES FISCALES

Para ser freelance debes estar dado de alta en Hacienda, generalmente como Persona Física, debes hacer tus declaraciones (mensuales o anuales según te corresponda) y facturar electrónicamente mediante un tercero o con el sistema gratis que ofrece el SAT. Uno de los errores más comunes de los freelancers es “hacerse bolas” con todo esto o no tener los documentos en regla para poder cobrar o incluso poder darse de alta. Un creativo amigo mío que toma fotos estupendas y diseña hermosos carteles nunca tiene un peso porque en 10 años porque no tiene recibos ni RFC ni nada. La bohemia está buena para usar sombreros, leer autores oscuros y tomar vino entre semana pero ponerse hippie con estos asuntos solo te perjudica.

Los pagos se atrasan frecuentemente porque uno no llenó bien la factura, se equivocó en algo absurdo como un puntito o un guión. En el momento de facturar averigua quién es el encargado de recibir tus recibos, pide asesoramiento claro a esa persona o a un compañero experto. Averigua exactamente como se llenan –cada empresa tiene sus manías̶ qué día suelen recibirlos y cuánto demora el proceso. No está demás conocer el nombre de los de finanzas, tener algún mail o extensión del más simpático. Dale seguimiento tus recibos, no los dejes “a la buena de Dios”. Si puedes, además contrata un contador de confianza que te asesore y lleve tus papeles.

 

ERROR 3. NO HABLAR CLARO DE LAS CONDICIONES POR ANTICIPADO

Mucha gente siente pena de preguntar cuánto y cuándo le pagarán, como si plantear estos asuntos básicos fueran una grosería. Pero créeme, aquellos a los que les va bien, lo hablan y esos profesionales que te están encargando tus trabajos se tomaron el tiempo para negociar su posición. No tengas miedo de preguntar cuánto y cuándo, si habrá un contrato de por medio (debería haberlo) y cuáles son tus garantías (y recuerda el error 1, averigua sobre la confianza que puedas tenerle al prospecto).

 

ERROR 4. ABARATARSE

Todos hemos tenido malas rachas y aceptado encargos que no estaban bien pagos y hasta ridículos. Pero para que el freelancing sea una opción viable, es necesario que exijas pagos en buen tiempo y forma y que aprendas a decir NO cuando las condiciones sean injustas. Además, las tarifas bajas hacen que no te veas como un profesional, sino como un amateur. Ve el siguiente bonus track sobre pricing: como cobrar según tus habilidades, experiencia, y más.

 

ERROR 5. NO PREVER

Si no eres una persona organizada por naturaleza, usa una agenda un pizarrón con calendario de planeación para controlar asignaciones, las horas o los días que te llevará hacerlas, cuándo será cada pago, qué día vencen tus gastos fijos. Planea por lo menos 3 meses hacia adelante y aplícate para encontrar soluciones en los meses que aparezcan más flojos. Ahorra un porcentaje de cada cheque/pago que entre o si puedes, una suma fija por mes. Ten una estrategia de emergencia que calcule las peores circunstancias. ¿si ninguno de tus clientes te paga a qué harías? ¿Tienes alguien o algo a quién recurrir? ¿Dinero ahorrado? ¿Una tía rica? ¿Un plan B?

Otra cosa esencial relacionada con la previsión es que decidas, cuanto antes, cual será tu plan de retiro. Probablemente si eres joven no se te hace una prioridad y ves tu jubilación demasiado lejos, pero créeme, cuanto antes comiences será mejor y más fácil, porque cuánto más joven seas menos dinero deberás aportar al mes y más tiempo estará éste “trabajando” y multiplicándose. Averigua AHORA si quieres seguir aportando de forma independiente al IMSS o a tu misma AFORE (si tenías un trabajo en nómina) o si quieres contratar un Plan Personal de Retiro (el gobierno da interesantes beneficios fiscales a quienes eligen hacerlo).

