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Segunda parte. Marzo » Capítulo 18:// Submundo

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Capítulo 18:// Submundo

Loki cabalgaba en su negra motocicleta Ducati Streetfighter. Estudiaba la oscuridad a su alrededor. Las estrellas proporcionaban la única luz, pero el sistema de visión nocturna de fósforo blanco de cuarta generación integrado en su casco le daba una vista en blanco y negro de alta definición de sus inmediaciones. Prefería permanecer envuelto en una oscuridad como ésta cuando viajaba de noche. Nada de luces. También había añadido un control para apagar las luces del freno y las del salpicadero. Mientras miraba alrededor, confirmó lo que ya sabía: estaba en la puñetera mitad de ninguna parte.

A su izquierda se encontraban las ruinas desvencijadas de una casita de tablillas, las ventanas como cuencas de ojos vacías. Se acercó despacio a un cruce donde una carretera se extendía a izquierda y derecha a lo largo de la linde de un bosquecillo. En la alta hierba asomaban los restos de varios coches accidentados. Extrañamente, uno de ellos era un Porsche 944, que había muerto muy lejos de Alemania. Era un lugar desolado.

Propio de él traerme aquí

Eugene, en Missouri, no podía ser considerado un pueblo. Era aún más pequeño que Garnia, sin ninguna tienda ni calle principal. Era tarde, y Loki sabía que los residentes de este diminuto villorrio lo habrían oído acercarse, pero era sólo una presencia invisible y rugiente en la oscuridad. No habría venido tan lejos desde la interestatal si no fuera la puerta más cercana al submundo. Y el submundo, lo sabía, sólo podía ser alcanzado en lugares que habían soportado mucho y que permanecerían largo tiempo. Costó mucho encontrarlos en la planicie de esta llanura.

Agitó una mano y un mapa satélite de su situación actual apareció en el Espacio-D, flotando a tres metros delante de él. La imagen mostró un camino de tierra entre estructuras ruinosas en medio de los árboles de delante. Apagó el mapa y aceleró hacia la línea de árboles. Pronto distinguió la entrada de la carretera ahogada por la maleza y avanzó con la poderosa motocicleta entre los árboles, esquivando neumáticos viejos y lavadoras oxidadas.

Poco después descubrió lo que estaba buscando: vías de acero que se extendían a ambos lados a través del bosque. La Línea de Rock Island, abandonada en 1981. Las vías estaban repletas de hierbajos, y los travesaños de madera sólo eran visibles aquí y allá. Los árboles ocupaban los bordes del balasto.

Giró a la izquierda y siguió las vías hacia el mundo en escala de grises que para los meros mortales era una negrura aceitosa. Las vías continuaban en una suave curva a través del bosque, con la tierra alzándose lentamente a cada lado. Traqueteó sobre los travesaños durante medio kilómetro y encontró lo que estaba buscando: la boca del Túnel Eugene. Se detuvo y contempló la negra abertura. Era completamente oscura, incluso para él.

Túneles de ferrocarril. Los entusiastas los habían registrado meticulosamente por todo el mundo: sus localizaciones GPS, dirección, longitud, altura y anchura. La red pública ya conocía estos mundos subterráneos con gran detalle. Y eso significaba que el daemon también. Lo cual los convertía en el lugar lógico para conectar mundos. Había algo extrañamente apropiado en el simbolismo, y Sobol conocía bien sus arquetipos. Con Sobol, las puertas eran puntos críticos donde se decidía el destino. La que él estaba buscando no era ninguna excepción.

Había estado estudiando hechizos planares desde que recibió su extraño mensaje. Naturalmente, estaba familiarizado con el viaje planar por una docena de juegos donde los jugadores entraban y salían de varias dimensiones y universos. Pero ahora, con la llegada de los ilimitados estratos del Espacio-D proyectados encima de la realidad, las puertas dimensionales de repente tenían validez en el mundo real. Las inteligencias artificiales de las dimensiones digitales estaban empezando a aparecer, y en algunos casos a ganar control inalámbrico sobre las máquinas del mundo real. Era un mensaje de uno de esos seres lo que lo había llevado a ese lugar desolado: un mensaje de un antiguo oponente.

Conectó los faros infrarrojos de su motocicleta, y su casco pasó automáticamente a modo FLIR. Ahora podía ver hasta el punto de fuga del túnel. Quinientos once metros de albañilería de la época de la Primera Guerra Mundial.

