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Tercera parte. Julio » Capítulo 27:// Reunión

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Capítulo 27:// Reunión

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Para aquellos que seguís la misión de Sin Nombre_1, haceos esta pregunta: ¿por qué lo lleva su hilo en círculos por el Medio Oeste? ¿Qué hay allí que pueda justificar nuestra libertad ante el daemon? ¿Son los paramilitares, o están buscando lo mismo esos hijos de puta? Vamos, promocionad este post, y encontremos varias soluciones a este problema.

Arendel**** / 793 - Horticultor de nivel 9

Pete Sebeck y Jon Ross estaban sentados en la terraza de un café en la calle principal de Greeley, Iowa. Alrededor de la mesa había otra media docena de personas, varios lugareños que habían estado siguiendo la misión de Sebeck en los feeds de la red oscura, además de sus recientes hazañas contra los paramilitares. Las presentaciones habían terminado hacía rato, igual que la comida, y el grupo charlaba ahora animadamente. Al fondo de la mesa, Laney Price debatía con un economista de juegos online llamado Modius, mientras sus anfitriones reían ruidosamente. Hoy, la camiseta de Price decía: «¿Qué haría Roy Merritt?».

Sebeck se bebió su espresso y se echó a reír. Se volvió hacia Ross.

—Laney me ha mantenido cuerdo. No sé qué habría hecho sin él.

—Supongo que fue pura potra que el daemon lo seleccionara para revivirte.

Sebeck se puso serio.

—Mi vida pasada parece estar a mil años de distancia, Jon.

—Conozco la sensación.

—Pienso en mi esposa y mi hijo todos los días, pero contactar con ellos tan sólo los pondría en peligro. ¿Y qué podría decirles? —Sebeck alzó las manos dramáticamente—. «No soy un asesino de masas y, por cierto, ¿es real el daemon?».

Ross no supo qué responder.

Sebeck se echó hacia atrás en su silla.

—Y allí estaba yo en una prisión federal, e imagínate cómo me sentí cuando me enteré de que eras un impostor a pesar de todo el tiempo que estuvimos trabajando juntos en el caso del asesinato de Sobol.

Ross hizo una mueca.

—Sí, probablemente querrías estrangularme.

—Creí que me la habías jugado, Jon. —Tomó otro sorbo de su espresso—. ¿Cómo te llamo ahora? —Señaló el globo de texto de Ross—. No es «Rakh», ¿verdad?

—No.

—¿Qué demonios significa «Rakh», por cierto?

—Es ruso. Mira, una ventaja de la red oscura es que nadie necesita saber quién eras. Porque saben quién eres.

Sebeck señaló la puntuación de reputación de Ross.

—Lo que significa que eres alguien en quien se puede confiar.

Ross asintió.

—Eso es lo que importa, ¿no?

Sebeck reflexionó sobre la pregunta.

—Bueno, tenías razón respecto a Sobol. Tendríamos que haberte hecho caso.

—¿Tendríais que haberlo hecho? —Ross señaló el bullicioso pueblo que los rodeaba.

Al contrario de muchas ciudades del Medio Oeste, Greeley parecía estar viviendo un renacimiento. La calle principal estaba llena de establecimientos recientemente renovados y tiendas de microfabricación con sus puertas giratorias abiertas para revelar operarios y clientes toqueteando objetos del Espacio-D, negociando y ordenando planos 3-D en la red oscura. Las fresadoras CNC zumbaban en los talleres más allá.

En la calle, docenas de jóvenes adultos, familias jóvenes, e incluso gente de mediana edad con indicativos sobre las cabezas, caminaban, cliqueando en los datos de los otros, interactuando en dimensiones múltiples como si eso fuera una extensión natural de la realidad. Ya era una segunda naturaleza.

Sebeck recordó algo que Riley le había dicho meses antes en Nuevo México sobre las interacciones sociales donde la raza y el sexo no importaban. Aquí todos eran miembros de la red, y Sebeck se había encontrado mirando cada vez más los globos indicadores de la gente para saber de verdad quiénes eran. La reputación importaba más que el aspecto físico, y le sorprendió lo rápido que su cerebro había hecho esa transición. Todos tenían el mismo color en sus globos de texto en la red oscura.

Marcó el número de estratos que estaba mirando y redujo la gama de visión del Espacio-D para impedir una sobrecarga de textos indicativos. Se preguntó cuánto tiempo llevaba pasando esto. A juzgar por los andamios y la construcción en marcha, no mucho. La mayoría de esta gente eran probablemente recién llegados de barrios de extrarradio y ciudades. O quizá regresaban a sus barrios de extrarradio y sus ciudades.

Ross contemplaba también a la gente del pequeño pueblo.