 

ERROR 6. NO TENER UN PLAN DE CRECIMIENTO

Así como en un empleo fijo la idea es que vayas escalando hacia puestos de mayor responsabilidad, en el freelanceo deberías aspirar a lo mismo, ya que eso representará una mejor calidad de vida. Y como no sucederá “en automático” la idea es que tú lo planees, preguntándote como querrás estar en un año, en dos, en cinco y en diez. Muchas veces el trajín y los encargos diarios, la energía para solucionar lo urgente, hace que nos olvidemos de hacer planes y luego estamos atrapados en la misma tarea, los mismos clientes (o peor, sin ellos), un presupuesto que ya no nos alcanza y una rutina aburrida. Esto puede evitarse con un plan. Pregúntate si quieres agregar alguna especialidad a tu profesión para ofrecer nuevos servicios y prepárate para ello. Junta cantidades determinadas de dinero para iniciar nuevos proyectos. Siéntate a planear detalladamente al menos cada 3 meses como mejorar tus ingresos y tu vida. Depender de un solo cliente y de una sola actividad es un error, diversifícate para estar más protegido y crecer.

 

ERROR 7. NO APROVECHAR “LO BUENO” DEL FREELANCEO

¿Qué chiste tiene ser freelance si te pasas 16 horas diarias en la computadora, no ves a tu familia desde Navidad, no cenas jamás con tus amigos, engordaste 6 kilos, tu alimentación son sopas de lata y nunca sales de vacaciones? Se supone que se es freelance para tener una calidad de vida mejor. Encuentra un ritmo saludable, fructífero, agenda la vida además de las actividades que te dan sustento.

 

-bonus track-

Freelance rico,

Freelance pobre

¿Cuánto cobrar por tu trabajo? ¿Qué asignaciones aceptar y cuáles rechazar? ¿En qué ocasiones conviene intentar negociar? ¿Y en cuáles de plano escapar?

Manejarse con sabiduría en este tema puede ser un intrincado aprendizaje, donde a veces la realidad choca con los principios, la urgencia con la intransigencia, las compras del súper con los sueños guajiros. (Y muchas veces hay que aplicar la de Groucho Marx: “Estos son mis principios, si no le gustan, tengo otros”). El freelance es él y su circunstancia, y por supuesto no es lo mismo si estás haciendo tus primeros “pininos” en tu carrera, momento en el que podrás aceptar “lo que sea” a precios cómodos (para el cliente) que si tienes treinta y ocho doctorados, premios, años de experiencia, etcétera.

Para calcular un precio adecuado por tu trabajo necesitas, primero, saber cuánto te cuesta a ti. Thoreau decía que el precio de una cosa es la cantidad de vida que intercambias por ella. Pero, ¿cómo mides la cantidad de vida? En mi caso para seguir este lineamiento considero (siempre en la medida de lo posible, porque no estoy tan superada como Henry D. y además a él Emerson le prestó el terreno para su cabaña, en cambio mi bungalow debo pagarlo yo, que no tengo amigos filósofos millonarios):

Qué tan feliz me hace el proyecto: algunos artículos, por ejemplo, son un pago en sí mismos. Leer e investigar sobre el tema mejora mi vida y me entusiasma.

El tiempo que me lleve hacerlo, y mi capacidad de fluidez con el tema, su complejidad y el desgaste̶ stress que lo acompañen.

¿Me da prestigio? ¿Al contrario? ¿Es equis? ¿Me acerca a mis objetivos a largo plazo?

Pero, además del plano filosófico y emocional del asunto es necesario tener en cuenta el práctico: esto es, hacer números. Una fórmula que dan los expertos es sumar tus gastos básicos de subsistencia (lo que te cuesta tu techo, tu comida, los servicios que pagas, tu seguro médico y de retiro y también tu ahorro) más un porcentaje de ganancia (limitado por el mercado, es decir, por lo que se pague habitualmente por ese producto o servicio según la oferta y la demanda).

 

Haz la cuenta:

 

 

Gastos básicos de supervivencia (comida, techo, luz, gas, agua) + seguros + ahorros por el tiempo que te lleva hacer el trabajo= X

 

Ahora suma a X el mejor porcentaje de ganancias que puedas tener.