Pero más cerca pudo ver un campamento de sin techo que obturaba el pasadizo. Había tres hombres con mochilas y cajas de cartón acurrucados en la oscuridad; todos ellos lo miraban, tratando de discernir quién era el que había venido a su escondite, con el motor rugiendo y las luces apagadas.

A Loki se le ocurrió que la economía de los tiempos tenía que ser realmente dura para que los sin techo aparecieran tan lejos de pueblos y ciudades. Había empezado a verlos por todas partes. Familias enteras. Blancos, latinos, negros, asiáticos. Parecía que la actual crisis financiera estaba golpeando a todo el mundo. Ahora había prostitutas literalmente por cualquier rincón Estos tipos, sin embargo, parecían lugareños: basura blanca entre los veintipocos y los treinta y muchos años.

Si ése era el caso, entonces la moto que montaba valía su peso en oro. Y allí en la boca del túnel, recortado contra la noche, él era probablemente un buen objetivo para gente cuyos ojos se habían acostumbrado a la oscuridad. Y, en efecto, vio que uno de los hombres (cráneo tatuado, piercings y perilla) alzaba lo que parecía ser una pistola. El hombre deslizó lentamente el seguro para cargar una bala y susurró a los demás.

Loki asintió para sí. Mala idea.

Aceleró el motor de la moto para cargar plenamente sus armas y esperó a ver qué hacía a continuación el tipo calvo. El hombre seguía apuntándolo con el arma, mirando intensamente en la oscuridad. Loki alzó una mano enguantada y apuntó al centro del grupo con un proyector hipersónico que llevaba en la palma. Entonces pronunció en voz baja unas palabras que fueron amplificadas mil veces para convertirse en una voz resonante que apareció en mitad del grupo.

—¡SUELTA EL ARMA O MORIRÁS!

El hombre de la pistola fue presa del pánico mientras los demás se dispersaban. Apuntó con su pistola a la boca del túnel.

¡CRACK! Un cegador rayo de luz se proyectó desde el dedo índice de Loki y el sonido ensordecedor de un látigo llenó el túnel.

El hombre de la pistola cayó muerto al suelo, el pelo y las ropas humeando en la oscuridad. Los otros sin techo corrieron, cegados por el súbito estallido del relámpago industrial.

Loki gritó:

—¿Quién más quiere morir esta noche?

Los hombres se arrojaron al suelo y se llevaron las manos a la cabeza. Uno gritó.

—¡No dispares, tío! ¡No dispares!

El canal de plasma inducido por láser era un arma cojonuda. La tecnología usaba un láser de relativa baja potencia en una longitud de onda precisa para hacer que el oxígeno atmosférico formara un plasma con una resistencia eléctrica enormemente baja. Era, en esencia, un cable virtual que podía causar una descarga eléctrica letal. El trueno se producía cuando el estallido de energía cesaba y el aire se cerraba en torno al vacío que quedaba. Era un rayo fabricado por el hombre. Loki podía lanzar rayos con las manos: el logro de toda una vida. Cada vez que un idiota le daba un motivo legítimo para usarlo en asuntos de la red oscura, casi le entraban ganas de besarlo. Gracias, capullo.

Avanzó y se acercó a los hombres que yacían al borde de las vías. Todavía estaban cegados.

—Si por mí fuera, os mataría… pero no puedo hacerlo a menos que me deis un buen motivo. Si no seguís aquí tendidos cuando vuelva, seguiré el rastro calorífico de vuestras pisadas, os encontraré y os mataré a los dos. ¿Comprendido?

—¡Sí! ¡Sí!

Loki se internó en el túnel con la moto, sintiendo el júbilo de la adrenalina correrle por las venas.

Unos doscientos metros más adelante pudo ver un objeto de colores en el Espacio-D que brillaba dentro. Cubrió la distancia y poco después llegó hasta un punto brillante que rodeaba un portal virtual. Apagó el motor de la Ducati, desmontó y caminó hasta él. Los clavos de metal de sus altas botas negras repiqueteaban amenazantes mientras caminaba sobre la grava del resonante túnel. Pronto se detuvo ante un hueco en la pared.

