France

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Capítulo 14

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Capítulo 14

 

 

Cuando llegó a la cueva que Tahiél y Aisha tenían asignada dentro del consejo, France ya estaba más tranquila. Había avisado a los otros líderes de que podían ser atacados por Agor.

—Hola guapa —la saludó su amiga.

—Lo sé —soltó sentándose en el sofá.

—Esa no es la contestación correcta, cariño.

—Y tú «cariño» es Tahiél.

—Vale, desisto. Estaba en la cueva de Susan, con las chicas y Junior, cuando me has llamado. No he dicho que íbamos a reunirnos, tal como me has pedido.

Aisha se sentó a su lado y le ofreció la cerveza que había sacado de la nevera.

—¿Qué ocurre, France?

—Nada bueno.

—Empieza desde el principio.

—Es así como se hace, ¿no?

Aisha puso los ojos en blanco.

—Desembucha ahora que estamos solas, France.

Aisha siempre le había dicho que entre las mujeres había confianza y, aunque nunca había tenido esa necesidad, había decidido contar con ella para… hablar, o insultar, no lo tenía muy claro.

—Voy a contarte algo, pero si lo repites te romperé el cuello.

—¡France! No hace falta que amenaces para eso. Con pedirme que te guarde el secreto ya bastaba.

—¿Así de sencillo?

—Así de sencillo.

—Vaya… pues guárdalo.

Por el rabillo del ojo vio removerse a su amiga.

—¿Qué? —preguntó intentando entender la cara confundida de Aisha.

—No puedes ir amenazando así, te he explicado mil veces que eres demasiado impulsiva.

—Debo proteger a mi clan, es mi carácter.

—¿Y yo hago daño a tu clan?

—No.

Aisha no mataría a una mosca, ni aunque le fuera la vida en ello.

—¿Entonces? —demandó Aisha.

—Tú no eres una amenaza porque eres débil, frágil y una inútil para atacar a un clan.

Aisha resopló.

Joder, ¿y ahora qué había dicho?

—Vale, dejémoslo. Cuéntame qué te pasa.

Se levantó y empezó a pasearse por delante de la chimenea.

—Yrre es mi compañero, ahora lo sé.

—¿Y? Eso debería ser motivo de alegría para ti.

—Pues no lo es. Porque aceptar el vínculo significa dejar ir a…

—¿Viggo? —la cortó su amiga.

—¿Viggo? ¡No!

Aisha se mordió el labio, parecía que iba a reírse de su reacción, pero se contuvo.

—¿A quién deberás dejar ir? No puedes tener dos compañeros, ¿verdad?

—No, solo puedo tener uno, y podía elegirlo. Pero no esperaba que ese compañero apareciera de repente y me atara de esta manera.

Aisha arrugó la frente.

—¿No se supone que deberías estar familiarizada con esto del vínculo? —Levantó la mano—. Oh, espera. Se supone que si tú hubieras elegido a tu compañero, ¿Yrre no hubiera sentido tu vínculo? ¿Este se habría anulado?

—Exacto, a veces eres lista.

—Gracias por el cumplido —Aisha hizo una mueca—. Pero sigo sin ver el problema. ¿Ibas a elegir a alguien, pero Yrre se adelantó apareciendo en escena?

—No, exactamente.

No sabía si estaba cometiendo un error, ¿en qué maldito momento había pensado que esto sería una buena idea?

—Te sentirás mejor si me lo cuentas.

France levantó una ceja.

—Tus padres pertenecían a un clan de los nuestros, ¿estás segura de que no lees la mente?

—No, France, no la leo. Si tengo algún poder está dormido, o eso dice Tahiél. Solo me encaramo a sitios altos, nada más.

Después de todo, que los padres de Aisha fueran de distintos clanes no le había dado demasiado poder a la pobre. Siempre tendría que depender de Tahiél. Que insulsa existencia la de Aisha.

—Bien, por un momento pensé…

—Sé lo que has pensado. ¿Lo quieres soltar ya? —apremió Aisha.

Se sentó de nuevo en el sofá.

—Storm —susurró.

—¿Storm? ¿Qué pasa con él?

La miró y esperó a que la medio humana atara cabos. En realidad, no era humana, pero había vivido toda su infancia con ellos.

—Oh, Ah. ¿En serio? ¡No! ¡Qué va! —exclamó Aisha, abriendo mucho los ojos.

—¿Tienes algún problema mental del que deba estar informada? —preguntó preocupada por la reacción.

Aisha palmeó su pierna.

—No, France, solo que me has sorprendido. ¿Habías elegido a Storm?

—Ahí está el problema, lo habría elegido si él hubiera querido, pero no fue así. Tuvimos una relación y después apareció Susan.

—¿Storm y tú?

—Sí, eso he dicho.

—¿Una relación?

—¿Debería preocuparme también por tu falta de entendimiento?

Ahora fue Aisha la que se levantó.

—No me lo puedo creer.

—Ya va la segunda vez hoy que tengo que decir que yo nunca miento.

Aisha la miró deteniendo su paseo.

—Es una manera de hablar, sé que no mientes, France.

—Sí, sí, sí. Vuestra jodida manera de hablar.

Aisha volvió a sentarse con cara de preocupación.

—Pero Storm tiene a Susan…

—No lo había notado.

—Eso es sarcasmo —soltó con una risa nerviosa.

—La cuestión es que no estoy preparada para despegarme de Storm y unirme a Yrre —contestó obviando su comentario.