 

Otra guía posible:

Lo que ganarías haciendo ese trabajo al mes si estuvieras a una oficina que te pagara bien = X

 

El tiempo que te lleva hacerlo = por ejemplo, siete días.

X / 30 x 7= tu precio mínimo.

Sin embargo, no deberías decirle al cliente cuanto tiempo te llevó hacer algo (puede ser que seas un genio de la velocidad y resuelvas algo antes que muchos, mejor para ti). Cobra por la complejidad del proyecto.

Muchos trabajos de servicio no piden una cotización sino que tienen un presupuesto. En tus manos estará aceptar si te convienen por costo̶ beneficio. Los expertos en negocios señalan que el precio es el elemento en el que no hay que competir, no te hagas conocido por ser “más barato” sino por brindar algo de muy buena calidad, en buen tiempo y forma. El precio no es solo una cuestión de lana, sino de prestigio y los mejores clientes no se fijan en los profesionales más baratos.

 

“No cobres por lo que haces

sino por lo que sabes”

 

 

¿Cuándo decir que no a un encargo o proyecto?

Decir que no está mal visto entre los temerosos de la incertidumbre y profetas de la escasez.

Si dices que no, no te volverán a llamar (puede ser). Si dices que no y luego nadie te pide nada morirás de hambre a la orilla de un paisaje apocalíptico y helado como SPOILER Viggo Mortensen en The road (poco probable). Mi propuesta es que (otra vez, en la medida de lo posible) al decir que no a algún encargo el camino, el tiempo y la energía para hacer proyectos que sí desees y que te acerquen a tus metas. Por ejemplo, si eres ilustrador y quieres ilustrar un libro, obtener los trabajos que vayan con tu estilo y no aquellos por encargo que no te encanten o que de plano odies.

Puede que en un momento determinado tu prioridad sea el dinero o que realmente no tengas un estilo ni quieras tenerlo, por lo que todo lo dignamente pagado será bienvenido.

En muchas ocasiones “maquilé” cosas que no eran necesariamente de mi interés pero me permitieron viajar, pagar cosas necesarias, etcétera.

En general, para decir no, me guío también por experiencia e intuición. Si una empresa en repetidas ocasiones se atrasa en los pagos más de lo aceptable y no me avisa ni se disculpa, digo que no, porque es probable que vuelva a comportarse de esa manera y me quita tiempo que podría usar con clientes mejores. Si un sistema de pagos no me conviene, salvo que el proyecto me guste por alguna razón personal o me de prestigio, digo que no, por lo mismo Si no es algo de mi interés exacto pero me ofrece una buena recompensa que me servirá para estar más tranquila y financiar cosas que sí me interesan, digo que sí.

 

 

DE PLANO (Subraya esto)

No trabajes nunca gratis para algo que a otra persona/empresa le dé dinero. Mucha gente que conozco suele aprovecharse de los jóvenes profesionales inexpertos. Con tono de “te estoy haciendo favor” te dicen “te daremos exposición o difusión” y se ahorran un empleado. Resultado: ellos tomando tragos coquetos e instagrameándolos, tú en un microbús atestado de gente volviendo a tu casa a cualquier hora sin lana ni para un taco. DON´T. Si alguien requiere de servicios de recién graduados o trainees, deberá pagarlos, aunque sea el pago mínimo.

 

» Si el pago es más bajo (o mucho más tarde) de lo que necesitas yo recomendaría no aceptar más bien por una cuestión de justicia. En algún lugar leí: Si el cliente no está dispuesto a darte lo mínimo para que tengas techo y comida ¿por qué deberías trabajar para él?

» Pregúntate con sinceridad qué número te hace sentir valioso (obvio que dentro de los parámetros realistas de lo que se pague por esos trabajos), un precio que te haga sentir satisfecho, con ganas de levantarte en la mañana a trabajar de buen humor, promédialo con el número que necesitas para pagar tus cuentas y negocia con firmeza y amabilidad. Explica a tu cliente todo lo que harás para justificar tu precio, y de qué manera agregarás un valor especial al trabajo.

 

 

 

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