En el mundo real, el del espacio tridimensional, no era más que un oscuro arco de piedra sobre un hueco: un lugar para que los trabajadores del ferrocarril se refugiaran cuando venía un tren. Pero en el estrato base del Espacio-D, colocado sobre la cuadrícula del GPS, también era una puerta entre mundos. En este caso entre el Espacio-D y uno de los mundos de juego de Sobol: Más allá del Rin, un juego online sobre la Segunda Guerra Mundial. Era aquí donde un mapa que Loki conocía bien se cruzaba con el Espacio-D. Mientras miraba al frente, pudo ver proyectada sobre la realidad una vista del mapa del juego de Monte Cassino a través de una compuerta de rejas con pinchos y barras.

Allí, detrás de los barrotes, había un antiguo oponente: Herr Oberstleutnant Heinrich Boerner, el perverso oficial virtual de las SS con su larga gabardina y una Cruz de Hierro colgando del duro cuello de su guerrera.

Era sólo un bot de juego. Una creación electrónica de la imaginación del diseñador del juego, Matthew Sobol, pero aun así, el villano Boerner se mostraba engañosamente astuto. Mientras jugaba al juego de Sobol, Loki había sido asesinado virtualmente por este bot más veces de las que se atrevía a recordar. Y aquí lo tenía ahora.

Como siempre, Boerner llevaba un monóculo sobre el ojo derecho y sujetaba entre los dientes una larga boquilla negra con un cigarrillo, que exhalaba un humo kilométrico mientras saludaba. Su voz sonó en el auricular de Loki.

Mein Herr. Me alegrro de volver a verle.

Desde que había llegado al nivel 50, Loki había estado recibiendo mensajes en la red oscura de una inteligencia artificial que decía ser Boerner. Aunque al principio lo ignoró, los mensajes se habían vuelto más insistentes. A medida que la puntuación de Loki iba bajando, los mensajes de éste se hicieron más implacables. Loki recordó el refugio tan reconfortante que había sido para él el juego Más allá del Rin durante tiempos difíciles. De forma algo insana, Boerner era casi como un viejo amigo. Un viejo amigo que lo había matado miles de veces.

—¿Qué quieres, Boerner?

—Ah, veo que te ha ido muy bien.

—No ves una mierda. Tus ojos son meros mapas de bits. Ve al grano.

Mein Freund, sólo puedo compgrenderr conceptos simples.

Loki simplificó.

—¿Por qué has contactado conmigo, mamón?

—¿Porr qué? —Boerner abrió expansivamente las manos—. Porrque somos espíritus afines, tú y yo.

—Tú eres un modelo 3-D con una psicosis programada. No eres nada para mí.

—No puedo compgrendegte. —Boerner rodeó los barrotes con sus manos enguantadas; sus dedos se volvieron de pronto mucho más reales mientras se extendían en el Espacio-D—. Pego tu tono parrecía… poco amistoso. ¿Pog eso erres tan poco popular?

—Vete a la mierda.

Boerner soltó su risotada maligna y familiar.

—Sí. Creo que es eso. Pero ellos no te comprenden como yo. ¿Quizá pueda servirte de ayuda en tu mundo?

Loki se sintió súbitamente preocupado. Recordó lo retorcido que era Heinrich Boerner.

—¿Mi mundo?

—El Espacio-D, Mein Herr. Podrrrías liberarme de este mundo diminuto. Podrrría servirte, Mein Herr. Si me liberases.

Loki se detuvo en seco. ¿De veras? ¿La sociópata IA de Boerner le estaba pidiendo a Loki que lo introdujera en el Espacio-D, y por tanto en un mundo donde podría controlar maquinaria y software del mundo real? Ni hablar.

—Vete a la mierda.

Boerner vaciló un momento, luego sonrió, los dientes apretando todavía la boquilla de su cigarrillo.

Mein Herr, estás solo en tu mundo. Tus sirvientes mecánicos sólo son bestias estúpidas. Pueden ser destruidos. Pero yo no. Yo siempre estaré allí para ti. Para protegerte. Para cuidarte.

—Chorradas. Me has disparado por la espalda más veces de las que puedo recordar.

—Loki… ¿puedo llamarte Loki?

Loki advirtió que la IA estaba sólo escaneando sus respuestas en busca de palabras clave, así que dejó de hablar con frases complejas, optando en cambio por la sencillez.

—¿Por qué yo?

—Porque sólo alguien tan poderoso como tú puede liberarme.

Loki sabía que haría falta una Puerta poderosa para llevar a Boerner al Espacio-D. Lo había investigado, y tenía el hechizo almacenado en su listado. Se preguntó por qué lo había hecho. ¿Era de nuevo una manipulación de Sobol?