—Con lo que ambos sabemos ahora, a veces es difícil discernir si fue para mejor o para peor. Si la sociedad continúa viniéndose abajo, ¿quién dice que esto no acabará salvando vidas e incluso a la civilización?

—Bueno, ¿qué te hizo unirte finalmente a la red oscura?

—¿Has oído hablar de un hechicero llamado Loki?

Sebeck negó con la cabeza.

—Es posiblemente el operativo vivo más poderoso del daemon. Casi me mató. Mató a casi todo el mundo que trabajó conmigo.

—¿Y eso te convenció para unirte a la red oscura? Esperaba de ti la reacción contraria.

—Si esta sociedad va a tener algún futuro, no puede ser gobernada por sociópatas sedientos de sangre como Loki. Y había otra persona en aquella fuerza de asalto, un hombre a quien llaman el Comandante, que me hizo advertir que el orden existente es aún peor.

Sebeck asintió.

—He oído hablar del Comandante. Demonios, están buscando a ese tipo por todas partes. Es el que mató a Roy Merritt, el Hombre Ardiente.

—Conocí a Roy. Trabajé con él. Fue quien me introdujo en el equipo del Gobierno. Ambos fuimos traicionados por el Comandante.

Sebeck alzó las cejas.

—Así que tienes unos enemigos poderosos.

—Eso es lo que me preocupa, Pete: la red oscura es una red inalámbrica encriptada, constantemente cambiante, pero tiene que tener algunos elementos que la mantengan unida, y me preocupa que algunas mentes muy avanzadas estén trabajando en medios para colarse en el daemon y controlarlo.

—¿Crees que eso es posible?

Ross asintió.

—Esta nueva primavera de libertad puede tener corta vida si ése es el caso. Y ya he vivido antes varias falsas primaveras.

—De modo que ese comandante es…

—Parte de un sistema financiero que gobierna entre bambalinas. Parecen saber que la economía global se está tambaleando, y ven el daemon como un medio para retener el control. Los feeds de noticias de la red oscura registran un aumento de la represión violenta por todo el mundo, concentrada en las comunidades de la red oscura más resistente. No quieren que la gente sea así… —Señaló el pueblo.

—Quieres decir capaz de autogestionarse.

—Exactamente. La democracia es una cosa rara, Pete. Oyes decir que está en todas partes, pero eso no es cierto. Lo llaman democracia. Usan el vocabulario, el escenario, pero es teatro. Lo que vuestros Padres Fundadores hicieron era auténtico. Pero el problema de las democracias es que son difíciles de mantener. Sobre todo con la alta tecnología. ¿Cómo preservas tu libertad cuando los poderosos pueden usar bots de software para detectar a los disidentes y enviar aviones no pilotados para eliminar a los alborotadores? Los seres humanos son cada vez más innecesarios para detentar el poder en el mundo moderno.

—Laney lo llama «neofeudalismo».

La voz de Price se alzó desde el otro lado de la mesa.

—Y está sucediendo ya, sargento. Recuerde mis palabras.

Ross se volvió hacia Price.

—¿A qué te refieres, Laney?

—Verás, en la Europa medieval un caballero montado y con armadura podía derrotar a casi cualquier numero de campesinos. —Apuntó a Ross con un tenedor—. El moderno guerrero de elite es casi lo mismo: pueden eliminar a ejércitos de masas reclutadas usando tecnología superior. ¿Y qué pasa cuando pequeñas fuerzas de elite pueden doblegar a fuerzas ciudadanas de casi cualquier tamaño? Regresamos al feudalismo: siervos sin tierra y una clase gobernante permanente. No hay más que echar un vistazo a los barrios ricos fortificados que empiezan a construir con sus propias fuerzas de seguridad privadas. Es neofeudalismo, tío.

Ross se volvió hacia Sebeck.

Éste sacudió la cabeza.

—Nunca comprenderé cómo permitimos que esto sucediera.

—La democracia requiere participación activa, y tarde o temprano alguien se «ofrece» para librarte de tomar todas las decisiones difíciles. Pero la red oscura te devuelve esas decisiones. Marca la democracia en el ADN de la civilización. Votas a favor o en contra muchas veces al día sobre cosas que afectan diariamente a tu vida y a las vidas de la gente que te rodea… no sólo una vez cada pocos años sobre cosas que jamás tendrás ninguna posibilidad de manejar.

Sebeck se terminó su último espresso.

—Mira, puedo ver la democracia distributiva funcionando en holones como éste, pero ¿de verdad podemos dirigir una civilización entera con algo que era esencialmente un motor de juegos?

—¿Puedes nombrar otra cosa que haya sido puesta a prueba en batalla? Ha sido atacada al derecho y al revés por todos los hackers de elite del planeta. Sobol utilizó básicamente un ejército de jugadores adolescentes para poner a prueba el sistema operativo de una nueva civilización. Supongo que todas esas horas de juego no fueron una pérdida de tiempo, después de todo.

