Eve

Eve


Página 3 de 39

P

r

ó

l

o

g

o

23 de mayo de 2015

Mi querida Eve:

Hoy, al regresar del mercado en el coche, mientras canturreabas en tu asiento, con el maletero lleno de arroz y leche en polvo, he visto las montañas de San Gabriel; las he visto realmente por primera vez. Había conducido anteriormente por esa misma carretera, pero esta vez fue distinto. Ahí, tras el parabrisas, estaban las inmóviles y silenciosas cumbres verde-azuladas, vigilando la ciudad, tan cerca que casi podía tocarlas. Y me detuve a contemplarlas.

Sé que voy a morir pronto. La epidemia está matando a todos los que se han puesto la vacuna. No hay aviones. No circulan los trenes. Han cortado las carreteras de acceso a la ciudad, y solo nos queda esperar. Los teléfonos e Internet no funcionan desde hace tiempo. Los grifos están secos, y las ciudades, una a una, se están quedando sin energía eléctrica. Dentro de poco el mundo se sumirá en la oscuridad.

Pero en este momento estamos vivas, tal vez más vivas que nunca. Tú duermes en la habitación de al lado y, desde mi sillón, oigo el sonido de tu caja de música, la de la bailarina pequeñita, tocando las últimas notas.

Te quiero, te quiero, te quiero.

Mamá

Ir a la siguiente página

Report Page