Europa
Tercera parte: Edad de Estabilización » 15. Fin del cisma, caída de Constantinopla, Reyes Católicos
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Al principio, los Reyes Católicos favorecieron a los hebreos: «Los mandamos tolerar y sufrir, y que vivan en nuestros reinos como nuestros súbditos y vasallos». Pero la situación empeoró cuando la Inquisición se extendió de Aragón a Castilla en 1478, con el nombre de Inquisición española y dos novedades: no dependía de los obispos, como la Inquisición anterior, sino de la corona; y actuó con más celo contra los conversos acusados de judaizar en secreto. Las acusaciones llevaron al decreto de expulsión en el año citado, que valió a los Reyes Católicos enhorabuenas de toda Europa.
Fue una expulsión distinta de las anteriores en otros países, donde habían sido obligados a irse repentinamente, confiscando sus bienes la corona o los nobles. En este caso se les dieron cuatro meses para arreglar sus asuntos y vender sus propiedades. Bajo tal amenaza, y con promesas diversas, se prodigaron las exhortaciones a bautizarse. Muchos lo hicieron, pero otros prefirieron el exilio. El número de estos se ha estimado en cientos de miles, pero la población judía era pequeña y no debieron de pasar de unos 60.000, según los cálculos de Luis Suárez sobre las aljamas o juderías existentes. Contra otra idea extendida, la expulsión no causó grave daño económico, pues era pequeño el peso de los judíos en la economía, entonces en pleno auge.
Las razones de la expulsión no mentaban los supuestos crímenes rituales, en los que no creían las persona ilustradas. Incluían la usura: «Hallamos a los dichos judíos, por medio de grandísimas e insoportables usuras, devorar y absorber las haciendas y sustancias de los cristianos». Pero el motivo real y principal fue el peligro de contagio herético. La herejía se consideraba entonces un grave peligro de descomposición social. Y en la estela de la racionalización del Estado pesaba más que antes la búsqueda de la homogeneidad religiosa, y la norma de que una misma fe debía unir al príncipe y al pueblo.