Escape – Capítulo 8. Una nueva etapa – Parte 3

Escape – Capítulo 8. Una nueva etapa – Parte 3


Escape – Capítulo 8. Una nueva etapa – Parte 3

Los preparativos para el regreso de Jin a Corea progresaron paso a paso. No tenía su pasaporte oficial para salir del país, por lo que era muy problemático su regreso. El nombre de otra persona estaba estampado en el pasaporte que Jin le había comprado al informante. Ilya le dijo que estaba dispuesto a llevarlo él mismo a Corea en avión, pero él se negó. Aunque entrara al país de esa manera, tendrían que verificar la identidad de Jin, y además de eso, la identidad de todos los miembros de la organización que entraran con él.

«¿De verdad estás dejándolo ir tan fácilmente?» —le preguntó Natasha a Ilya, mientras estaba de pie con los brazos cruzados mirando a Jin jugar con Duna y Beck en el jardín frente a la mansión.

«¿Acaso quieres que lo encierre? ¿Crees que se quedará quieto?»

Ante la respuesta de Ilya, ella se encogió de hombros como si estuviera de acuerdo. No había ninguna duda en que él era un tipo capaz de escaparse si quisiera.

«Sin embargo, pensé que no lo dejarías ir tan fácilmente.»

Era Ilya, quien recientemente estaba informado sobre cada movimiento que hacía Jin. Era natural por lo tanto, que Natasha sintiera curiosidad al respecto.

«Nunca lo dejaré ir.» —respondió Ilya de forma cortante. Nunca lo dejaría ir. Simplemente dejaría que se alejara un poco para que se sintiera más relajado.

«Parece que vas a vigilarlo. Sin embargo, ¿no está Seúl demasiado lejos de Moscú? Pase lo que pase, no es un lugar al que puedas llegar de inmediato.»

«Vladivostok.»

«¿Eh?»

Al escuchar eso de repente, Natasha parpadeó sin comprender por qué hablaba de Vladivostok.

«Voy a trasladar la sede allí.»

«¿Eh?»

Los ojos de Natasha se abrieron de par en par.

«¿Es por Jin?» —dijo, mientras señalaba a Jin con el dedo. —¿Me estás tomando del pelo? —preguntó, pero Ilya no le respondió.

«Estás loco. Realmente loco. El amor te ha enceguecido Ilya, es increíble que hagas eso»

Natasha chasqueó la lengua mientras decía eso, pero Ilya no la refutó. Entonces, ella miró a Ilya con los ojos entrecerrados y una esquina de su boca se elevó.

«No lo negaste.»

«¿Qué?»

«No negaste la palabra ‘amor’.»

«… .»

Él se quedó callado de nuevo. Cuando Natasha suspiró y sonrió, se dio la vuelta y se dirigió hacia donde estaba Jin, como si no quisiera hablar más de eso. Pero al final, Natasha no pudo contener su risa y se rió a carcajadas. Viktor, que pasaba por allí, le preguntó por qué estaba tan feliz, y le pidió que le contara para que se rieran juntos.

«Nos trasladaremos a Vladivostok.»

«¿Qué?

«¿Qué vas a hacer ahora? ¿Es cierto que no ha pasado ni un año desde que compraste la casa?»

Viktor había construido un a pequeña casa en Moscú el año pasado. En esa casa vivían su madre y su hermana, pero el pasaba la mayor parte del tiempo en la mansión de la organización.

«¿Por qué nos mudaremos a Vladivostok de repente?»

«Queda a dos horas de Seúl.»

«¿Seúl …?»

Viktor, que abrió tontamente los ojos, levantó una mano para cubrirse la cara y suspiró, solo después de que Natasha señaló a Jin con los ojos. Cuando se quejó de que algún día tendría que llamar a Ryu Jin, ‘Noona’ o ‘Hyung’, Natasha se rió aún más, como si lo estuviera disfrutando.

«Ríndete. Ya es demasiado tarde.»

Natasha le dio una palmada a Viktor en la espalda, se dio la vuelta y sacó su teléfono celular. Entonces llamó a su novia y le dijo: —¿Nos mudamos a Vladivostok? —cuando la escuchó preguntar eso, Viktor gimió. De cualquier manera, Natasha seguiría a Ilya a donde fuera.

