Fetish

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Capítulo 27

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Capítulo 27

Cuando sonó el intercomunicador, Mak estaba acurrucada contra el brazo del sofá en postura fetal.

- ¿Hola?

- Soy yo, Andy.

- Hola. Sube.

Un segundo más tarde él estaba ante la puerta, y cuando se acercó a ella sonriendo Mak sintió que una parte de su tensión se disipaba.

«Todo está dentro de mi cabeza.»

- Hola -la saludó él mirando atentamente sus ojos-. ¿Estás bien? ¿Ha habido más llamadas?

Mak apartó la mirada.

- Un par -admitió.

Habían sido más de dos. Los muebles también estaban volviéndola loca. Parecían cambiar de lugar cada día.

- ¿Cuántas llamadas?

Intentó pensar.

- Ocho, quizá nueve.

Él frunció el ceño. Entre sus cejas se formaron dos profundas hendiduras y su labio inferior se adelantó un poco.

- No me gusta cómo suena eso. No es sólo alguien que se equivoca de número.

Ella se sentó en el sofá y él la siguió y se sentó en el otro extremo, suficientemente lejos para no invadir su espacio. Ella pensó que era muy considerado, pero habría preferido que la abrazase.

- ¿Tienes hambre? -preguntó él-. No hace falta que salgamos si no te apetece…

- No, quiero salir. ¿Podemos sentarnos un rato antes?

- Por supuesto. Lo que quieras. ¿Has podido hablar de esto con alguien? ¿Con algún consejero? Una persona en tu situación puede necesitar…

- No necesito ver a un psicólogo -le interrumpió ella-. No tengo nada en contra de ellos, evidentemente. A fin de cuentas yo quiero serlo. Pero la verdad es que no lo necesito. No por el momento.

Sabía que no estaba actuando de un modo lógico. Todas las señales de alarma estaban disparadas.

- No es que piense que lo necesitas, es sólo que tal vez…

- No -insistió ella levantando un poco demasiado la voz.

Andy la estaba mirando y sus ojos verde oscuro delataban su preocupación. Hacía mucho que ella no veía a nadie mirarla con tanto cariño.

- Háblame de Catherine. ¿Estabais muy unidas?

- Era una buena amiga…

Su voz se desvaneció; no estaba segura de poder mantener esa conversación.

- Si necesitas hablar de ello, hazlo -le pidió él.

Ella sabía que si comenzaba no sería capaz de parar. Por fin decidió que no le importaba.

- Fuimos vecinas desde pequeñas. Sus padres murieron cuando era muy joven y entonces se fue a vivir con esos horribles padres adoptivos. Solía venir mucho por casa. Supongo que fui una especie de madre para ella, porque ella era mucho más joven. O quizá más bien como una hermana mayor. Con el tiempo fuimos distanciándonos, pero hace unos años, cuando empezó a hacer de modelo, volvimos a ser amigas íntimas. Ambas comenzamos muy jóvenes, con catorce o quince años. Yo ya sabía lo que era meterse en esa profesión, y le enseñé todo lo que hacía falta. Pero no era yo la única que ayudaba: ella también estaba siempre ahí cuando yo la necesitaba.

Makedde recordó el ataque de Stanley y la extenuante investigación de la policía, y cómo Catherine había renunciado a un trabajo al otro lado del océano para estar con ella y apoyarla. Pero ahora Stanley estaba en la cárcel y era inútil escarbar en el pasado. A nadie le importaba, y desde luego no estaba dispuesta a soltar ese lastre sobre aquel hombre amable, que a fin de cuentas era casi un extraño que educadamente le permitía continuar con su historia.

- En cualquier caso, Catherine era un auténtico apoyo -concluyó vagamente-, y la verdad es que la echo de menos.

- Y ahora sientes que debes ayudarla porque ella te ayudó. Eso es comprensible, pero ya no hay nada que podamos hacer por Catherine. Sólo podemos atrapar a su asesino y seguir con nuestras vidas.

Andy tenía razón, y Makedde estaba decidida a hacer exactamente eso: atrapar al asesino de Catherine.

Él pareció leerle el pensamiento.

- Sé que quieres ayudar, pero no voy a permitir que te involucres en este caso más de lo que ya lo estás. Lo tenemos todo controlado…

- ¿De verdad? Entonces, ¿dónde está ese psicópata? ¡Siéntalo frente a mí para que pueda verlo sufrir igual que ella! Enséñame…

- Makedde: a veces no puede haber justicia auténtica -dijo él pasando un brazo cálido y reconfortante sobre sus hombros-. Algunas cosas nunca se pueden arreglar.

«Es cierto: el asesinato de Catherine; la muerte de mamá. Nada puede arreglar eso.»

Las lágrimas cayeron por las mejillas de Makedde mientras Andy la abrazaba. Se acercó a él y sus labios se rozaron. Entonces él la apretó contra sí, sus brazos fuertes y firmes sostuvieron su cuerpo tembloroso. Esos labios suaves volvieron a acercarse a los suyos.

Ella los miró con ojos llorosos; los miró hasta que se posaron sobre los suyos y la besaron suavemente, separando dulcemente sus labios. Sintió el peso de su cuerpo apretándola contra el sofá. Su boca ahora más prieta sobre la suya. Los dos se movían con pasión; sus dedos, labios y cuerpos fusionados en uno.

Ella no podía contenerse, y estaba claro que él tampoco.

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