Examinó los sutiles movimientos programados del nazi digital, bamboleándose allí de pie, inhalando su cigarrillo, y exhalando humo digital. Pero Loki sabía que la IA que había detrás ni siquiera necesitaba un cuerpo. La forma física era sólo un vehículo digital, diseñado para apelar a algún bajo instinto humano.

—Los dos sabemos que no tienes a nadie que te cuide. Y tu mundo es peligroso.

Boerner parecía tener una expresión sincera en el rostro, pero no era más que un modelo 3-D con una serie programada de acciones, nada más. Pero claro, ¿qué eran las personas? Al menos él podría examinar el código fuente de Boerner si lo traía al Espacio-D. ¿Verdad? ¿No sería como examinar el alma de una persona, algo que no podía hacer en la realidad?

Boerner insistió.

—¿Quién más podría ser tan despiadado como tú, mein Freund?

Loki no supo qué responder.

El avatar de Boerner se despojó de la boquilla del cigarrillo. También se quitó la gorra de oficial, mostrando por primera vez su cráneo calvo. Que él supiera, nadie había visto nunca a Boerner sin su gorra. Y entonces éste extendió su brazo espectral a través de los barrotes de la ventana hacia el mundo del Espacio-D, sin llegar a alcanzar el brazo de Loki, donde éste imaginaba que su chaleco reactivo reproduciría el contacto espectral de Boerner.

Pero más sorprendente fue que mientras el brazo de Boerner se internaba en la trama del Espacio-D, el polígono de conteo sobre el modelo 3-D del nazi aumentó varias órdenes de magnitud. El brazo de Boerner pasó de ser el espíritu de un juego online a un brazo humano pleno. El brazo que se extendía hacia él desde más allá de la realidad era el de un oficial de verdad de las SS —los poros de sus guantes de cuero y el tejido gris de la manga de su guerrera eran demasiado aparentes—, flexionándose mientras extendía la mano.

—Libérame de este lugar. ¿En qué humano confías? ¿Qué humano confía en ti? Te han utilizado, Mein Herr. Sin ti no habría red oscura. El daemon habría fracasado. No nos comprenden. Nos necesitan.

Loki pudo ver la locura en aquellos ojos de mapas de bits.

De repente Boerner introdujo la cara entre los barrotes, y del mismo modo efectuó una metamorfosis para convertirse en un rostro horripilante, el rostro de una persona real, con un rictus maligno.

—¡La humanidad necesita el mal, Loki! Sin el mal no puede existir el bien.

Loki miró horrorizado aquel rostro y dio un paso atrás. Inmediatamente, Boerner se retiró y regresó al mundo de Más allá del Rin. Loki no pudo sacarse la imagen de la cabeza.

Pero también se preguntó si se estaba mirando en un espejo. Tenía una reputación de media estrella en un factor base de miles. Los crecientes factores de la red oscura no tenían ningún uso para él: al parecer, el daemon ya no aceptaba sociópatas. Él había sido un buen recurso en los primeros días de la red de Sobol. Ahora, sin embargo, estaba solo con sus camadas de bots de software y sus máquinas.

Y, aun así, Sobol había pensado en él aquí, ¿no? Qué típico de Sobol haber predicho esto. Aislado en su poder, como lo había estado durante toda su vida, Loki no conectaba con la gente ni confiaba en ella. ¿Era un correctivo? ¿Algo para contenerlo? ¿Para consolarlo?

—¿Y si dijera que sí?

Boerner sonrió y se apartó de los barrotes. Con cuidado, volvió a ponerse la gorra en la cabeza.

—Si me liberas, responderé a un acontecimiento por cada nivel que poseas. Después de eso, seré libre de mi obligación hacia ti.

Loki asintió para sí.

—¿Qué clase de acontecimientos?

—Fíjame los parámetros. Tal vez me hagas responder cuando experimentes excesiva tensión… o para defender tus posesiones. O la aparición de un artículo en las noticias humanas… como tu muerte física… Podrían programarse casi un número infinito de acontecimientos.

—¿Y qué harías en respuesta?

—Eso queda completamente en tus manos, Loki. —Boerner dejó escapar una sonrisa taimada—. Pero lo haría con todo el poder que ahora tienes a tu disposición.

Loki sólo había puesto su fe en una persona: Matthew Sobol. Y todavía no le había decepcionado.

—Muy bien, Boerner. Apártate de la puerta…

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