Su amiga asintió, y ella se alegró de que la entendiera al fin.

—Escucha France, Storm y tú no estáis unidos, no os amáis, quizás en otro tiempo sí.

—Lo sé, pero, a pesar de estar vinculado a Susan, lo tengo cerca y disfruto de su felicidad. No es lo que piensas, no es… enamoramiento.

Yrre había arrasado con eso y ni siquiera lo había visto venir.

Aisha puso una mano en su mejilla y una lágrima resbaló por su rostro.

—Y ahora, ¿por qué lloras? Y lo más importante, ¿por qué me tocas? —preguntó indignada.

Aisha apartó la mano rápidamente.

—Es que eso que has dicho es muy bonito y me ha emocionado. —Se enjugó las lágrimas con las manos—. Has estado enamorada de él todo el tiempo. Pero, aunque no te lo creas, ya le has dejado marchar, le has dado su espacio. Ahora eres tú la que merece ser feliz.

—No sé cómo hacer eso. Me hace feliz Junior, pero no es lo mismo, creo.

—Oh, sí lo sabes. Solo déjate llevar. Yrre te mostrará lo que se siente. ¿Habéis…

—¿Follado? Sí.

Aisha hizo una mueca.

—Intimado, iba a decir.

—Es lo mismo.

—Vale. ¿Y qué has sentido?

—Más de lo que había sentido jamás. Más de lo que sentía con Storm, aun así…

Su amiga se cruzó de brazos.

—Ahí tienes la prueba. Sientes un cariño especial por Storm. No pongas esa cara —dijo al ver la expresión de su rostro—. Incluso tú eres capaz de sentir cariño por alguien más que por Junior. Estás enamorada de Yrre, si no, no sentirías cosas.

Podría ser eso, sí. Antes se arrancaría un brazo con los dientes que admitir que Aisha estaba aclarando sus ideas. Después de todo, esto de la amistad resultaba útil.

—¿Sabes? Creí que cuando nos dijiste que estabas embarazada de Viggo…

—¿Lo iba a elegir como compañero? No. Viggo era lo más cerca que estaba de Storm, a él ya no lo tenía, pero quise a alguien de su linaje.

Aisha suspiró.

—¿Utilizaste a Viggo?

—Se podría decir que sí. Pero eso él ya lo sabe.

—¿Le explicaste que ibas a tener un hijo con él porque con su padre no podías?

—No. ¿Por quién me has tomado? —decidió ignorar la ceja levantada de su amiga—. Le dije que necesitaba a alguien para tener un hijo y él aceptó. Nunca le prometí nada, y después de nacer Storm Junior, decidimos compartirlo. En un principio no se lo iba a permitir, pero es su padre…

—¿Storm Junior?

—Deja de repetir lo que digo, Aisha.

—Lo siento. ¿Ese es el nombre completo de tu hijo? Pero todos lo llamamos Junior.

—Ajá.

Aisha se quedó pensativa y al cabo de unos segundos se levantó de un salto, después se agachó para abrazarla.

Maldita sea.

—Lo haces por Susan, es por ella, ¿verdad? En el fondo te preocupa que la compañera de Storm se pueda sentir incómoda.

—Sí, supongo que sí lo hago por eso. Suéltame.

—Oh, perdona, sé que no te gusta que te toquen, pero no he podido evitarlo. Eres maravillosa, France.

—Eso ya lo sé.

Aisha hizo rodar los ojos.

—Vale. Me siento halagada de que hayas decidido confiar en mí. Supongo que necesitabas el consejo de una amiga.

Se levantó, todo esto era una cursilada.

—No, ya no. Tengo que irme. Iré a ver a Junior y a Susan y después iré a la sala del consejo.

—Me alegra haberte ayudado —soltó Aisha con suficiencia y con una enorme sonrisa en la cara.

—Vale. —No conocía el protocolo a seguir en estos casos.

—Deberías estar agradecida —argumentó Aisha condescendiente.

—Ah sí, eso.

Cuando caminaba por el pasillo oyó a Aisha reírse a carcajadas. No tenía muy claro que sintiera cariño por ella, pero por lo menos no quería matarla a todas horas, como le pasaba con las otras mujeres extra hormonadas.

 

Cuando accedió a la sala, Yrre acababa de llegar y la miró frunciendo el ceño. Quería saber cómo había solucionado lo de Wica y Alexo, pero algo los hizo prestar atención a los otros, que parecían cabreados.

—Una brecha —dijo Neoh.

—Sí —contestó Otto.

—Alguien intenta entrar —constató Storm.

—Mierda. —Ese fue Viggo.

—Voy a investigar —ofreció.

—Iré contigo —contestó Storm.

De repente algo la hizo volver a materializarse. Storm la cogió del brazo.

—Es Susan…

—Es Junior…

Dijeron al mismo tiempo.

—¿Qué? —preguntaron varios, entre ellos Yrre.

—¿Tu hijo? —Yrre acababa de captar el estado de France.

—Se lo han llevado —contestó con el corazón encogido.

—Susan está con él. —La voz de Storm sonó como un gruñido.

 

***

 

 Yrre los vio desvanecerse en el acto.

—Si tienes la más mínima idea de quién está detrás de todo esto, muévete. No tienes ni idea de lo que esos dos son capaces hacer —advirtió Neoh—. Y espero que esto no dé comienzo a una guerra con tu clan.

—No hay problema. Si alguien de mi clan está involucrado, morirá.

Tendría más que palabras con Agor.

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