Él también seguirá a Ilya. Incluso aunque Ilya fuera a trasladar su sede a Nueva York, E.E. U.U., en lugar de Vladivostok. Sin embargo… se preguntaba, si debía dejar a su hermana y a su madre en Moscú para ir a Vladivostok, o si debía vender la casa en Moscú y llevarse a su madre y a su hermana a Vladivostok con él.

Después de la cena, Andrei se acercó a Ilya, quien estaba leyendo algunos documentos en la biblioteca.

«Escuché que trasladaría su sede a Vladivostok. ¿Es eso cierto?»

Viktor se lo había contado emocionado, pero Andrei no le creyó. Trasladar la sede no era tan sencillo. Incluso si se mudaba, no era posible hacerlo de la noche a la mañana. Se necesitaba al menos un mes para estar listo… .

«Nos mudaremos dentro de 15 días.» —respondió Ilya sin vacilar, con la mirada fija en los documentos.

«Jefe… .»

—¿Es por Ryu Jin? — No se atrevió a decir eso. Tenía miedo de la respuesta que pudiera darle.

«Ya conseguí el lugar. Es un edificio de diez pisos ubicado en Svetlanskaya. Como todos los pisos están vacíos, será suficiente para usar como sede.»

«Cuando hizo eso… incluso aunque lo preparara con anticipación después de tomar la decisión… .»

Andrei se tragó las últimas palabras, cuando Ilya levantó la cabeza y lo miró.

«¿Preparar con anticipación? ¿Crees que no lo analicé correctamente para hacer lo que me diera la gana?»—la voz que le preguntaba era monótona, pero se sentía más fría.

«Revísalos.»

Ilya dejó caer un montón de papeles frente a él. Andrei, que los aceptó y los revisó desde la primera parte, tragó en seco en silencio.

Era un plan para hacer negocios con China, Corea del Sur y Japón en el futuro y una carta de confirmación en la que ya se había firmado un contrato. Hasta ahora, el principal cliente de la organización había estado en el Medio Oriente, pero inmediatamente después de la muerte de Imran, se abrió paso a través de un nuevo cliente. Recientemente se enteró que Ilya se estaba reuniendo en secreto con alguien en un hotel de Moscú, pero no sabía que las negociaciones habían progresado tanto. Ilya nunca le divulgaba información a los miembros de la organización, hasta que no establecía un contrato seguro. Era lo mismo con Andrei.

«Todos están diciendo que la razón para mudarnos a Vladivostok es Ryu Jin.»

Hablaba como si hubiera escuchado los susurros de los miembros de la organización, mientras estaba sentado en su silla, mirando a Andrei. Su mirada era tan aguda, que Andrei sintió que se le sacaban los labios.

«Pero es lo contrario. Permití que Ryu Jin volviera a Corea, porque vamos a trasladarnos a Vladivostok.»

—Ah. —Andrei se tragó un gemido y se inclinó profundamente.

«Lo siento, jefe. No lo pensé bien.»

Estaba avergonzado de haber dudado de las razones de Ilya por un momento.

Ilya le dijo a Andrei, que ni siquiera podía levantar la cabeza, que revisara los documentos que le dio y prosiguiera con el plan rápidamente. Fue solo después de que Andrei se retiró que se levantó y se paró junto a la ventana con un vaso de whisky.

Era una tontería pensar que se mudaría a Vladivostok por causa de Ryu Jin. Si fuera a trasladar su sede por ese maldito niño, se habría mudado a Seúl, no a Vladivostok.

Lo de Vladivostok ya había sido planeado desde hace varios meses. No se lo había dicho a nadie, pero cuando Imran estaba deseando poseer a Ryu Jin, esperaba que un día lo apuntara con su cuchillo, por lo que decidió reducir gradualmente sus relaciones con Medio Oriente, y eligió a Vladivostok pensando en establecer relaciones comerciales con el este de Asia, e incluso con Sudamérica a través del Océano Pacífico.

Fue completamente inesperado que Ryu Jin le dijera que regresaría a Corea, pero Ilya pensó que el cielo estaba de alguna manera de su lado. Al menos, eso era mejor que quedarse en Moscú.

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