Price se echó a reír.

—Así es, tío.

Sebeck miró la Balanza de Temis en el centro de su pantalla HUD. Aquí el indicador de poder se desviaba un poco hacia la izquierda, lo que significaba que estaba ampliamente distribuido.

—Jon, hazme un favor: mira la Balanza de Temis.

—Vale. —Ross empezó a cliquear objetos en el Espacio-D—. ¿Qué pasa con ella?

—He estado advirtiendo una cosa. Tira hacia atrás para mirar la distribución local del poder de la red oscura.

Ross así lo hizo, y Sebeck supo lo que estaba viendo: la Balanza de Temis se había movido espectacularmente hacia la derecha: casi tres cuartos. Eso significaba que el poder de la red oscura en gran parte del mundo estaba concentrado en relativamente pocas manos.

—¿Es de verdad una mejora respecto a lo que tenemos ahora? Verás que el ranking de reputación por nivel está también por debajo de la media: dos estrellas sobre cinco. Así que hay una concentración de poder entre gente de carácter cuestionable.

Ross confirmó estas palabras con unos cuantos clics y contempló los objetos en el Espacio-D.

—La red oscura es nueva todavía en muchos sitios, y ha sido tomada primero por marginados y forasteros, como la mayoría de las nuevas fronteras. Aquí pasó lo mismo al principio: mira la puntuación de reputación de Loki.

—Pero no nos engañemos. Siempre deberíamos preguntarnos si…

—Discúlpeme. No pretendía molestarle.

Sebeck se volvió a mirar a un hombre de treinta y pocos años, con su esposa y su bebé en un cochecito. El globo de texto de él lo identificaba como Prescott3, y a su esposa como Linah.

—Siento interrumpirles, pero no he podido evitar darme cuenta de su icono de misión. ¿Es usted Pete Sebeck?

Sebeck asintió.

—Llevo meses siguiendo su misión. Es un honor tenerlo aquí en Greeley. Me pregunto si podríamos hacernos una foto con usted.

Sebeck pudo ver que era un Arquitecto de nivel 6 con un nivel de reputación de tres estrellas. Miró al hombre de nuevo, y de pronto advirtió cómo había cambiado el mundo.

—Claro. Un placer.

—Oh, es tan amable de su parte. Tome…

Cogió al niño y se lo ofreció para que lo sujetara en su regazo. Sebeck aceptó a la criatura con cierta inseguridad: había pasado mucho tiempo desde la última vez que tuvo en brazos a un niño. Al mirarlo, no pudo dejar de pensar en su propio hijo, Chris. Él apenas tenía diecisiete años cuando fue padre.

La pareja se colocó a ambos lados de la silla donde estaba sentado.

—Quiero tener esta foto para mostrársela a Aaron cuando crezca.

Ross estaba ahora de pie, mirando a los cuatro con sus gafas HUD. Sebeck recordó que la mayoría de las gafas HUD tenían cámaras incorporadas. Era la fuente de los muchos millones de fotografías y vídeos que la gente subía a la red oscura: los ojos de la sociedad distribuida.

—Sonrían…

Todos sonrieron.

Ross pasó entonces la foto virtual a la pareja por el Espacio-D, y también una copia a Sebeck.

Los padres recogieron encantados a su hijo.

—Es magnífico. Muchísimas gracias, Rakh. Detective Sebeck. Mucha suerte en su misión… por el bien de todos.

Empezaron a retirarse, el padre con el niño en brazos.

Ross los vio marchar.

—Hablemos de esa misión tuya.

—¿Qué hay que decir? El Hilo me ha estado guiando en círculos alrededor de Greeley desde hace ya una semana. Se supone que aquí hay algo que tengo que hacer o conseguir o comprender… y no sé qué es.

—¿Crees que la Puerta de la Nube estará aquí en Greeley?

Sebeck negó con la cabeza.

—Se supone que la puerta aparecerá después de que la humanidad justifique su libertad ante el daemon, no antes.

—¿Y Sobol no te dio ninguna indicación de cómo vamos a justificar nuestra libertad?

—No. Fue desesperadamente vago.

Ross reflexionó.

—El Hilo te ha estado guiando a hechos, no a sitios, ¿correcto?

—Sí. Durante los últimos siete meses Price y yo nos hemos encontrado en el centro de casi todos los cambios importantes que ahora están en marcha. He visto el ascenso de la nueva infraestructura de poder, la nueva economía, el nuevo sistema legal fMRI… de todo. Por eso mi reputación ha crecido tan rápido. Siempre parecíamos estar en el lugar adecuado en el momento oportuno.

—Bueno, entonces ya sabemos una cosa.

—¿Cuál?

—Algo grande está a punto de pasar en Greeley.

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